domingo, 16 de septiembre de 2018

Jedi Perdido. Rayo de Esperanza 8


Puesto avanzado de Tierfon

            El general Cracken estaba redactando el borrador para su informe en el despacho del responsable de la base. Lo había empezado a escribir nada más saltar al hiperespacio a bordo de la Estrella Lejana. Y en su cabeza aun resonaba una frase que iba a incluir: “Solo el arrojo y el valor de nuestros valientes tripulantes y oficiales de la Alianza, impidió que el ataque a Pas’jaso se convirtiera en un completo desastre”.
            Hacía un momento le habían informado que las naves con el material robado en el almacén habían llegado a salvo a los astilleros de Elgarik. Allí se quedaría lo que necesitaban para acondicionar la antigua nave separatista, que había sido rebautizada como Rayo de Esperanza. El resto sería enviado a los técnicos mon calamari para ser usado en otras naves o redistribuido a varios almacenes secretos para necesidades futuras. Era una gota en el océano de opresión, pero era una gota menos. Un pequeño paso en la lucha contra la tiranía del Imperio.
            Y para conseguirlo un puñado de valientes había caído. En su mayoría a bordo de la fragata Justicia, con su capitán Gara al frente y en la corveta Mar de Esperanza. Su sacrifico final había permitido que el resto, incluido él mismo, pudieran escapar. Junto a estas se habían perdido 6 de los 46 cazas enviados. Cinco Ala-Y, y un solo Ala-X. La actuación del escuadrón Rancor había sido excepcional y sus nuevos cazas habían abatido a un número de TIE nada desdeñable, protegiendo eficazmente a sus compañeros. Su superioridad ante sus adversarios había sido demostrada sin reservas y mientras sus enemigos no tuvieran un remplazo que igualara a las máquinas de Incom por fin la Alianza tenía una arma a temer por los ejércitos del Emperador. La única pérdida de estos había sido su comandante, el mayor Lisser, que había caído mientras defendía la retirada un par de Ala-Y de pilotos novatos. Su relevo lo había tomado uno de sus subordinados, un dug que había liderado el ataque al destructor Victory que le había obligado a dejar la órbita lunar. Le recomendaría al general Dodonna, como responsable de las operaciones de cazas espaciales, que le ascendiera a líder de aquel escuadrón.
            También quería reseñar la intervención del Resplandeciente, que al neutralizar a los dos cruceros Strike había permitido que los cazas, acompañados por la Estrella Lejana, lograran escapar del sistema. Ajaan le había indicado que había sido iniciativa de Zhan lanzar las dos cápsulas de escape con los misiles dentro, y preparados con temporizadores para estallar junto a las naves enemigas. Un truco ingenioso, brillante y sumamente oportuno.
            Por otro lado en su mente hacía tiempo que quería crear un equipo especial que trabajara para la Inteligencia. Había hablado con Organa y Mon Montha, así como a otros oficiales profesionales como el general Rieekan. Su idea era poco ortodoxa: tener una nave de combate para operaciones arriesgas o encubiertas que respondiera ante su departamento. Esta no tenía que estar siempre trabajando para él, pero sí permanecer a su disposición cuando fuera necesario sin tener que pedir autorización al Alto Mando de la Flota. Y la Estrella Lejana y su tripulación le habían gustado para aquel propósito. Era una nave potente y flexible, por lo que podía enfrentarse a las naves imperiales algo más grandes. El único problema era que no podía pasar fácilmente desapercibida, ya que había pocas fragatas de su clase. Aun así pensaba que su elección era la idónea.
            – Disculpe, hemos recibido una comunicación del adquisidor Keegan – le interrumpió uno de los técnicos –. Ha pedido que esté presente cuando aterrice. Está a punto de hacerlo en el exterior, señor.
            Cracken asintió, apagó el terminar y se dirigió hacia el ascensor.
