Hace
tiempo le escribí a un amigo, que por aquel entonces no había visto mucho de
Star Trek, una lista de los mejores capítulos (bajo mi criterio) de la serie clásica. Y es que, para ser sincero, esta saga, a la que tanto aprecio,
tiene una buena lista de episodios realmente malos. O difíciles de ver, si no eres
un gran fan. La publiqué en el blog y después hice lo mismo con The Next Generation, y Deep Space Nine. Ahora le toca el turno a Enterprise.
Aunque si siguiéramos la cronología, debería ser Voyager, pero sus siete
temporadas se me hacen un poco cuesta arriba. Así que proseguiré con las
aventuras de Archer, y luego retomaré la Odisea de Janeway y su tripulación. Enterprise
iba a ser la quinta entrega de la franquicia y su cuarto spin-off,
siendo además la última de las series emitidas durante el segundo periodo de
producción, que inició Gene Roddenberry en 1987 al crear TNG, hasta la
cancelación de esta misma serie, en el 2005. Por lo que el equipo de producción
llevaba trabajando ininterrumpidamente catorce años. Los tres programas
anteriores se habían desarrollado en el siglo XXIV, cien años después de las
aventuras del capitán Kirk, Spock y McCoy en
la clásica. Por lo que la
nueva serie sería la primera precuela de la saga, esta vez un siglo antes de la
primera serie original de Star Trek. E iba a narrar acontecimientos que nunca
se habían mostrado, ni tampoco explicado: la creación de la Federación Unidade Planetas.
Enterprise fue creada por
Rick Berman, heredero de Gene Roddenberry en la supervisión de la franquicia, y
que ya había creado las series de DS9 y VOY, junto a Brannon Braga. El cual
tenía una larga carrera en Star Trek, escribiendo un buen número de episodios
de TNG, y VOY, siendo nombrado productor ejecutivo de esta última a partir del
1998. Para el nuevo programa, iba a convertirse además en showrunner y por
tanto responsable del tono y el desarrollo de las historias. Era bien conocido
que ambos responsables no habían visto la serie clásica, según el escritor y
periodista Mark A. Atlman, “odian el original, y les molesta estar a su
sombra y evitaban verlo”. Como ejemplo, sabemos que Ronald D. Moore
sustituyó a Brannon Braga en la escritura del guion de Relics (TNG, 6.04), ya que este no conocía a Scotty, como indicó en propio Moore. Y lo
cierto es que en los tres programas anteriores las alusiones a la clásica son,
más bien, escasas, y en su mayor parte están insertadas por los guionistas que
sí se han declarado fans de la serie de los sesenta. Por ejemplo, en Civilization
(ENT, 1.09), la aparición de los malurianos, destruidos en la sonda Nomad
en The Changeling (ST, 2.08), la incorporó Mike Sussman. Y es curioso que
no será hasta la cuarta temporada, en que ninguno de los dos estaba en la
dirección de esta serie, cuando empezamos a tener, por fin, un gran número de referencias
directas de la clásica. Y si bien creo que programa ha de tener su tono
narrativo distintivo, y crear su propia leyenda alrededor de sus héroes y villanos.
También es cierto, que, al moverse dentro de un universo ya creado, es bueno e
interesante tener interrelaciones entre los diferentes productos, lo que genera
mayor solidez en la continuidad y profundidad a las historias.
Braga
quería dar un aire fresco a la nueva entrega, así que contrató a un elenco de
guionistas que no habían trabajado antes de Star Trek. Sin embargo, por
diferencias creativas y discusiones sobre la dirección de la serie, la mayoría
de ellos abandonaron la producción durante el primer año o a lo largo de la
segunda temporada. Y aunque Berman y Braga querían una mayor serialización, es
decir, un arco argumental para la serie. Fue la cadena quien impuso un
planteamiento de episodios autoconclusivos, aunque al mismo tiempo pidió la
inclusión de alguna trama futurista. Por lo que desarrollaron la Guerra Fría
Temporal. Y, junto a las relaciones entre Vulcano, Andoria y la Tierra, fueron
los dos únicos arcos argumentales de la temporada. Y no sé si influyó en la
calidad de las historias, pero está claro que el planteamiento es muy similar a
la de las anteriores series de la saga. Así tenemos numerosos episodios
presentándonos las primeras misiones de exploración: alienígenas conocidos y sobre
todo desconocidos, situaciones inesperadas, algunas de ellas bastante
disparatadas, meteduras de pata y malentendidos culturales, aunque siempre
solían ser bien intencionadas, y sus resultados no generaban grandes
conflictos. Mostrando, sobro todo, una actitud ingenua, dominada por la
curiosidad y el emprendimiento, pero a veces demasiado “buen rollista”, siendo
la inocencia la marca de las historias de los dos primeros años de la serie.
