USS Spirit
Treinta minutos después se celebró
una reunión en el observatorio, situado en la segunda cubierta. Además de los
oficiales del puente también estaban los jefes de las diferentes secciones de
ingeniería, ciencia, mando y seguridad. Cuando entró de Lattre se produjo un
silencio sepulcral. Durante unos segundos les estuvo observando, había
curiosidad en sus rostros, cansancio, pero en todos había fe, esperanza,
profesionalidad.
– Les he de informar de una noticia
muy importante. Hace poco hemos localizado nuestra posición: estamos en algún
lugar no determinado de la galaxia de Andrómeda – aquella noticia provocó el asombro entre los oficiales que se
miraron unos a los otros, sin saber que decir –. He analizado los restos de la nave ferengi, identificando trazas de radiación isolýtica, posiblemente que a
bordo tuvieran algún tipo de arma o sustancia que al interactuar con la
radiación del púlsar produjera una
brecha subespacial similar a un agujero de gusano que nos ha catapultado a 2,500.000 millones de años luz del cuadrante Alfa. Deberíamos habernos
convertido en polvo como les ha ocurrido a ellos, pero aguantamos una fuerza
increíble, seguramente seremos la nave estelar con mayores daños que ha
sobrevivido de la historia de la Federación.
» De manera que nos encontramos
completamente aislados de la Flota Estelar, desconociendo todo de estas
regiones del espacio, por tanto actuaremos con mucha cautela. Nuestra prioridad
en este momento es reparar los daños sufridos y atender a los heridos. Como
oficiales responsables es su obligación mantener la calma entre los hombres y
mujeres a su cargo. En unos minutos anunciaré nuestra situación a todo el mundo
a bordo, somos exploradores y no creo que haya nadie mejor preparado que nosotros
para afrontar un reto como el que tenemos delante. Confío ciegamente en todos ustedes,
tenemos una gran nave, como ya lo ha demostrado, y sé que tengo la mejor tripulación.
» Les agradezco que haya podido
venir, excepto los oficiales del puente, pueden retirarse. Muchas gracias –
poco a poco fueron abandonando la sala entre murmullos, quedándose solo con su
oficialidad. Les miró uno por uno, conocía al teniente Ken Shimura desde su
anterior destino a bordo de la USS Majestic,
era un hombre fuerte y honorable. El doctor Bishop también lo conocía en el
mismo destino, era una voz crítica que en ocasiones iba bien tener y la consejera
Nara era una psicóloga que aun sin ser telépata, parecía leer los pensamientos
de cualquiera. El jefe de ingeniería, el teniente comandante Hisrak, era
imaginativo y un genio para reparar cualquier máquina. La teniente T’Lar era una vulcana inteligente y rápida que se desenvolvía en operaciones sin la rigidez
que se imaginaría en un miembro de su raza, pero sin mostrar una sola emoción. Faltaban
algunos: su primer oficial estaba gravemente herido en la enfermería y su oficial
científico, la comandante Abdel Khalaf, había muerto durante el accidente.
» Consejera Nara necesito que me
vaya comunicando de los ánimos de la tripulación y encárguese de informar
nuestra situación a los niños de manera que no se alteren. Teniente Shimura
nuestros sensores son limitados, sabemos que hay a tres años luz hay un planeta
de clase M, coja la runabout y diríjase a ese
planeta y recabe toda la información que pueda. Sea prudente. Comandante Hisrak
quédese un instante. El resto ya tienen sus órdenes.
» No vamos a obtener ayuda – le
recordó el capitán ya solos –. ¿Podemos reparar nosotros solos el Spirit?
El denobulano se quedó pensativo unos instantes analizando las
posibilidades que tenían. De Lattre confiaba en su ingeniero, aunque la tarea
era ingente.
