martes, 29 de diciembre de 2015

El despertar de la Fuerza


Antes de la película:
La fanfarria que acompaña a las letras introductorias de Star Wars es ya, desde 1977, parte de la cultura popular y del imaginario colectivo. La fascinación de la saga galáctica ha roto moldes en su número de seguidores de cualquier edad y condición. Y desde mi más tierna infancia (recuerdo perfectamente hacer cola para ver el Retorno del Jedi) he sido fan de la Guerra de las Galaxias. La lucha de la rebelión contra la maquinaria del Imperio Galáctico con sus fascinantes naves espaciales y duelos de cazas, la dualidad de la Fuerza entre el lado luminoso y su reverso tenebroso, o sus curiosas criaturas alienígenas. Hace unos años llegó la historia de Anakin Skywalker para narrarnos su camino hacia el lado Oscuro y convertirse en Lord Darth Vader, no sin cierta desilusión por como estuvo desarrollada y la mala dirección de los actores. Aun así la ambientación sí era espectacular y en algunos momentos me devolvió la magia de la trilogía. En otros, como las apariciones de Jar Jar Binks en el Episodio I o la trama sin sentido de la creación y descubrimiento del ejército clon por la Orden Jedi, fue una estruendosa decepción.

Ahora, después de 32 años desde el Retorno del Jedi, llega la continuación de las aventuras de nuestros queridos héroes y la incorporación de J.J. Abrams como director me generó grandes dudas. Su implicación en la saga de Star Trek no sea nada favorable para mí: actualizó la franquicia (más bien infantilizándola), al precio tan alto como traicionar su espíritu. Pero su currículum tiene otros proyectos interesantes como las series: Fringe (2008-2013), Alias (2001-2006) o Perdidos (2004-2010), las dos últimas adolecen de momentos bajos, en la parte central y en las últimas temporadas respectivamente. Pero sus tramas son de historias de ciencia-ficción interesantes y sus puntos de partida son más que prometedores. También ha dirigido las correctas películas Super 8 (2011) o Mission: Impossible III (2006). Con estos antecedentes podíamos deducir que su participación en Star Wars nos daría mucha acción y que los actores estarían mejor dirigidos. Además contaba con la implicación de Lawrence Kasdan en el guión, quien también había rubricado los del Imperio contraataca (1980) y el Retorno del Jedi (1983) y que cuenta con una sobrada experiencia con títulos como Silverado (1985) o En busca del Arca perdida (1981), siendo director de Grand Canyon (1991), el Cazador de Sueños (2003) o la propia Silverado (1985). Fui al cine esperando una película entretenida y con una historia mejor que la de las precuelas.

15 de diciembre 2015

Tras ver la película.
Ante todo una advertencia con los spoilers. Advertidos quedáis. Y recordad que esto es un punto de vista y mi opinión personal.

Empecemos por lo mejor y es que hay momentos en que volvemos a recuperar la magia de la trilogía original. Algunos personajes: como BB-8 (para mí lo mejor de la película), el regreso de Han Solo y Chewbacca, así como la nueva pareja protagonista: Rey y Finn no está nada mal. Tal vez Finn sea el más flojos de los dos, mientras que Rey me parece la más interesante. También la aparición del sable láser de Anakin Skywalker extraviado por su hijo Luke en la Ciudad de Bespin al perder si mano en el duelo con Darth Vader. Maz Kanata es de los secundarios que nos presentan el más carismático y atrayente y espero que salga en la continuación. Por fin hay más caracteres femeninos y de color entre los protagonistas (recordemos el diálogo que escribió Kevin Smith en su Persiguiendo a Amy) y se han reducido los aliens digitales, recuperando maquillaje tradicional. Así como la gran cantidad de guiños a la clásica: como encontrar la esfera que utilizó Luke para entrenarse en su viaje a Alderaan, la misma descripción del Halcón Milenario al ser visto por primera vez o el regreso del almirante Akcbar y Nien Nunb en la Resistencia. El planeta Jakku como cementerio de naves y vehículos imperiales. Y Kylo Ren tiene, sobre todo al principio, algunos momentos auténticamente aterradores.

Hasta aquí lo bueno de la película que en general me parece floja, y si tuviera que puntuarla sería un 4,5 y eso porque sale mí querido carguero YT-1300 el Halcón Milenario.

La Primera Orden, la verdad es que no da miedo. El Gran Líder, cuyo nombre parece haber salido de una secta religiosa que vaticina el fin del mundo, y el resto de malvados me resultan poco interesantes, incluso aburridos. Aunque he dicho que Kylo Ren tiene momentos que da miedo, al quitarse la máscara… parece el geek de clase que se ha vuelto malvado y se quiere vengar de todos aquellos que le hicieron novatadas. Y sinceramente el casco, obvia referencia a Darth Vader, miedo precisamente no da, sobre todo con el traje de tela que lleva. Y aunque al principio parece que es muy poderoso en la Fuerza, en el duelo final contra Rey y Finn estos se imponen al lord Sith (la primera aunque sensible a la Fuerza no ha sido entrenada en ella y el segundo, aunque sea un soldado de asalto, no creo que pudieran enfrentarse y evitar su ejecución por parte de alguien bien familiarizado en las artes del Lado Oscuro). Y es que ninguno de los villanos tiene el carisma de Tarkin, el conde Dooku o incluso el desaprovechado Darth Maul. Aquí el general Hux parece un adolescente que aún no haya ido ni al baile de graduación. Y lo peor de todo es que tenían a Max von Sydow, un actor que está a la altura de Peter Cushing o Christopher Lee para hacer la réplica a los anteriores villanos o de Alec Guinness si querían que fuera uno de los buenos.

Si he indicado que los guiños a la trilogía clásica son una de las mejoras cosas (no hay ninguno a las precuelas y muchos a los dibujos conceptuales originales de Ralph McQuarrie) los paralelismos al final saturan. El argumento es una copia exacta de Una Nueva Esperanza: chico en el planeta desértico de Tatooine y con ansias de aventura (chica atrapada en el desierto Jakku mientras espera que la vengan a buscar). El droide BB-8 con un mapa (antes R2-D2 con los planos de la Estrella de la Muerte) para llevarlos a la base de la Rebelión (ahora la Resistencia) y por tanto el Imperio Galáctico (ahora la Primera Orden) buscándolo. El héroe, ahora el anodino Poe Dameron, torturado y rescatado de la celda (la Princesa tenía mucho más glamur). La cantina de Tatooine (ahora el castillo de Maz Kanata). La Primera Orden ha construido un arma capaz de destruir planetas llamada StarKiller (como lo fue la Estrella de la Muerte). La destrucción de Alderaan (ahora los planetas de la República en el sistema Hosnian). La base de la Resistencia en D’Qar y la preparación del ataque (un lugar muy parecido al templo desvencijado de Yavin 4). La incursión en el interior de la base Starkiller es igual al rescate (con este incluido) de Leia en la Estrella de la Muerte. Mientras que su ataque con el punto débil y su aproximación, con trinchera incluida, es la misma que en Una Nueva Esperanza. ¿Eran necesarios tantos? Al final cansan y lo que es peor, impiden que la nueva película tenga su propio ritmo, ni genere su personalidad al copiar el argumento y las situaciones de 1977. Para mí un lastre demasiado grande.