Un
ejemplo de las decisiones tomadas, que podría ser anecdótico (aunque para mí una
de las peores), pero que refleja muy bien el planteamiento sobre el tono de esta
entrega, fue la inclusión de la canción Where my heart will take me, o Adónde
me llevará mi corazón en los títulos de crédito. Versión de Russell Watson,
originalmente escrita por Diane Warren, e interpretada por Rod Steward para la
película Patch Adams, de 1998. Branon Braga comentó “Creo que la
canción es cursi, pero a mí me gustan las cosas cursis. Queríamos un tema
sentimental con una letra que se adecuara para capturar el espíritu de la
exploración humana”. Pero el resultado es, como bien indica el propio Braga,
algo ridículo, alejado de la épica de las anteriores melodías orquestales. Y
como la mayoría de estas decisiones se hace, fue para atraer una audiencia más
amplia que la de los fans de la saga. Aunque yo me pregunto, ¿cómo puede
aumentar el número de espectadores la banda sonora? Lo más importante para que
te atraiga a los espectadores son los personajes y sobre todo sus tramas. Esta
elección podría haber sido una simple anécdota, pero este planteamiento “cursi”
se cuela en muchos de los desarrollos de episodios y el enfoque que toman. Los
personajes pecan, una y otra vez, de inocentes e ingenuos. Y aunque Star Trek
es una visión utópica de la humanidad, los contactos que hace Archer son una
sucesión de situaciones inocentes, pensando que todos los alienígenas con los
que se encontrará serán bien pensantes como él. Cierto es, que no siempre es
así, pero, aunque las historias tienen buenas ideas, al final, el planteamiento
que tiene al enfrentarse a lo desconocido queda algo “cursi”. Se meten en
problemas y se ingieren en asuntos de otros con la excusa argumental de buscar
una moraleja moral para el espectador, con decisiones casi siempre dominadas
por ese idealismo. Y es que a veces me falta un punto de realismo, y algo menos
de candidez. Por lo menos hasta su tercera temporada.
También
se ha hablado de “fatiga de la franquicia”, pero Larry Nemecek, autor de
numerosos libros de referencia de la misma, puntualizó que también había una “fatiga
del productor”. Y es que Berman había dirigido Star Trek casi desde su
reanudación en 1987. Aunque también es cierto que en los últimos años la
relación entre la cadena UPN, y la producción de la saga había empezado a
tensarse. Un ejemplo de esto fue la petición de la cadena de deshacerse de
Scott Bakula, como Jonathan Archer, en el caso de que se renovara para una
cuarta temporada, por suerte Berman logró evitar esto. Finalmente, se rodó un
cuarto año, pero para entonces Rick Berman y Brannon Braga fueron relegados a
meros asesores. La televisión estaba evolucionando, Enterprise se
parecía demasiado a una serie de los noventa, continuando con la fórmula que
había funcionado en TNG, al principio de DS9 y en VOY. Y esto se tiene que ver
en el contexto que Broken bow (ENT, 1.01/02) fue estrenado dos semanas
después de los ataques del 11 de septiembre de 2001. Por lo que el
planteamiento inicial estaba formulado antes de la conmoción que supusieron
aquellos atentados a la psicología norteamericana. Y continuó igual en la segunda
temporada, que siguió dando bandazos, con historias insulsas, de manera caótica
y sin una misión concreta, ni rumbo. No creo que sea una mala concatenación de
historias, algunas de ellas son buenas, pero el tono es monótono y aburrido. Lo
que desembocaría en bajos índices de audiencia para las expectativas de la
cadena. Creo que el público ya demandaba algo más, requería una reinvención a
la hora de contar historias, sobre todo en la ciencia ficción. Se necesitaba
una mayor continuidad, como se demostraría en la tercera temporada de la serie.
Precisamente el momento en que esta termina de despegar, y brilla por sí sola.
Donde se cambió la estructura, haciendo la serie más oscura, y, por otro lado,
más interesante. Mientras que la cuarta podríamos decir que la serie se quita,
por fin, de lastres de ser un spin-off de Star Trek, y madura, empezando
a rememorar su pasado, no como homenaje, sino para adaptarlo y mejorarlo, si
cabe.
Y
a pesar de que hay siete protagonistas principales, el resultado es la serie
menos coral de la saga, exceptuando la clásica y Discovery, por lo menos
si la comparamos con TNG, VOY y sobre todo con DS9. Centrándose mucho en
Archer, T’Pol y Tucker, en una menor medida con Phlox, y finalmente con Reed,
Sato y Mayweather, que son los menos desarrollados. Y es una lástima, ya que
estos dos últimos creo que merecían más profundidad, que ya me parecían figuras
interesantes. Tampoco existen muchos personajes recurrentes, siendo el
almirante Forrest, Soval, Shran, y Daniels, los únicos que aparecen en todas
las temporadas, con el mayor Hayes, Degra y Dolim durante la tercera. Por lo que,
al centrarse en los mismos protagonistas, por muy interesantes que puedan
parecer estos, provoca que las historias se tornen algo monótonas.
