martes, 4 de junio de 2024

Enterprise 1a temporada (1)

Hace tiempo le escribí a un amigo, que por aquel entonces no había visto mucho de Star Trek, una lista de los mejores capítulos (bajo mi criterio) de la serie clásica. Y es que, para ser sincero, esta saga, a la que tanto aprecio, tiene una buena lista de episodios realmente malos. O difíciles de ver, si no eres un gran fan. La publiqué en el blog y después hice lo mismo con The Next Generation, y Deep Space Nine. Ahora le toca el turno a Enterprise. Aunque si siguiéramos la cronología, debería ser Voyager, pero sus siete temporadas se me hacen un poco cuesta arriba. Así que proseguiré con las aventuras de Archer, y luego retomaré la Odisea de Janeway y su tripulación. Enterprise iba a ser la quinta entrega de la franquicia y su cuarto spin-off, siendo además la última de las series emitidas durante el segundo periodo de producción, que inició Gene Roddenberry en 1987 al crear TNG, hasta la cancelación de esta misma serie, en el 2005. Por lo que el equipo de producción llevaba trabajando ininterrumpidamente catorce años. Los tres programas anteriores se habían desarrollado en el siglo XXIV, cien años después de las aventuras del capitán Kirk, Spock y McCoy en 
la clásica. Por lo que la nueva serie sería la primera precuela de la saga, esta vez un siglo antes de la primera serie original de Star Trek. E iba a narrar acontecimientos que nunca se habían mostrado, ni tampoco explicado: la creación de la Federación Unidade Planetas.
Enterprise fue creada por Rick Berman, heredero de Gene Roddenberry en la supervisión de la franquicia, y que ya había creado las series de DS9 y VOY, junto a Brannon Braga. El cual tenía una larga carrera en Star Trek, escribiendo un buen número de episodios de TNG, y VOY, siendo nombrado productor ejecutivo de esta última a partir del 1998. Para el nuevo programa, iba a convertirse además en showrunner y por tanto responsable del tono y el desarrollo de las historias. Era bien conocido que ambos responsables no habían visto la serie clásica, según el escritor y periodista Mark A. Atlman, “odian el original, y les molesta estar a su sombra y evitaban verlo”. Como ejemplo, sabemos que Ronald D. Moore sustituyó a Brannon Braga en la escritura del guion de Relics (TNG, 6.04), ya que este no conocía a Scotty, como indicó en propio Moore. Y lo cierto es que en los tres programas anteriores las alusiones a la clásica son, más bien, escasas, y en su mayor parte están insertadas por los guionistas que sí se han declarado fans de la serie de los sesenta. Por ejemplo, en Civilization (ENT, 1.09), la aparición de los malurianos, destruidos en la sonda Nomad en The Changeling (ST, 2.08), la incorporó Mike Sussman. Y es curioso que no será hasta la cuarta temporada, en que ninguno de los dos estaba en la dirección de esta serie, cuando empezamos a tener, por fin, un gran número de referencias directas de la clásica. Y si bien creo que programa ha de tener su tono narrativo distintivo, y crear su propia leyenda alrededor de sus héroes y villanos. También es cierto, que, al moverse dentro de un universo ya creado, es bueno e interesante tener interrelaciones entre los diferentes productos, lo que genera mayor solidez en la continuidad y profundidad a las historias.
Braga quería dar un aire fresco a la nueva entrega, así que contrató a un elenco de guionistas que no habían trabajado antes de Star Trek. Sin embargo, por diferencias creativas y discusiones sobre la dirección de la serie, la mayoría de ellos abandonaron la producción durante el primer año o a lo largo de la segunda temporada. Y aunque Berman y Braga querían una mayor serialización, es decir, un arco argumental para la serie. Fue la cadena quien impuso un planteamiento de episodios autoconclusivos, aunque al mismo tiempo pidió la inclusión de alguna trama futurista. Por lo que desarrollaron la Guerra Fría Temporal. Y, junto a las relaciones entre Vulcano, Andoria y la Tierra, fueron los dos únicos arcos argumentales de la temporada. Y no sé si influyó en la calidad de las historias, pero está claro que el planteamiento es muy similar a la de las anteriores series de la saga. Así tenemos numerosos episodios presentándonos las primeras misiones de exploración: alienígenas conocidos y sobre todo desconocidos, situaciones inesperadas, algunas de ellas bastante disparatadas, meteduras de pata y malentendidos culturales, aunque siempre solían ser bien intencionadas, y sus resultados no generaban grandes conflictos. Mostrando, sobro todo, una actitud ingenua, dominada por la curiosidad y el emprendimiento, pero a veces demasiado “buen rollista”, siendo la inocencia la marca de las historias de los dos primeros años de la serie.