            Acompañado por el doctor Veedo Vaocan y un par de enfermeros, así como varios curiosos más, observó como la lanzadera de carga se posaba más allá de las trincheras defensivas del puesto avanzado de cazas, junto al crucero Resplandeciente y al transporte GR-75 Exento, que había llegado a la base con suministros. La rampa de la lanzadera se desplegó, apareciendo Keegan y Slonda. Este acompañó al médico rodiano y los camilleros, que colocaron el cuerpo del desertor imperial, que les había permitido robar el material en el almacén logístico, en la camilla, llevándoselo hacia la base. El comandante de la base estaba preparando un funeral honores aquella misma tarde, le había dicho Veedo. Y al general rebelde le parecía bien honrar a los que habían dado su bien más preciado por la libertad: su vida. La cuestión era saber cuántos más lo harían.
            – Me alegro saber que están bien – le saludó Cracken cuando se quedó solo con el adquisidor –. Cuando Desona informó que se habían quedado en el planeta, todos nos preocupamos.
            – Me gustaría mostrarle algo, general – le indicó este señalando el interior de la nave. Entraron y atravesaron la escotilla que daba acceso al módulo de carga. El espacio estaba ocupado por una docena de contenedores octogonales estándar, varios de ellos pintados de naranja y con el símbolo de la Iniciativa Tarkin, la encargada de diseñar y construir armas letales para el Emperador. Otras tenían otro sello con un nombre en código debajo: Amgine4M. Cracken lo reconoció de inmediato, iluminándosele el rostro como a un niño pequeño. Era el código de la empresa, situada en Fordor, que construía los sistemas de codificación de más alto nivel del gobierno galáctico.
            – ¿Es lo que creo que contienen? – fue lo único que se le ocurrió decir.
            Keegan simplemente asintió.
            – Ni en mis sueños más fantásticos imaginé poder tener una de estas maravillas en nuestro poder.
            – Estaban destinadas a varios cuarteles generales de macrosectores, pero la destrucción fue total. Me encargue de ello. El Imperio no sabe que ahora poseemos sus máquinas descodificadoras y sus libros códigos.
            Cracken sabía que aquel era uno de los mayores golpes de la Alianza en toda su historia. Con ellas podrían empezar a leer los scandocs que el Emperador mandara a sus grandes moff, los que el Comité Selectivo, que era el encargado de dirigir del COMPNOR, enviaba a sus distintas organizaciones con operativas y órdenes, del ubictorado y de toda la Inteligencia Imperial, del OSI, o del alto mando de la Armada y el Ejército. Y para cuando cambiaran los códigos ya conocerían lo suficiente de sus procedimientos para seguir rompiéndolos sin ayuda. Se salvarían miles de vidas, tal vez millones. Y si toda aquella información se administra bien podían pasar años antes que descubran que eran capaces de descifrar sus comunicaciones más vitales.
            – Esto podría acortar la guerra, años… – exclamó Cracken como hipnotizado, sin poder apartar la vista de las cajas metálicas. Había cuatro, por lo que podían hacer ingeniería inversa con una de ellas y descubrir su funcionamiento interno.
            – Creo que quería formar un grupo combinado para operaciones especiales que trabajara para su departamento – le interrumpió Keegan cambiando de tema.
            – Así es… – respondió este aun sin creerse lo que tenía delante. Se puso las manos en los costados y tras unos segundos se centró en lo que le había dicho el adquisidor. Imaginando que había sido Organa quien le había comentado su plan. En su última reunión con el virrey de Alderaan, prácticamente le había garantizado que el Gabinete aprobaría su propuesta.
            – ¿Había pensado en incluir al comandante Zahn?
            – ¿Zahn?… Nunca podremos fiarnos de él – respondió con sinceridad.
            – En cambio yo creo que sería un buen líder de ese grupo.
            – ¿Su líder? – repitió Cracken estupefacto.
