Fondor
La escuadra del capitán Vantorel estaba
siendo aprovisionada en los astilleros de Fondor tras finalizar la pacificación
del sector ReseQ en el Borde Medio. Tras la destrucción de la Estrella de la Muerte en Yavin 4
la Alianza Rebelde había encendido cientos de sistemas, lo cual era un
grave error por parte de una fuerza militar tan débil. Tenían coraje y agallas
gracias a su desesperación, pero no medios. Mientras que el Imperio
tenía toda una inmensa maquinaria militar, heredada de la Antigua República,
ampliada y engrasada durante las últimas dos décadas. Lord Vader había
sido asignado por el Emperador, junto al Escuadrón de la Muerte liderado
por el superdestructor Executor,
para dar caza a la Rebelión. Pero esta estaba formada por miles de pequeñas y
medianas células y el escuadrón de Vader, por poderoso que fuera, no podía
estar en todos los lugares de la inmensa galaxia. Así otras naves se encargaban
de destruir, bajo su coordinación, otros grupos importantes, mientras este buscaba
a sus líderes, incluyendo al responsable de la destrucción de la Estrella de
la Muerte: Luke Skywalker. Por su parte doblegar el sector ReseQ no
había sido fácil, ya que los rebeldes contaban con numerosos simpatizantes que
les habían proporcionado apoyo logístico en algunos de sus planetas y político
a través del antiguo senador imperial. Sus fuerzas navales estaban encabezadas
por un vetusto destructor clase Venator
robado a las fuerzas del mismo sector, junto a un puñado de escurridizas
fragatas y corbetas, así como numerosos cazas bien coordinados y dirigidos. Ya
que su líder había luchado en las Guerras Clon en el Gran Ejército de la República, y no era un aficionado como otros muchos. Aun así, al final
había sucumbido: sus naves destruidas, sus bases arrasadas y sus simpatizantes
diezmados por la Oficina de Seguridad Imperial. De manera que la Paz
Imperial se había vuelto a imponer y el Orden del Emperador Palpatine
restaurado.
Aun así, la victoria había tenido un
coste. Sus escuadrones de cazas habían sufrido un 37% de pérdidas, y perdido
varias fragatas y el crucero Diado de la clase Vindicator.
El veterano destructor de bolsillo Legacy
había recibido grabes daños en un ataque suicida durante la escaramuza final, que
en la holonet el COMPNOR la había llamado batalla decisiva. El Resplandor, la nave de Valorum, su mano
derecha y amigo, también tenía daños menores en sistemas de armamento, teniendo
que remplazar una de las torretas turboláser cuádruples. Pero en aquel
momento lo más apremiante, además de combustible y cargar armamento, era
adiestrar a las asignaciones de los nuevos pilotos en tácticas más flexibles de
las que aprendían en el Instituto de Entrenamiento de Vuelo Desafío
o la Academia Skystrike. Y que tan necesarias eran para coordinarse
con el resto de servicios y mejorar sus habilidades para que fueran aceptables cuando
volaban bajo su mando.
Mientras tanto y para premiar a sus
hombres que había luchado con valentía y arrojo, había dado permiso a todos los
que no estuvieran relacionados con las reparaciones y repostaje. Siempre había
creído y así lo aplicaba, que era importante cuidar y tener contentos a sus
subordinados para exigirles el máximo en combate. Y aquel planeta contaba con
un buen número de lugares para descansar y relajarse. Por su parte él prefería
supervisar las reparaciones, y leer historia militar de la galaxia, en aquel
momento una curiosa, pero pretenciosa, autobiografía de uno de los líderes neo-cruzados de la Guerras Mandalorianas.
– Señor, tiene una comunicación de máxima prioridad – le interrumpió
la voz del oficial de guardia a través de su comlink –. Lord Vader desde el Executor.
La
última parte se había pronunciado con solemnidad, casi miedo.
Tenemos
trabajo, pensó Vantorel, a lo que su criado kel-dor asistió, como si le hubiera
leído la mente. Poco después el imponente holograma del señor Oscuro del Sith, con su siniestro traje negro y su respiración mecánica,
imprescindible para su supervivencia, estaba activado delante suyo.
– Ha de dirigirse al sistema Klovan
y tomar el mando de la fuerza allí desplegada. El almirante Rangan ha sido
incapaz de someter su sedición – ordenó sin rodeos la mano derecha de
Emperador –. Utilice lo que necesite para hacerlo con suma rapidez y de
muestre todo el poder del Imperio.
– Sí mi Lord.
– La mirada del Emperador está
puesta sobre usted. No me decepcione, almirante.
– Partiré inmediatamente – dijo
inclinando la cabeza en un sutil gesto. No lo hacía por una pompa ceremoniosa,
sino por un auténtico respeto. Conocía el poder oscuro que dominaban, junto
a su protector había visto y comprobado que la Fuerza no era un cuento de
viejas, ni un mito como quería hacer ver la propaganda imperial. La Fuerza era muy
real, él lo sabía bien.
En ese instante la imagen de Lord Vader
se desapareció, dejando la estancia en un sepulcral silencio. Acababan de nombrarle
a almirante o por lo menos eso era lo que parecía. Lo cual tampoco era extraño el
Señor Oscuro del Sith, acostumbrado a otorgar ascensos en el campo de batalla a
los que le servían bien y severos castigos a quien le fallaban. Este se había
fijado en él tras un pequeño incidente cuando era un mero suboficial,
convirtiéndose en su protegido. De esa manera y con tal padrino le había
ingresado en la prestigiosa Real Academia Imperial de Coruscant, para ser
destinado directamente bajo sus órdenes una vez se graduó en ella. De manera
que había sido testigo de lo que era capaz de hacer aquel servidor del Lado
Oscuro de la Fuerza. Promocionándose con rapidez en los xenófogos escalafones
de la Armada hasta convertirse en un capitán de los potentes
destructores estelares clase Imperial.
Y una vez empezó la caza contra la Alianza Rebelde tras la Batalla de Yavin, le
habían otorgado el mando de una Fuerza de Superioridad, en la que, había
tenido el extraño privilegio de poder escoger a los capitanes y naves, para buscar
y destruir a los rebeldes con fidelidad al Emperador y a Vader, la mano
ejecutora de sus deseos.
