Alianzas
Tercera parte.
Sector 23252
El mayor Gharon permanecía
intranquilo en el puente de la fragata Pergium,
aunque intentaba mantener la apariencia frente a sus hombres, a los que no
podía defraudar. Eso era lo único que importaba.
–
¿Cómo me he podido meter en este follón? – murmuró Gharon dando un golpe seco
sobre los controles de navegación.
–
Porque no podías dejarme morir – le respondió Masdis en un susurro. Gharon le
miró o sonrió, con aquella media sonrisa que le había cautivado, un año atrás.
Los dos oficiales se besaron y no les importó ya que nadie les viera juntos.
Todos los hombres que estaban a su lado ahora estaban en el mismo atolladero
que ellos tras desertar en Relva VII.
Todo se había desatado, tal y como le
había relataron al general Golna, con rapidez. El comandante de la guarnición
estaba a punto de carbonizar a Masdis en el patio de las antiguas instalaciones
de la Academia de la Flota Estelar que ocupaba su regimiento. Su unidad estaba
formada en su mayor parte por reclutas, muchos de ellos forzados, del Borde Exterior, especialmente de Omwat, colonos de Akuria o Xagobah, para
invasión de los Nuevos Territorios. Durante la ocupación de H’atoria, en el Imperio Klingon, habían sufrido gran número de bajas debido a las
constantes escaramuzas contra los klingons,
incluyendo el jefe de la unidad, de manera que Gharon había asumido el mando. Tenía
fama de oficial competente que no acostumbraba a sacrificar inútilmente a sus
soldados y al llegar a Relva también se había ocupado de las tareas de
entrenamiento y equipamiento, dejando que los soldados pudieran relajarse,
sabía lo que habían soportado y se lo merecían. Y estos se lo agradecieron
ofreciéndole su lealtad.
Esta había sido puesta a prueba en
el campo de entrenamiento, cuando su amante iba a ser incinerado vivo. Gharon
cogió su blaster reglamentario y
disparó contra el comandante de la guarnición. Poco después los stormtroopers destacados en la colonia
fueron asesinados. Para este lo más increíble era que nadie discutiera nada,
simplemente le apoyaran. Probablemente la muerte del Emperador habría influido
en el comportamiento de los soldados. Después que Palpatine hubiera terminado sus días a manos de la rebelión y que
su terror se desvaneciera, sabían que cualquier cosa era posible, incluso salir
victoriosos de un motín. Luego, cuando estaban planeando que hacer con los
delegados de la tropa apareció un boliano
que les ofreció un trato. La revuelta de la guarnición había corrido como la
pólvora entre los habitantes de la colonia y ahora el agente de la resistencia
se ponía en contacto con ellos.
No había alternativa: o vagar por un
territorio que desconocían mientras eran perseguidos como perros por las
fuerzas imperiales o entregarse voluntariamente a la resistencia. Escogieron la
segunda y ahora esperaban donde el bolino les había indicado.
–
Detecto una nave saliendo del hiperespacio – informó un sargento desde los
controles de los sensores de la nave.
Segundos después frente a ellos se
detenía una nave estelar, tenía un casco en forma de plato y un módulo ovalado
en la parte superior, con una sección de ingeniería alargada y dos de las
barquillas de curvatura.
–
Les habla el capitán Deilog, de la USS Lagrange – indicó la imagen
holográfica de un andoriano de piel
azul, pelo blanco y antenas –. Prepárense para recibir una delegación en el
puente.
Segundos después tres miembros de la
Flota se transportaban en el puente de la Pergium.
Una mujer era la que ostentaba la mayor graduación, tenía el pelo, que ya
empezaba a encanecerse, recogido y su mirada, de ojos azules, era serena, pero
penetrante y segura. Los otros dos eran de seguridad y estaban armados con fusiles phaser que bajaron a un gesto
de la oficial.
–
Soy la teniente Curtis. ¿Usted debe
de ser el mayor Gharon?
–
Así es – replicó altivo. Aunque podía haber desertado, aún era el arrogante
oficial del Nuevo Orden, pensó
Curtis. Aquello le gustó.
–
La Flota Estelar les ofrece su protección si lo desean.
–
¿Cuáles son sus condiciones? – preguntó sin rodeos.
–
La primera ya la han cumplido. Dejar de luchar al lado del Imperio. A cambio les ofrecemos trasladarles a un lugar seguro. Lo
que ocurra después solo dependerá de ustedes. Pueden permanecer allí hasta el
fin de la guerra. O unirse a la Alianza Rebelde. Le puedo asegurar mayor que no serían los primeros.
–
Querré garantías para mi gente – exigió Gharon.
–
Tiene mi palabra de oficial de la Flota Estelar – respondió Curtis –. ¿Le
sirve?