Además la historia es bastante floja en sus elementos de contexto. En las letras del principio nos dicen que la Primera Orden ha surgido tras la desaparición de Luke Skywalker y fuera de esa anotación no se explica nada más. ¿Quiénes son, de donde vienen, si han aparecido de las cenizas del Imperio Galáctico porque sus generales son adolescentes? No cuesta nada poner una escena o alargar una conversación donde se explique. Se podría excusar que es la introducción de una nueva trilogía, pero una película ha de verse y entenderse por sí sola y ser coherente en sí misma. Así lo eran por lo menos todas las anteriores y así han de ser las películas en general. Al otro extremo de la historia tenemos la Resistencia, una organización que lucha contra la Primera Orden. Pero al mismo tiempo está apoyada o es la aliada de la República (C3-PO nos dice que sin su flota destruida en el sistema Hosnian ya no pueden enfrentarse al Starkiller). Como no se indica hemos de suponer que tras la caída de Palpatine se restauró la Nueva República, (1) entonces ¿por qué crear una Resistencia (una de cuyas definiciones implica un movimiento clandestino) si existe una República para enfrentarse a la Primera Orden? Al final la única explicación que se me ocurre es que simplemente se quería hacer un paralelismo entre la trilogía clásica y la nueva usando en vez de la Rebelión la palabra Resistencia. Tampoco se explica nada del mapa, donde se ha encontrado, ni quien era Lor San Tekka (Max von Sydow, para entendernos), y aunque este es un elemento macguffin de la trama, es decir sin que realmente importe en su desarrollo, no hubiera estado mal saber algo más.

Después de los paralelismos excesivos y los conceptos no explicados adecuadamente, está la parte del argumentado dejado a la casualidad. Y es que hay un momento de la película que parece que esta tome el control de la acción: Rey y Finn roban la única una nave intacta en Jakku: el Halcón Milenario. Este está en perfecto estado de conservación (en el libro Increible Cross-sections te explica que Unkar Plutt lo ha conservado en estado operativo ¿pero no hubieran podido incluir ese detalle en alguna conversación?). Sin salir del sistema se escapan de los destructores de la Primera Orden y el Halcón es encontrado por Han Solo. Sinceramente la sucesión de escenas me recuerda al diálogo del Maestreo Yoghurt de Spaceballs de Mel Brooks: el “guardián de un poder conocido por todo el universo como… la Suerte”.

El Starkiller (su nombre es un giño al apellido que llevó Luke en los primeros borradores de Una Nueva Esperanza) es definida como: “un arma hipervelocidad de la luz construida dentro del planeta” sin dar más detalles. (2) Sabemos que puede destruir planetas (así ocurre con el sistema Hosnian), pero no te explican su funcionamiento, ni nada más. ¿Entonces se desplaza, absorbe siempre la misma estrella… como cual raya de cocaína, por tanto sus disparos pueden cruzar la galaxia y destruir lugares distantes, están todos en el mismo sistema? Esto último es lo que parece cuando vemos desde el castillo de Maz Kanata situado en Takodana como son destruidos los mundos Hosnian, ya que para aumentar la tensión dramática los disparos del “super cañón” se desplazan con relativa lentitud por el espacio. Por lo menos con el terror tecnológico de la Estrella de la Muerte, sabíamos que era una estación espacial grande y que tenía un láser muy potente. No hacía falta más explicación y se entendía. Pero el Starkiller no. En todo caso a los malvados no les sale rentable construir gigantescas armas como la Estrella de la Muerte o el Starkiller para que un puñado de pilotos intrépidos las destruya a la primera de cambio.

Otros apuntes: ¿cómo consigue Poe Dameron salir de Jakku? Sinceramente ni me importa: bien por él. La interpretación de Carrie Fisher es deleznable, un stand up de ella lo hubiera hecho mejor. Y para completar la casualidad: ¿por qué R2-D2 despierta en ese preciso momento? ¿No podría haberse activado antes, un año, un mes, un día? ¿Qué suerte que lo hiciera al final de la película, no? Y en la base de D’Qar todos corren… ¿hacia dónde?

En definitiva aunque tiene momentos que te hacen subir la adrenalina, el argumento es flojo y a la película le falta explicaciones (y eso que en las anteriores 6 había varios momentos incoherentes), además los guiños a Una Nueva Esperanza son excesivos y al final la impiden obtener su propia esencia, que sí tenían las precuelas dirigidas por Lucas. En una entrevista J.J. Abrams dijo que “Star Trek era ficción y Star Wars fantasía”. Y aunque estoy completamente de acuerdo con él, Star Wars tenía elementos lógicos (los jedi son como magos usando la Fuerza, pero todo el resto del universo creado no era tan alejado al nuestro, de allí que a tantos nos fascine). Me han faltado explicaciones más allá del sucinto resumen del principio. Y lo peor de todo es que todo esto se podría haberse explicado con un par de escenas más.

P.D.:
Me parece difícil de creer que gente profesional como J.J. Abrams o Lawrence Kasdan hayan completado una película tan mal terminada, salvo que se haya hecho así expresamente para generar polémica, discusión y que se hable más de ella. Y no creo que Star Wars lo necesitara.

29 de diciembre 2015

Notas de producción:
(1) Así se nos narra en el Universo Expandido, aunque ya se avisó que no se tendría en cuenta para la nueva trilogía, por lo tanto tal vez no fue así.

(2) El funcionamiento del Starkiller en la novelización de la película parece que se explica un poco más: el arma funciona con materia oscura, disparando un único chorro de energía a lo largo de cientos de miles de kilómetros pre-dirigidos. En realidad utiliza el sub-hiperespacio haciendo desaparecer la bola de energía sobrecargada desapareciendo justo fuera de la base, para aparecer de nuevo delante de su objetivo. La bola de energía sobrecarga el núcleo del planeta, haciendo que pase a supernova y quemando todos los planetas, satélites y naves cercanas a la explosión.
Para más información está este artículo con las 11 diferencias entre el libro y la película, que dan ganas de comprarlo, la verdad.


Ll. C. H.

domingo, 20 de diciembre de 2015

Crossover Star Trek - Star Wars. 2

Los perros de la guerra
Capítulo 1.
Segunda parte



Cuando parecía que la guerra contra el Dominion
podía finalizar en pocas semanas, el Imperio Romulano
ha empezado a sufrir una serie de devastadores y misteriosos ataques.
Poco después estos se extienden al interior del territorio klingon,
De la Federación y el Dominion en cardassia…