Al entrar en el puente se encontró a
los dos oficiales que habían quedado para controlar las operaciones de avituallamiento,
que como en todo grupo pequeño ya conocían la recepción de la comunicación de
alto nivel y de quien procedía. Suponiendo, acertadamente, que pronto volverían
a la lucha. Todos se cuadraron al verlo y el responsable de guardia se acercó
inmediatamente para ofrecerle un datapad.
– Nuestro estado en este instante,
señor.
– ¿El armamento?
– Al 80%, señor.
– Tendrá que servir. Preparen la
nave para partir inmediatamente, avisen a todos los que están de permiso en el
planeta. Póngame con el Resplandor e
informen al resto de capitanes.
– Sí señor – replicó enérgico el
oficial.
Vantorel se dirigió hacia el pasillo
posterior del puente, entrando en el centro de combate, desde donde se
coordinaban las operaciones del Aniquilador. La estancia contaba con
docenas de pozos de trabajo que recibían toda la información procedente de las
naves de la escuadra, la procesaban y se coordinaba y supervisaba todos los
movimientos.
– Su comunicación desde el Resplandor, señor – le informó uno de
los técnicos cuando llegó a la mesa holográfica táctica situada en el extremo
de la estancia. Su comandante simplemente asintió y este activó el sistema, apareciendo
el rostro del capitán Valorum con la chaqueta del uniforme desabrochada.
– ¿Qué ocurre? – preguntó sin
rodeos. Este procedía de una ilustre estirpe de altos funcionarios de la
Antigua República, que ahora servían al Imperio Galáctico. Se habían conocido
en Coruscant mientras estudiaban en la Real Academia Imperial, forjándose rápidamente
una gran amistad entre ambos. Desde entonces siempre había mantenido una
estrecha relación, logrando que fuera su primer oficial en el Aniquilador,
hasta que, tras la escaramuza en Pas’jaso, logró que le ascendieran al
mando de su propio destructor.
– Nos han ordenado tomar el control
de las fuerzas en Klovan y someter al sistema. Parece ser que los rebeldes eran
más fuertes de lo que parecía.
– El Legacy no podrá
acompañarnos... – reflexionó en voz alta. Aquella nave, aunque databa de
las Guerras Clon, tenía la particularidad de ser tan rápida como una fragata y
estar tan armada como un destructor, por lo que se había convertido un elemento
importante en la estrategia de la escuadra –. Nos faltará completar los
cazas y naves de piquete.
– Habla con el almirante Pudna y que
reasigne las unidades que necesitamos. Recuérdale que la orden viene
directamente de Lord Vader y que si se resiste se tendrá que atener a la ira
del Emperador. Después cursa la petición a Coruscant por los cauces
habituales. No dudes en coger lo que necesitemos. Partiremos en dos horas.
– Así se hará. Resplandor
fuera.
Después que el rostro del único
amigo que tenía desapareciera, se giró hacia el oficial de guardia. Era el alférez
Jorak que había sido asignado a bordo justo antes de la incursión ReseQ desde
la Academia Naval de Prefsbelt IV. Aun le faltaba experiencia y era algo rígido
con los protocolos, pero parecía haberse adaptado bien al ritmo de trabajo de
su estado mayor: demostrando cierta iniciativa y sus compañeros tenían buena
opinión de él. Y al ser el nuevo le había tocado estar de guardia durante los permisos
que se había dado.
– ¿Qué sabemos de Klovan? – este asintió
y en la mesa estratégica apareció imagen de la cartografía, ampliándose para
mostrar un mundo de planicies rocosas, donde se señalaron las ciudades y otras
referencias de interés estratégico.
– Un planeta altamente
industrializado del Borde Interior, importantes reservas de minerales,
sobre todo en el cinturón de asteroides que lo rodea – leyó Jorak –. Sus
industrias se escindieron de los Talleres de Blindaje Baktoid y de la Federación de Comercio ochenta años antes de las Guerras Clon, Manteniéndose fieles a
República como asociada a Sistemas de Ingeniería Kuat. Actualmente tiene
contratos para fabricar diversos elementos para Astilleros de Propulsores Kuat y con Sienar.
A Vantorel le pareció interesante
que el joven oficial hubiera escogido su afiliación manufacturera del informe del OSI, aunque le pareció interesante la genealogía mercantil. Ya que este
revelaba que su lealtad parecía estar ligada a sus intereses comerciales.
– ¿Defensas?
El alférez hizo aparecer la
información de estas, mostrando los diferentes emplazamientos en la superficie.
– Estándar para un mundo de su
categoría y aprobadas por el Senado Imperial: escudos de sus ciudades
más importantes, turbolásers pesados w-165, cañones de iones v-150...
– titubeó, lo que hizo a Vantorel le observara con curiosidad –. No parecen tan
estándares como debería, señor… Según la última disposición de su sistema
energético muestra un aumento considerable de recursos.
– ¿Por qué dice eso?
– Porque es redundante, lo que
sugiere una mayor capacidad...
– No sugiera, diga lo que está
pensando – le interrumpió Vantorel, pero con un todo pedagógico, animándole a
coger confianza.
– Según el último informe del OSI la
red de distribución se extendía alrededor de sus núcleos de población más
importantes, que tienen un número mayor de generadores y relés de soporte
secundarios de lo necesario para el número de armas registradas. Pero hay otro
sistema que recoge todo el planeta en zonas menos habitadas, el cual solo puede
significar que tienen un escudo planetario global proyectado desde la
superficie, señor.
El cual era mucho más difícil de
neutralizar que los de órbita, y no como el de Scarif, que, proyectado
desde una estación espacial, aunque más barato, era mucho más vulnerable,
pensó Vantorel. Era evidente que los klovan se habían preparado sin escatimar
esfuerzos.
– ¿Y eso lo sabe por la red de
energía?
– Así es señor. Aunque Inteligencia
solo ha detectado un nivel de defensas estándar para un planeta de estas
características, la disposición y la capacidad de generar y transmitir energía sugiere...
confirma que en realidad poseen un nivel similar al que tenían muchos mundos del Núcleo durante las Guerras Clon. No solo pueden soportar un prolongado
bloqueo con su escudo, sino que podrían ser capaz derribar una flota en órbita.