–
Sí – dijo dubitativo, tampoco tenía otra alternativa.
USS Voyager
Diario
de a bordo; fecha estelar 54098.3. Hemos concluido las modificaciones de los
motores de nuestra nave que nos ha proporcionado el teniente Barclay y hoy partiremos hacia el cuadrante Alfa. Toda la tripulación ha participado en los trabajos
y a pesar de saber lo que nos espera al llegar a casa, todos estamos ansiosos
por partir. Las noticias que nos ha traído nuestro tripulante de honor nos han
golpeado a todos hondamente: la guerra contra el Dominion y la ocupación del Imperio Galáctico. Aun así se respira desde el puente hasta cubierta 15 la ansiedad
por estar al lado de los nuestros en estas horas de gran pesar. Seguiremos la
ruta del teniente Barclay y pronto estaremos con los nuestros. Puede parecer
extraño, porque nuestro hogar está invadido, pero tan solo en pensar que ya no
estaremos solos, nos llena el alma.
La Voyager penetró en el cuadrante Alfa seis años después de que fuera
abducida por la tecnología nacene.
En aquellos seis años habían ocurrido muchas cosas, habían realizados primeros
contactos con decenas de razas; habían pasado peligros inimaginables, luchado
contra kazones, vidiianos, el borg, los hirogen y otros tantos más. Habían
ayudado a quien lo necesitaba y habían sido ayudados. Había sufrido y se habían
divertido, habían celebrado nacimientos, creado amistades, descubierto
traiciones, despedido a amigos, habían explorado lugares lejanos, descubierto
nuevas formas de vida y extrañas civilizaciones, habían llegado hasta donde
nadie había ido nunca. Y ahora regresaban a casa.
Janeway había prometido devolverles
al cuadrante Alfa. Y había logrado cumplir su promesa.
– Contacten con Atgot Prime – ordenó
Janeway rompiendo el silencio sepulcral que se había producido en el puente
cuando Paris confirmó las coordenadas, anunciando que se encontraban en el
cuadrante alfa.
Poco después dos naves estelares se
aproximaron a la posición de la Voyager
y se colocaron, tras realizar una amplia aproximación al lado de la recién
llegada.
– La Mitra abre comunicación – informó Tuvok solemne.
Janeway se levantó de su asiento y
se acercó al centro del puente.
Frente a ella apareció un boliano de piel azul y trinchera que le
cruzaba el rostro desde el cuello, que no ocultaba su satisfacción.
– Soy Rixx, he sorteado con el capitán de la Monitor quien podía
saludar primero a la Voyager. He
tenido la suerte de ganar. Bienvenido al cuadrante Alfa, somos su escolta de
honor.
– Le aseguro que el honor es
nuestro, capitán – replicó Janeway radiante.
Al entrar órbita de Atgot Prime
vieron como el resto de naves se había colocado en fila frente al dique seco para recibirles.
– Recibimos la bienvenida de todas
las naves y las estaciones, capitán – anunció el alférez Kim desde la consola
de operaciones.
– Devuelva el saludo, señor Kim –
replicó Janeway junto a la posición del piloto. Se giró hacia el puente y
observó a la tripulación que se había reunido allí. Neelix parecía el más
alegre de todos, frotándose las manos y sonriendo, canalizando hacia el
exterior la felicidad que sentía por sus amigos. Tuvok estaba en la seguridad,
con su rostro pétreo vulcano, pero
Kathryn le conocía bien, y había aguantado las efusivas felicitaciones del talaxiano con menor disgusto que de
costumbre. Seven parecía concentrada en la consola que estaba detrás de su
silla, pero tras su pose fría de la antigua zángana borg que intenta adaptarse a las circunstancias de la desasimilación
parecía disfrutar aquel momento devolviendo los saludos. El teniente Barclay
estaba satisfecho, sabedor que sin él no hubieran logrado regresar tan rápido,
pero en su rostro podía leerse que no estaba acostumbrado a tantas alabanzas.
B’Elana observaba satisfecha el puente, mirando a Chakotay con la satisfacción
de haber que habían regresado a casa. Aunque durante el viaje había habido
bajas y faltaban muchos amigos: Kes, Lyndsay Ballard, Ahni Jetal, Kaplan, Hogar, el comandante Aaron Cavit o la piloto Stadi,
pero al final lo habían conseguido y habían regresado. A pesar de la alegría de
haber regresado con los suyos, sabía que aunque el viaje había terminado ahora
les esperaban nuevos peligros por sortear, pero esta vez ya no estaban solos.
» Vaya despacio, no hay prisa – le
dijo Janeway a Paris.
– Sí, señora – replicó este
radiante.
