Estación Elgarik
Seis meses antes de la Batalla de Yavin
Elgarik era un solitario sistema del
Borde Medio de la galaxia. Once
planetas orbitaban alrededor de su estrella, una gigante roja que había
consumido la mayor parte de su hidrógeno y que ya había engullido a varios de
los mundos más cercanos al ampliar su masa. El mundo que ocupaba ahora el noveno
lugar del sistema había cambiado mucho en los últimos milenios, pasando de ser
una roca fría y congelada en el espacio, para convertirse en un lugar cálido y
cubierto de agua líquida por el calor que ahora recibía de su astro. Sobre las
olas emergían varias islas, que la vegetación primitiva había empezado a
cubrir. Y habían sido aquellas primeras zonas en ser colonizadas siglos atrás
por los neimodianos como un puesto
avanzado y explotación de minerales. Con la creación de la Federación de Comercio el lugar vivió su época dorada durante la Antigua República como parada en sus
rutas secundarias, erigiendo una pequeña estación de reparación y mantenimiento
cerca de su gran base logística de Enarc.
Durante las Guerras Clon las fuerzas republicanas la atacaron varias
veces hasta que finalmente fue ocupada tras la imperialización de sus antiguos enemigos que vino con el fin del
conflicto y la derrota del Visir de Aduanas Vooro asentado en Enarc.
Prácticamente abandona desde el
final de la guerra, aquel pequeño enclave languideció hasta que fue adquirido
por Tycho Inc. (1)
Una pequeña empresa asentada en Naboo
que en los últimos años había experimentado una rápida expansión comercial. Apoyada
por el moff del sector Chommell, había conseguido los derechos de explotación de
las minas del sistema, incluyendo el arrendamiento de sus instalaciones
orbitales. Los
técnicos enviados allí enseguida las dejaron acondicionadas para la reparación
de naves de la compañía u otras que quisieran alquilar sus servicios. Por lo
que era un lugar poco conocido que permitía discreción.
Un pequeño remolcador salió del hiperespacio y justo detrás de él lo
hizo la larga e inmensa mole de acero que formaba una nave mucho mayor. Cual
monstruo marino alargado y amenazador, su armazón de proa parecía una concha
alargada, que empezaba con un pico y se alargaba hacía popa, con una segunda cubierta
sobre la parte central a modo de un caparazón cubría la nave hasta que tres
grandes motores traseros que sobresalían en el extremo final.
Se acercó lentamente hacia la
estación espacial, una plataforma rectangular, con tres cubiertas enrejadas sobre
sendos diques navales, que dejaban las naves ocultas a la vista de miradas
indiscretas. Era el turno de noche por lo que solo unos pocos vieron aquella llegada
no registrada. Lentamente fue colocándose, gracias a los poderosos rayos tractores, bajo la cubierta del
muelle situado en el extremo más alejado de las instalaciones de control y los
amarraderos de las naves de tránsito.
Cuando la operación concluyó nada sobresalía del enrejado que cubría el dique.
Alrededor de la mesa de la sala de
conferencias estaban sentados siete seres. Dos de ellos eran los representantes
de aquella estación de reparaciones: Rohna, una alta y espigada gungan que dirigía aquellas
instalaciones. Y a su lado estaba un alienígena con una extraña forma ósea del
cráneo, sobresaliendo varias crestas alrededor de ojos y mejillas llamado Hisrak,
que era el responsable de la compañía que hacía poco había adquirido el lugar y
que había ofreciendo sus servicios a la Alianza.
El resto eran todos miembros de la
rebelión: el mayor Treson Moritz de la marina de Alderaan (2) y enviado
de Bail Organa para la adquisición
de naves de combate para la incipiente Flota Rebelde. Así como los dos oficiales que iban a hacerse cargo del viejo
destructor ligero que había sido llevado hasta allí: el capitán Owen Geko, un
humano procedente de Gerrard V, cuyo
planeta acababa de alzarse contra el Imperio Galáctico por culpa de los abusos del moff
de su sector. Y su jefa de ingeniería, la moncalamari de tono azulado llamada Meena Hikahi. Finalmente se encontraba una
pareja de adquisidores encargados de conseguir todo aquello que se necesitaba
para luchar contra el sistema de terror y opresión de Palpatine: la exuberante twi’lek
Desona Ajel y el silencioso keshiano
Keegan.