            – Sus habilidades pueden ser útiles a la Alianza en los tiempos que se avecinan.
            El rostro del responsable de la inteligencia rebelde no ocultaba su desconcierto. Se giró pensativo y Keegan dejó que reflexionara mientras daba vueltas alrededor de los contenedores metálicos.
            – No puedo asumir la responsabilidad de dar a Zhan el mando de otros miembros leales a la Alianza – respondió, midiendo sus palabras –. Ese hombre nos cazaba con la ferocidad y meticulosidad de un nexu: implacable, frío, calculador. Sin piedad alguna.
            – Usted me dijo que nos ayudó una vez que supo quién era en realidad su amante. Trabajó libremente para la Alianza y se puso así mimo en peligro – le recordó Keegan con tranquilidad.
            – No tenía otra alternativa en ese momento – quitó importancia Cracken –. Era un agente comprometido. Si sus superiores hubieran descubierto que le habíamos utilizado le hubieran matado tras torturarlo, aunque no hubiera sabido lo que estaba haciendo. En realidad ya empezaron a destrozarle cuando le rescatamos.
            – Todos tenemos alternativas. El universo no es una línea clara y recta cuyo principio y fin están delimitados de antemano. Cada acción tiene su elección, y diversos desenlaces y posibilidades se desencadenan. Una decisión tiene más de una consecuencia.
            – Demasiada filosofía para la ciénaga el mundo del contraespionaje.
            – Como cualquier otro, solo que este es un engaño envuelto en mentiras, dentro de artimañas y juego sucio.
            » ¿Cómo descubrieron que trabajaba para la Alianza?
            – Le pedimos que liberara a una serie de prisioneros. Eso puso sobre su pista a la contrainteligencia imperial… Sé lo que quiere hacer. Que sé puso en peligro por algo que le pidió la Alianza. Pero eso no cambia lo que era y…
            » Y aún puede ser en realidad un activo encubierto, esperando a traicionarnos. Esa gente no tiene escrúpulos. Ya lo he visto antes, puede incluso que ni él sepa que realmente aún trabaja para el ubictorado y que en realidad sea un agente durmiente. Esperando a ser despertado para asestarnos una puñalada por la espalda. Por eso nunca he dejado de vigilarle, ni lo haré – siguió argumentando Cracken en contra de lo que pensaba era la propuesta insensata de alguien que no sabía que estaba diciendo.
            – No es un agente encubierto, general – insistió Keegan.
            – Pero no hay pruebas de ello – reiteró con firmeza.
            – ¿Qué pruebas necesitaría para convencerse? – le preguntó el adquisidor con tranquilidad –. ¿Algo más que mi palabra? En realidad… ¿y quién soy yo?
            – No estoy cuestionando su palabra – se apresuró a aclarar Cracken –. Tiene la confianza de Organa y Mon Monthma y eso es suficiente. Aun así, no es tan simple.
            – Cierto. Nada es simple en este universo.
            – Simplemente me pide algo va en contra de todas las células de mi cuerpo. No sabe las cosas que hizo mientras estaba en Eriadu a las órdenes de Tarkin.
            – En realidad, sí lo sé, lo vi en su mente.
            – ¿No sabía que los keshianos fueran telépatas? – dijo por fin Cracken y se arrepintió de haber sido tan osado. Este era el mejor en su trabajo y parecía no tener límites en los recursos que conseguía para la Alianza, pero ahora estaba pisando terreno resbaladizo y que no conocía.
            – No lo somos – respondió Keegan esgrimiendo una media sonrisa y entonces pareció cambiar de tema señalando una de las cajas que había en la bodega, la más pequeña que había sacado del almacén B47. La misma que le había mostrado la visión de la Fuerza.
            » ¿No le parece extraño el símbolo impreso en esta caja?