El contraalmirante Harzel, antiguo responsable de los astilleros de Beta Antares saludó efusivamente
a Janeway al transportarse a bordo del dique seco, volviéndole a dar la
bienvenida al cuadrante Alfa. Le presentó a los que se habían reunido para
saludarles, como su antiguo compañero de la universidad y amigo Hugo DeValois o
Leah Brahms de Utopia Planitia. Luego la comitiva se dirigió al despacho de este,
por los pasillos en los que pasaba muchos la saludaron y la daban la bienvenida,
otros la miraban con admiración, lo que no dejaba de poner incómoda a Janeway,
no había hecho más que lo que se esperaba de ella como capitán: proteger a su
tripulación y traerlos a casa.
– Ante todo quiero decirle que
estamos admirados por su odisea – le dijo Harzel ofreciéndole una taza de café
recién replicado.
– Se lo agradezco, almirante –
replicó Janeway –. Hubo momentos muy difíciles.
– Sinceramente, no sé si yo hubiera
hecho lo mismo. Estaba sola y sabemos que tuvo que luchar contra el borg y un
sin fin de otras razas.
– Tenía la mejor tripulación que se
puede conseguir. Y ustedes tampoco lo han pasado muy bien. La guerra contra el
Dominion y la invasión del Imperio.
– Supongo que todos sacamos fuerzas
de flaqueza – le dijo DeValois –. Y es en los momentos de mayor peligro cuando
demostramos nuestra valía. Lo que lamentamos es que su regreso haya tenido que
ser en estas circunstancias tan penosas para todos.
– Lo importante es haber regresado –
indicó esta –. Y ahora que estamos aquí, lo que queremos hacer es luchar para
liberar nuestros mundos.
– Me gusta su espíritu – le contestó
Harzel cogiendo un PADD que tenía
sobre la mesa –. Porque aquí tiene sus nuevas órdenes capitán. Proceden
directamente del Alto Mando de la Flota:
tras aprovisionarse de cualquier cosa que necesite ha de dirigirse a la base
del grupo Lirpa, para ponerse a las órdenes directas del almirante Paris.
–
Es bueno recibir de nuevo órdenes de la Flota Estelar después de seis años – respondió Janeway sinceramente, mirando el PADD que
le había entregado Harzel, como si fuera un
quilo de granos de café recién recolectado.
–
Le repito que todos estamos muy orgullosos de ustedes, de odisea en el cuadrante Delta se escribirán canciones
y será cantada durante generaciones, como diría un klingon. Si estuviéramos en la Tierra le aseguro que lo
celebraríamos por todo lo alto, incluyendo fuegos artificiales sobre el puente del Golden Gate, aunque por ahora nos conformaremos con una recepción esta noche.
Estamos preparando el hangar más grande que hay para que toda su tripulación y
todos los que puedan caber puedan estar. Por un día hemos eliminado las
restricciones en alimentos replicados y naturales para ofrecerles el mejor
recibimiento.
– Estoy abrumada… no
creo que sea necesario – replicó Janeway.
– Bobadas – contestó Harzel
–. Por fin los nuestros han regresado a casa sanos y salvos. Su hazaña merece
ser honrada como es debido y en estas circunstancias no es fácil celebrar nada.
Además personalmente me encantaría que me explicara
sus aventuras.
–
Cuando quiera, almirante.
–
Le tomo su palabra capitana.
–
Trato hecho – replicó Janeway, intentando cambiar un poco el tono de la
conversación, era una mujer práctica y las circunstancias con la ocupación de
la Federación aún lo exigían –. Ha
indicado que nuestra partida será lo más inmediata posible. Antes si quiere le
indicaré a mi tripulación que les transfiera la información que hemos obtenido
en estos años, así como la tecnología que hemos adaptado. También me gustaría
transferir los datos que hemos recogido durante el viaje, para que no se
pierdan. En estos tiempos oscuros, estoy segura que nos serán de utilidad.
–
Eso sería fabuloso – indicó DeValois –. Los conocimientos que deben de haber acumulado estos años deben de
ser más valiosos que las minas perdidas de dilithio del Imperio Tkon.
–
Esas minas son leyenda, como las del Rey Salomón – replicó Harzel jocoso,
sabedor de la afición de su amigo de las leyendas y objetos arqueológicos
míticos –. Y hablando de su tripulación, el teniente Barclay ha de regresar a
sus obligaciones en Atgot Prime.
– Ese es un asunto que quería
tratar. Abandonó su puesto desobedeciendo órdenes explícitas para ir a nuestro
encuentro. ¿Se ha pensado en alguna sanción? Porque tanto mi tripulación como
yo, quisiéramos alegar a su favor.
