El Aniquilador
Valorum se acercó a la consola de
sensores que se encontraba en el foso derecho del puente y asintió pensativo.
Acaban de ser destruida la instalación lunar que creaba las interferencias, tal
y como era previsible que hicieran. Interrumpir desde allí las comunicaciones
rebeldes era una invitación a que estos la atacaran a la primera oportunidad,
sobre todo teniendo sus cazas tan cerca. Vantorel había sugerido generar la
perturbación desde los destructores, pero Yuron había replicado con desdén: “quiero aislar a los terroristas antes de su
llegada” y así impedir que se comunicaran entre ellos.
– Capitán, aquí Valorum – indicó
este hablando con Vantorel a través del comlink
privado entre ambos oficiales –. ¿Quiere que inicie los protocolos para volver
a anular las transmisiones enemigas?
– No – respondió este tras unos
segundos sopesando que hacer –. Ya se lo advertimos y nos desoyó. No es nuestro
problema sacarle de las fauces del sarlacc
en que se ha metido.
– Muy bien, señor.
Valorum se concentró en los
sensores, estaban lejos de la batalla para intervenir, pero eso no impedía que
estuvieran atentos a todo lo que estaba ocurriendo.
Las naves rebeldes continuaban
avanzando. Quedaba claro que la pesada Nebulon-C
se enfrentaba al Resolución del
capitán Noglat para permitir que los cazas escaparan. El resto aceleraban hacia
el Resplandor. Era un suicidio
atacarle, pero si el líder rebelde era inteligente podían tener una
oportunidad. Detrás del destructor se encontraba el Virulencia, que con sus generadores de pozo gravitacionales que impedía que pudieran saltar al hiperespacio. Este era un blanco menos blindado
y si lo dañaban lo suficiente para neutralizarlo podrían escapar. Si el Aniquilador se movía en ese momento
podrían interceptarles justo detrás del Resplandor
e impedir el ataque.
– Señor, detecto nuevas naves enemigas – informó el técnico de sensores de largo alcance –. Cuadricula
987, distancia 107.983 klicks.
– Confirmado: 12 cazas ARC-170 sin identificadores
amigo-enemigo – prosiguió el coordinador táctico –. Designados como Bandidos Lambda, señor.
Habían salido muy lejos del planeta,
posiblemente sacados al espacio normal por las sombras gravitacionales creadas
por el Virulencia. Eso significaba
que su comandante había ampliado el alcance de los pozos gravitacionales más
allá de lo establecido por Yuron. El capitán de esa nave era más previsor y
eficiente de lo que imaginaba, ya que gracias a su acción habían evitado un
desastre. Valorum calculó que su trayectoria les hubiera llevado a la órbita de
Pas’jaso III, justo para atravesar la atmósfera sobre la capital y alcanzar el
depósito de abastecimiento en pocos minutos gracias a su gran velocidad. Por lo
que Vantorel había vuelto a acertar en su advertencia que el ataque rebelde era
solo una distracción para una incursión en el planeta.
– Ordene a los escuadrones Relámpago y al equipo Dorado de Tempestad que intercepten al objetivo catalogado como Bandidos Lambda – ordenó Vantorel por el
comlink de mando.
Valorum le conocía bien y en su tono
apreciaba cierto regocijo por acertar de nuevo en los planes rebeldes.
– Los Bandidos Lambda cambian de rumbo – comentó el técnico –. Aceleran
para salir del pozo gravitacional.
Nuestros
cazas no los alcanzarán. Pensó Valorum, pero enviar a los TIE de reconocimiento, con sus sensores y cámaras ultrasensibles, permitía a Vantorel
tener pruebas claras que aquellos cazas eran rebeldes y de la ineptitud de Yuron.