            Cracken ni se había fijado en ella a pesar que el adquisidor había estado a su lado todo el rato. No era un contenedor imperial estándar, más bien parecía un arcón antiguo, desvencijado y abollado. Aun así se podía el dibujo redondo, con una especie de ave con las alas desplegadas en su interior, y una estrella en el centro. Correspondía al emblema de la Antigua República que había existido mil de años antes.
            – Como sabe, el Emperador está muy interesado en la búsqueda de antiguos artefactos y ha enviado a cientos de agentes por toda la galaxia para apoderarse de ellos. No siempre tienen éxito, pero en ocasiones localizan algunos muy valiosos.
            Keegan colocó la palma de su mano a varios centímetros sobre la cerradura electrónica e instantes después el cierre se desactivó con un sonido metálico. La parte superior se deslizó y de su interior apareció levitando otra caja, que quedó suspendida en el aire. No se había oído ningún mecanismo electrónico y por alguna razón que no podía entender, el rebelde supo que no había ningún sistema repulsor que la elevara. No era muy grande, estaba aboyada y rayada, como si hubiera estado dando tumbos durante siglos. Permaneció unos segundos detenida, hasta que se abrió sin que nadie la tocara y apareció otro objeto no muy grande, capaz de caber en la palma de la mano. Tenía una forma cúbica, con una serie de dibujos geométricos labrados en cada lado, círculos dentro de otros círculos concéntricos, rombos, hexágonos unidos por líneas. La superficie metálica y no dejaba ver el interior.
            – No es el Gran Holocrón que se guardaba en el Templo – explicó Keegan y poco a poco fueron iluminándose los dibujos e inscripciones desde el interior con una luz azulada, transfiriendo su energía vital a su interior –. Pero es también muy antiguo. Y se perdió hace tiempo.
            » Iba a ser entregada al Emperador como presente para celebrar su ascenso al poder tras exterminar a casi todos sus enemigos mortales: los caballeros jedi. Pero el destino es caprichoso y hace tiempo que decidió que Palpatine nunca llegaría a poseerlo.
            Cracken había identificado aquel objeto nada más verlo y parecía aún más fascinado que hacía un instante al ver las cajas con los descodificadores imperiales. Solo aquellos que estaban en contacto con la Fuerza podían hacer las cosas que el adquisidor estaba haciendo: mover objetos sin tocarlos, y sobre todo activar un holocrón Jedi.
            Conocía el poder de los jedis, y no como leyendas. Durante mucho tiempo la antigua pádawan Ahsoka Tano, había servido fielmente a la Alianza y era conocida como Fulcrum, hasta que había desaparecido tras enfrentarse a Lord Darth Vader no hacía muchos años. Los jedis habían mantenido la paz y defendido la justicia durante milenios durante la República. Y solo junto estos existía una esperanza de derrotar al tiránico Imperio de Palpatine. Que el adquisidor fuera uno de ellos seres explicaba muchas cosas y le convertía en un valioso aliado para la Alianza.
            – Sondeé la mente de Zhan. Su odio es tan intenso y profundo, que pude ver a través de él como si leyera en un libro abierto. Amó tanto, como ni él mismo hubiera imaginado nunca y eso le cambió. Y no es un agente durmiente, porque sus antiguos compañeros estaban tan ocupados torturándole por haberles traicionado, que no tuvieron tiempo de hacerlo. Por eso jamás será desleal a la Alianza mientras el Imperio sea nuestro enemigo.
            » Ahora general Cracken le pido que haga algo que va en contra de todas las células de su cuerpo – continuó Keegan, cuyo rostro estaba iluminado por el holocrón que flotaba en el interior del contenedor de carga. Su luz era pura, hermosa, de un azul brillante, con matices púrpuras y verdes, pero que se podía mirar directamente sin que cegara. De alguna manera Cracken supo que aquello solo podía ser benigno, al igual que el ser que lo sostenía sin tocarlo.
            » Ha de confiar en la lealtad del comandante Zahn. Ha de entregarle el mando de la Estrella Lejana y uno de estos descodificadores.