– ¿No podría estar relacionado con
su capacidad industrial?
– Posiblemente eso es lo que querían
que pensáramos mientras se preparaban delante de nuestros ojos, señor. Si su
disposición fuera para nuevas fábricas, esta no se construiría en anillos
estrechos alrededor de sus ciudades y otro que rodeara el planeta por zonas
prácticamente deshabitadas. Una dispersión tal extendería sus recursos de una
manera poco rentable. Lo que me sorprende es que haya pasado desapercibido.
– Haga un diagrama de la disposición
del armamento y los generadores de escudo que podrían disponer según la red de
energía.
– Sí, señor.
En ese momento entraron en el centro
de combate el enlace con la OSI, el teniente Joos y el mayor
Tolver el responsable de su ala de cazas. El resto de responsables y de la
tripulación regresarían en lo que tardarían las lanzaderas que había enviado a
buscarlos.
Aquel planeta se estaba preparando
para resistir un asedio prolongado y Vantorel sabía que su escuadra solo podría
organizar un bloqueo e iniciar un bombardeo para debilitar sus defensas. Pero
para doblegarlas e iniciar el asalto a la superficie necesitaría mucha más potencia
de fuego.
– Ya hemos recibido la información
táctica del ataque, señor – indicó Joos. Vantorel levantó la vista de la mesa y
apartó sus pensamientos.
Una patrulla rutinaria había encontrado uno de
los omnipresentes transportes Gallofree a la deriva por culpa de un
motor averiado. La carga estaba formada por piezas de repuesto de cazas:
motores y equipos auxiliares, y tras un interrogatorio a los tripulantes
descubrieron que su origen era una factoría en Klovan. Y sin dudarlo el Gran Moff responsable del macrosector Pallis había ordenado el
ataque. La fuerza estaba formada por dos destructores Imperial, tres Victory,
otros tres vetustos cruceros Acorazado y los dos cruceros Inmovilizadores 418 que debían bloquear el
sistema de saltos al hiperespacio. Además de otras naves medianas y los
transportes del Ejército. El despliegue había sido el estándar en lugares de su
categoría industrial, procediendo primero a un bloqueo y el posterior bombardeo
orbital para suprimir las defensas. Nunca había oído hablar del almirante Rangan,
pero no parecía incompetente, aunque sí adolecía de falta de imaginación, o por
lo menos había seguido el manual a la hora de organizar su ataque. Los
problemas habían llegado al aproximarse a la órbita para destruir los escudos alrededor
de las ciudades, al caer en una emboscada procedente del cinturón de asteroides.
Estos solo habían sido rastreados por un puñado de TIE que no habían detectado
nada, y de los que habían surgido un nutrido grupo de naves pequeña, junto a cinco
escuadrones de cazas de asalto Ala-B. Aquello sí era interesante, ya que
la Rebelión no tenía tantos de aquellos rápidos y poderosos depredadores y
nunca los desplegaba en tal número. Eso significaba la importancia de Klovan había
pasado inadvertida por el OSI y el Ubictorado. Un dato muy interesante,
pensó Vantorel. En ese momento cayeron en una trampa también de manual, como
resultado uno de los destructores clase Imperial, dos Victory y
uno de los preciados Inmovilizadores, habían sido destruidos, junto a varias
fragatas y otras siete naves había recibido diferentes daños, incluyendo el
destructor insignia de Rangan. Además, se había activado el escudo planetario
global vaticinado por Jorak hacía un momento y que inteligencia desconocía.
Ahora entendía la intervención de Vader: de la simple pacificación de un
sistema díscolo se había convertido en una cuestión de orgullo para el
Emperador.
Los rebeldes por su parte no habían
sufrido grandes bajas. Los Ala-B había estado cubiertos en todo momento
por otros Ala-X y un puñado de pesados Ala-D. Lo que demostraba que
habían aprendido la lección de su desastroso ataque al Cinturón de Fara,
que había demostrado que sus poderosos cazas de asalto giratorios eran
vulnerables sino iban bien escoltados. A parte de esas pérdidas se sabía que Klovan
contaba con una fuerza de defensa de sistema compuesta por una veintena de
naves de combate, incluyendo cuatro modernos cruceros corellianos
controlados por oficiales de la Armada Imperial. Estos no habían
aparecido, por lo que era deducible que su personal leal estaría incapacitado o
muerto y las naves bajo control rebelde.
– Necesito el informe de
inteligencia original – le ordenó a Joos –. Y entregue una copia a Jorak
también, quiero escuchar su análisis.
– Disculpe, pero no tengo tanto
nivel de seguridad, señor – le replicó este con humildad.
– Yo le autorizo, y le asciendo a
teniente con efecto inmediato, a adjunto del oficial de operaciones. No
decepcione a Adel, es más exigente que yo.
– Es, es un honor, señor. Gracias
señor...
– Partimos en dos horas. En treinta
minutos una reunión de situación.
– Sí señor – repitieron los tres
oficiales al unísono.
Vantorel salió en dirección a su
cabina, situada a tres cubiertas del puente. Tenía que pensar una estrategia
para doblegar Klovan con rapidez, era cuestión de orgullo para el del Imperio
al que servía.
Cuando entró en la sala de
conferencias todos sus oficiales se levantaron y cuadraron. La presidía el mayor
Adel, su jefe de operaciones, que, junto a Gavla, su navegante, aun llevaban
ropas civiles, indicaba que acababan de llegar de su descanso, pero conociéndoles
ya se habrían puesto al día con la situación. También estaba su intendente Setalbol,
junto a Tolver como responsable de los cazas, y Joos como enlace de
inteligencia. Además de los hologramas de los capitanes de las naves capitales
de su escuadra: Valorum, Dardel del Inkisition,
y Gruna del Sullust, tres destructores clase Imperial. Moizisch
del Venture y Cabbel del Errante, ambos de la clase Victory,
también se encontraba Fusch del veterano destructor Legacy que estaba en dique seco y no los podía acompañar, y Neikal del crucero Interdictor
del Virulencia, que había logado
transferir bajo su mando tras quedar impresionado por su comportamiento en la escaramuza de Pas’jaso.