Y como aquello ya no tenía remedio,
se centró de nuevo en la batalla que se estaba desarrollando entre Pas’jaso y
su luna. Observó el simplista despliegue en línea que habían adoptado con la
instrucción de Yuron: con el Resolución
junto a la luna, el Aniquilador lejana
en órbita a Pas’jaso y el Resplandor
en medio, con el Virulencia y resto
de naves justo detrás, protegiendo una retaguardia que nadie atacaría, ya que
los rebeldes estaban todos delante de ellos. Una estrategia mucho más apropiada
hubiera sido desplegar uno de los destructores detrás de los rebeldes, para
atraparles entre el fuego envolvente. Tanto él, como Vantorel o cualquier
oficial con un poco de sentido común era lo que hubiera hecho, sobre todo teniendo
en cuenta que conocían su ruta de aproximación. De esa manera para entonces la fuerza
enemiga ya hubiera sido aplastada o estaría a punto de serlo.
Pero eso no había ocurrido así.
En ese momento la mayor parte de las
naves enemigas había acelerado con una trayectoria que les haría saltar por
encima del Resplandor directamente
hacia el Virulencia. Y Valorum tuvo que
admitir que el líder rebelde no era un idiota, loco seguro, pero no idiota. Con
ese ángulo tan cimero el destructor Imperial solo podría usar los turbolásers pesados óctuples elevación situados justo debajo de la torre de mando en su
máxima. Perdiendo, por tanto, precisión. Yuron tendría que ordenar rotar su
nave para mejorar la corrección de tiro y de paso logar que un mayor número de
sus armas entraran en acción. En su contra tenía que su destructor tan grande y
lento, que no estaba pensado para hacer giros rápidos en combates cerrados como
aquel, que estaba desarrollándose en un espacio de entre 281.000 klicks entre
los dos cuerpos celestes. Y por otro lado, Yuron no sería tan hábil para reaccionar
con rapidez. Para cuando este se diera cuenta de lo que tenía que hacer, los
rebeldes ya estarían atacando al Immobilizer,
que estaba escoltado por una pequeña fragata que tenía la misión de protegerle.
En el otro extremo la Nebulon-C ya había iniciado el ataque
contra el Resolución. Esta era un
modelo nuevo, cuya tripulación había desertado hacía unos meses, según había
leído en el scandoc, y aunque no igualaba en potencia al veterano destructor, podía ponerle las
cosas difíciles a Noglat. Sobre todo teniendo en cuenta que la mayor parte de
los cazas rebeldes se encontraban en esa zona de la batalla.
– Transfiera energía a los motores –
indicó en ese momento Valorum –. Activen armamento, prepárense para dejar su
posición actual.
– Sí señor.
Si se movían ahora llegarían a
tiempo para impedir que la fuerza enemiga atacara al Virulencia. Dudaba mucho que aquella nave pudiera soportar el ataque de un grupo de lunáticos
como estaban demostrando ser aquellos rebeldes.
– Señor detectamos una explosión
masiva en la superficie del planeta – indicó uno de los técnicos.
– ¿Dónde?
– En la capital. Su epicentro está
situado en la guarnición principal.
A Valorum no le extrañó: el depósito
logístico. La presencia de aquel solitario escuadrón de vetustos ARC-170 había demostrado cual era el verdadero objetivo
del ataque. Ahora que el bombardeo de los cazas había fracasado, era posible
que un equipo desplegado en su superficie, la táctica habitual de los Rebeldes,
hubieran destruido ellos mismos los almacenes navales.
– Lleve la nave a la cuadrícula 767,
potencia máxima – ordenó en ese momento Vantorel de nuevo por el comlink de
mando.
Valorum solo tuvo que asentir y mirar
al timonel para que la nave empezara a alejarse de la verdosa y contaminada
esfera que era Pas’jaso, empujada por los siete potentes motores de iones.
La Estrella Lejana
– Las comunicaciones han sido de
nuevo interferidas – informó el técnico.
– Ya hemos coordinado el ataque
contra ese Victory – le recordó Moritz, restando importancia a aquel nuevo
cambio –. Potencia máxima.