El Aniquilador

            Vantorel había regresado de Coruscant hacía una hora y había citado a Valorum en sus camarotes privados para cenar. Aunque podía considerarse su amigo, o por lo menos lo que más se acercaba a uno, el primer oficial nunca había sido invitado a estos desde que le habían asignado a bordo. Y no conocía a nadie más que hubiera recibido tal privilegio. No le sorprendió que fueran espartanos, con muy poca iluminación, que en aquel momento se completaba con la luz procedente de las estrellas y la atmósfera verdosa de Pas’jaso.
            – Perfecto, ya estás aquí – le dijo Vantorel saliendo de su dormitorio, se había quitado el uniforme y vestía una larga bata de seda de Pantora morada. Sin la gorra que siempre llevaba bien calada, podían apreciarse las orejas algo curvadas y terminadas en punta, herencia de su ascendentica alienígena. Por lo que podía comprobar Valorum, su amigo estaba de un excelente humor.
            » He comprado unas cajas de vino Chimbak, ¿un poco?
            – Sí, gracias.
            El capitán del destructor se dirigió al mueble que había cerca de la mesa preparada para la cena y vertió el líquido en dos copas de fino vidrio, que tenían un elaborado pie de plata. Le entregó una de ellas y los dos oficiales bebieron un poco del espeso vino rojo.
            – Una excelente añada, pero muy afrutado, para mí gusto – comentó Valorum, acostumbrado a los mejores productos. Le habían educado rodeado de riqueza, procedía de una familia de altos funcionarios desde hacía generaciones, y toda su formación se había dirigido a controlar el poder administrativo y político de una República en decadencia y en aquel momento del Imperio. Por lo que su instrucción había incluido numerosas artes, así como los sutiles conocimientos de los productos de lujo.
            Vantorel le hizo un gesto para que tomara asiento.
            – Fan Dok ha preparado una variedad de ostras de Mon Cala con una salsa de algas. Espero que sean de tu agrado, a mí me encantan – explicó Vantorel empezando a servir los moluscos que estaban en una bandeja sobre la mesa en el plato a Valorum. Cuando terminó hizo lo propio con el suyo –. Ahora son algo difíciles de encontrar, pero con buenos contactos en Coruscant, aún se pueden comprar frescas.
            Valorum pensó en Fan Dok, el silencioso criado de su capitán y antiguo compañero en la Academia Naval. Era un kel dor que apenas salía de sus aposentos. Desconocía con exactitud su historia, aunque sabía que había empezado a servir a Vantorel cuando este estaba bajo el mando directo de Lord Vader antes de asumir el mando del Aniquilador.
            – Traigo muchas noticias del Centro Imperial – empezó a decir Vantorel –. Te adelanto que en unas semanas Palpatine disolverá el Senado.
            – ¿Y cómo piensa gobernar la galaxia? – preguntó sorprendido Valorum, que conocía perfectamente los entresijos de la política, del equilibrio de poder que sustentaban los senadores y la administración. Y aunque cada vez aquellas atribuciones habían ido derivándose al gobierno central y organismos como el COMNOPRT, el Emperador solo habría dado ese paso si tenía guardada bajo la manga una jugada de sabacc que nadie pudiera igualar.
            – Gracias a nosotros, claro, a través de la Armada, claro. Y obviamente de los moffs y grandes moffs que aumentarán considerablemente su poder – respondió con tranquilidad Vantorel –. Hay rumores de una estación de batalla definitiva.
            – Los conozco – admitió Valorum recuperando el sobresalto inicial. No conocía su nombre, pero sí sabía que varios compañeros habían sido asignados a aquella instalación secreta. Y sobre todo el desvío masivo, desde hacía años, de recursos de construcción, a aquel proyecto de alto secreto.