– Por supuesto esto quedará en su
expediente – indicó Harzel con una benevolencia del profesor que está hablando
de su mejor alumno algo rebelde –. Tras su marcha encontramos una grabación que
nos indicaba su ruta y objetivo, de manera que sabíamos cuáles eran sus
intenciones. Visto el resultado, tal vez deberíamos haberle escuchado un poco
más. Tal vez no tuviera autorización, pero el resultado de su acción: la
presencia de la Voyager le excusa de
su insubordinación. Ustedes han vuelto a casa y eso es lo que ahora importa.
Por otro lado, cuando informamos al almirante Paris de su más que posible
llegada, este indicó que si tenía éxito, este justificaría sus acciones.
– Me alegra oír eso – indicó Janeway
escribiendo una gran sonrisa de satisfacción, acercándose la taza de café para
oler su aroma.
El Resplendent
La nave de Zahn se colocó junto a
las instalaciones exteriores de la Base Rocket y extendió el cordón umbilical
para acoplarse al asteroide. Esta se había convertido en la base operativa del grupo de rebeldes y sus cazas que habían dejado en la Vía
Láctea tras la evacuación de Laredo. Debía comunicarles los cambios que tras la
llegada de las fuerzas de la Nueva República se habían producido. Los Ala-X
del escuadrón Rancor serían
trasladados de nuevo de nuevo a bordo de la Far
Star. Para Nierval y sus pilotos fue un alivio: de nuevo estaban operativos
y dejaban las prácticas y las clases para volver a la acción. Por otro lado
Sesfan quería concentrar todos los efectivos cerca de él y trabajar más
estrechamente con la Federación,
para lo cual debían trasladarse a la Base Lirpa.
La resistencia se había convertido
en una fuerza cohesionada y bien organizada y ya no eran grupos diseminados que
luchaban para sobrevivir. La Flota Estelar se había reorganizado alrededor del
mando de Paris, Nechayev y Toodman y
estos coordinaban todas las acciones con la presidenta Troi para expulsar a las fuerzas imperiales. Así se
habían organizado diversas bases de mando y control, como la Base Rocket donde
el almirante Ross coordinaba las
naves que recalaban información, hostigaban invasor, organizaban células de
resistencia en los planetas ocupados y se preparaban para un alzamiento contra
sus ocupantes. Mientras que unían en la misma lucha a otras razas, algunas de
ellas enemigas entre sí hasta hacía muy poco, en algún caso hacía tan solo un
año. Todo ello en un tiempo récord. Zahn no podía más que admirar el
resurgimiento de una fuerza derrotada a una poderosa organización preparada
para devolver el golpe.
Tras la reunión con su gente, el
oficial rebelde se dirigió al despacho donde junto a Archer y a Kira trabajan en el seguimiento de Lepira, al que habían
llamado Fuente Pi. Era también desde la Base Rocket donde estaba instalado el
equipo de inteligencia que trabajaba con la información este les había
suministrado. Hasta aquel momento el trabajo alrededor de su antiguo ayudante
en el ubictorado se había limitado a
analizar la ingente cantidad de informes que había ido almacenando desde su
milagrosa curación a manos de los Profetas.
Zahn aún no creía que Lepira pudiera servir para mucho como agente doble, pero
la información que había acumulado durante aquellos años sin duda era un golpe,
por lo menos en los Nuevos Territorios, equiparable al robo de los planos de la
primera Estrella de la Muerte. Solo con la listas de los agentes con
los que trabajaba en su zona de Bajor, la resistencia cardassia, Ferenginar, Talaria, Breen y todas los sectores colindantes
de la Federación, habían desbaratado todos las fuentes de información del
Imperio en una cuarta parte del territorio que controlaban. Del resto de zonas
no tenía ni los nombres, ni los cargos concretos de los operativos, pero sí
transcripciones de decenas de reuniones con el resto de responsable del
ubictorado, por lo que se habían podido confeccionar una lista de posibles
agentes imperiales que trabajaban en el resto de sectores, por lo que era muy
probable que Imperio perdiera dos terceras partes de sus informadores.
Entre los documentos entregados
también se hallaban protocolos de otras secciones del ubictorado: modus
operandi de Interceptación & Criptografía; tecnología
que estaba siendo estudiada o aplicada, así como planos y diagramas de
maquinaria y equipo imperial. Operaciones encubiertas realizadas en los años de
preparación que habían desvelado el paradero de algunas naves desaparecidas,
como las USS Hera captura por el Imperio,
sucesos inexplicables hasta entonces. También tenían copias de memorándums
operaciones de la marina y el ejército con sus órdenes de batalla completos; scandocs
del Servicio Diplomático y
comunicados políticos del COMPNOR;
miles y miles de documentos que habían pasado por sus manos y que había logrado
reunir y copiar, pasándoselos para que la vedek
Alhana los
guardara. De esa manera la resistencia ahora no solo estaba organizada, sino
que tenía un conocimiento mucho más extenso y profundo de las fuerzas
imperiales del que podrían haber obtenido por sí solos.