Se inyectó el preciado coaxium extra en los 14 motores iónicos Galaxia de Kuat y estos
empezaron a generar más energía de empuje de la fragata, que aceleró aumentando
a la máxima velocidad sublumínica, dirigiéndose directamente hacia su
adversario. Como nave de combate, la Estrella
Lejana, tenía la mayor parte de su armamento en la proa, y la mejor manera
de aproximarse era de frente, mostrando además el ya de por sí delgado perfil
delantero, mejor blindado y protegido con potentes escudos deflectores.
– Mil kliks para entrar en radio de acción de sus armas – informó el
técnico de sensores.
– Redirijan potencia del reactor a
los escudos frontales – ordenó
Moritz.
Aunque los motores redujeron la energía
que recibían, la nave no dejaría de avanzar ya que como en el espacio no había
fricción, la aceleración que habían cogido durante esos instantes de
postcombustión se mantendría durante toda la aproximación. Al tiempo que los
escudos recibirían toda la energía para protegerles. Y en unos segundos
empezaron a recibir el impacto de los primeros disparos de la veterana nave diseñada
por Walex Blissex durante las Guerras Clon. Era una combinación de turbolásers y cañones de iones con el objetivo de debilitar precisamente las
defensas de la fragata.
– Escudos descendiendo: 91% –
informó el técnico encargado de estos con una voz impersonal que sorprendió a
Cracken por su profesionalidad.
– ¿Distancia? – preguntó Moritz.
– 98.000 klicks – respondió Rion
también con una voz imperturbable. Estaba claro que todos confiaban en su nave
y en el resto de seres allí presentes.
En la proyección holográfica podía
ver como el Victory viraba lentamente
para poder mostrar el costado a la Estrella
Lejana, y así concentrar con el mayor número de armas contra este.
– Primeros cazas aceleran contra el
objetivo – indicó el técnico de sensores.
Cracken observó cómo se aproximaban
un puñado de Ala-Y desde la luna.
Eran cazas que ya habían visto mucha acción durante las Guerras Clon, aunque
estaban bien armados con cañones láser, de iones y torpedos de protones. Aceleraron y dispararon estos últimos contra
el Victory para después virar y
alejarse. Uno de ellos cayó bajo el fuego defensivo. Lo que había provocado que
el fuego contra la Estrella Lejana se
viera reducido al redirigirlo hacia los cazas asaltantes.
– Distancia óptima de fuego en cinco
segundos – informó Rion.
– Fuego al alcanzarla – ordenó
Moritz.
– Escudos al 76%.
El destructor iba haciéndose poco a
poco más grandes en la cristalera del puente de la Estrella Lejana cuando los cañones de iones y turboláser de esta
dispararon, cruzando el firmamento hacia su objetivo. Ese ya se había colocado
en la posición en que su costado de babor estaba frente a la fragata, abriendo
fuego con sus armas a discreción. Ambos haces de energía se cruzaron en el
espacio, pero parecía que la mitad de los disparos pasaban por los lados de la
nave rebelde sin alcanzarles. En la proyección Cracken vio otros Ala-Y se
acercaban por la popa del Victory y
disparaban sus cañones de iones contra la torre de mando y sus generadores de
escudos. Otros tantos cazas TIE les
atacaron, pero como salidos de la nada, un par de Ala-X no tardaron en dispersar y destruir a los adveresarios. El
oficial de la inteligencia se alegró de poder contar en su arsenal con pilotos
a los mandos de naves como esas, capaces de lidiar de esa manera con el doble
de enemigos a su alrededor y salir indemnes. Una de las maniobras que observó
parecía haber sido hecha por alguien ajeno a la Fuerzas G, destruyendo tres TIE
en un giro parecía a un 8. Menudo piloto,
pensó Cracken.
– Escudos enemigos al 37% – informó
el responsable de sensores con un tono de triunfo que hizo que el general
saliera de la ensoñación que aquel pequeño combate había provocado.