Un ejemplo de las decisiones tomadas, que podría ser anecdótico (aunque para mí una de las peores), pero que refleja muy bien el planteamiento sobre el tono de esta entrega, fue la inclusión de la canción Where my heart will take me, o Adónde me llevará mi corazón en los títulos de crédito. Versión de Russell Watson, originalmente escrita por Diane Warren, e interpretada por Rod Steward para la película Patch Adams, de 1998. Branon Braga comentó “Creo que la canción es cursi, pero a mí me gustan las cosas cursis. Queríamos un tema sentimental con una letra que se adecuara para capturar el espíritu de la exploración humana”. Pero el resultado es, como bien indica el propio Braga, algo ridículo, alejado de la épica de las anteriores melodías orquestales. Y como la mayoría de estas decisiones se hace, fue para atraer una audiencia más amplia que la de los fans de la saga. Aunque yo me pregunto, ¿cómo puede aumentar el número de espectadores la banda sonora? Lo más importante para que te atraiga a los espectadores son los personajes y sobre todo sus tramas. Esta elección podría haber sido una simple anécdota, pero este planteamiento “cursi” se cuela en muchos de los desarrollos de episodios y el enfoque que toman. Los personajes pecan, una y otra vez, de inocentes e ingenuos. Y aunque Star Trek es una visión utópica de la humanidad, los contactos que hace Archer son una sucesión de situaciones inocentes, pensando que todos los alienígenas con los que se encontrará serán bien pensantes como él. Cierto es, que no siempre es así, pero, aunque las historias tienen buenas ideas, al final, el planteamiento que tiene al enfrentarse a lo desconocido queda algo “cursi”. Se meten en problemas y se ingieren en asuntos de otros con la excusa argumental de buscar una moraleja moral para el espectador, con decisiones casi siempre dominadas por ese idealismo. Y es que a veces me falta un punto de realismo, y algo menos de candidez. Por lo menos hasta su tercera temporada.
También se ha hablado de “fatiga de la franquicia”, pero Larry Nemecek, autor de numerosos libros de referencia de la misma, puntualizó que también había una “fatiga del productor”. Y es que Berman había dirigido Star Trek casi desde su reanudación en 1987. Aunque también es cierto que en los últimos años la relación entre la cadena UPN, y la producción de la saga había empezado a tensarse. Un ejemplo de esto fue la petición de la cadena de deshacerse de Scott Bakula, como Jonathan Archer, en el caso de que se renovara para una cuarta temporada, por suerte Berman logró evitar esto. Finalmente, se rodó un cuarto año, pero para entonces Rick Berman y Brannon Braga fueron relegados a meros asesores. La televisión estaba evolucionando, Enterprise se parecía demasiado a una serie de los noventa, continuando con la fórmula que había funcionado en TNG, al principio de DS9 y en VOY. Y esto se tiene que ver en el contexto que Broken bow (ENT, 1.01/02) fue estrenado dos semanas después de los ataques del 11 de septiembre de 2001. Por lo que el planteamiento inicial estaba formulado antes de la conmoción que supusieron aquellos atentados a la psicología norteamericana. Y continuó igual en la segunda temporada, que siguió dando bandazos, con historias insulsas, de manera caótica y sin una misión concreta, ni rumbo. No creo que sea una mala concatenación de historias, algunas de ellas son buenas, pero el tono es monótono y aburrido. Lo que desembocaría en bajos índices de audiencia para las expectativas de la cadena. Creo que el público ya demandaba algo más, requería una reinvención a la hora de contar historias, sobre todo en la ciencia ficción. Se necesitaba una mayor continuidad, como se demostraría en la tercera temporada de la serie. Precisamente el momento en que esta termina de despegar, y brilla por sí sola. Donde se cambió la estructura, haciendo la serie más oscura, y, por otro lado, más interesante. Mientras que la cuarta podríamos decir que la serie se quita, por fin, de lastres de ser un spin-off de Star Trek, y madura, empezando a rememorar su pasado, no como homenaje, sino para adaptarlo y mejorarlo, si cabe.
Y a pesar de que hay siete protagonistas principales, el resultado es la serie menos coral de la saga, exceptuando la clásica y Discovery, por lo menos si la comparamos con TNG, VOY y sobre todo con DS9. Centrándose mucho en Archer, T’Pol y Tucker, en una menor medida con Phlox, y finalmente con Reed, Sato y Mayweather, que son los menos desarrollados. Y es una lástima, ya que estos dos últimos creo que merecían más profundidad, que ya me parecían figuras interesantes. Tampoco existen muchos personajes recurrentes, siendo el almirante Forrest, Soval, Shran, y Daniels, los únicos que aparecen en todas las temporadas, con el mayor Hayes, Degra y Dolim durante la tercera. Por lo que, al centrarse en los mismos protagonistas, por muy interesantes que puedan parecer estos, provoca que las historias se tornen algo monótonas.