– Puede hacerse – respondió con
calma –. Pero los trabajos se prolongarán durante algunos meses antes de dejar
el Spirit en condiciones. Los contenedores de anti-materia fueron expulsados como media de seguridad, por lo que no
podemos generar energía en el reactor principal. Aunque por ahora eso no me preocupa ya que podemos utilizar los
generadores auxiliares y los motores de impulso para cubrir nuevas necesidades más inmediatas con el deuterio que queda. Este es solo la
mitad del combustible de a bordo ya que uno de los depósitos se resquebrajó
perdiendo todo su contenido. Eso nos impide movernos, pero tampoco podemos
hacerlo en la situación actual de la nave.
» Por otro lado aun no he podido
inspeccionar las barquillas de curvatura,
pero el informe del equipo que envié indican que sino hemos de cambiar las bovinas, sí necesitan reparaciones
serias, todas tienen fisuras y el colector bussard de estribor fue destruido completamente y se ha de remplazar.
Tardaremos en tener disponible la velocidad de curvatura.
» Estoy dando prioridad a restaurar
la energía en las cubiertas que no tienen y cerrar el casco, ahora quería
inspeccionarlo desde el exterior. En unas horas tendremos reparado el replicador industrial de la cubierta
16, a partir de ese momento seremos autónomos en lo que respecta cualquier material
que precisemos. El alférez Sanz está evaluando nuestras necesidades energéticas
y los recursos que tenemos, en unas horas tendré una estimación más concreta de
lo que necesitamos y por tanto el tiempo de reparaciones.
– Hágalo.
Las puertas del hangar se abrieron y
la Seleya salió con el pequeño grupo que había reunido Shimura. Guió la
trayectoria por debajo del módulo de armamento y viró la runabout para
colocarse junto al Spirit y así poder ver los daños desde el exterior.
Tenía un costado del casco abierto en canal, y por todas partes podía verse los
efectos de la sobrecarga masiva con manchas de quemaduras. Pero aquella no era
su misión, así que se volvió hacia los controles de la cabina. Los sensores de
largo alcance del Spirit identificaban dos sistemas cercanos, uno de los cuales tenía un
planeta de clase M a tres años luz, con tres lunas a su alrededor: ese era su
objetivo.
La Seleya era un prototipo de
un vehículo multitarea situado entre una lanzadera
y una nave estelar, poseía sofisticados sensores científicos y un potente
ordenador de análisis. Y se encontraba a bordo del Spirit porque estaba realizando una serie de pruebas de rendimiento
en el espacio profundo supervisadas por los ingenieros de la División de Yoyodyne en 40 Eridani-A. La parte de popa tenía
una bahía de carga pero se podía convertir para otros usas, en el centro tenía
espacio para dormitorios o laboratorios, dependiendo de la misión y en la
cabina había un transportador para dos personas. El equipo de diseño vulcano
había dotado con una ala de curvatura
anular, como las antiguas naves de la clase Suurok anteriores a la Federación, que rodeaba el casco y
que le permitía alcanzar el factor 8.9 de curvatura.
Shimura quería ser cauteloso, así
que salió de la velocidad de curvatura cerca del penúltimo planeta del sistema,
que tenía treinta y dos lunas en su órbita y que era un lugar perfecto para
ocultarse y observar su objetivo: el tercer mundo que orbitaba aquella
estrella.
– Recibimos telemetría, señor –
indicó el teniente Kinapk, un rigeliano
del departamento de seguridad, poco después de detenerse cerca de la superficie
de uno de los satélites naturales de aquel gigante gaseoso.
Las señales
de tecnología indicaban que el planeta estaba habitado por una civilización tan
avanzada como la Federación. Se
detectaban emisiones de generadores de energía basados en la fusión de plasma, capaces de generar campos de fuerza y escudos, también había emisiones poco contaminantes procedentes de
industrias pesadas y muchas comunicaciones holográficas locales. En órbita detectaban redes de satélites, tanto de transmisiones
como meteorológicos y de vigilancia espacial, así como varias estaciones
espaciales. Pero no detectaba ninguna señal subespacial. Tal vez fuera una civilización que no hubiera
descubierto aun la velocidad de curvatura, pero el tráfico espacial dentro del sistema era muy intenso.