– Nos enfrentamos a un sistema bien
defendido y nuestro Emperador nos ha ordenado devolverle con rapidez al
redil.
» Nuestra prioridad será neutralizar
su escudo planetario principal para luego ocuparnos de sus ciudades una a una.
Capitán Fusch usted se dirigirá a Loronar y tomará el mando de una Esfera deTorpedos. Sé que no es su medio natural, pero quiero a alguien de confianza
a bordo de esa estación de asedio. Cuando usted llegue ya habremos despejado
una parte del cinturón de asteroides, de manera que podrá aproximarse a la órbita
con seguridad. Parta inmediatamente, la Oficina de Operaciones Estratégicas
de Coruscant ya ha cursado las órdenes pertinentes y le esperan.
– Sí señor – respondió este y su
imagen desapareció de alrededor de la mesa.
– El almirante Pudna nos ha cedido
amablemente – intervino entonces Valorum con cierta ironía –, todos sus escuadrones TIE menos uno que permanecerá aquí para su protección. Eso completan
nuestras alas de cazas originales con 372, que incluyen dos escuadrones de
reserva – Valorum había entendido que en la batalla venidera los cazas iban a
ser el elemento decisivo, tanto por la disposición del sistema, como por el número
e importancia de los que poseía la Alianza Rebelde.
» También los destructores Sistros,
Plexis y Tridente de la clase Imperial que estaban haciendo mantenimiento rutinario han sido
asignados a nuestra escuadra. Junto a los cruceros Trilladora y Vigilante
de la clase Vindicator. Así como tres fragatas clase Fulgor
y dos corbetas clase Vigil. Sin contar las que se encuentran en Klovan,
tiene doce naves capitales, bajo sus órdenes almirante.
Vantorel asintió pensativo y
recalculando su estrategia con aquel recuento de efectivos, sin percatarse que
Valorum ya conocía su ascenso.
– Necesitamos una docena de naves
tipo corbetas, póngase en contacto con Coruscant y que se nos asignen todas las
de este sector. Da igual de que tipo.
Se volvió hacia Setalbol, el
intendente responsable de avituallamiento para conocer recursos y combustible y
munición
– Las operaciones de abastecimientos
prácticamente acababan de empezar – contestó este –, por lo que aún estamos
escasos de combustible. En este momento podemos operar a pleno rendimiento
durante siete días, tal vez más si restringiéramos algunas operaciones
podríamos alargar nuestros suministros algunos días más...
– Eso es inviable – le cortó
Vantorel con rotundidad –. El almirante Pudna nos facilitará lo que
necesitemos, haga una lista y entréguesela, indicando que han de enviarla a Klovan
en tres días. Incluya torpedos de protones adicionales para dos semanas
de operaciones de una Esfera. Y combustible para un mes para todos los
cazas que contamos. Tenga en cuenta también la fuerza del almirante Rangan.
– Sí señor, así se hará
inmediatamente.
– Tolver – se dirigió a su oficial
de vuelo de cazas –, contaremos con muchos escuadrones que no han volado nunca
con nosotros, encárguese de coordinar todas las operaciones desde esta nave y
evalúe aquellos pilotos más aptos para reasignarlos y formar un núcleo sólido
junto a nuestra gente. El cinturón que rodea el planeta, será nuestro punto débil.
Encárguese de hacer un reconocimiento exhaustivo del mismo en cuanto lleguemos.
En breve le indicaremos que sectores de ese cinturón serán los primeros en
despejar y asegurar.
– Así se hará, señor.
– Regresen a sus obligaciones,
partimos en una hora. Pronto demostraremos a la Rebelión todo el poder del
Imperio y recuerden que el Emperador nos observa, nos ha ordenado someter Klovan
con rapidez, y eso haremos y sin compasión. Se arrepentirán de su osadía y
servirán de ejemplo para otros.
Resplandeciente
El crucero corelliano salió
del hiperespacio en las coordenadas enviadas por Moritz, situadas por encima
del cinturón de asteroides que rodeaba el planeta.
Klovan (1) era un mundo formado por
suaves colinas, con poca vegetación, arbustos bajos y árboles de troncos anchos
y cortos, batidos por el viento frío y lleno de simas y cuevas que se
internaban en la rocosa superficie. Durante siglos sus habitantes habían estado
explotados por parte de la compañía Talleres de Blindaje Baktoid, que
dependía, hasta que gracias a Nalok habían logrado rescindir el contrato de
exclusividad con la Federación de Comercio y sus empresas que
prácticamente les convertía en esclavos de los neimoidianos. Desde
entonces habían prosperado con rapidez y en pocos años habían logrado que el
representante del sector en el Senado fuera un miembro de su raza. Se
habían mantenido fieles a la República, pero su gobierno estaba cada vez
más horrorizado por la pérdida de libertades y el aumento en espiral del
presupuesto militar y el subsiguiente incremento de impuestos. Con la llegada
el Imperio su posición en contra de Palpatine había sido cada vez más
firme, acercándose a otros senadores y líderes planetarios como Organa o
Mothma. Finalmente, antes de la Batalla de Yavin, los klovan se
habían unido a la Alianza. Desde entonces se había convertido en puerto
seguro para aquellos que huían del Imperio. Y gracias a sus industrias habían
estado proporcionando gran cantidad de suministros muy valiosos para continuar
la lucha. Sobre todo, equipamiento tecnológico y complejo de construir, como
los motores Quadex Kyromasters y otros sofisticados mecanismos para los cazabombarderos Ala-B, que también ensamblaban en una de las factorías donde se producían. Así
como componentes de sensores, o células de energía para los cazas Ala-U y Ala-X, convirtiéndose en un importante sostenedor de la lucha por la
libertad. Al tiempo que simulaban su lealtad incrementando sus relaciones con
Kuat y Sienar. Por suerte el moff del sector era un funcionario
corrupto, que apenas salía del sistema donde estaba la sede del gobernador. Era
perezoso y muy dado a los lujos y a los twi'leks esbeltos.