San Francisco, la Tierra

            Aquella reunión se celebraba en una de las salas del edificio que había salido indemne del ataque breen que habían sufrido la Tierra hacia unas semanas. El almirante Paris, encargado del departamento de Búsqueda & Desarrollo se sentó absorto en sus pensamientos. El trabajo le tenía ocupado todo el día: tenía que coordinar diversos programas empezando por un motor más eficiente, a nuevos equipamientos médicos, pasando por sistemas de control atmosféricos planetarios y el proyecto Pathfinder, que acababan de asignarle por petición propia. Y todo ello tenía que conseguirlo con la reducción de recursos que la guerra contra el Dominion había producido en toda la Flota Estelar, lo que le llevaba de cabeza.
            A su lado estaba la almirante Alynna Nechayev responsable de las Operaciones y a la que conocía desde hacía tiempo. Era más, él había tenido el honor de introducirla en los sabores de los canapés de bularian cuando aún no era capitán. Era una mujer de carácter duro y eso le había provocado cierta mala fama entre algunos sectores de la oficialidad. Pero también era uno de los pocos almirantes de alto rango capaz de coger la sartén por el mango y encargarse de las misiones desagradables, como ya había hecho en más de una ocasión. Tras la crisis del almirante Leyton la habían ascendido y ahora ocupaba un puesto de gran responsabilidad coordinando todas las asignaciones de la Flota.
            Se saludaron cortésmente e intentando alejarse por un momento de sus responsabilidades y rebajar la presión que ambos estaban sometidos, Nechayev le explicó el último informe del capitán Sutok, que a bordo del USS Nightwing había logrado escapar de un ataque con las armas disipadoras breen. Ambos habían coincido cuando aquel peculiar vulcano que no seguía las enseñanzas de Surak era un joven oficial imaginativo y aventurero, recordando que habían predicho que si no era degradado por sus ocurrencias iba a llegar lejos.
            Poco después entró el almirante Hayes, promovido a Comandante Supremo de la Flota Estelar tras el último ataque Borg al sector 001.
            – Acabo de hablar con el presidente Min Zife – dijo sin preámbulos al sentarse en la mesa –. Todos sabemos que la situación es grave, así que no es el momento de divagar. Los ataques empezaron contra los romulanos, pasaron al Imperio Klingon y ahora han afectado a cardassia y a la Federación, extendiéndose por todo nuestro territorio con rapidez. Del enemigo no conocemos su naturaleza ni procedencia, pero de sus actos solo cabe deducir que es el inicio de una invasión a gran escala de la galaxia conocida.
            » No sabemos cuáles son sus objetivos concretos, que parecen ser aleatorios y están separados entre sí, en ocasiones a sectores de distancia. Aunque el patrón de sus ataques nos indica que están neutralizando los bases de mando y control. Tampoco conocemos sus intenciones a medio o largo plazo. Pero por lo que conocemos por ahora, hemos de prepararnos para lo peor…
            En ese momento las puertas de la sala de conferencias se abrieron y uno de los asistentes de Hayes entró para entregarle un padd. Lo leyó con calma y tras asentir, su asistente, este salió de la sala.
            – Caballeros, acabo de recibir un mensaje de la Ganymede: la Base Estelar 74 está siendo atacada – un murmullo se alzó entre el resto de almirantes. Todos sabían que Tarsas III era, con su dique espacial, una de las bases de la Flota más importantes de la zona central de la Federación y se encontraba muy cerca de la Tierra –. Con esta ya son 12 en el cuadrante Alfa y 26 en el Beta. Pero hay otro dato igualmente preocupante: según el último informe enviado por el capitán Darryl Oja se detectaron naves de desembarco planetario. Creo que ha llegado la hora para retirar a todo el personal no esencial de nuestras instalaciones. No solo eso. Como comandante de la Flota Estelar, declaro de Código Factor 1, es decir: estatus de invasión a la Federación.
            La reunión prosiguió con la exposición de los datos que se tenían, así como la estrategia a seguir por la Flota para defender su territorio. La intervención final, estuvo a cargo del almirante Coburn sobre la importancia de proteger el sector 001 y los planetas del núcleo de la Federación con el despliegue de una flota móvil. Los ataques eran quirúrgicos allí donde se realizaban y normalmente eran objetivos militares: sobre todo puestos avanzados de abastecimiento, puestos de mando y astilleros. Según el embajador en Qo’noS el cuartel general de las Fuerzas de Defensa Klingon en Ty’Gokor había sido completamente destruido, a pesar que estaban preparados para un ataque inminente. En aquel momento, el que había sido considerado uno de los lugares considerados más inexpugnables y fortificados de la galaxia, era un amasijo de hierros fundidos y escombros flotando en el espacio en el centro del territorio klingon.
            Al concluir la reunión Hayes pidió a los almirantes Paris, Nechayev y Toddman, este último encargado de la seguridad del cuadrante alfa, que no se marcharan.
            – Les he pedido que se quedaran porque tengo que darles una orden… muy delicada. Creo que ha llegado el momento de activar el Operativo Omega.
            Los tres oficiales se miraron entre sí. Sabían que la situación era muy grave, desesperada en realidad. Sobre todo por el completo desconocimiento que tenían sobre aquel nuevo y por lo que parecía terrible enemigo que había surgido de la nada.
            – A partir de este momento no quiero saber nada más de este asunto – continuó Hayes –. Como ya saben, tienen la autoridad necesaria para llevar a cabo sus órdenes.


            Owen Paris se sentó en su despacho del que tenia en el edificio de los cuarteles generales que daban a la había de San Francisco y se acomodó en su silla. Encima de su mesa había un padd con el informe de los estudios iniciales del proyecto Pathfinder y las modificaciones previstas en la matriz MIDAS. No lo leyó. Ya no había motivos para hacerlo. El proyecto había sido anulado de golpe, en realidad todos habían sido cancelados. Miró la fotografía que tenía encima de la mesa. Era su hijo único Thomas cuando aún era un cadete en la academia.
            Nunca se habían entendido, pero por desgracia se había dado cuenta de ello demasiado tarde. Asistió a los funerales de los tripulantes de la Voyager y por primera vez lloró por su hijo. Y de algún modo, en su interior, se había reconciliado con él. Luego como un regalo del cielo había sabido que no había muerto y desde ese momento se había sentido esperanzado de nuevo. Aunque estuviera perdido en la inmensidad del espacio sabía que aún vivía y eso le daba fuerzas y esperaba que hubiera leído su carta. Cada día se preguntaba si estaría bien, o si seguía con su infantil afición al siglo XX, aunque estaba seguro que sí tendría el mismo interés por las chicas. Era incorregible. No creía que hubiera ninguna capaz de llevarlo al redil en toda la galaxia… en todo el universo. E incluso en otros. El único consuelo que tenía era que allí donde estuviera estaba a salvo de todo lo que estaba sucediendo en casa. La capitán Janeway había sido su oficial científico a bordo del Al-Batani, sabía que le cuidaría bien y sabía que le devolvería sano. Si alguien era capaz, esa era ella. Aunque para entonces la cuestión era saber si abría un hogar al que regresar.
            Pero aquel no era el momento para distraerse. Presionó los controles que había en su escritorio y llamó a su secretaria.
            – Cancele todos mis compromisos. Y diga al comandante Peter Harkins que quiero verle. Ahora.
            – Sí, señor.


USS Daedalus

            El capitán T’old regresó de su pequeño despacho y se sentó en la silla de mando. Acababa de recibir un mensaje del cuartel general de la flota.
            – Aquí el puente a toda la tripulación – indicó tras presionar su comunicador –. Hemos recibido órdenes de dirigirnos lo más rápido posible a Tarsas III. Allí la Base Estelar 74 ha informado que está siendo atacada. Nuestras instrucciones son entrar en el sistema con nuestro sistema de ocultación y observar la situación para transmitir los datos al Alto Mando.
            » Sé que la nave es nueva y que muchos de nosotros no nos hemos acostumbrado a ella todavía – continuó para influir ánimos a su dotación –. Pero también sé que esta pequeña nave de la clase Defiant es capaz de enfrentarse a cualquier peligro. Y mucho más con esta buena tripulación que tengo. Que digo, la mejor tripulación de la Flota, para la mejor nave de la Flota.
            – La nave está lista, capitán – indicó su primer oficial sentado en la consola de operaciones. Era un joven teniente comandante que T’old había tenido como oficial táctico cuando él mismo era el segundo a bordo del Venture. Podía confiar en él.
            – Alférez, rumbo a Tarsas III, máxima velocidad – indicó el tiburon.
            La Daedalus aceleró y en segundos desapareció entre las estrellas.