Un pitido de los instrumentos apartó
la atención de Shimura de los sensores.
–
Es una nave, señor – informó Kinapk –. Está desacelerando de más allá de la
velocidad de la luz desde una brecha dimensional.
Fijaron la nave en la pantalla,
mostrando el alargado casco de 390 metros de la nave, que tenía forma de «Y» y que
era impulsada por tres grandes motores traseros. Su configuración indicaba que
era un carguero, por lo que indicaba que había una civilización muy avanzada
capaz de viajar entre sistemas planetarios, posiblemente a lo largo de toda
aquella región. Era una buena noticia tras descubrir donde estaban, ya que podían
solicitar ayuda.
– Colóquese justo debajo – indicó el
jefe de seguridad con cautela, desenado haber tenido un sistema de ocultación para aquella aproximación. La tensión era máxima
en la pequeña cabina mientras el piloto llevaba la runabaut hasta colocarse debajo. Desconocían el grado de
sensibilidad que podía tener los sensores y aquella maniobra podía ser
considera como agresiva y la tripulación advertir de su presencia a las autoridades.
Aun así los sensores indicaban que el objetivo carecía de armas, así como sofisticados
sistemas, por lo menos equivalentes a los de la Flota Estelar.
Siguieron bajo el carguero hasta que pasó cerca de una de
las lunas del tercer planeta, momento que aprovecharon para separarse de su
sombra y se acercaron al pequeño satélite. Desde allí podían estudiar mejor la
superficie, que era muy porosa y estaba compuesto por rocas y un núcleo de
plasma, aunque la parte geológica no era lo que más importaba. Había numerosos
núcleos urbanos con la población era de 600 millones de seres. Muchas de
las cuales tenían signos vitales similares a los humanos, aunque eso no le sorprendió al jefe de seguridad, ya que
la naturaleza solía utilizar los mismos patrones si estos funcionaban, como
ocurría en miles de lugares de la Vía Láctea. Allí las formas de vida humanoides eran eficientes y se habían adaptado a diferentes ambientes, por
lo que a dos millones de años luz no le sorprendía que hubiera ocurrido lo
mismo y que su desarrollo hubiera sido paralelo.
– Pase las comunicaciones por el traductor universal – ordenó Shimura.
– Tardará en procesarlo – exclamó
Kinapk.
– ¿Esperaba que hablaran inglés? Estamos
en otra galaxia – replicó su superior con una sonrisa burlona.
– Claro, señor – replicó Kinapk
avergonzado por su comentario.
Durante aquel tiempo estuvieron
estudiando la civilización que habían encontrado, así como su tráfico espacial.
Varias naves salieron y llegaron, todas ellas aceleraban o desaceleraban de la velocidad de la luz a través de un salto
dimensional tras salir del pozo de gravedad del planeta. Lo que quedaba claro
era que se encontraban en un lugar avanzado tecnológicamente y donde los viajes
interestelares eran normales, aunque con ciertas diferencias con la Federación.
Cuando en la ciudad habitada más
importante se hizo de noche, decidió transportarse con un equipo de campo e
inspeccionar personalmente el lugar. Aunque había recabado mucha información y
el traductor universal había procesado el lenguaje,
siempre era aconsejable descender a la superficie y ver por uno mismo a que se
enfrentaba. Mientras esperaban habían analizado la red de seguridad y las rutas
de las naves de patrulla, que habían detectado, identificando varios puntos
ciegos que les permitirían colocarse en órbita sin ser detectados.