Detectaron la fuerza rebelde formada
por el Osadia un crucero mon calamari, un viejo destructor de bolsillo separatista de la clase Recusant, varias fragatas Nebulon-B,
incluyendo la Estrella Lejana, junto
a un puñado de cañoneras y naves antibloqueo. También estaba la fuerza
de defensa de Klovan con sus cruceros corellianos, además de una pequeña
maraña de cazas de varios tipos. En contraposición al otro lado del planeta
estaba la Armada Imperial desplegada alrededor de una Esfera de Torpedos
situada en órbita. Parecía que ambos contendientes acababan de librar un
combate y se retiraban hacia sus posiciones de partida, dejando los restos
incandescentes de cazas destruidos y los esqueletos de varias naves.
– Parece que nos estamos replegando
a través del cinturón de asteroides – dedujo Ajaan que pilotaba la nave –. Aun
se libran combates en estos por unidades de piquete. Diría que la esfera se
está situando en posición de ataque.
– El Osadia nos ordena acoplarnos a él – informó el técnico desde la consola de
comunicaciones situaba detrás del puente –, la Estrella está cubriendo la retirada y nuestra aproximación sería
peligrosa.
– Haga lo que nos indican – asintió
Zhan.
– La Esfera de Torpedos ha iniciado el
bombardero contra Klovan – anunció Ajaan y en ese instante una hondonada de
proyectiles salió de la concavidad de la estación de batalla dirigiéndose hacia
la superficie, dejando la estela de sus chorros de empuje marcando la
trayectoria de los 500 torpedos de protones disparados en una salva coordinada
para hacer un agujero en el escudo. Las baterías turbolásers, situadas
alrededor de los lanzadores, abrieron fuego instantes antes del impacto de los torpedos
de protones en el campo de fuerza, atravesando el agujero que la detonación
de tantas cargas había provocado durante los nanosegundos. Alcanzando el
generador del escudo. En ese momento y de manera coordinada los destructores
empezaron a disparar sus armas contra la zona desprotegida, arrasando
completamente el complejo.
» Ha caído – anunció lacónico la iktotchi después, generando un silencio sepulcral en la pequeña cabina de la
nave. Todos sabían que sin aquellos escudos el planeta se encontraba vulnerable,
a merced de un cruel bombardeo orbital. Por ahora solo las grandes ciudades
estarían protegidas, pero estas terminarían por ser alcanzadas, más tarde o más
temprano bajo el fuego de aquella esfera.
– Encontrar los generadores no es
una tarea rápida y esa estación no puede haber llegado hace tanto como para
localizarlos tan rápido – dijo Zhan rompiendo el silencio.
– ¿Traición? – sugirió Slonda.
– No creo en coincidencias, ni en la
buena suerte.
– Nos ordenan prepáranos para ayudar
en la evacuación de nuestras instalaciones en la superficie – anunció el técnico la
contraorden.
– Lléveme a bordo del Osadia comandante – le pidió Keegan.
Zahn observó al keshiano
durante unos instantes. Gracias a este había logrado la autorización para
intentar capturar a Eckener, y así estar más cerca de conocer en que estaba
metido Daran. Y aunque no habían logrado su objetivo, se lo debía al
adquisidor, por lo que le ordenó a Ajaan que se aproximara al crucero Mon Calamari.
Cuando las operaciones de
acoplamiento estaban a punto de terminar, Keegan se acercó a Zhan.
– Encontré esto en la plataforma de
aterrizaje – dijo extendiendo la mano, donde tenía una caja metálica que contenía
uno de los dispositivos de control mental fabricado por Pylat para el Ubiqtorado. Tenía una etiqueta con la raza
para la que había sido configurado: humano. (2)
» Necesitaré que me indique con que
compuesto envenenaron el nido del neimoidiano. Ahora que su contacto está
muerto, necesitarán que alguien se lo suministre.
– Por supuesto – respondió cogiendo
la pequeña caja sorprendido –. Ahora que el Imperio ya no le comprará más,
estará ansioso por encontrar un nuevo comprador.
– Se lo agradezco. Haga un buen uso
de ese aparato. Y cuando llegue a la superficie, rescate al mayor número de
civiles que pueda llevar a bordo.
– Por supuesto – respondió este –.
Espero volverle a ver – dijo por cortesía.
– De eso no tenga ninguna duda,
comandante Zahn – respondió el adquisidor con tal convicción que dejó sin
palabras a todos los presentes –. Que la fuerza los acompañe.
Cuando salió del estrecho puente,
Slonda fue detrás de él.
– No tiene por qué acompañarme – le
dijo al clawdite.
– Por eso mismo – replicó este
esgrimiendo una sonrisa en sus apergaminados labios.
– Necesitarán su experiencia en la
superficie – le explicó Keegan –. Nuestra base será el primer objetivo ahora
que han caído los escudos planetarios y esta no está pensada para aguantar
mucho.
– Entonces aquí nos separamos de
nuevo – replicó Slonda.
– No por mucho tiempo – contestó
Keegan colocándole la mano sobre el hombro en un gesto de afecto, poco habitual
en el adquisidor. Hacía mucho tiempo que habían asesinado a sus compañeros y
maestros en la Gran Purga, y desde entonces habían sido muy pocos a los
que podía considerar amigos. Y a Slonda le tenía aprecio.
Descendió hasta la escotilla atraque
exterior, donde le estaba esperando la iktotchi.
– He meditado lo que me dijo sobre Zahn
– dijo Ajaan escogiendo cuidadosamente sus palabras –, pero no creo que sea
alguien del que pudiéramos fiarnos.
– Comprendo su preocupación –
respondió Keegan tras un silencio en el que parecía reflexionar –. Ha de saber
que yo fui quien pedí que le dieran el mando de la Estrella Lejana.
– ¿Usted? – preguntó sorprendido –.
¿Por qué?
– Sé que no se arrepiente de lo que
hizo mientras estuvo en el ubiqtorado. Creía que era lo que debía
hacerse y no se cuestionaba nada más. Pero también sé, como usted, el cambio
que ha sufrido su interior desde que está a bordo de la Estrella Lejana. Y ha sido gracias a los lazos de amistad y respeto
que ha forjado con su tripulación lo que le está transformando. Necesita a
alguien que confíe en él, para que el resto lo haga. Eso es lo único que puede
garantizar que Zahn nunca traicione a la Alianza mientras luchemos contra el
Imperio.