USS Wounded Knee

            – Los ataques a la Federación se han intensificado en las últimas horas – anunció el capitán Otá'taveaénohe a sus oficiales en la Sala de Derrota. Era un hombre alto, de facciones rectas y el pelo recogido en una larga trenza. Hacía dieciséis años que servía a bordo de aquella nave y ocho que era su capitán. Conocía bien a toda su tripulación, la mayoría hacía tanto tiempo como él que estaban destinados allí y les consideraba su familia. Con la que había disfrutado de sus logros, luchado codo con codo y derramado sudor y sangre. También habían pasado juntos el peor momento de su carrera, hacía ahora cinco años, tras la muerte de su hermano a manos de los cardassianos en Dorvan V. En ese momento se había planteado dejar la Flota, incluso tal vez pasarse al maquis y luchar por los suyos. Pero al final había permanecido vistiendo el uniforme que llevaba. Su deseo de explorar la galaxia desde niño había sido más fuerte que su necesidad de venganza. La lealtad hacia su tripulación y el apoyo de estos le habían hecho decidir. Ahora no se arrepentía y durante la guerra contra el dominion ya había devuelto su porción de odio hacia los cardassianos que habían vendido su alma a los fundadores.
            » Tenemos conocimientos del incursiones a las Bases Estelares 11, 157, 295 y 74. Esta última ha dejado de transmitir y se presume su destrucción y la ocupación del planeta.
            » Desgraciadamente pocas de nuestras bases y colonias tienen defensas capaces de repeler ataques de la magnitud de los que estamos sufriendo o han sufrido los romulanos y los klingons. Por eso la Flota ha reorganizado sus fuerzas en todos los sectores y está agrupando sus efectivos en los lugares de mayor importancia estratégica susceptibles de ser atacados. Hemos recibido órdenes de dirigirnos al sistema Solar en el sector 001. ¿Alguna pregunta?
            – ¿Sabemos algo más de estos nuevos… enemigos? – preguntó su jefe de ingenieros.
            – No. La Base Estelar 295 envió imágenes de las naves antes que interceptaran las comunicaciones. El grupo de ataque estaba formado por una decena, la más grande de 1.600 metros de largo y otras auxiliares, como saben más grandes que los pájaros de guerra romulanos de la clase D'deridex. Pero nada de su identidad, no coinciden con nada que tengamos en nuestras bases de datos.


Beta Antares

            Los pequeños y discretos astilleros de Beta Antares estaban situados en el mismo sistema que el gran complejo que se extendía como una telaraña en la órbita a Antares IV. En cambio Beta tan solo tenía media docena de diques secos de forma romboide y un complejo de oficinas, aún en construcción, con los talleres y algún laboratorio en órbita a una pequeña luna.
            Los tres primeros diques tenían las primeras naves de su clase. Uno tan solo contaba con el armazón; la segunda tenía el casco ya ensamblado, con motores y deflectores instalados; mientras que la tercera la nave estaba casi completamente construida, tan solo faltaba acabar de instalar algunos sistemas internos. Los otros tres diques tenían tres naves que habían sido modificadas desde su casco original, algunas aun sin ensamblar, pero ya se encontraban en un estado avanzado de construcción.
            Desde el complejo de oficinas el capitán Peter Harzel observaba los cercanos diques donde las lanzaderas y las cápsulas de trabajo no dejaban de sobrevolar las estructuras. Este estaba pensando en la orden que acababa de recibir, cuando por el horizonte vio aparecer los dos cargueros que veían para iniciar el traslado.
            Al girarse se encontró con los jefes de departamento de los pequeños astilleros que tenía a su cargo. Todos conocían ya las órdenes y aquella reunión era un trámite que no quería dejar escapar, tenía poco tiempo y se tenía que trabajar en grupo.
            – Iré al grano. No creo que sea el momento de los discursos – empezó diciendo Harzel, que tampoco era un hombre muy hablador –. Hemos de evacuar. Recogeremos el material pesado y nos marcharemos con los diques.
            – ¿Cuánto tiempo tendremos? – preguntó su segundo Hugo DeValois.
            – Lo antes posible – respondió secamente –. Dentro de unas pocas horas llegarán los remolcadores de Beta Antares IV. Para entonces ya deberemos tenerlo todo listo – un murmullo se levantó de entre los presentes –. Acaban de llegar dos cargueros en los que pondremos todo el material de nuestros almacenes. Jefe Owyeung ese es su trabajo. Recambios, equipo herramientas, maquinaria, todo lo que usted crea oportuno para reanudar nuestro trabajo en otro lugar. Tenga en cuenta que no tendremos el soporte de la Flota o la Federación. Confío plenamente en su criterio. Estaremos solos.
            – Sí señor – respondió este empezando a calcular mentalmente lo que tenía que recoger. Era el responsable de mantenimiento, resolutivo y eficiente como nadie que Harzel hubiera conocido.
            – Teniente Swaol, prepare los diques secos para su traslado. Sé que ensayó esta maniobra el año pasado ante un eventual ataque del jem’hadar.
            – No se preocupe, señor – replicó el halii con seguridad.
            – Comandante Millán, ¿cuál es el estado de la Pretorian?
            – Hemos realizado los exámenes del rendimiento de la estructura y están dentro de los parámetros, así como los de la eficiencia de los motores trabajando en conjunto y también son satisfactorios – respondió la supervisora de las pruebas de las naves en su fase final de construcción –. Los sistemas auxiliares ya instalados funcionan sin problemas, lo único es que no están todos. Faltan la mayoría de las cabinas, el equipo de la enfermería y el científico de los laboratorios, los lanzatorpedos…
            – ¿La nave está en condiciones de navegar? – le interrumpió Harzel.
            – Los motores y todos los sistemas de ingeniería, el ordenador y los sensores básicos, funcionan sin ningún problema – respondió rotunda Millán –. No puede entrar en combate, aun, pero está en condiciones.
            – Entonces no hay nada más que hablar. Prepárela para llevárnosla.
            – Entendido.
            – Que los equipos de la Constitution y la Pathfinder hagan lo propio con sus naves. Por desgracia la Horatio tendremos que dejarla aquí. Hugo quiero que hagas una cosa muy importante – le dijo a su segundo, al que conocía desde los tiempos que los dos estudiaban ingeniería en la Universidad Politécnica de París, antes de que sus carreras les separaran: uno hacia la Flota Estelar y el otro a la ingeniería civil, para encontrarse de nuevo en aquel proyecto.
            » He contactado con el capitán de la Clipper Maru, quiero que evacues en ella a todas las familias de los nuestros.
            – Bien.
            – Que el resto ayude a los demás en todo lo que puedan. El espacio será reducido, cojan tan solo lo esencial. Nos esperan momentos difíciles, pero si permanecemos unidos, todo saldrá bien.
            Dicho lo cual los hombres y mujeres que tenía a su cargo se levantaron y salieron del despacho de Harzel que hacía a la vez de sala de reuniones. El único que se quedó rezagado fue DeValois.
            – ¿Lo que he de hacer también estaba en tus órdenes? – le preguntó son tapujos.
            – No – respondió este tras un silencio.
            DeValois no dijo nada. Asintió y girando sobre sus talones salió del despacho. Una de las razones por las que no se había unido a la Flota era aquella manía en obedecer órdenes. No se consideraba un rebelde hacia la autoridad o un contestatario. Pero la rigidez militar por la que se regía la Flota le había llevado a no unirse a esta, por lo menos como oficial, ahora era un civil que trabajaba para ellos. Era un ingeniero excepcional y con eso tan solo bastaba.