Dejó a Kinapk a bordo y se
transportó junto al alférez Said Benzarrouk, de su equipo de seguridad. Para
pasar más desapercibidos se pusieron unos abrigos con capucha y se
materializaron en la superficie. Las calles, atravesada por ríos y canales que
acababan en innumerables cascadas, estaban en aquellas primeras horas de la
noche desiertas, cuya tranquilidad solo era estorbada por algunos vehículos aéreos que pasaron a ras de
los edificios. Avanzaron entre las casas hacia el centro de la ciudad. Shimura
comprobó que se trataba de una cultura avanzada y refinada que combinaba la
alta tecnología con modelos más arcaicos y artesanales en los adornos de su
arquitectura. Habían detectado un ordenador muy potente no lejos del centro de
la ciudad, en un complejo de edificios que había identificado como un centro de
enseñanza, posiblemente una universidad,
su intención era copiar los archivos y hacerse una mejor idea de aquella sociedad.
El edificio estaba coronado con una
cúpula, encima de la cual había una estatua con los brazos extendido, escogió
una puerta de servicio situada en una calle lateral, que tenía una cerradura
electrónica, así que sacó el tricorder
y accedió a la matriz en busca de la clave. Tardó un poco pero consiguió la
combinación y accedieron a los salones de la biblioteca. La única luz procedía
de las ventanas de la calle, aun así podían distinguir el perfil de las mesas
para los estudiantes y al fondo la sala lo que estaban buscando. Se adentraron,
después de comprobar que no había sistemas de seguridad, hasta la terminal de
acceso general. Aquellos ordenadores
utilizaban una matriz holográfica muy sofisticada, pero el programa de
seguridad no fue difícil de sortear después de hacer un link con la Seleya
a través del tricorder. Shimura buscó los datos cartográficos e históricos, así
como información científica y técnica para hacer una evaluación mucho más completa.
No necesitaba descargar todo así que cuando creyó que ya tenían suficiente desconectó.
Esta vez como ya habían visto lo que
quería, Shimura ordenó transportarse directamente a la runabout que se
había colocado en órbita.
– ¿Algún problema? – le preguntó a
Kinapk al sentarse en la silla del copiloto.
– Todo tranquilo, señor.
– Entonces regresemos al Spirit.
USS Spirit
Mientras la Seleya dejaba la
órbita, a bordo de la nave estelar su capitán se dirigió a la enfermería a
petición del doctor Bishop.
– ¿Me necesita para algo? – preguntó
de Lattre entrando en el despacho de su jefe médico. Este alzó la mirada del
microscopio que había a un lado de la mesa y le indicó con un ademán que se
sentara, por lo que hizo lo propio al otro lado de la mesa. Bishop tenía la
mirada cansada y algo perdida, aun así su expresión era dura, de quien tiene
que decir algo que no es agradable.
– Tenemos un problema – anunció
tajante.
– ¿Un problema? – repitió de Lattre,
ya tenían uno y era estar a 2,5 millones de años luz de su hogar, y sin
posibilidad conocida de regresar con la nave tan dañada que hubiera necesitado
estar varios meses en Utopia Planitia
para volver a estar plenamente operatica. ¿Qué podía ser tan grabe que
desplazara eso y se convirtiera en “el problema”?
– En varios de mis pacientes estaba
viendo un alto grado de deterioro molecular muy inusual en sus heridas. Al
estudiarlo he detectado un alto grado de radiación de la banda EM terciaria.
– Las estrellas de neutrones
emiten pulsación de radiación electromagnética…
– Sí, pero ésta en concreto tiene propiedades
biogénicas, que consumen la materia
orgánica a nivel subatómico.
– ¿Eso no es radiación thalaron? – recordó el
capitán pensativo – Es solo teórica. Tal vez una combinación con las sustancias
que llevaban a bordo…
– Eso lo desconozco, pero sí sé que
todos a bordo del Spirit hemos sido irradiados y en poco tiempo nuestras
células empezaran a deteriorarse.
– Nos estamos muriendo.