– Escudos propios al 59% – indicó a
su vez el otro técnico sin mostrar tensión en su voz –. Sección C al 48%,
compensando con el resto de generadores.
– Fluctuaciones en la parrilla de
energía enemiga – anunció otro –. Acelera para alejarse de la luna, nos deja
espacio para pasar.
– Mantengan fuego directo sobre el
objetivo – ordenó Moritz con sequedad para evitar cualquier atisbo de alegría
que pudiera distraer a la tripulación del puente. La batalla aún no había
terminado.
» Ese último ataque de los Ala-Y nos
ha salvado – le indicó Moritz a Cracken en voz baja, en su tono el general
podía notar cierto orgullo en el alderaaniano.
» Desvíen potencia a los motores principales,
quiero salir de la influencia de esta luna lo antes posible – siguió ordenando –.
Concentren fuego sobre los TIE que encontremos. Demostremos que también podemos
ser una fragata de escolta y proteger a nuevos chicos.
Con el camino libre alrededor de la Estrella Lejana empezaron a agruparse
los cazas que quedaban, mientras los Ala-X iban eliminando, son su mayor
velocidad y potencia a los TIE rezagados que aun pretendían impedir su huida.
Moritz calculó que en unos minutos
podría dejar a tras el pozo gravitacional de la luna y si Gara completaba su
ataque contra el Immobilizer 418 no tardarían en estar a salvo en hiperespacio donde ya nadie podría
seguirles.
– Nave enemiga en nuestro rumbo –
ladró uno de los técnicos y entonces la vieron, ahora que el Victory se había alejado lo suficiente
podía ver un crucero Strike en posición de combate. Por
eso le habían despejado el camino tan fácilmente. Porque no estaba libre.
» Corrección. Dos naves enemigas en
medio de nuestro rumbo.
El Aniquilador
Valorum podía ver como el Resplandor giraba lentamente, aun así
era tarde para ajustar su posición y atacar a la fuerza rebelde que ya le había
sobrepasado. Con sus turbolásers
pesados solo había logrado destruir una corveta CR90 corelliana, la identificada con el ridículo nombre de Mar de esperanza. El resto de naves
habían sido alcanzadas, pero sin ningún daño que les impidiera continuar en su
avance. Y ahora estas estaban en la popa del destructor, donde Yuron no tenía
ninguna arma para continuar disparando. Tardaría varios minutos en girar en
redondo y volver a tenerles a tiro. Por lo que el Virulencia, con la Selonia,
una fragata
de la clase Tartan, como única escolta, estaba a merced del enemigo.
– ¿Distancia al objetivo? – preguntó
Valorum al técnico.
– 132.000 klicks, señor.
» Aumenten potencia en los motores –
ordenó.
– El reactor está trabajando al 112%
– indicó el enlace de ingeniería.
– Más potencia – insistió el primer
oficial. Sabía que aquella máquina podía aguantar. Y confiaba plenamente en el
jefe de ingenieros. El cual había sido ascendido personalmente por Vantorel
poco después de que este asumiera el mando de nave, para sustituir a un oficial
“mediocre y poco imaginativo”, como
le había descrito su comandante. El actual responsable era un hombre enérgico,
que a pesar de no haber terminado la carrera de ingeniería en su mundo natal,
conocía los entresijos de los reactores y el resto de la maquinaria que
impulsaba aquella bestia de acero como la palma de la mano. Si alguien podía
aumentar el rendimiento de la propulsión ese era él.
Del resto, por ahora solo podían ser
meros espectadores.