Abrió la puerta del despacho de
Valerie pero Zahn no encontró a nadie.
– Computadora, localice a la
comandante Archer.
– La comandante Archer se encuentra en el despacho del almirante Ross.
Para matar el tiempo cargó la última
edición de “La Voz de la Libertad” en
un PADD. El primer artículo estaba
firmado por Jake Sisko e informaba del último asalto a un convoy de tropas
imperiales en el sistema Kalandra.
Conocía aquella operación ya que había sido liderada por la Defiant al mando del comandante Madden y el resto de los
compañeros de Kira Nerys y aunque en su base era correcto lo que decía, Zahn
distinguió varios datos distorsionados es
profeso para confundir al ubictorado. El periódico seguía con aquellos
“mensajes personales” en clave destinados a los diversos grupos de la
resistencia repartidos por todo el cuadrante Alpha y Beta.
Mientras leía otras noticias entró
Valerie, que al verle intentó disimular la expresión de disgusto que tenía,
esgrimiendo una gran sonrisa.
– ¿Cómo fue el viaje? – le preguntó esta
al entrar.
– Se ha firmado un tratado con la Federación que nos confirma como aliados y la enviada de la Nueva República
me ha felicitado por el trabajo que he realizado aquí. Luego me ha quitado el
mando de la fuerza
rebelde en la Vía Láctea, lo que en el fondo es un alivio. Así que ahora me
centraré en mi trabajo de espía.
–
Todo son buenas noticias, entonces.
–
A mí también me transfieren, pero de la Fuente Pi – anunció entonces Archer con pesar. Zahn no supo de qué decir
en ese momento. Sabía que aquella operación iba a ser trasladada a la base
Lirpa, pero todo hacía pensar que el equipo de la Flota Estelar iba a ser el
mismo. Aquel cambio le cayó como un jarro de agua fría.
» Se necesitan mis conocimientos
para otras misiones. Han ascendido a Zola como responsable de la Flota en Pi.
– Comprendo
– fue lo único que pudo decir Zahn.
–
Lo siento – replicó en un susurro.
–
No tienes por qué sentirlo. Así es la guerra.
–
No, lo que siento es... que no podré verte durante un tiempo. Y no quiero...
Durante
la conversación se habían ido acercando. Los dos se miraban a los ojos. Zahn
alargó la mano y cogió la de Valerie y las dos se estrecharon con fuerza. Se
acercaron más, casi hasta tocarse, mientras sus labios se aproximaban el uno
hacia el otro.
En ese momento la puerta se abrió y
entró Kira hecha un torbellino. Acababa de recibir la orden de Shakaar de trasladarse a la base Lirpa.
Zahn y Archer se separaron
inmediatamente.
Apenas un día después el Hespérides, una nave de la clase Oberth
que hacía misiones de espionaje, trasladó a Archer a la base Sorel. Pocas horas
después uno de los cargueros Gallofre transportó a las fuerzas
rebeldes a la base Lirpa.
USS Enterprise-E
Después que Lwaxana partiera hacia la Base Lirpa la Enterprise se dirigió a las coordenadas
que esta les había entregado para encontrarse con la Tempus Fugit. En medio del espacio las dos naves estelares solo se
intercambiaron saludos cordiales antes de separarse, transportando dos hombres
a bordo de la Enterprise, uno de
ellos pertenecía al Departamento de Investigación Temporal y debía ayudarles en su nueva misión. Una vez a
bordo, Picard ordenó a la piloto Perim que
pusiera rumbo a la antigua Expansión Delphica, como antaño otra nave de mismo nombre había hecho y cuya misión
era de vital importancia para el futuro de la Federación.
En cuando pusieron rumbo a su
destino, Picard se reunió con el oficial del DIT, el teniente Patrick DeLorean. Le acompañaba su compañero
sentimental, el alférez Tabor Laan, un ingeniero bajorano que ya había servido a bordo de la Enterprise el año anterior y que había sido transferido a otra nave
poco después del incidente en el planeta Ba’ku.
–
Sean bienvenidos a bordo caballeros – les saludó Picard en su despacho tras
observarles detenidamente –. Bien, he leído que se conocieron a bordo de la White Wolf.
–
Así es, capitán – respondieron los dos al unísono.
–
Conocía personalmente al capitán Storekeeper y creía que no habían quedado
supervivientes.
–
Oficialmente, no los hubo, señor – respondió tajante DeLorean.