Vulcanos y la galaxia
Al principio de la serie se estableció que Vulcano tendría una relación antagónica con la Tierra. Y este es uno de los grandes aciertos iniciales de Rick Berman y Brannon Braga. Archer está resentido por los esfuerzos de los vulcanos de refrenar el desarrollo de la tecnología de curvatura, según se dice en Fallen hero (ENT, 1.23). En realidad, los que vemos, parecen desconfiar de los humanos, son más arrogantes y soberbios que Spock o Tuvok. Tienen una posición dominante en el cuadrante, al ser una de las civilizaciones más avanzadas que vemos. Y parecen desconfiar de aquello que no pueden controlar o de lo que sale de sus cánones de lógica. Nos los muestran taimados, faltos de todo interés por la exploración, y no solo no practicaban la fusión mental, sino que la consideraban una aberración, como se mostró en Fusion (ENT, 1.17) y en el maravilloso Stigma (ENT, 2.14). Tratando de manera sobre protectora a unos humanos que ven como a niños pequeños que necesitan ser vigilados. En cierta forma comprensibles, ya que si estos intentan controlan sus sentimientos, ¿por qué no intentar controlar su entorno galáctico? Al fin y al cabo, el doctor McCoy no tenía mucha estima a los vulcanos como Spock, y es algo que deja muy claro en sus constantes pullas al oficial científico.
Nos dan a entender que son una de las civilizaciones más avanzadas de esa zona de la galaxia, por lo que actúan como árbitros y dueños de su espacio cercano. En la que se muestra un nivel tecnológico homogéneo. Encontrando pocas razas más avanzadas, como los vissianos en Cogenitor (ENT, 2.22) o los tholianos en Future tense (ENT, 2.16). Y en ese sentido, la serie también genera un problema de contexto, al presentar la Tierra como un planeta demasiado débil, al tener una única nave operativa de curvatura 5, con otra apenas construida al final de la segunda temporada. Sobre todo, teniendo en cuenta, que una de las pocas cosas que se sabía de ese periodo era que la Federación se había creado en 2161, y que la guerra entre la Tierra y Romulus se había iniciado aproximadamente en el 2158, según el libro ST: Chronology, sucedida cien años antes de Balance of terror (ST, 1. 08). Por lo que creo que la Flota Estelar, tendría que haber sido algo más grande, y con más colonias que las mencionadas, para dar una sensación de mayor amenazada para los romulanos. Es muy posible que esta sensación, sea debida a que la idea original de la serie era desarrollarla mucho antes, poco después del primer contacto con los vulcanos, pero estos detalles se podían haber ido puliendo a medida que avanzaba la serie, y no dejarse tan al azar.
Por otro lado, y siendo uno de los motivos por lo que las historias me parecen tan “cursis” es que a las misiones de Archer les falta algún tipo de sentido estratégico. Siendo la primera nave de la Tierra, tendría que haber estado más controlada por el Alto Mando desde San Francisco: crear acuerdos comerciales, llevar dignatarios, y tener encuentros diplomáticos más relevantes para la humanidad. Y no vagar sin rumbo a ver quién tropiezan en cada capítulo. En cambio, siguen la misma dinámica de la clásica o de muchos capítulos de TNG, en la que la aventura de la semana es un encuentro aleatorio. Y la verdad, un poco más de coherencia o dirección por parte de la Tierra le hubiera ido bien a la serie, al darle algo más de sentido todos estos primeros viajes. Al fin y al cabo, son la única nave de curvatura 5, y la que más lejos ha llegado, por lo que deberían tener un propósito más definido. No digo ni, mucho menos, que se hubieran centrado en esta mecánica, más diplomática y menos aventurera, pero ya que los personajes hacen mención de sucesos de episodios anteriores y destinos futuros, podrían haber aludido a algo parecido a este tipo de misiones, mientas se encuentran por casualidad la aventura o el problema de la semana. Creo que eso le hubiera dado a la historia mayor interés, y conexión.

 

Ll. C. H.

 
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