USS Daedalus

            La pequeña nave de la clase Defiant se había escondido tras su sistema de ocultación unos cuantos años luz de distancia de Tarsas y ahora se estaba acercando. El sistema tenía dos planetas de clase M, diversas estaciones en otros planetas y lunas y una población cercana a los nueve mil millones de seres. Era un importante puerto espacial del centro de la Federación, encrucijada de numerosas rutas de comercio que se extendían por todo el cuadrante Alfa y Beta. Por eso la Flota había escogido la Base Estelar 74 para construir el segundo Dique Estelar. Cuya infraestructura proporcionaba además de un puesto de mando y control, las instalaciones necesarias de reparación y abastecimiento de sus naves. También era un importante centro de investigación y formación de oficiales y tripulantes, entre otros muchos servicios. Por lo que era sin lugar a dudas un objetivo de primer orden. Junto a los sectores centrales de la Federación, como el de vulvano o el 001.
            A máxima amplificación en la pantalla apareció Tarsas III: un planeta azul, muy parecido al Tiburon natal de T’old. Pero pronto aquella relación desapareció de su mente al aparecer tras la curva del planeta el Dique Estelar. Aunque estaban lejos podían apreciarse claramente los efectos de ataque: la estación se había defendido con determinación a juzgar por los numerosos impactos en la estructura. Podía ver boquetes en el dique superior donde antes había estado una de las puertas de entrada. En otras partes del cuerpo se apreciaban más daños: en la zona central y en la esfera inferior. Al aproximarse se veían muchos otros de menor importancia, las estructuras superiores parecían haber recibido un fuerte bombardeo. Según los sensores la energía principal había fallado, aun así la auxiliar mantenía el soporte vital en la mayor parte, así como de los campos de fuerza. También mostraba muchas formas de vida, al igual que descargas de armas de energía, lo que significaba que aún se luchaba en el interior del dique.
            No lejos de este se agrupaba la fuerza enemiga. Estaba formada por algo menos de medio centenar de naves, dos de las cuales, de forma triangular medían mil seiscientos metros de largo y estaban increíblemente armadas. Junto a estas había otras tres mucho mayores, eran como tres grandes anillos y en el centro una esfera de tres mil metros de diámetro, de la que no paraban de salir lanzaderas y naves de desembarco. El resto eran naves más pequeñas: desde los seiscientos metros a lanzaderas que iban y venían de las naves, dirigiéndose al planeta o hacia el dique estelar. Pero lo que más le sorprendió fue ver aquellas pequeñas naves que volaban en pareja. Con la consola que tenía el asiento del capitán dirigió los sensores hacia un de aquellas diminutas naves formadas por una carlinga redonda y dos alas hexagonales. Cazas, pensó.
            Era un espectáculo aterrador. T’old sabía que en Tarsas habían por lo menos una docena de naves de combate de la Flota, ¿dónde estaban? Claro que su ausencia solo podía significar su destrucción.
            – Regístrelo todo, comandante – le ordenó a su primero, que hacía tiempo que escaneaba con sus sensores todo el sistema –. Céntrese en las naves enemigas.
            – Sí señor.
            – Detecto una nave que pretende salir del sistema – informó unos minutos después el oficial táctico.
            – En pantalla – indicó T’old y el dique estelar dejó paso a un pequeño carguero rigeliano, algo desvencijado, pero capaz de trasladarse de un sistema a otro sin problemas una buena carga de mercancías. No lejos de ellos pudo ver como varias de las parejas de aquellos cazas se acercaban con una rapidez sorprende al carguero. Al llegar junto a este empezaron a dispararle.
            T’old pensó en lo fácil que sería destruir aquellas pequeñas naves sin escudos con el poderoso armamento de la Daedalus. También pensó en los compañeros, oficiales, tripulantes y familiares de la flota que estaban a bordo del dique estelar. Pero luego recordó las naves enemigas que le superaban en número y potencia de fuego. Y finalmente en la misión.


USS Enterprise-E

            La nave médica Francis Crick se alejó cargada con los heridos de la Base Estelar 234, de la pequeña formación compuesta por el Jupiter, la Tirpitz, la Enterprise y el Valkyrie, que se les acababa de unir.
            Picard tenía delante de él las órdenes procedentes del Alto Mando de la Flota y tenía la sensación de que estaba reviviendo el pasado. La única diferencia era que en la mesa tenía sentados a otros tres capitanes de la Flota en la misma situación.
            – Bien caballeros, estas son nuestras órdenes – dijo tras un largo silencio –. Permanecer en este sector con silencio de radio hasta nueva orden.
            – Es de lógica suponer que el Comandando de la Flota nos está reservando por algún propósito especial – intervino el vulcano Satelk, capitán del Jupiter, su pétrea expresión no dejaba asomar ningún atisbo de emoción, pero estaba claro que quería darle algún tipo de sentido a aquella orden.
            – La cuestión es saber cuál es ese propósito – replicó T’Yua, la capitana tiburon de la Tirpitz.
            – Lo peor de todo es la espera – puntualizó la capitana Deborah Wenz del Valkyrie –, sobre todo cuando nuestros compañeros y amigos están luchando allí fuera.
            – Pero no podemos hacer nada más que esperar – concluyó Satelk rompiendo el silencio que la intervención de Wenz había provocado en el observatorio.


USS Hood

            El capitán Robert DeSoto había permanecido en el puente de su nave desde que había recibido las órdenes y no podía dejar de reflejar su preocupación. Desde el inicio de la guerra contra el Dominion había estado desplegado junto a la 5ª Flota, donde había visto muchos combates a lo largo de frontera con vulcano y participado en numerosas batallas, como la Operación Return para recuperar DS9 de las garras de los fundadores o en Chin’toka la primera vez. Una escaramuza contra naves carcassianas cerca de Septimus III mientras apoyaba a las fuerzas klingon que estaban atacando el planeta les dejó dique seco varias semanas, de manera que para la Segunda Batalla de Chin’toka estaban lejos de la zona de guerra. Desde entonces habían estado patrullando la Zone Neutral Romulana para evitar incursiones, casi como un descanso después de tanta lucha. Acababan de recibir las instrucciones para modificar la nave y así evitar el efecto de las armas de drenaje de energía breen, por lo que en breve volverían a la brecha, cuando recibieron por segunda vez una arden de máxima prioridad del Alto Mando: dirigirse inmediatamente a la Tierra y esperar instrucciones. Era más, debía evitar todo contacto con otras naves, así como instalaciones de la Flota y la Federación, manteniendo un estricto silencio de radio. Y preparar la nave para una evacuación planetaria.
            Y por segunda vez así lo había hecho. La vez anterior un cubo borg había estado a punto de llegar a la Tierra procedente del sector Typhoon y asimilar a su población. Por suerte la Enterprise de Jean-Luc había detenido al colectivo, justo a tiempo. Pero ahora el enemigo que amenazaba a la Federación… no tenía ni nombre.
            – Recibimos una comunicación, señor – informó su primera oficial.
            – ¿Está precedida por la palabra clave? – preguntó este.
            – Así es señor. “Tornado” – le confirmó esta asintiendo, también estaba preocupada y aunque intentaba mantener la calma, DeSoto podía leer claramente su tensión, como la de muchos de sus tripulantes y oficiales –. Nos ordenan preparar la nave para una evacuación.
            – Procedan – ordenó DeSoto. Su primera oficial asintió de nuevo y salió del puente para acabar de disponer la nave. Como era la segunda vez que le requerían de aquella manera, la mayor parte del trabajo ya estaba hecho e incluso en aquel momento podían exceder del límite de evacuación si fuera necesario.
            DeSoto miró la pantalla que tenía en su silla que mostraban las últimas órdenes despachadas por el Alto Mando para el resto de la Flota. Las concentraciones de naves y el despliegue de fuerzas indicaban que se estaban replegando entorno a los planetas más importantes de la Federación: Vulcano, Andoria, Tellar, la Tierra. También podía ver la cada vez más extensa lista de bases y naves atacadas.