Por su parte Neikal había virado su Immobilizer 418 y se enfrentaba a los rebeldes, cosa que sorprendió a Valorum que
no hubiera creído que este tuviera tantas agallas. El Virulencia no tenía ni un armamento, ni una coraza, suficientemente
como para defenderse de las naves que se aproximaran. Estaban encabezadas por
la fragata Nebulon-B llamada Justicia, seguida del Diligente, el crucero Acorazado que
parecía recuperarse tras los daños causados por el Resplandor. Aun así sería la cañonera Grito
de Flitter y la
corveta Unparala quienes llegarían primero a
la pequeña formación imperial. La Selonia,
intentó interceptarlas abriendo fuego con sus armas. Pero sus adversarios estaban
bien armados, y aunque el duelo fue digno, a pesar de la valentía de sus
tripulantes la fragata, más efectiva contra cazas o piratas, que contra una
fuerza de combate bien entrenada y motivada, quedó fuera de combate, siendo rematada
cuando las Nebulon-B y el Acorazado pasaron por su lado dispararon
sus armas a quema ropa.
Valorum tomó nota mental del nombre
del capitán de la Selonia: el
teniente Luvel. Tras la batalla buscaría su historial para saber más de
él. Se merecía una medalla y estar atentos a su carrera.
– Estamos a 10.000 klicks de la
distancia óptima de fuego – informó uno de los técnicos.
– Fuego ininterrumpido sobre el objetivo
más cercano al entrar en radio de acción – ordenó Vantorel por el comlink
de mando –. No disminuyan velocidad.
Valorum observó el blanco mencionado
por su capitán. Era la fragata Justicia,
que iba en cabeza del ataque. El Diligente
parecía estar desacelerando, posiblemente más dañado de lo que parecía por el Resplandor, aunque había mantenido la
trayectoria paralela a la Libertad.
Imaginaba que su capitán no era un loco y sabía que aunque había salido bien
parado con el enfrentamiento con el primer destructor, no lograría lo mismo con
el segundo que se dirigía directo hacia ellos.
– Entrando en radio de acción… ahora
– anunció el técnico.
Valorum no dijo nada, los artilleros
ya sabían que tenían que hacer y el Aniquilador
tembló cuando se efectuaron los primeros disparos con las baterías óctuples.
– Blanco alcanzado – indicó el
técnico de sensores –. Escudos al 53% y descendiendo.
Valorum observó como la Nebulon-B no cesaba en su empeño en
acercarse al Virulencia. Había
abierto fuego con todas sus armas para intentar dañar sus generadores de pozo gravitacionales, incluyendo torpedos de protones. Pero Niekal había
mostrado ser mejor oficial de lo que pensaba. Al cambiar de rumbo realmente no
se había enfrentado a la fuerza rebelde, sino que se había aproximado al Aniquilador, tal vez se había expuesto
al reducir la distancia con estos, pero a su vez estos habían tenido que virar
para alcanzarle, haciendo que entraran en el campo de tiro de la nave de
Vantorel antes de tiempo, quedando bajo la protección de una buque de combate
mucho más capaz que el suyo de destruir al enemigo. Eso era un elogio de
valentía y de buena táctica naval.
– Objetivo principal pierde escudos.
No deja de disparar.
– Está acelerando – informó otro.
– Intensifiquen fuego con todas las
armas a medida que su alcance les permita dar en el blanco – ordenó Valorum. No
le gustaba ese último dato de la Justicia
ya que su trayectoria la situaba en rumbo de colisión con el Virulencia.
– Daños masivos en casco de objetivo
principal.
– Baterías turboláser entrando ahora
en radio de acción. Abriendo fuego.
– El casco enemigo se ha partido en
dos – indicó el otro técnico.
– Concentren fuego en la proa… –
ladró Valorum.
La proa de la fragata de escolta había
perdido varias de sus secciones, donde se encontraba el puente de mando, su
armamento o los sensores y el resto estaba envuelto en llamas, consumiendo en
un instante el oxígeno que aun contenía su interior, pero estas aun contaban
con la inercia del avance. El Virulencia
con toda la potencia de sus motores para esquivarla y alejarse de sus
fragmentos, que no dejaban de recibir el fuego turboláser del Aniquilador para, no tanto
volatilizarla, sino con sus impactos apartarla del Interdictor, el cual logró zafarse y solo pequeños fragmentos
alcanzaron sus escudos, que logaron repelerlos. Pero con aquella maniobra se
había puesto justo en alcance de las armas del Diligente, que junto a las dos pequeñas naves corellianas había
aprovechado el sacrificio del Libertad
para acercarse.