– ¿Y quiere que sea yo quien confíe
en él?
– Yo no puedo obligarla, pero tal
vez podría darle un voto de confianza y obsérvele. Usted tiene una
característica única para hacerlo.
» ¡Que la Fuerza le acompañe!
Ajaan asintió y el adquisidor
accedió finalmente al interior de la nave calamari. La iktotchi se quedó unos
instantes observando el pasillo aun después que Keegan hubiera desaparecido.
Era la primera vez en su vida estaba cerca de un jedi, ella no era
exactamente sensible a la fuerza, pero su raza tenía la capacidad precognitiva,
así como telepáticas. Intentaba controlar la primera, ya que fuera de su
planeta quedaba limitada, además evitaba que se aprovecharan de ella, como
había ocurrido en el pasado. La segunda la había desarrollado desde que servía
en la Alianza al ser una útil herramienta para detectar las intenciones de los
enemigos. Y aunque era cierto que nunca había notado ningún arrepentimiento en
Zahn de la época que se dedicaba a cazar rebeldes, también lo era que todo lo
que había hecho desde su deserción era a favor de la Alianza. Luchando con
determinación contra el Imperio tanto a bordo del Resplandeciente como en la Estrella
Lejana. ¿Tal vez aquel jedi habría visto algo que ella misma no veía en
Zahn? Decidió seguir su instinto.
Violeta 7
Shara Niven saltó de la carlinga y
al pisar el suelo de metal del Osadía sus rodillas le fallaron y no pudo
sostenerse. Estaba empapada de sudor y todos los músculos de su cuerpo estaban
entumecidos. Apenas sentía las piernas doloridas y parecía que con los brazos
hubiera estado ejercitándose con pesas durante horas. O casi, ya que lo que
había estado haciendo era pilotar su caza de asalto Ala-B, el más
poderoso que tenía la Alianza Rebelde. Aunque normalmente era una nave muy exigente
físicamente de pilotar, en aquella ocasión su agotamiento era debido a un daño
en el sistema de rotación de las alas alrededor de la cápsula de la cabina. Y
esto había sucedido en su segundo vuelo en combate real y la segunda vez que vez
que pilotaba su caza.
Hubo una época en que hubiera
luchado contra ellos, pero ahora estaba enfunda en un traje de vuelo naranja
chillón, y había jurado derrotar al Imperio. Después de caer prisionera en
manos de la Alianza Rebelde y tras darse cuenta que la propaganda sobre estos
era completamente falta, al no ejecutarla inmediatamente como le habían dicho
que aquellos terroristas hacían, no dudó en presentarse voluntaria para
engrosar sus filas. Tras pasar numerosas pruebas de seguridad fue asignada al
Escuadrón Ígneo, dotado de vetustos Z-95 Cazacabezas. Lo que dejaba
claro que no se fiaban de ella y lo entendía, así que se esforzó por hacer bien
su trabajo y demostrar su lealtad. Y al final su actitud tuvo su recompensa y
la transfirieron a una pequeña unidad de élite, el Escuadrón Violeta al mando
del mayor Zarb. (3) Era un oficial muy joven, que en la Armada Imperial
no hubiera sido más que un teniente con proyección, que había hecho su carrera
militar en la Alianza, ascendido por bajas de sus superiores. Aun así, reconocía
que era un buen piloto y aún mejor organizador. Sus pájaros eran veteranos ARC-170 que con el tiempo habían ido disminuyendo por derribos o desgastes
mecánicos irremplazables. Eran cazas resistentes, capaz de aguantar un castigo
impensable en los rápidos y ágiles TIE, con los que solían realizar
misiones de reconocimiento y ataques atmosféricos de precisión. Pero al final
solo quedaban cuatro de ellos operativos, lo que no podía considerarse un
escuadrón activo. Así que dos meses antes les habían informado que les iban a
entregar los nuevos y potentes Ala-B. Se les unieron nuevos compañeros y
se desplazaron al puesto avanzado de Tierfon, donde habían sido montados
varios simuladores para aprender y practicar el pilotaje en sus futuras naves.
Unos días antes les habían embarcado
en un transporte GR-70 de Gallofree con destino desconocido, encontraron
al llegar una factoría de construcción de sus cazas. En principio no debían de
conocer su ubicación, y permanecerían únicamente unas pocas horas, con el único
contacto con un pequeño y simpático moncala que les había terminado de explicar el
funcionamiento del caza que él había diseñado y perfeccionado junto al
mismísimo almirante Ackbar. El plan era regresar a Tierfon y completar el
entrenamiento, pero entonces se había producido el ataque imperial.
Sin dudarlo Zarb se había puesto a
la disposición de las defensas del sistema mientras se iniciaban los
preparativos de evacuación de la factoría y el personal de la base y la
protección del planeta. Para entrar por primera vez en combate les había
separado y encuadrado entre los pilotos klovan de otros Ala-B que tenían mucha
más experiencia que ellos. Su objetivo era uno de los destructores clase Imperial.
El ataque había ido según lo planeado,
una vez que los cazas Ala-D les habían abierto paso entre los TIE ellos
se habían aproximado al crucero y bajo un potente fuego concentrado de sus cañones de iones y sus torpedos de protones habían destruido su objetivo,
regresando a la base rebelde en el planeta. La mayor parte del mérito lo habían
tenido los pilotos nativos, que les habían guiado y dirigido, demostrado que la
naturaleza cooperativa como sociedad se traducía en una excelente coordinación combate.
Por otro lado, su nuevo caza, recién salido de la factoría, se había comportado
de una manera soberbia: el motor respondía al más mínimo movimiento de sus
controles, mostrándose mucho más grácil que en las simulaciones. Aunque aquello
tenía su explicación: Zarb, viejo zorro y veterano de decenas de incursiones con
vetustos cazas republicanos ARC-170, había programado los ejercicios con
las peores condiciones para incrementar la dificultad.