USS Tempus Fugit


            El almirante Minoru Genda estaba intranquilo mientras repasaba el informe de evacuación. Todo el personal del Departamento de Investigación Temporal había sido ya trasladado. Este se estaba formado por un variopinto número de técnicos e investigadores que se dedicaban a estudiar los viajes a través de tiempo. Catalogando y clasificando anomalías y sucesos para determinar la posible alteración en la línea temporal, junto a las violaciones temporales registradas. Algún día, en el futuro, intervendrían. Mientras simplemente se dedicaban a observar. Lo había creado el almirante Archer en los albores de la Federación y desde entonces habían averiguado muchas cosas. Los técnicos y sus familias estaban en dos transportes de pasajeros civiles acondicionados para la llevar el máximo de ocupantes, mientras que los artefactos que habían recopilado en los últimos siglos se encontraban a bordo del carguero Norkova. Para escoltarles contaba con la joya de la corona: la nave estelar Tempus Fugit. Esta había sido su gran logro: la primera nave diseñada especialmente para servir en el Departamento de Investigación Temporal, que él dirigía. Era una nave de la clase Intrepid construida en Utopia Planitia siguiendo las especificaciones de su departamento.
            La información de los ordenadores en su sede de Roma ya se había transferido al de la Tempus Fugit y estos ya habían sido incinerados. Nadie tendría acceso a los datos que su departamento había acumulado desde su creación en el 2155.
            – El transporte Risa Express informa que ya está listo – le indicó el oficial de operaciones.
            – Entonces es hora de partir. Alférez DeLorian, ponga rumbo al sector Gamma Trianguli – ordenó Genda. Segundos después las tres naves salían de la órbita terrestre.


USS Wounded Knee

            El capitán Otá'taveaénohe observaba la flota que se había reunido en el centro del sector 001, junto al sistema Solar. En total casi quinientas naves estelares encabezadas por el prototipo de la clase Sovereing, de mismo nombre. Podía distinguir todos los tipos, desde las veteranas Excelsiors y Mirandas, hasta las más avanzadas como la Prometheus, pasando por Akiras, Nebulas, Renaissances, New Orlenas, o Sabers. No lejos de su posición podía distinguir al USS Yorktown, la Destiny, Livingston o la Zodiac entre muchas otras. Conocía los nombres de sus capitanes y de otros oficiales con los que había servido o compartido cursos y misiones, celebrado victorias y consolado en derrotas. La flor y nata de la Flota defendiendo su hogar.
            Otá'taveaénohe sabía que aquella iba a ser una batalla encarnizada. Había participado en otras muchas a lo largo de su carrera: en las Guerras de la Frontera contra los cardassianos y más recientemente contra el Dominion, como el primer ataque a Chin’toka hacía casi un año o los intentos de liberar Betazed. Pero su instinto le decía que el enfrentamiento en el que iban a participar que tenían enfrente iba a muy diferente. Allí se iba a decidir el futuro de la Federación: como lo había sido Wolf 359 o Typhoon no hacía mucho tiempo. La única incógnita era saber quiénes eran aquellos misteriosos enemigos.
            – Recibimos comunicación desde el Sovereign, señor – informó su oficial científico –. Es el contraalmirante Coburn.
            – En pantalla – ordenó Otá'taveaénohe acomodándose en su silla.
            – Comandantes de las naves estelares – empezó a decir Coburn, que tras el ataque breen a la Tierra había sido asignado al mando de la 3ª Flota y responsable de proteger el sistema Solar. Estaba sentado en el centro de coordinación naval de su nave insignia, en el corazón de la defensa del sistema y sus profundos ojos azules dejaban claro, junto a su dura expresión, que la situación era tensa y que batalla sería desesperada –. He de informarles que acabamos de recibir una comunicación desde Vulcano. Han detectado la aparición de una fuerza hostil junto al sistema. Poco después las comunicaciones se han interrumpido. La Base Estelar 12 también ha dejado de transmitir y Alpha Centauri informa de posibles incursiones cerca de su espacio.
            » Agrúpense según la disposición que han recibido. La batalla será coordinada desde la nave estelar Galaxy y el mando de la armada estará a bordo de la Sovereing. Alerta roja, estaciones de batalla.
            Coburn tenía fama de frío y calculador, pero Otá'taveaénohe había esperado una arenga antes de la batalla, tal vez un discurso inspirador. Pero solo habían tenido una escueta información y unas instrucciones de combate.



            En aquel momento las instalaciones orbitales estaban desiertas y silenciosas. La estación había sido construida con la idea de establecer un centro logístico entre los cuadrantes Alfa y Beta. Así la estructura ovalada superior albergaba un gigantesco almacén en el que se podía encontrar prácticamente cualquier suministro, desde barquillas de curvatura completas, a tricorders personales. Lo suficientemente alejada de la frontera cardassiana, durante la guerra contra el Dominion no había sufrido ataques, pero sí había servido para enviar aquel material de repuesto hacia la zona de combates. Ante la aparición de aquel nuevo enemigo, todo el personal no esencial había sido evacuado a las antiguas instalaciones subterráneas de una mina de dilithio ya agotada, situadas en la luna cercana. Solo se había quedado el personal mínimo e imprescindible. Pero aquella noche la actividad había sido febril en los almacenes, plataformas de transporte de carga y talleres. Pocas horas antes habían llegado la USS Lagrange y la USS Janaran con nuevas órdenes de máxima prioridad. Desde entonces los técnicos de los almacenes orbitales no habían parado de trabajar.
            A las dos de la mañana la última lanzadera salía por las compuertas del gran contenedor en forma de lágrima que estaba acoplado bajo el casco de la Lagrange, un gran transporte de la clase Macpherson. Que en aquel momento estaba completamente cargado con la larga lista de suministros que había recibido directamente desde los Cuarteles Generales de la Flota en San Francisco. El joven capitán de la nave logística observaba desde el despacho del comandante de la base los últimos trabajos de traslado de los contenedores antes de partir.
            – ¿Está seguro que no quiere acompañarme? – le preguntó Deilog apartando la vista de los ventanales.
            – Gracias, pero no – le replicó Skock sin que su pétreo rostro vulcano cambiara –. Nuestras órdenes las hemos recibido por Código 47, fuera de los canales habituales y que no deja rastro. A mí me han especificaron que no dejara rastro en mis archivos del abastecimiento que se ha llevado. Lo que lleva a la conclusión lógica que no quiere que nadie sepa que usted ha estado aquí. Si autodestruyera la estación nuestro enemigo podría pensar que se ha hecho para ocultar algo. Y por otro lado, el bien de la minoría, supera al de la mayoría. Además este es mi puesto, aquí debo permanecer.
            – Como quiera, comandante – dijo Deilog asintiendo, sabía que era inútil insistir con un orejas puntiagudas –. En cuanto acabemos de acomodar a los civiles y a su personal, partiremos. No quiero permanecer aquí mucho tiempo.
            – La Base Estelar 145 y 301 ya han sido atacadas. No están lejos de este sistema, es lógico que esta base de abastecimiento sea su siguiente objetivo – continuó el vulcano con una fría racionalidad.
            – Lamento oír eso – dijo Deilog.
            – Es ilógico lamentar algo que está fuera del control de uno mismo – prosiguió Skock alzándose de detrás de su mesa –. Además es una pérdida de tiempo. Los oficiales que se quedan son voluntarios, no se ha de preocupar de nuestro destino. Lucharemos para darles tiempo a ustedes para alejarse y destruiremos las instalaciones. Aunque como dirían los humanos, gracias.
            – Comandante, ha sido un honor conocerle – replicó Deilog alzando su mano de azul y saludando a la manera tradicional vulcana. El andoriano no podía negar la valentía de aquel orejas puntiagudas, un auténtico guerrero –. Larga y próspera vida.
            – Larga y próspera vida, capitán – le devolvió el saludo Skock. Tras lo cual vio cómo su colega andoriano salía de su despacho. Este tenía una mirada serena, pensó el vulcano mientras este se alejaba, atravesando la sala de operaciones y despidiéndose de los dos voluntarios que se habían quedado. Era un ser valiente, honorable y gracias a oficiales como él la Federación prevalecería.
            Ya solo en su despacho, Skock se sentó detrás de su escrito y tras coger un padd empezó a escribir una carta. Sabía que sería prácticamente imposible que esta llegara a su destino pero ya que estaban sumidos en algo fuera de todo control y por tanto completamente irracional, era lógico hacer algo ilógico en ese momento. Así que empezó a escribirla.
            Poco antes que la Lagrange y la Janaran, esta última de la clase Niagara, ambas cargadas de suministros y refugiados se alejaban del sistema, Skock envió la carta al capitán Deilog, para que si pudiera, la entregara a su destinataria.