– El Virulencia está en nuestro ángulo de disparo – informó Valorum con
frustración, si disparaban iban a alcanzarles.
– Cesen el fuego – ordenó Vantorel –.
Viren a 11.5 y aceleren.
– Impacto en el Virulencia – indicó el técnico –. Fluctuaciones en la parrilla de
energía. Pierde escudos. Los generadores gravitacionales están fuera de línea.
– Concentren fuego cuando tengan el
blanco despejado – ordenó Valorum a los artilleros, la trayectoria que había
dado Vantorel les llevaría por encima de la nave de Niekal y permitiría ponerse
a tiro de las naves enemigas.
– Ha saltado al hiperespacio, señor. Las otras dos naves corellianas también.
– Desaceleren – ordenó Vantorel en
ese momento. Su voz estaba tranquila, de quien ha hecho su trabajo y está
satisfecho. Por lo menos el Virulencia
se podía recuperar y ellos habían sido quienes habían destruido la nave rebelde
–. Póngase en contacto con el capitán Niekal e infórmeles que se les envía asistencia.
Hago lo propio con el Selonia. (1) Preparen lanzaderas con
equipos médicos y de control de daños.
Valorum supo que su capitán también
estaba impresionado como él de la actuación de los comandantes de las dos naves.
Si no, no hubiera hecho ese ofrecimiento de ayuda.
– Y transmita mi felicitación a
nuestro ingeniero jefe y a su departamento.
– Sí, señor.
La Estrella Lejana
– Desvíen energía a los escudos
frontales, control de fuego disparen contra los nuevos objetivos en cuanto
puedan – ordenó Moritz sin poder ocultar la tensión en su voz.
Eran una de las más recientes
incorporaciones al arsenal del Imperio: el crucero medio clase Strike de la Corporación Loronar. Estaba muy bien
armado con potentes baterías turbolásers,
así como cañones de iones. Según el
orden de batalla de la Armada al que
había tenido acceso, esos dos cruceros equivaldrían a un destructor Victory como
el que acababa de dañar. Aunque esta vez no creía que ni con la ayuda de los cazas pudiera hacer frente
a aquellos dos cruceros, que ya estaban en posición de combate. El alderaaniano sabía que no podría salir muy
bien parado esta vez.
– Detonaciones junto a las naves
enemigas – indicó el técnico de sensores.
– ¿Quién ha abierto fuego? –
preguntó Cracken sorprendido.
– No se han detectado disparos – le
respondió Moritz que observó la zona donde se habían detectado las explosiones.
Los cruceros Strike estaban ideados
para ser construidos en masa, así que tenían un diseño modular que facilitaba
su ensamblaje. Pero cuya contrapartida era que su armamento y sistemas enteros
estaban concentrados en un solo punto del casco. Un impacto acertado y podían
dejar al crucero sin sus dientes. Como había ocurrido en ese preciso momento.
– Las explosiones equivalen a varios
misiles de impacto, señor – indicó uno de sus técnicos sorprendido –. Pero no
hemos detectado nada.
– Acelere a máxima potencia, quiero
salir de aquí ahora – ordenó Moritz.
Después de la batalla ya habría
tiempo de buscar una explicación a aquel milagro. Ahora debían aprovechar el
desconcierto que se habían causado en los dos cruceros con severos daños en
escudos y armamento. Les atacarían cuando pasaran por su lado, los cazas
podrían cubrirles, mientras ellos abrían fuego con las baterías principales. No
tenía la intención de destruirles, solo impedir que les pudieran seguir.
– Los pozos gravitacionales han
desaparecido – anunció el navegante con alivio.
– Aceleren a máxima potencia. Salten
al hiperespacio en cuanto puedan.
Continuará…
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