            – Pero eso no es lo más interesante que ha ocurrido – continuó Vantorel tras abrir la concha azulada de la ostra y comerse su contenido gelatinoso –. La audiencia sobre la Batalla de Pas’jaso, como algún burócrata grandilocuente ha llamado a la escaramuza que tuvo lugar aquí hacia unas semanas, ha presentado su resolución.
            » Como era de esperar el moff Lodak ha sido exonerado de toda culpa. En realidad le han trasladado a un sector más importante. Como planificador y responsable de la defensa del sistema todos los fallos por tanto han recaído únicamente en Yuron. Han revocado su nombramiento de comodoro y ha sido transferido a un sector del Borde Exterior, escuché que hay un destructor Venator que le está esperando.
            – Supongo que sus contactos han impedido un mando peor – bromeó Valorum, ya que no había mayor deshonra para cualquier capitán ser destinado desde uno de los más modernos destructores de la clase Imperial como el Resplandor, a otro que había sido construido treinta años y databa de las Guerras Clon.
            » ¿Se sabe algo de lo que sucedió en el planeta?
            – Poco, la verdad. La explosión volatilizó toda la instalación logística, la guarnición, el espacio puerto y medio kilómetro a la redonda de la capital. Miles de muertos entre los civiles están haciendo que los propagandistas de COMNOPRT se estén poniendo las botas. No ha quedado ningún registro, pero parece ser que la amante zabrak y el hijo híbrido del intendente han desaparecido. El informe del OSI cree que este desertó, saboteando las municiones cuando abortaron el ataque de los ARC-170 gracias al pozo gravitacional del capitán Neikal.
            – Las pérdidas de material deben de haber sido cuantiosas – se lamentó Valorum.
            – Era un almacén secundario, nada que la industria imperial no pueda recuperar en unas semanas incrementando un poco la producción. El ataque fue por oportunidad: el intendente quería desertar y los rebeldes aprovecharon sus códigos para lanzar una incursión rápida.
            – Tu informe debe de haber sido demoledor. Acertaste en todas y cada una de las previsiones sobre el ataque rebelde. Si Yuron te hubiera hecho caso, se hubiera llevado todo el mérito y en este momento sería un flamante comodoro de la Armada Imperial. ¿Quién sabe si le hubieran entregado un destructor mayor como recompensa?
            – Eso es mera especulación. La verdad es que la fuerza rebelde pudo escapar en casi su totalidad y eso es lo que más ha irritado al Alto Mando. Lo que me lleva a la recomendación que hice al final de mi informe.
            – ¿Recomendación?
            – Así es – respondió Vantorel dibujando una sonrisa en su rostro de facciones rectas y duras, con unos ojos de un azul profundo y mirada penetrante, que esta vez brillaban de satisfacción. Y sacó del bolsillo de su bata una pequeña caja que le alargó a Valorum –. Ábrela, por favor.
            Era estrecha, de metal oscuro y con un cierre sencillo, sin inscripciones. Valorum la cogió con curiosidad y la abrió, descubriendo una pequeña placa metálica con seis cuadrados de colores: los tres superiores rojos y los tres inferiores azules. La graduación de un capitán de la marina. Este miró sorprendido a Vantorel.
            – ¡Sorpresa! – dijo mirando con orgullo a su amigo –. Eres el nuevo capitán del destructor Resplandor.
            – ¿Pero…? – fue la único que pudo farfullar Valorum abrumado.
            – ¿No creías que cuando pedí que te trasladaran a esta nave ibas a languidecer mucho tiempo como mi segundo? – le explicó Vantorel –. Zilka eres el mejor oficial que conozco. Tu puesto y tu destino es estar al mando del Resplandor. Una nave soberbia para un capitán excelente.
            – No sé qué decir – logró expresar Valorum embargado por la sorpresa.
            – ¡Brindemos! – dijo Vantorel alzando su copa llena de vino de Alderaan.