Continuará....

viernes, 18 de diciembre de 2015

La Armada Imperial

La Armada Imperial (1) es la maquinaria utilizada por el Emperador Palpatine para imponer su Nuevo Orden en cualquier lugar de la galaxia. Y aunque el terror tecnológico que representaba la Estrella de la Muerte haya sido destruida por la Alianza Rebelde en Yavin 4, el Imperio está lejos de ser vencido y aún puede imponer su pérfida voluntad allí donde le plazca gracias a su poderosa flota de naves de combate. Los más pesados utilizados por el Imperio son los destructores estelares, término originado mucho antes de la creación de la Antigua República, posiblemente desde las guerras Mandalorianas 4.000 años antes, para referirse a aquellas naves capaces de destruir sistemas estelares enteros gracias a su capacidad de fuego pesado. Uno de los diseños más usados es la forma de dada o cuña que facilita la concentración de sus armas en la parte delantera. Y aunque estas grandes naves son máquinas de combate formidables, su gran tamaño las hace inadecuadas para ciertos cometidos, como la escolta de convoyes, la patrulla y custodia de sistemas estelares de poca importancia estratégica, el control aduanero, ser piquetes exteriores de formaciones de batalla o el asalto planetario, para las cuales son necesarias naves más pequeñas y en algunos casos especialmente diseñadas para tales tareas. Entre sus filas sirven todo tipos de clases de naves, algunas diseñadas específicamente para el Imperio, pero también hay numerosas supervivientes de la Marina Republicana procedentes de las Guerras Clon y de otras fueras de sistema absorbidas por el Nuevo Orden. Así se pueden encontrar bajo el mando de Palpatine desde destructores de la clase Vindicator o Victory, los cruceros Dreadnought o las naves de asalto Acclamator.

Superdestructor clase Executor:
También conocidos como clase Super, sus 19 kilómetros  de largo fue una de las naves más grandes y poderosas usadas por las fuerzas de Palpatine, construyéndose por lo menos 13 unidades. (2) Poseía 1.000 puntos de fuego y su dotación era de 280.734 oficiales y tripulantes, con 144 cazas y numerosas naves auxiliares. Como nave comandante está pensada para imponerse en cualquier escenario, transportando 38.000 soldados junto a más de 70 vehículos de combate o la superioridad espacial en una batalla naval gracias a su poderoso armamento. Está diseñada no solo para causar la destrucción del enemigo, sino para infringir terreo e intimidar ante su sola presencia [SW: El Imperio. Guía. W&G].

Superdestructor clase Eclipse:
Debido a la falta de fondos, desviados para la construcción de la Estrella de la Muerte o los otros superdestructores, esta nave no pudo estar completamente operativa para participar en la batalla de Endor. Tenía una longitud de 17.500 metros con un casco más ancho y macizo que la clase Executor, aunque su característica más aterradora era su superláser Axial que a pesar de tener solo dos terceras partes de la capacidad con que contaba la Estrella de la Muerte I, era capaz de destruir naves tan grandes como un superdestructor o devastar la superficie de mundos enteros gracias a su fuego directo [cómic: SW Dark empire].

Destructor pesado clase Allegiance: (3)
Con sus 2.2 kilómetros de largo, su diseño está basado en el concepto de la clase Imperial, tenía una estructura más maciza y larga, permitiendo aumentar el armamento embarcado y las tropas transportadas [SW: Dark Empire]. Eran ideales para los cometidos de mando y control de grandes flotas de destructores y otras naves sin la necesidad de desplegar el costoso superdestructor clase Executor.

Destructor clase Imperial I & II:
Posiblemente la nave más fácilmente reconocible del Imperio en cualquier parte de la galaxia conocida. Construido para convertirse en el destructor estelar estándar (para defensa o asalto planetario y combate nave contra nave) de la Marina Imperial con sus 1.600 metros de largo es un vehículo flexible, duro y capaz, por el solo, de aniquilar la vida de un planeta gracias a su potente armamento. Fue diseñado por Lira Wessex, hija de Walex Blissex y tiene 120 puntos de fuego, pudiendo transportar 9.700 soldados incluyendo 20 andadores AT-AT y 30 AT-ST y un alaentera de TIE con 72 cazas [SW: El Imperio. Guía. W&G].

Destructor clase Procursator:
La clase Imperial era una nave capaz de enfrentarse a cualquier amenaza por sí sola, aun así sus grandes dimensiones y su desplazamiento no la hace precisamente rápida. Así se pidió la construcción de un destructor rápido a velocidades subluz, pero con la capacidad de enfrentarse a otras naves fuertemente armadas y capaces de perseguir otras más pequeñas. La clase Precursator medía 1.200 metros de largo y poseía tres potentes torretas turboláser que la hacía una temible adversario.

Destructor clase Secutor:
Es fácilmente identificable por sus torres de mando situadas en la parte central del casco [SW: Dark empire #2] y por sus dos grandes hangares ventrales. Su concepto es la mezcla entre la potencia de fuego de un destructor estelar (cuenta con 60 puntos de fuego), y con el de transporte de asalto gracias a la gran capacidad interna de 144 cazas espaciales naves auxiliares y lanzaderas, vehículos de combate como andadores y hasta 14.000 soldados [juego de rol: Age of rebellion. Stay on target].

Destructores clase Interdictor:
Es una variante de la clase Imperial, está dotado con un generador de gravedad capaz de proyectar una sombra que impide a otras naves saltar al hiperespacio impidiendo la huida de la zona de combate o facilitando una emboscada al sacar una nave del hiperespacio. Se identifican claramente al poseer varias cúpulas en su casco, donde están situados los generadores.