– Aunque ya hace varios días que
estamos trabajando juntos, algunos de ustedes acaban de llegar, por eso quisiera
darles oficialmente la bienvenida a la estación de Elgarik – empezó Hisrak
abriendo la sesión informativa. Iba vestido con un elegante traje color crema confeccionado
a medida –. En nombre de los que simpatizamos con su causa en la empresa Tycho, esperamos poder ayudarles en todo lo que
podamos. Desde hacía tiempo queríamos ser más activos apoyándoles y Rohna sugirió estas
instalaciones.
– La Alianza les agradece su ayuda,
al igual que todos los seres que han sido oprimidos y están anhelantes de
libertad – le contestó Moritz ceremonioso.
– Es un honor poder hacerlo –
replicó Hisrak levantándose –. Yo he regresar a Naboo, pero les dejo en manos
de Rohna. Señor Keegan, cualquier cosa que necesiten pueden pedírselo a ella. Buenas
tardes.
El adquisidor asintió mientras
Hisrak dejaba la sala siempre bajo su atenta mirada. Lo que había dicho aquel
alienígena era verdad, aquel lugar y lo que podían ofrecerles se los había
proporcionado un antiguo contacto, que ya hacía tiempo trabajaba para la
Alianza y que quería hacer más.
– Llegado a este punto, quisiera ir
directamente al informe que hemos realizados desde la llegada del Rayo Patriótico – intervenía Rohna
cuando Keegan dejó de observar la puerta ya cerrada de la sala. Había activado los
controles de la mesa y un proyector holográfico mostraba la imagen de los esquemas de la clase Recusant, un antigua
nave de combate del Gremio de Comercio
durante las Guerras Clon.
» Por los datos suministrados por la
adquisidora Ajel, que localizó y compró a peso esta nave como chatarra, es el
gemelo del Puño Patriótico. Ambos fueron construidos en Minntooine por Cuerpo de Ingenieros Voluntarios de Dac Libre, integrado por quarrens y que nosotros conozcamos participaron
en el último ataque separatista a Corusant. Después de la desactivación de sus droines al final del conflicto
la nave fue llevada a un depósito naval del Borde Interior, donde languideció durante estos años. Desde su
llegada, y con ayuda de la ingeniera Hikahi, hemos estado haciendo un
exhaustivo informe sobre los sistemas de la nave y todos ustedes han recibido
una lista detallada. Aun así me gustaría hacer un breve resumen.
» Todo su armamento fue desmantelado,
posiblemente para venderlo a algún gobierno planetario. También lo fueron sus
paquetes de sensores, tanto tácticos, de navegación, como de largo alcance, los
generadores de escudos, y el multiplicador de hiperespacio. Conserva su ordenador de origen que coordinaba la gran
cantidad de droides que había abordo, y el blindaje del casco se encuentra en buenas
condiciones. Los triples motores sublumínicos están operativos, al igual que su
reactor principal, pero es aconsejable actualizarlo para conseguir un mayor
rendimiento y ahorro de combustible. Por suerte los conductos de energía,
aunque descuidados por el tiempo de desuso se encuentran en buen estado. La
mayoría de sistemas auxiliares podrían ser aprovechables, aunque tendrían que
hacerse numerosas modificaciones: los hangares están acondicionados para los cazas droides Butrie originales, de los
que además aun cuenta con varias docenas. Para finalizar su interior no tiene
las condiciones habitables para una tripulación extensa de humanoides.
– ¿Cuánto tiempo calcula que
necesitaría para dejar la nave en condiciones de combate? – preguntó Moritz.
– De dos a tres meses si tenemos los
recambios que faltan – respondió la gungan, apartándose la oreja por detrás del
hombro –. La mayor parte de los sistemas no militares podemos conseguirlo
nosotros. Y sugeriría mantener gran parte de los sistemas droides, ya que eso
podría reducir drásticamente la necesidad de una dotación extensa y evitaría
prolongar los trabajos necesarios para esa modificación en tiempo y recursos.