– Prácticamente, estamos
ya muertos – respondió el
jefe médico fatídico.
– Mon Die! ¿Está seguro de
eso?
– Sí. Durante la explosión
subespacial. La radiación thalaron se disipa rápidamente, pero todos estuvimos
expuestos a una cantidad masiva durante unos segundos, suficiente para
afectarnos.
– ¿Puede hacer algo?
– No con el equipo que tengo a
bordo. Necesitamos unas instalaciones médicas completas y muy avanzadas e
inmediatamente. O moriremos.
– ¿Cuánto tiempo tenemos antes de
que los síntomas se hagan visibles?
– Cinco, cuatro días. Tal vez una
semana, en el mejor de los casos.
– Capitán, hemos detectado una
nave desconocida aproximándose a nuestra posición – le anunció la voz del oficial
que estaba de guardia en el puente.
En la pantalla podía verse un
vehículo de pequeñas dimensiones, tenía cincuenta metros de largos, con la proa
en forma de T y un casco robusto terminado en dos potentes motores de impulso. A
simple vista se podía certificar que los tiempos de gloria de aquella nave
habían pasado hacía muchos años.
– La acabamos de detectar – dijo el
alférez de guardia –. Apareció de la nada, señor.
– Parece un carguero, hay residuos
de mineral en bruto. Detectamos tres formas de vida – informó T’Lar –. Su
configuración no concuerda con nada de nuestros archivos, tiene dos cañones
láser gemelos desactivados, no tiene dispositivos de velocidad de curvatura.
– Abra un canal, por todas las
frecuencias. Soy el capitán Jaques de Lattre de Tassigny de la nave estelar Spirit
de la... – entonces se detuvo. Se encontraban a millones de años luz de su hogar, un abismo les separaba de
su hogar, de sus amigos, de todo lo que la frase que iba a pronunciar
significaba y tenía sentido. Y además se estaban muriendo.
– ¿Señor? – le advirtió la vulcana,
sorprendido por el titubeo de su superior.
– Rastree todas las frecuencias –
respondió de Lattre sentándose abatido en su silla.
– Detecto una comunicación... no es
un canal habitual – indicó T’Lar poco después –. Habrá interferencias hasta
poder filtrar la señal.
– En pantalla – ordenó de Lattre que
se estiró la casaca roja de su uniforme. Segundos después apareció un humano de
cráneo liso como el de cualquier terrestre, que empezó a hablar de forma
incomprensible. ¿Humano? A ojos de Lattre parecía amistoso, con una mirada
llena de curiosidad. Una característica que le animó, ya que podía significar
que al igual que en la Vía Láctea en
aquella galaxia también se aplicaba la ley de Hodgkin de desarrollo paralela planetario. El traductor universal
tardaba en descifrar aquel lenguaje pero era lógico ya que carecía de cualquier
referencia. Aquel hombre parecía extrañado y a su vez realizó varios ajustes en
su puente.
» ¿Puede acceder a su computadora? –
preguntó entonces de Lattre.
– Lo intento... No puedo crear el
link... – indicó T’Lar – Utiliza patrones holográficos. Intentaré duplicarnos a
través de la holocubierta... Ya
está.
– Páselos por el traductor
universal.
Poco a poco la comunicación empezó a
ser coherente, lo que animó al hombre a continuar hablando. Él también empezaba
a entender los patrones de la comunicación.
– ... espacial... detectamos...
ayuda.... capitán... Diosa... Repito... ¿Necesitan ayuda técnica? Aquí
el capitán Jet Tycho, del transporte minero Diosa Lunar, detectamos una
anomalía especial.
– Soy el capitán Jaques de Lattre de
Tassigny de la nave estelar Spirit – repitió –. Agradecemos su
proposición de ayuda. Sufrimos el impacto de esa anomalía.