Destructor clase Victory I & II:
Diseñado por Walex Blissex al final de las Guerras Clon para la República, como una nave de combate rápida y fuertemente armada y acorazada. Su concepto es el precursor de la clase Imperial, aunque más pequeño, (4) estando diseñado para la defensa planetaria, el asalto planetario, el soporte a las tropas y el combate naval (especialmente la clase Victory II). Podía penetrar en los niveles superiores de la atmósfera permitiéndole hacer ataques terrestres de gran precisión, aunque actualmente se ha quedado algo lenta si la comparamos con otras grandes naves de combate [SW: El Imperio. Guía. W&G].

Destructor clase Venator:
Su diseño era el medio camino entre los concepto de las naves de asalto de la clase Acclamator y las de combate de la clase Victory, con una capacidad de transporte de tropas y aterrizaje planetario y de combate naval. Aparecido durante las Guerras Clon, era una nave de robusta, pero debido a su excesiva dependencia de cazas para su protección, lo que iba en contra de la Doctrina Tarkin, además de querer distanciarse de la Armada de la República, fue poco a poco dejado de utilizar por la Marina Imperial. Aun así aún permanece en sectores exteriores y de poca importancia.

Estas naves de asalto de Ingeniería Pesada Rothana, fue la primera nave usada en las Guerras Clon por el Ejército Republicano durante la batalla de Geonosis. Son naves pensadas para llevar a una fuerza de asalto planetaria hasta la superficie y desplegar sus vehículos y solados junto a su objetivo [SW II: The attack for the clones]. Y aunque ya anticuadas y poco protegidas para asaltos a mundos fuertemente defendidos, aún mantiene cierto número de ellas operativas, algunas transformadas en transportes para su flota logística.

Crucero pesado clase Dreadnought:
Originarios de antes de las Guerras Clon, estas naves es el ejemplo de que la Marina Imperial utiliza cualquier vehículo disponible mientras aun esté en condiciones operativas básicas. Lentos, con escudos insuficientes, poco armados y una necesidad alta de tripulantes, se utilizan para mantener la presencia en los territorios del Círculo Exterior, como naves de escolta o pacificación de mundos de baja tecnología [SW: El Imperio. Guía. W&G].

Crucero clase Inmobilizador 418:
Más ligero que el Interdcitor, tiene la misma función que este, estando basado en un crucero de la clase Vindicator [SW: El Imperio. Guía. W&G]. Existen dos variantes, una con 4 cúpulas y otra con 2 identificado como Inmobilizador 410.

Crucero pesado clase Vindicator:
Es la versión sin generador gravitacional de la clase Inmobilizador 418. Más ligero que un destructor Imperial, es una nave rápida y eficaz, diseñada para operaciones patrulla, intercepción o persecución en solitario gracias a llevar ente 24 y a 72 cazas TIE, dependiendo de su configuración y misión, aunque también pueden actuar como naves de escolta o piquetes de flota. Están armados 85 puntos de fuego y cuentan con 6 rayos tractores, pudiendo transportar hasta 400 soldados [juego de rol: Age of rebellion. Stay on target].

Crucero clase Strike:
Estas pequeñas naves son una de las últimas adquisiciones imperiales para su arsenal, están compuestas por secciones prefabricadas, lo que les permite su rápida producción por Loronar, siendo ideales para operaciones tanto de ataque planetario como el combate espacial. Puede llevar un pequeño grupo de infantería con dos andadores AT-ST y un AT-AT, así como un escuadrón de cazas TIE [SW: El Imperio. Guía. W&G].

Crucero ligero clase Carrack:
Estas naves viejas de Manufacturas Damirias son muy útiles gracias a sus potentes motores y sus 10 baterías turboláser que le permiten enfrentarse a oponentes de mayor tamaño con éxito. Sus mamparos de contención además les otorgan una gran capacidad de supervivencia en combate, aunque no dispone de hangares internos, de manera que tiene 4 cazas TIE permanecen desplegados en plataformas externas. Suelen patrullar sectores pacíficos o semipacíficos [SW: El Imperio. Guía. W&G].

Transportador de Escolta:
Construido por Astilleros de Impulsores Kuat, estas naves está diseñada para llevar un ala de cazas TIE (72 cazas) para proporcionar una cobertura adicional de cazas en el campo de batalla [SW: El Imperio. Guía. W&G].

Fragata clase Lancer:
Diseñada como una nave anti-cazas, está dotada de 20 cuatribaterías láser cada una dotada con un mecanismo de puntería para proporcionar fuego múltiple con gran precisión. Sus detractores indican que su precio, equivalente al coste de un crucero, la hace una plataforma cara sin tener una suficiente potencia para enfrentarse a otras naves de combate más fuertemente armadas [SW: El Imperio. Guía. W&G].

Fragata clase EF76 Nebulon-B:
Diseñada para proporcionar escolta de convoyes contra los cada vez más osadas fuerzas de cazas rebeldes, cuenta con 24 armas y 2 potentes rayos de tracción para atrapar a sus presas, además de 24 cazas TIE, convirtiéndolas en un terrible adversario. Por desgracias algunas de las cuales acabaron en poder de la Alianza Rebelde tras su captura o la deserción de sus tripulantes [SW: La guía. W&G].

Fragata de cargamento/escolta Galeón Estelar:
Esta nave combina de capacidad de carga (hasta 100.000 toneladas métricas) con el beneficio adicional de su armamento (10 turbolásers y misiles de impacto) para proporcionar escolta a convoyes y otras naves de transporte [SW: El Imperio. Guía. W&G].


Existen otras muchas naves que han servido en las filas de la Marina Imperial de Palpatine, esta es solo una pequeña lista de ellas.


Notas de producción:
(1) En pantalla solo hemos visto dos tipos de naves imperiales: el destructor clase Imperial y el superdestructor Executor. Pero en la infinidad del Universo Expandido han aparecido muchas más. Aquí recogemos un pequeño número de estas, sobre todo del juego de rol de West & Games, pero simplemente baste para ilustrar lo amplia que es la maquinaria de represión que era el Imperio Galáctico.

(2) La lista de supertructores es compleja de hacer por las diferentes fuentes que hay: he localizado:
· Executor: SW Episode V: The empire strikes back.
· Lusankya: novela X-Wing: Wedge’s gamble.
· Vengeance: juego SW X-Wing vs. TIE fighter: Balance of power.
· Revager (Devastador): novela Aftermath (2015).
· Terror: SW Rebel assault II: The hidden empire.
· Guardian: juego el rol Two for one – SW Adverture journal 15 de West & Games.
· Annihilator: juego SW: Empire at war: Forces of corruption.
· Intimidator: novela Before the storm.
· Knight Hammer (Caballero Martillo): novela Darksaber.
· Iron Fist (Puño de Hierro): originalmente llamado Brawl (Pelea) novela The courtship of princess Leia.
Otros superdestructores fueron: Aggressor, Segunda Muerte y Beso de Razor.

(3) Esta nave apareció en el cómic SW: Dark empire #3 The battle for Calamari siendo creado el render 3D por Ansel Hsiao, que fue incorporado a libre The essential guide to warfare, convirtiendo su diseño en oficial. Ocurre lo mismo con las clases Procursator y Secutor.


(4) El aspecto del Victory es originario de los bocetos de producción para el destructor clase Imperial en Una Nueva Esperanza (1977), luego renombrado Capítulo IV.


Ll. C. H.