El espacio reservado para las 40.000 unidades de combate podría ser acondicionado para una mayor zona de carga o si lo
quisieran para una fuerza embarcada. Pero no tenemos la capacidad para
conseguir la mayor parte del armamento que falta, así como los proyectores de
los escudos o los sensores de combate.
– En ese aspecto tenemos un plan
para conseguir ese equipo – intervino Ajel, la twilek adquisidora –. ¿Qué es lo
que necesitaría exactamente?
– La mayor parte del cañón turboláser pesado frontal podría
ser reconstruido aquí. Pero el resto de armas, que suman 117 puntos de fuego no.
Y eso si queremos mantener las características originales de la nave. Yo
sugeriría actualizar estas con cañones de iones.
– No creo que hubiera problemas para
encontrar ese material – confirmó Ajel, lo que provocó cierta sorpresa en
Rohna, que no pudo disimular –. Aunque para eso necesitaremos alguna ayuda
adicional por su parte.
– ¿Qué necesitan? – preguntó la
gungan intrigada.
– Cargueros que no puedan ser
rastreados – respondió Ajel.
Rohna se quedó pensativo durante
unos instantes.
– Podríamos modificar los transpondedores
de las naves y proporcionales tripulaciones leales. ¿Para cuándo las necesitan?
– Pronto – indicó Keegan enigmático.
Sistema de
Alderaan
La reunión se celebró en una estancia
de la estación de transmisiones situada sobre Delaya, el tercer planeta del sistema. Sentados alrededor de la mesa se encontraba la imponente figura
que irradiaba seguridad y firmeza de Bail Organa con su mirada oscura y penetrante capaz de transmitir serenidad a
las personas incluso en los peores días del terror de Palpatine. Hacía pocos meses que había dejado su cargo en el Senado Imperial, con la clara
convicción de dedicar todos sus esfuerzos a la consolidación de la Alianza Rebelde. A su lado estaba Carlisrt Rieekan, oficial profesional
de Alderaan y consejero militar de
Organa. Y junto a este el general Baccam Grafis, encargado de procurar armamento y combustible para la Alianza. Frente al primero se encontraba el
carismático corelliano Bel Iblis, de
largo cabello, blanco como la nieve, que caía sobre los hombros a modo de capa
y una mirada fría y calculadora. (3)
Y junto a estos el representante del general Vernan, líder de la Inteligencia de la Alianza, el también general Airen Cracken. Los últimos dos eran los adquisidores Desona Ajel y Keegan.
– Una operación de esas
características podría innecesariamente poner sobre aviso a nuestros enemigos –
indicó Organa prudentemente, después de que Ajel explicara el plan que había
elaborado junto a Keegan para conseguir el armamento que necesitaban.
– Palpatine ya está avisado de
nuestra existencia – replicó Bel Iblis con rotundidad –. Cada vez más naves de
la Armada Imperial se dedican a localizar
nuestras bases, mientras que el OSI
no cesa en buscar a nuestros simpatizantes. Y cada vez con mayor éxito. Es
necesario prepararnos y armarnos. El plan mostrado aquí me parece factible y de
esa manera lograremos apoderarnos de un material vital de un solo golpe.
– Las ventajas son claras, pero
también es una jugada de alto riesgo – replicó Rieekan, sabedor de la prudencia
de Organa en no querer atraer la atención hacia la Alianza Rebelde con aquel
tipo de operaciones –. Tenemos pocas naves de combate y con esta incursión
podríamos arriesgar parte de ellas en una batalla que tal vez no podemos ganar.
– ¿General Grafis? – preguntó
Organa.
– Necesitamos armamento si queremos
enfrentarnos al Imperio – respondió prudente cogiéndose las solapas de la
chaqueta, que no podía ocultar su abultado vientre. Como miembro del consejo rebelde,
el Estado Mayor militar de la
Alianza, conocía perfectamente la situación y lo necesarios que estaban de
cualquier material. Aquella operación iba a ser solo una gota en el océano,
pero por poco que fuera, era más del que en aquel momento tenían –. La verdad
es que confío plenamente en el juicio de Desona y Keegan. Valga decir que son
los mejores adquisidores que tenemos.