–
Entiendo – replicó Picard supo que no hacía falta que continuara por aquel
camino, teniendo en cuenta a que departamento pertenecían ambos –. Alférez
Tabor, preséntese al comandante LaForge en ingeniería, estará contento de
volverle a tener a sus órdenes – le indicó al bajorano que asintió y salió de
su despacho con visible alivio. Luego se centró en DeLorean al que invitó a
sentarse, quería empezar a trabajar sobre su objetivo en aquella misión lo
antes posible.
»
Es usted miembro del DIT.
– Así
es señor.
–
He recibido la visita de sus compañeros en varias ocasiones.
–
He leído alguna de esas misiones, si me permite decírselo capitán. El nombre de
Enterprise tal vez sea uno de los más
repetidos en los informes del departamento.
– No me extrañaría nada. Bien, es
hora de centrarnos en los xindi.
–
Sí señor – replicó DeLorean entregándose a Picard un PADD –. Estos son los diarios de a bordo del capitán Jonathan Archer y varios de sus oficiales durante su misión
en la Expansión Delphica entre el 2153
y 2154. Como sabrá están bajo la
jurisdicción de la Primera Directriz Temporal. Aun así la situación merece excepciones.
–
Perfecto. Hágame un resumen de lo que sucedió entonces.
–
Claro señor. Como todo el mundo sabe el 24 de abril del 2153 una sonda armada de origen desconocido atacó la Tierra, causando 7 millones de
muertos. La Flota Estelar preparó su mejor nave al mando de su mejor capitán y
los envió a localizar la raza que había mandado aquella arma y detener la
construcción de una máquina mucho mayor, capaz de destruir el planeta entero.
Así la Enterprise partió hacia la Expansión Delphica: una región casi
inexplorada y que aún hoy permanece poco visitada, donde vivían los xindi. Eso
es lo que todo el mundo conoce.
»
Durante el año que duró la misión descubrieron que la Expansión estaba sido
asolada por una serie de anomalías subespaciales
provocadas por unas esferas
construidas por una raza de otradimensión que quería colonizar nuestra galaxia. Esta especie había engañado
a los xindi para hacerles creer que la Tierra sería la causante de su extinción
en el futuro. El capitán Archer les convenció de que eso era mentira y evitó
que estos destruyeran la Tierra. No solo eso, incluso les dijo que en el siglo XXVI los xindi formarían parte de
una gran alianza con la Tierra y otros muchos planetas, llamada Federación.
Para ello sabemos que Archer fue ayudado por un viajero del tiempo procedente
del siglo XXXI.
Mitras DeLorian explicaba los
pormenores de la misión de Archer, Picard se levantó y replicó dos tazas de té earl grey.
»
Los xindi están formados por cinco especies: una acuática, otra arbórea,
otra insectóide, otra de primates y otra reptiloide. En la época de Archer estaban muy adelantados
tecnológicamente a la Tierra, entre otros avances contaban con pasillos transcurvatura para
trasladarse por la galaxia. Desde entonces hemos tenido contactos esporádicos
con ellos y la expansión continúa siendo una región poco explorada por la Flota
Estelar a pesar de estar relativamente cerca de la Tierra.
–
La orden que tengo es convencer a los xindi en que se unan a nosotros. Y según
lo que me indica los xindi formarán parte de la Federación dentro de 200 años.
Pero no sabemos en qué momento de aquí al siglo XXVI se unirán a nosotros.
¿Emprender este viaje no será alterar la línea del tiempo?
–
Incluso yo desconozco con exactitud cuando los xindi se unirán a la Federación.
Pero como indicó Hari Seldon, (1)
uno de los psicólogos historiadores que crearon el DIT: la línea temporal se
mantiene básicamente inalterable aunque en esta sufra alteraciones puntuales,
auto corrigiéndose para mantener el futuro de la misma manera. En pocas
palabras, que lo que está escrito ha de pasar, aunque alteremos ciertos
acontecimientos, el resultado final es el que tendrían que haber ocurrido
igualmente.
–
Gracias, creo que ya me he hecho una idea clara.
–
Los diarios de Archer, T’Pol y el doctor Phlox, así como del resto de la
tripulación están íntegros – explicó DeLorean –. Los he leído y dan una clara
visión de los xindi. También he tenido acceso a otra información que por
motivos de seguridad, no se le ha podido entregar. Pero sí estoy autorizado
para informar de ello si llegara el caso. Lamento no poder decir nada más,
señor.
–
Le comprendo teniente. He estado en situaciones complicadas debido a los viajes
temporales. Saber si lo que estás haciendo está bien o vas a cambiar para
siempre lo que conoces, es... complicado. Pero como no dudaría en sacrificarme
por la Primera Directriz, aun lo
haría menos por la Temporal.