Fin.



Notas de producción:
Llega a su fin Rayo de Esperanza, la segunda entrega de los relatos del Jedi Perdido. Espero que os haya gustado. La acción de esta historia está justo antes de los sucesos de las películas de Star Wars: Rogue One y el Episodio IV: Una Nueva Esperanza. En el que quería mostrar una Alianza Rebelde ya más madura, con infraestructura y que quiere empezar a tomar la iniciativa, pero sobre todo con la necesidad de obtener esperanza ante el aplastante poder del Imperio. Como la historia estaba escrita ya antes del estreno de Rogue One, he intentado adaptarme a los sucesos allí descritos y he incorporado algunas referencias a esta, al igual que a la serie animada de Star Wars: Rebels. Espero que me perdonéis las licencias que haya podido tomarme.

Y como ya he dicho, en este relato aproveché para introducir algunos personajes que ya había creado para el Crossover Star Trek – Star Wars, en especial al comandante Zahn, el antiguo agente del ubictorado, o a los oficiales de la Armada Imperial Vantorel y Valorum (este último descendiente de Finis Valorum, penúltimo canciller de la República). Para quienes leyeron este relato espero que les pareciera interesante la introducción de estos personajes y para los que no lo han hecho, les invito a leerlo y conocer así su historia.

La siguiente entrega: En la oscuridad (por lo menos este es su título provisional), que está ambientado poco antes del Episodio V: El Imperio Contraataque, donde la Alianza se bate en retirada bajo la presión de las fuerzas armadas Imperiales tras la Batalla de Yavin y la destrucción de la Estrella de la Muerte.


Ll. C. H.


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5 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Hola Santiago!

      Me alegro que te haya gustado.

      Y la verdad, las gracias te las doy a ti, por leerlo y hacer un comentario.

      Un fuerte saludo
      Ll. C. H.

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  2. Estupendo final, para un gran relato,, aunque me preocupa mi querido adquisidor Keegan,,,¿No me lo estaras maleando verdad?. Eso de dejar volar media ciudad, aunque muy en la linea de Rogue One,me preocupa que lo acerque al lado oscuro y le tengo cariño , es un personaje que me encanta :)
    Mi padre , otro de tus lectores incondicionales por mi culpa,dice que le recuerda al personaje que hacia James Gardner en "La gran evasion" y ahora me lo imagino con su cara :):) tengo la mania de hacer castings virtuales de los personajes que me gustan, espero que no te moleste esta "apropiacion indebida". Gracias por los buenos ratos.

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    1. Hola Bel!

      Me encanta que te disfrutaras el relato. Y en tu caso, que sé que has leído el Crossover ST-SW espero que te gustara la aparición de Nierval, Zahn, Vantorel, Valorum y el resto de personajes. Ahora ya saber un poco más de ellos.

      La verdad es que no tengo intención de volver a Keegan al lado oscuro. Su antagonista en el reverso tenebroso de la Fuerza es otro personaje, que ya ha aparecido fugazmente en el primer relato. Aun así la destrucción de media ciudad llena de civiles inocentes (suceso que estaba desde el principio para evitar que se descubriera lo que habían robado) es algo que no podía quedar sin consecuencias personales. Y como digo en el relato ser un jedi no solo es hacer el bien, sino también como se hace ese bien. En Clon Wars ya nos habían mostrado que hay más usuarios o formas de entender la Fuerza además de los Jedi y lo Sith (incluso tengo la sensación que en esta deleznable nueva trilogía nos quieren decir algo similar, pero aún no saben cómo). Por lo que me viene perfecto para su futuro. Simplemente que por sus acciones ya no podría ser un caballero jedi, pero no dejará de luchar por la Lado Luminoso de la Fuerza.

      Por otro lado Keegan creo que lo describí pelirrojo… Además James Garner tiene una mandíbula un poco cuadrada para mí gusto. Su puedo escoger, escogería a Steve McQueen. Pero lo mejor de escribir es que cada uno se lo imagina como más le guste.

      Por cierto, ¿descubriste el pequeño “huevo de Pascua” con la referencia a la 2ª Guerra Mundial?

      Un fuerte abrazo
      Ll. C. H.

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  3. Mmmm?¡ Es un "enigma" interesante. :):):)

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