– Su nave a recibido el mayor
castigo que he visto en... en muchos años. Y he pasado toda la vida en el
espacio. Tengo pocos recursos, pero sé reconocer cuando alguien necesita ayuda
y ustedes la necesitan.
– Se lo agradezco capitán. Lo que
más necesitamos es ayuda médica.
– Naboo es el planeta más cercano y tiene excelentes hospitales. No
tendrán inconveniente en atender sus necesidades.
– El problema es que no podemos
desplazarnos hasta allí.
– Corren tiempos sombríos capitán,
pero a mí me criaron con las antiguas leyes del espacio, les ofrezco mi humilde
ayuda para trasladar a sus heridos.
– Entonces estaré en deuda con
usted, capitán Tycho.
De Lattre se sentó de nuevo en el
silencio del puente, mientras la pequeña nave viraba lentamente.
– Capitán tenemos una comunicación
desde la Seleya – informó T’Lar.
– En el momento adecuado – indicó de
Lattre –. Dirija la maniobra de acoplamiento con el Diosa Lunar. Póngame
con el teniente Shimura en mi despacho.
De Lattre se dirigió a su despacho y
activó la pantalla que tenía sobre la mesa.
– ¿Qué ha averiguado? – le preguntó
a su oficial de seguridad.
– Nos encontramos frente una
civilización avanzada, con capacidad para superar la velocidad de la luz, pero
no detecté ninguna señal subespacial o de tecnología de transportación.
» También observé una guarnición
fortificada y muchas patrullas armadas por todo el planeta actuando como fuerza
de ocupación, señor. En los archivos figura que el planeta forma parte de un Imperio Galáctico. Le envío la
información comprimida para que puedan estudiarla.
– ¿Cómo evalúa el riesgo de realizar
un primer contacto abiertamente?
– Alto, señor. Sugiero mantener los tratos
mínimos.
– No tenemos ese lujo. El doctor
Bishop me ha informado que todos hemos recibido una dosis letal de radiación durante
el accidente. Tenemos poco tiempo, necesitamos evaluar si esa sociedad puede proporcionar
el tratamiento adecuado.
– Regresaré y lo confirmaré. Me
pondré en contacto con usted en cuanto averigüe esa información – Shimura apenas
había salido del sistema estelar cuando se había comunicación del capitán, por
lo que regresar le llevaría poco tiempo. Podía volver a conectar con el
ordenador de la biblioteca de nuevo y buscar los datos que necesitaba. Y si no
era suficiente buscaría el centro médico de la ciudad y se transportaría.
– Gracias teniente – contestó de
Lattre cortando la transmisión. Se levantó y se acercó a la ventana de su
despacho. No lejos de ellos la nave del capitán Tycho se acercaba despacio al Spirit.
Estaban solos entre aquellas estrellas lejanas, solo podían contar con su
astucia para sobrevivir. Aunque de todos él era quien se encontraba más solo:
suya era la responsabilidad de proteger a su tripulación, suya era únicamente.
Debía tomar las decisiones más delicadas de su carrera, ¿algún otro capitán
había tenido aquella misma disyuntiva? Algunas naves estelares habían
desaparecido sin dejar rastro y tal vez alguna se hubiera encontrado con las
mismas preguntas. ¿Qué habría hecho su comandante? Aunque conocer aquella
respuesta tampoco serviría de nada. Observó su despacho, había vuelto a colocar
las fotografías de su familia en su sitio, así como otros recuerdos: un antiguo
astrolabio, la escultura krretassan que había sido un regalo de su esposa y
aquella cosa que le había hecho Natalie el año anterior con arcilla, que se había
roto un poco, pero no importaba, la arreglaría.
El Diosa Lunar se acopló al
costado del plato del Spirit y a través de un cordón umbilical las dos
naves quedaron unidas. De Lattre y la teniente T’Lar, junto a otros dos
oficiales de seguridad les esperaban en la escotilla. Al abrirse se adelantó
Tycho acompañado por un alienígena
que ningún miembro de la Flota había visto jamás. Era un ser larguirucho, con
el morro alargado, los ojos le sobresalían de la cabeza y sus dos grandes
orejas le caían por detrás de la espalda.