–
Lo sé muy bien, capitán.
–
Me alegro. Quiero que elabore un informe psicológico de los xindi junto a mi
consejera Troi, tanto ella como los comandantes Riker y Data quiero que estén
autorizados para leer los diarios de la primera Enterprise de la Flota Estelar. El resto de los oficiales del
puente tan solo sabrán lo imprescindible para la misión. Retírese.
–
Gracias, capitán.
Qo’noS
Corran estaba sentado en lo que
había sido el despacho del canciller Gowron y antes de K’mpec, en el
edificio del Alto Consejo Klingon.
Era un oficial de carrera, graduado el tercero de su promoción era un hombre
entregado al Nuevo Orden tras la
pérdida de toda su familia en las Guerras Clon. Rígido y disciplinado, era un brillante que había ido escalando
posiciones en el escalafón tanto por sus éxitos, así como por tener buenos
amigos en el Centro Imperial. Para
Corran aquella campaña era un escalón más para lograr su merecida graduación de
Gran Almirante y llevar el uniforme blanco.
–
Señor, el informe que solicitó sobre la muerte del gran almirante Gorden – le
indicó su ayudante entregándole una libreta de datos.
Para Corran la muerte de Gorden
había sido una tacha en su expediente. ¿Cómo podía haberse colado un pájaro de presa en la órbita de Qo’noS? Era prácticamente imposible con
la red de taquiones que rodeaban
completamente el planeta y que podía detectar cualquier nave camuflada, sin contar con la gran cantidad de naves que siempre
se encontraban en la órbita. La seguridad era más que rigurosa en todo el
sistema, en el cual no se había colado nadie, hasta entonces. Por eso había
abierto una investigación para aclarar lo sucedido.
–
¿Cuáles han sido las conclusiones?
–
No se han detectado mal funcionamientos en las parrillas detectoras, ni en los
piquetes del borde del sistema tampoco captaron nada anormal.
–
Qué más – apremió Corran.
–
Aunque la trayectoria es paralela a la posición fragata Koro, si se extrapola esta aparece un origen ilógico, porque justo
detrás de esta estaba situado el destructor Peligroso.
Es físicamente imposible que hiciera eso, a no ser que esta no procediera del
exterior del sistema. Por otro lado la Brecha de
Kathol
retuvo durante unos segundos a la nave klingon en su rayo tractor.
–
Eso es un procedimiento normal – puntualizó Corran.
–
Cierto señor, pero junto antes había desactivado sus escudos. Y aún hay algo
más. Entre los restos que examinamos encontramos un número de serie de una
pieza de su motor de curvatura, este procedía del M’Char, de la clase B’rel,
que según los informes fue capturada en el planeta Sherman durante la invasión, aunque no consta en los registros su ubicación
actual.
–
Puede retirarse – le indicó Corran impertérrito.
Cuando se encontró solo este dejó de
retener sus sentimientos y en su rostro se manifestó la ira que aquello le
producía. Gorden, el hombre que le había propuesto para el puesto, al que
conocía desde hacía más de quince años, había sido asesinado por sus propios
compañeros. Hombres leales al Imperio,
al que el Gran Almirante había servido fielmente. Había hecho bien en recurrir
a sus hombres para realizar aquella investigación y dejar de lado al ubictorado ya que no se fiaba de ellos.
El almirante se levantó de la silla
y se dirigió hacia el ventanal en el que podía ver toda la Primera Ciudad. Cazas TIE
patrullaban el cielo, al igual que AT-ST
y Fortalezas Flotantes lo hacían por
las calles. Y maldijo el día que había aceptado que aquella operación liderada
por los hombres mezquinos y retorcidos del ubictorado. Pero aquello no quedaría
así.
La Drez Roja
La antigua nave transportadora de cazas TIE solía permanecer en el
espacio profundo tres meses, luego otro en la base y otras tres meses de
misión. Su periodo operativo estaba a punto de concluir y la tripulación ya
empezaba a estar cansada de la rutina y de los mamparos grises que les
aprisionaban, más cuando en aquel viaje se había estropeado la holocubierta, sin que pudieran
repararla.
No lejos de la nave imperial otra la
observaba, envuelta en un campo de invisibilidad. Su capitán estaba sentado en
su silla, observando a su presa. La veterana nave del capitán Grumby apenas tenía armas, pero la
tripulación de la USS Minnow estaba deseando cumplir con su misión. No
tenían órdenes de entrar en combate, tan solo de vigilar y averiguar lo iban a
hacer.