– La guerra contra el Imperio la
ganaremos en el espacio y no solo con cazas como los recientes Ala-X que hemos conseguido de Incom – prosiguió insistiendo Bel Iblis
–. Necesitamos más naves de combate para proteger a nuestras fuerzas y
enfrentarnos a los destructores en cierta igualdad de condiciones.
– ¿Qué opina nuestra Inteligencia de
la operación? – preguntó entonces Organa mirando a Cracken. Este miró al Virrey de Alderaan, de carácter
prudente y reflexivo y después al más agresivo corelliano Iblis, para regresar
a Organa.
– Los informes que tenemos del
objetivo nos indican que es un lugar de poca importancia estratégica para la Armada Imperial. El almacén logístico
abastece a varios sectores cercanos, pero carece de astilleros de reparación en
órbita, y las estaciones que hay solo permiten el abastecimiento de
combustible. Cuenta con una fuerza de sistema liderada por un destructor
anticuado y varias naves menores. Pero está situado cerca de otras bases más
importantes, por lo que los refuerzos no tardarían en llegar – explicó haciendo
un resumen de la situación estratégica, luego habla más despacio, midiendo sus
palabras y fue sincero en lo que dijo.
» Pero el plan mostrado aquí es bueno
y nos proporcionaría importantes recursos de los que ahora carecemos.
Bel Iblis esgrimió una sonrisa de
satisfacción que no pudo reprimir. Respetaba a Organa, pero estaba convencido
que la prudencia no era una buena táctica para acabar con la tiranía de Palpatine.
Este había surgido de las cenizas de las Guerras Clon y tras la purga de la Orden Jedi se había consolidado en el poder gracias a su ingente ejército de clones y la poderosa Armada Republicana transformada en una
herramienta de intimidación y represión. Gobernaba por el terror, pero este se
sustentaba en algo tan frágil como en la ausencia de esperanza: si toda la
Alianza Rebelde era capaz de mostrar una alternativa mejor a billones de seres
de la galaxia, entonces, solo entonces serían lo suficientemente fuertes para
enfrentarse al Emperador y derrotarlo. Y para eso tenían que demostrar que no
eran un atajo de luchadores idealistas, tenían que enseñar a toda la galaxia
que eran una fuerza capaz de enfrentarse al Imperio en igualdad de condiciones.
– ¿Qué opinas tú, Keegan? – preguntó
entonces Organa, mirando al silencioso adquisidor.
– Necesitamos esas armas – indicó
este tras posar su mirada en todos los asistentes –. Si logramos hacernos con
el material de ese depósito de suministros podremos reforzar nuestras fuerzas
mucho más rápido de lo que tenemos previsto por ahora. Es arriesgado, pero si
todo sale bien, nadie sabrá que ha ocurrido.
Organa se recostó en el sillón
pensativo. Sabía que la lucha por la libertad tan solo había empezado y que
muchas vidas, probablemente la suya entre ellas, se extinguirían antes de que su
enemigo fuera derrotado. No tenía miedo, pero prefería recorrer aquel camino
más despacio para evitar que el derramamiento de sangre inocente fuera aun
mayor de lo imprescindible.
– Si todos creen que es necesario,
entonces adelante – indicó finalmente Organa, que miró a Keegan. Confiaba en su
buen juicio del keshiano, un ser prudente y sabio a pesar de su juventud, que
siempre le había aconsejado correctamente.
» ¿Qué es lo que necesitaran para
llegar a cabo la misión? – le preguntó a la azulada twi’lek.
– Para poder distraer esa fuerza
sería necesario contar con uno o dos cruceros, así como varias fragatas y
escuadrones de cazas – indicó Ajel con confianza –. Tiene que ser una fuerza
poderosa para lograr que se alejen del planeta el tiempo suficiente para completar
la misión.
– Yo podría proporcionar dos o tres
naves. La fragata Justicia al mando
del capitán Gara y la Mar de Esperanza,
una corveta antibloqueo, posiblemente
otra nave más. Con buenas tripulaciones de valientes corellianos.