Vulcanos
y la galaxia
Al principio de la serie se estableció que Vulcano tendría una relación antagónica con la Tierra. Y este es uno de los grandes aciertos iniciales de Rick Berman y Brannon Braga. Archer está resentido por los esfuerzos de los vulcanos de refrenar el desarrollo de la tecnología de curvatura, según se dice en Fallen hero (ENT, 1.23). En realidad, los que vemos, parecen desconfiar de los humanos, son más arrogantes y soberbios que Spock o Tuvok. Tienen una posición dominante en el cuadrante, al ser una de las civilizaciones más avanzadas que vemos. Y parecen desconfiar de aquello que no pueden controlar o de lo que sale de sus cánones de lógica. Nos los muestran taimados, faltos de todo interés por la exploración, y no solo no practicaban la fusión mental, sino que la consideraban una aberración, como se mostró en Fusion (ENT, 1.17) y en el maravilloso Stigma (ENT, 2.14). Tratando de manera sobre protectora a unos humanos que ven como a niños pequeños que necesitan ser vigilados. En cierta forma comprensibles, ya que si estos intentan controlan sus sentimientos, ¿por qué no intentar controlar su entorno galáctico? Al fin y al cabo, el doctor McCoy no tenía mucha estima a los vulcanos como Spock, y es algo que deja muy claro en sus constantes pullas al oficial científico.
Nos
dan a entender que son una de las civilizaciones más avanzadas de esa zona de
la galaxia, por lo que actúan como árbitros y dueños de su espacio cercano. En
la que se muestra un nivel tecnológico homogéneo. Encontrando pocas razas más
avanzadas, como los vissianos en Cogenitor (ENT, 2.22) o los tholianos
en Future tense (ENT, 2.16). Y en ese sentido, la serie también genera
un problema de contexto, al presentar la Tierra como un planeta demasiado débil,
al tener una única nave operativa de curvatura 5, con otra apenas construida al
final de la segunda temporada. Sobre todo, teniendo en cuenta, que una de las
pocas cosas que se sabía de ese periodo era que la Federación se había
creado en 2161, y que la guerra entre la Tierra y Romulus se había
iniciado aproximadamente en el 2158, según el libro ST: Chronology,
sucedida cien años antes de Balance of terror (ST, 1. 08). Por lo
que creo que la Flota Estelar, tendría que haber sido algo más grande, y con
más colonias que las mencionadas, para dar una sensación de mayor amenazada para
los romulanos. Es muy posible que esta sensación, sea debida a que la idea
original de la serie era desarrollarla mucho antes, poco después del primer
contacto con los vulcanos, pero estos detalles se podían haber ido puliendo a
medida que avanzaba la serie, y no dejarse tan al azar.
Por
otro lado, y siendo uno de los motivos por lo que las historias me parecen tan
“cursis” es que a las misiones de Archer les falta algún tipo de sentido
estratégico. Siendo la primera nave de la Tierra, tendría que haber estado más
controlada por el Alto Mando desde San Francisco: crear acuerdos comerciales,
llevar dignatarios, y tener encuentros diplomáticos más relevantes para la
humanidad. Y no vagar sin rumbo a ver quién tropiezan en cada capítulo. En
cambio, siguen la misma dinámica de la clásica o de muchos capítulos de TNG, en
la que la aventura de la semana es un encuentro aleatorio. Y la verdad, un poco
más de coherencia o dirección por parte de la Tierra le hubiera ido bien a la
serie, al darle algo más de sentido todos estos primeros viajes. Al fin y al
cabo, son la única nave de curvatura 5, y la que más lejos ha llegado, por lo
que deberían tener un propósito más definido. No digo ni, mucho menos, que se
hubieran centrado en esta mecánica, más diplomática y menos aventurera, pero ya
que los personajes hacen mención de sucesos de episodios anteriores y destinos
futuros, podrían haber aludido a algo parecido a este tipo de misiones, mientas
se encuentran por casualidad la aventura o el problema de la semana. Creo que
eso le hubiera dado a la historia mayor interés, y conexión.
Al principio de la serie se estableció que Vulcano tendría una relación antagónica con la Tierra. Y este es uno de los grandes aciertos iniciales de Rick Berman y Brannon Braga. Archer está resentido por los esfuerzos de los vulcanos de refrenar el desarrollo de la tecnología de curvatura, según se dice en Fallen hero (ENT, 1.23). En realidad, los que vemos, parecen desconfiar de los humanos, son más arrogantes y soberbios que Spock o Tuvok. Tienen una posición dominante en el cuadrante, al ser una de las civilizaciones más avanzadas que vemos. Y parecen desconfiar de aquello que no pueden controlar o de lo que sale de sus cánones de lógica. Nos los muestran taimados, faltos de todo interés por la exploración, y no solo no practicaban la fusión mental, sino que la consideraban una aberración, como se mostró en Fusion (ENT, 1.17) y en el maravilloso Stigma (ENT, 2.14). Tratando de manera sobre protectora a unos humanos que ven como a niños pequeños que necesitan ser vigilados. En cierta forma comprensibles, ya que si estos intentan controlan sus sentimientos, ¿por qué no intentar controlar su entorno galáctico? Al fin y al cabo, el doctor McCoy no tenía mucha estima a los vulcanos como Spock, y es algo que deja muy claro en sus constantes pullas al oficial científico.
Ll. C. H.
Diseñando la Enterprise NX (1)
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