Pero el segundo ataque no había ido
igual de bien. Operando ya desde las naves enviadas para escoltar la evacuación
de la base y su equipo pesado, despegaron desde el crucero moncala Osadía
para atacar al segundo contingente imperial llegado al sistema. Esta vez iría
su grupo solo, junto a los rápidos Ala-A del Escuadrón Rayo Azul. El
plan se limitaba a evitar que la nueva fuerza expandiera la zona de la órbita
que controlaba para permitir el flojo de transportes de evacuación. Pero cuando
estaban aproximándose surgió del hiperespacio una Esfera de Torpedos y
desde el Osadía decidieron cambiar el objetivo del ataque. Lo que
provocó que todo se torciera.
Al cambiar el eje de la aproximación
los Ala-A que les escoltaban se separaron y les dejaron vulnerables a la
embestida de los TIE. Rápidos y ágiles empezaron a revolotear sobre ellos con
impunidad. Los Ala-B se habían diseñados para atacar objetivos de gran tamaño
como estaciones espaciales o destructores que eran potentes, pero mucho más
lentos y torpes que los TIE, capaces de viraban con rapidez antes de poder
fijarlos con sus armas. Además, los pilotos enemigos sabían hacer bien su
trabajo. Lo primero que hicieron fue centrarse en el flanco exterior de su
formación, para alejarles del resto de rebeldes, y que fuera más difícil
prestarles ayuda. Después se centraron en uno a uno, disparando en parejas
sobre el mismo objetivo para debilitar sus escudos y luego destruirle.
El primero en caer fue Lo'wer, un rodiano callado que se había incorporado al grupo al llegar a Tierfon. Procedía
de un escuadrón de bombarderos Ala-Y diezmado unos meses atrás, y se
mantenía apartado del resto, siempre ensimismado en sus pensamientos. En las
simulaciones en grupo era rápido de reflejos, aunque solía volar algo alejado
de la formación, pero nunca mucho. Probablemente por eso había sido la primera
víctima de los TIE, saltando sobre él como un enjambre que no le habían dado
tregua hasta destruirle. Zarb había empezado a ladrar por el comunicador,
pidiendo el regreso de los Ala-A y ordenando a los pilotos agruparse para
evitar que les dividieran y aniquilaran uno a uno. Aunque no sirvió para evitar
que Ming’te fuera el siguiente en ser abatido. El hamadryas era uno de
sus mejores amigos, veterano del escuadrón, siempre haciendo lo posible para integrar
a los nuevos en el grupo. Desgraciadamente en aquel momento, lo más importante
no era su pérdida, sino que entonces ella la que quedaba en el extremo de la
formación, expuesta al siguiente ataque.
El primer TIE se le aproximó
de frente a su cabina, enfilado directamente hacia ella y disparando sus
cañones láser antes de cortar la trayectoria y alejarse. Los escudos
absorbieron la descarga y ella disparó su armamento, pero sus haces de energía
cruzaron la posición del caza sin cuando este ya se alejaba. El siguiente
impacto vino desde atrás, rápido y certero sobre los escudos que se debilitaron
un poco más. De manera instintiva viró hacia estribor, acercándose a sus
compañeros para cerrar filas con ellos. Pero por ese lado apareció otro
enemigo, que, aunque no la alcanzó la obligó a virar hacia babor, alejándose de
la protección del grupo. Hizo una contramaniobra, pero, aunque el Ala-B era una
máquina formidable, sus giros eran lentos y amplios debido a la envergadura de
las alas en forma de cruz. Otro TIE apareció por debajo, alcanzándola de nuevo
de lleno. Los escudos estaban al 53%. Su escuadrón empezó a virar hacia donde
se encontraba para proporcionarla protección, lo que le expuso al siguiente
ataque imperial. Por suerte ahora había más blancos, pero ella era quien se
encontraba más vulnerable. Otro TIE la atacó de lado para seguir disparando
contra el siguiente caza, que identificó por los símbolos de enemigos abatidos
y misiones de ataque que tenía en su carlinga como el del mayor Zarb. Los controles
estallaron en chispas y empezó a notar que el servo motor del giroestabilizador
se ponía en marcha y las alas empezaron a rotar alrededor de su cabina. El
impacto había cortocircuitado aquel sistema y lo había puesto en marcha.
Viró un poco para tener algo de
espacio, mientras las alas cogían cierta velocidad a su alrededor. Un caza TIE pasó a su lado, pero sin disparar, como si estuviera sorprendido. Inmediatamente
se repuso, giró en redondo y se encaró para disparar. Pero la ventaja de las
alas giratorias era que el arco de disparo aumentaba en toda la circunferencia
del giro y aquel caza estaba dentro de este. Su experiencia pilotando TIE para
el Imperio y después los vetustos Cazacabezas, hizo que instintivamente
disparara volatilizando a su adversario en el primer impacto. Pero no pudo
celebrarlo ya que al mismo momento recibió otro impacto sobre los escudos,
zarandeándola con fuerza y reduciendo su potencia al 47%.
No se había dado cuenta, pero se
había alejado mucho de la formación y ahora se encontraba sola y rodeada de
enemigos que no se iban a dejar sorprender. Observó alrededor suyo a través del
cristal de la carlinga, por lo menos media docena de TIE se dirigían
hacia ella como chacales nexu. Aceleró el motor e intento dirigirse
hacia estos, aún tenía escudos y su armamento era superior y con las alas
rotando a su alrededor este contaba con un amplio arco de fuego. Iba a hacer
que se arrepintieran de haber ido a por ella. Empezó a disparar sus cañones de iones y sus blásers pesados, pero estos abrieron la formación y
los haces de energía se perdieron en el espacio sin causar ningún daño. Tres de
ellos viraron dirigiéndose hacia donde se encontraba, y en el momento en que
iban a converger sobre el Ala-B dos explotaron envueltos en llamas y
otro fue alcanzado en su ala hexagonal y empezó a dar vueltas. Instantes
después dos rápidos Ala-A cruzaron frente a su cabina, virando para enfrentarse
al resto de TIE imperiales.
– Violeta 7 regrese a la
formación, volvemos al Osadía – dijo su jefe de escuadrón por el
comunicador.