– Una nave impresionante, si me
permite decirlo, capitán – indicó Tycho nada más abrir la puerta –. Jamás había
visto nada parecido, se lo aseguro.
– Gracias y bien venidos a bordo.
– Disculpe, pero usted tendrá que
dejar sus armas – advirtió T’Lar cuando cruzaron el umbral de la escotilla.
Tycho la miró perspicaz, sopesando las alternativas luego asintió y se quitó el
cinturón donde llevaba la pistola y se lo entró al oficial de seguridad.
– Le presento a Nit, mi ingeniero y
amigo – dijo dirigiéndose hacia el alienígena, que asintió esgrimiendo una
sonrisa de satisfacción mientras asentía –. ¿Qué les ha sucedido? Nuestros
sensores detectaron una súbita explosión no lejos de nuestra posición. El
ordenador la identificó como una nova a pequeña escala.
– Nosotros también lo hemos
catalogado como una nova. Nos sorprendió mientras nos encontrábamos en
esta región del espacio. Procedemos de un remoto planeta. Lo sorprendente es que hayamos sobrevivido, aunque
hemos recibido una dosis importante de radiación.
De Lattre les condujo hacia una
estancia no muy lejos de la escotilla de atraque. Era una sala para reuniones
con una mesa en el centro, un sofá y algunas pinturas procedentes de la cultura
arcadiana en las paredes. Dejó a los
dos oficiales de seguridad en la entrada e indicó a sus invitados que se
pusieran cómodos.
– Capitán dice que proceden de un
sistema remoto... ¿están fuera del control del Imperio? – le preguntó Tycho,
era el momento de negociar.
– Así es. Y desearíamos mantener la
discreción – explicó de Lattre.
– Me lo imaginaba. Por eso he estado
pensado en su petición, capitán – prosiguió Tycho –. Podría interceder por
ustedes ante las autoridades de Naboo para que les ofrezcan la asistencia
médica, de forma discreta claro, aunque no creo que haya problemas. A cambio me
gustaría contar con su colaboración.
– ¿Qué tipo de colaboración? –
preguntó de Lattre sin cambiar de expresión, ya imaginaba aquello. Había
observado a Tycho, que tenía un aspecto de buscavidas hecho así mismo, con ropa
cómoda de alguien que no le gustaban las reglas. Pero sus modales eran de
alguien educado y su mirada no era la de una persona taimada o retorcida, más
bien estaba llena de curiosidad. Además su compañero era un alienígena lo que
demostraba que, al igual que ellos, colaboraban entre especies. Tal vez los
habitantes de aquel lugar n eran tan diferentes a ellos.
– Por lo que he podido ver, sus
sensores son muy sofisticados. Mi inversión en minería no ha sido lo rentable
que se suponía que debía de ser...
– Creo que ya sé lo que quiere
decir. Estaremos encantados en ayudarle en lo que podamos. Pero en este momento
mi capacidad es ciertamente limitada.
– Por supuesto, capitán. Pero antes
de eso, tendremos que llevarles hasta Naboo. Es un viaje muy corto, podríamos
llevar a un centenar por viaje.
– La teniente T’Lar y mi médico
coordinarán el traslado.
– Entonces empecemos enseguida.
hola soy yelwin ley tu relato el Crossover Star Trek - Star Wars me encanto espero el siguiente capitulo del Spirit
ResponderEliminarGracias Yelwin por tu comentario,
EliminarMe alegro mucho que te gustara el Crossover Star Trek – Star Wars. Como recordarás la USS Spirit la menciona la princesa Leia Organa cuando se encuentra con el capitán Picard y la presidenta Troi.
Así que esta es su historia.
Un fuerte saludo.