– El almirante Raddus nos comunicó que podríamos disponer del crucero Diligente, y una de las últimas
adquisiciones de la flota, una fragata de asalto derivada de las Nebulon-B – indicó Rieekan –. Así como
unos cuatro escuadrones de caza, incluyendo uno con los nuevos Ala-X.
» Como estamos repartidos por toda
la galaxia, necesitaremos cierto tiempo para organizar esta fuerza de ataque. Y
lo ideal sería concentrarla en algún lugar lejano de miradas indiscretas.
– Tenemos el puesto avanzado de cazas en el sistema Tierfon,
donde podrían repostar y avituallarse.
– Allí se podrían concentrar las
naves, ¿qué les parece dentro de tres semanas?
– Eso nos dará tiempo de organizar los
transportes y a nuestros contactos en el planeta – replicó Ajel.
– ¿Quién estará al mando de la
operación? – preguntó entonces Bel Iblis.
– No hay nadie que conozca mejor el
operativo que la adquisidora Ajel – respondió Organa, no quería perder el
control de aquella misión y conocía bien a la twi’lek. Y sobre todo a su
compañero.
– Pero no tiene experiencia militar –
replicó el corelliano, que se giró hacia la twi’lek –. No es nada personal,
pero es una fuerza poderosa para la Alianza.
– Lo comprendo, además, como usted
bien ha dicho, yo no tengo ese tipo de experiencia – contestó Ajel visiblemente
aliviada.
– ¿Y el general Rieekan aquí
presente? – propuso Iblis.
– Me han encargado reforzar las
defensas de Alderaan, por lo que me resulta imposible coordinar la operación.
¿Tal vez en general Dodonna? –
sugirió Rieekan.
– En este momento se encuentra
organizando nuestra nueva base en Yavin IV – contestó Organa ocultando su malestar por no poder escoger al
responsable. Así que se giró hacia Cracken –. ¿Y usted general?
– Apenas tengo experiencia en
combate naval y aunque el plan ha sido bien elaborado por los adquisidores Ajel
y Keegan, esta fuerza debería ser liderada por alguien con más formación militar
que yo – respondió Cracken –. Creo que el capitán Corran Gara de la fragata Justicia podría
ser mejor candidato que yo.
– Conozco bien a Gara – indicó rápidamente
Iblis sin ocultar su entusiasmo –. Es un buen oficial y hará un trabajo
excelente al mando del ataque.
– Tiene gran experiencia – corroboró
Rieekan.
– No obstante me gustaría que el
general Cracken coordinara todas las fases de la operación, que no deja de
formar parte de las atribuciones del departamento de Inteligencia – insistió
Organa –. Por supuesto con la colaboración de Ajel y Keegan, que han planeado y
propuesto la misión.
– La decisión ya ha sido tomada –
confirmó Iblis, satisfecho porque uno de sus compatriotas corellianos pudiera
estar al mando de la parte más importante de la acción.
– Entonces, que la Fuerza les acompañe – sentenció Organa, que se levantó dando por
terminada la reunión.
Bel Iblis asintió con energía y se
disculpó por marcharse con rapidez, ya que debía dirigirse con urgencia a Anchoron donde tenía que dar un
discurso contra el Nuevo Orden en el Centro Político de Treitamma. (4) A su
vez Grafis, Cracken y Ajel se acercaron a Rieekan para coordinar los recursos
que iba a disponer para empezar a organizar la operación. Mientras que Organa lo
hacía a Keegan, que permanecía sentado con la mirada clavada en la ventana,
donde podía verse Alderaan, que
era un pequeño punto más luminoso y grande que el resto de estrellas que
salpicaban el firmamento.
– El general Grafis me ha informado
que ya se ha terminado de construir la factoría en Isis de Ala-X y pronto tendremos más cazas y piezas de
repuesto. Sin su ayuda no hubieran podido completarla.
– En realidad aún faltan algunas
máquinas para completar la última línea de montaje de fuselajes, pero estoy
trabajando en ello. También estoy buscando un lugar donde fabricar el sistema
de propulsión para los nuevos cazabombarderos Ala-B. Hablé con el ingeniero que construyó el prototipo, el calamariano Quarrie para simplificar
su diseño. Aun así es un modelo muy complejo, necesitaremos construir partes de
él en zonas industriales.