– Copiado – respondió Niven mientras
las alas en forma de cruz iban girando a su alrededor. Presionó los controles
para detener la rotación, pero este no respondió a su orden, indicando que
estas se encontraban fijas. Viró y se colocó en el extremo de la formación que
se alejaba de la escaramuza entre su escolta y los TIE restantes. Tras fijar el
rumbo de regreso, abrió el plafón inferior del control auxiliar de sistemas.
– Violeta 7 tiene que desactivar
la rotación de sus alas – le recordó su superior.
Como si no lo supiera, pensó
ella mientras intentaba recordar los planos de los sistemas electrónicos que
había estudiado en su estancia en Tierfon. Al mismo tiempo mantenía el
rumbo del caza manualmente, controlando que este no se desviara por la fuerza
del giro. Los sistemas auxiliares y de soporte parecían estar bien, aun así, el
mecanismo que controlaba el servo-giroscopio no respondía a las órdenes del
ordenador. En ese momento deseó con todas sus fuerzas tener un droide astrométrico que pudiera arreglar el fallo. ¿Por qué aquel caza tan
complejo no tenía ninguno?
La formación rebelde empezaba a
distinguirse en la órbita, al tiempo que cada vez le resultaba más difícil
mantener el rumbo. En combate las maniobras compensaban el esfuerzo de pilotaje,
pero en aquel momento toda la fuerza centrífuga de los giros tenía que soportarla
ella con las palancas de control de dirección. Además, con las alas rotando no
podía aterrizar en el crucero moncala. El cortocircuito debía de haber
dañado el dispositivo de control, el problema era que no tenía tiempo para
hacer un puente al mismo tiempo que pilotaba en zona de combate. No se le
ocurrió otra cosa que apagar todos los sistemas. Algo que no debía hacerse en
vuelo, ya que la dejaría a la deriva y vulnerable. No tenía otra alternativa,
esperando que al encontrarse en el espacio controlado por la Alianza estuviera
a salvo.
Apagó los motores y luego el
reactor, después el ordenador principal. Las alas se detuvieron, aunque su caza
prosiguió avanzando por la inercia. Durante unos segundos un silencio sepulcral
se apoderó del universo. Solo oía su respiración. A través de los cristales de
la cabina veía la figura alargada y orgánica del Osadía, majestuoso y
poderoso orbitando sobre la esfera rojiza de Klovan. Era una vista hermosa, si
no fuera porque estaban en guerra. Una lucha por la libertad, por la vida. De repente
un caza Ala-X se colocó a su lado, tan cerca que podía ver al piloto
perfectamente a través del cristal. Era joven y podía distinguir
una extraña forma ósea en la parte superior de la nariz. Cuando sus miradas se
cruzaron él sonrió para animarla. Estaba allí para protegerla.
Gracias a su formación mecánica desactivó
el panel de control auxiliar que había sufrido el cortocircuito y encendió el
ordenador principal, el reactor y los motores. Las alas en forma de cruz
estaban inmóviles. Ordenó al ordenador plegarlas y estas obedecieron con
suavidad. Retomó el rumbo y pidió permiso para aterrizar en el Osadía.
Poco después Violeta 7 se posaba en el hangar principal, siendo el
último de su escuadrón en hacerlo. Apagó los controles, abrió la carlinga y
descendió de la cápsula, cayendo al suelo desfallecida por la tensión.
– ¿Se encuentra bien? – le dijo
alguien. Al levantar la vista un alienígena le sonreía amistosamente, aunque
Niven nunca había visto su raza: tenía la piel azul y la cabeza estaba cruzada,
de arriba abajo, por una marca en forma de trinchera. Llevaba el mono de
mecánico, con el logo del Escuadrón Naranja en la manda.
– Hay un cortocircuito en el control
auxiliar – fue lo único que pudo decir.
– No se preocupe, se lo arreglaremos
– respondió el alienígena con convicción. Y supo que así sería –. Le acompañaré
a la sala de pilotos y podrá descansar.
Atravesaron el hangar donde estaban
aterrizando los últimos cazas que cabían. Todo parecía estar en movimiento
frenético: pilotos con sus monos naranjas, mecánicos, droides astrométricos y
de mantenimiento, personal de auxiliar cargando combustible y armamento. Había
cazas izados en el techo, otros arrastrados por remolcadores, algunos dañados,
otros siendo reparados. Alguien grita órdenes, la megafonía informaba a los
diferentes equipos donde tenían que ir.
Entraron en una estancia situada junto
al hangar que servía de lugar de descanso, en la que había varios dispensadores
de comida y bebida preparada, mesas y sillas, así como cómodos sofás junto a
las paredes.
– ¡Shara Estas bien! Pensaba que
iban a destruirte – le dijo Toyax, uno de sus compañeros, un moncala
simpático –, pero les diste tu a ellos.
Cuando Niven a giró para agradecer
al mecánico que la hubiera llevado hasta allí, este ya no estaba. En ese
momento Toyax le entregó una bebida isotónica que había cogido de uno de los frigoríficos
para que recuperar fuerzas. Rápidamente se le unieron otros pilotos,
enterándose entonces que la Esfera de Torpedos había destruido el escudo global que protegía el planeta y que era muy posible que les ordenaran retirarse. Pero
en aquel momento solo podía pensar que había estado muy cerca de morir y se
sentía afortunada.
Continuará…
Notas
de producción:
(1) Las imágenes de Klovan corresponden a Geonosis del juego Battlefront, al querer un planeta con cinturón de asteroides, y poderme aprovechar de las escenas donde aparecen destructores imperiales. Y de alguna manera quería mostrar a los klovan como la competencia de los geonosianos, aunque los primeros lograron alejarse de la codicia de la Federación de Comercio.
(2) Esta trama en el
relato del Jedi Perdido está escrita para justificar que Zahn posea un aparato
como este, tan poco ético, al mismo tiempo que lucha con la Alianza Rebelde
contra el Imperio durante los sucesos del Crossover Star Trek – Star Wars.
(3) El escuadrón
Violeta, equipado con cazas ARC-170 se menciona en el Jedi Perdido 1: Adquisidores, así como su comandante, el mayor Zarb. El escuadrón tiene una
fugaz aparición en el Jedi Perdido 2: Rayo de Esperanza.
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