– Sé que si alguien puede hacerlo,
ese es usted – replicó Organa con sinceridad, y no para infundir ánimos, no
hacía falta con Keegan –. También sé que lleva mucho tiempo sin descansar y en
su trabajo eso significar exponerse en exceso.
– Hay mucho trabajo que hacer antes
que el Imperio nos vea como una verdadera amenaza – replicó el keshiano mirando
fijamente al alderaano –. Por ahora solo somos una molestia. Por eso tenemos
que acelerar ahora nuestros preparativos logísticos. Y estar preparados para
cuando el Emperador se centre en buscar nuestros recursos y aniquilarnos. Ese
será el día más oscuro.
– Lo sé muy bien – respondió Organa
con pesar –, por eso tenemos que ser prudentes, avanzar despacio y con pasos
seguros. Sin exponernos en exceso. Aunque eso moleste a algunos que desearían
atacar a cada momento, pero eso solo nos debilitaría y permitirá a nuestro
enemigo aplastarnos con más rapidez.
» En realidad solo he aceptado esta
operación porque la has propuesto tú. Pero te noto preocupado.
– No. Sé que será exitosa – replicó Keegan
con tranquilidad, levantándose y acercándose a la ventana –. Solo que tengo una
sensación extraña.
– ¿Qué te preocupa? – insistió
Organa, que le conocía desde hacía algún tiempo. Se había presentado cuando la
Alianza para Restaurar la República aún era un pensamiento en su mente, poniéndose
a su servicio de la mejor manera que sabía: encontrar cosas difíciles. Adquirir
aquello que era necesario para luchar contra Palpatine.
– Solo que las cosas han de suceder,
como están previstas, nada más – y dicho esto esgrimió una amplia sonrisa, que
pareció tranquilizar a Bail.
– Has de tener esperanza en un
futuro mejor, mi buen amigo – replicó para animarle.
– Y la tengo. Mi maestro jedi decía
que la esperanza es como el sol, si sólo crees en él cuando puedes verlo, nunca
sobrevivirás a la noche.
– Nalok era muy sabio – replicó con
una sonrisa Organa recordando por un instante otro tiempos mejores, más pacíficos,
cuando la oscuridad no se había alzado aun en la galaxia –. La próxima vez que
vea a mí hija se lo diré, seguro que le gustará.
– Leia – pronunció el nombre
pensativo –. Cuéntame ¿cómo le va en el cargo de senadora? Debe de ser duro, siendo tan joven, tener que estar tan cerca de Palpatine.
– Es una mujer fuerte, en eso se
parece mucho a su madre... – contestó Organa, sorprendido por aquella pregunta. Keegan
había estado en Alderaan y había coincidido con Leia, pero nunca imaginó que se hubiera
fijado en su hija –. Conoce los riesgos, pero sabe que la causa es justa y nada
le impedirá continuar con ella.
– Ha tenido al mejor maestro de
quien aprender lo que es la justicia y la perseverancia: su padre – indicó Keegan
colocando su mano sobre el hombro de su amigo, el cual sabía que no volvería a
verlo con vida.
Continuará…
Notas de
producción:
(1) Para conocer la
historia de Tycho Inc. se ha de leer el relato del USS Spirit.
Historia independiente del Crossover Star Trek – Star Wars y que explica la odisea de una nave de la Flota
Estelar llegada, tras un accidente, a la galaxia dominada por el Imperio
Galáctico.
(2) Treson Moritz de
la marina de Alderaan es otro
personaje del Crossover Star Trek – Star Wars.
(3) Garm Bel Iblis
ha desaparecido del canon oficial, relegado a la parte de Legends. Este relato
fue escrito antes de este suceso de restructuración y aquí aparecía aportando
una visión táctica y estratégica más agresiva que el prudente Organa. Y lo he
dejado ya que me interesaba mostrar ese contrapunto, que no ofrecían otros
personajes del canon actual.
(4) Sucesos
narrados en la novela “Interlude at Darkknell” de Timothy Zanh y Michael A.
Stackpole.
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