USS Voyager
Permanecieron varios días en Atgot
Prime intercambiando la tecnología que la Voyager
había encontrado en su periplo por el cuadrante Delta con los técnicos de Harzel. A su vez la nave de Janeway se avitualló
con combustible de deuterio, anti-materia, cristales de dilithio, más torpedos de fotones y nuevos y más poderosos torpedos quánticos,
adaptaron los escudos abatibles y otras actualizaciones que la Flota había
desarrollado en aquellos seis años.
Con estos trabajos concluidos la Voyager partió hacia la base Lirpa.
Todas las consideraciones sobre su futuro quedaban pospuestas hasta el próximo
encuentro con el almirante Paris, a
quien se había remitido vía Minotauro
los diarios de a bordo.
La llegada a la base Lirpa no fue
tan ceremoniosa, tan solo la una comunicación de bienvenida por parte del
control de tráfico, indicando donde tenían que situarse. La base estaba ubicada
en la superficie de una luna de clase D,
un páramo muy semejante a la Luna.
Las instalaciones se alargaban tanto en el exterior de la árida superficie,
como en túneles y galerías excavadas en ella. En órbita habían una docena de
naves estelares, más un crucero del jem’hadar, varios pájaros de guerra romulanos y otras naves klingons.
Y algo más lejos había varias naves que nunca habían visto: la mayor de estas medía
algo más de mil metros de lago y tenía una extraña forma alargada, como un
calamar sin sus tentáculos.
Janeway y Chakotay se transportaron
a una de las estructuras exteriores de la base, siendo recibidos por un oficial
delta.
– Soy el teniente Ezhik, ayudante
del almirante Paris. Acompáñenme, por favor – dijo muy protocolario llevándoles
al despacho del jefe de la Flota.
Este era muy sencillo con una mesa
de madera para trabajar, a la derecha unos sofás y una pequeña mesa junto a la
ventana que daba al exterior del edificio. Y como único elemento decorativo dos
banderas amarilla y gris de la Flota Estelar detrás de la silla. Enseguida
apareció el almirante por la misma puerta que habían entrado ellos y se dirigió
hacia Janeway, su antiguo oficial científico a bordo del Al-Batani.
– Bienvenida, Kathryn – le dijo
abrazándola, en un gesto nada usual en el veterano oficial y antiguo capitán de
Janeway. Luego alargó la mano hacia Chakotay –. Es un placer conocerle,
comandante.
– El place es mío, almirante –
replicó el líder del maquis.
– Tomen asiento – indicó Paris
afablemente y señaló el sofá que quedaba junto a la ventana, momento en que
entró de nuevo Ezhik llevando una bandeja con una cafetera y tres tazas que
dejó sobre la mesilla. El olor de café recién hecho inundó la estancia,
mientras Paris lo servía en las tres tazas –. Sabía que te gustaría esto.
– ¡Café! – fue lo único que Kathryn
pudo decir mientras olía aquel aroma natural por primera vez en seis años. Tomó
el primer sorbo de aquel café no replicado, puro y natural.
– No es de la Tierra, pero en Penthara IV
también cultivan buenos cafetales – explicó el almirante con satisfacción –.
Ahora volvamos al trabajo, ante todo darles la enhorabuena por regresar de su
odisea. He leído sus diarios de a bordo y creo que su experiencia será muy
valiosa en estos tiempos oscuros que nos acechan. El almirante Harzel ya me ha
informado de la tecnología borg que
ustedes adaptaron y que están estudiando ahora en Atgot Prime, pronto podremos
modificar nuestras naves y así estar un paso por delante de nuestros enemigos.
» Lo primero que quiero decirles es
lo contestos que estamos de tenerles de vuelta. Su llegada ya es conocida por
muchas naves y hemos recibido numerosos mensajes de bienvenida de ellas. Nos
hubiera gustado que fuera más discreta, pero el teniente Barclay solo tenía las coordenadas de la base de Atgot
Prime.
– Nosotros también, almirante –
contestó Janeway alzando la mirada de la caza de café –. Y queremos aportar
nuestra aportar nuestra experiencia y conocimientos en estos momentos tan
complicados para nuestro hogar.
– No esperaba menos de ti y tu
tripulación, se lo aseguro. Por eso hemos de hablar sobre la situación de la
tripulación del maquis, por eso le pedí que viniera comandante Chakotay. La
peculiar situación de la Voyager
aislada a 70.000 años luz en el cuadrante Delta, hace lógica y natural la
alianza que ustedes dos hicieron. Y como ya sabrán este fue... diezmado por el jem’hadar cuando el Dominion se alió con Cardassia en el 2373. Sabemos que en este momento grupos de supervivientes se han
reorganizado en la antigua Zona Desmilitarizada y luchan de nuevo contra los cardassianos. Pero ahora, la Voyager
está aquí y han de tomar una decisión: si quieren permanecer a bordo o no. Tomen
la decisión que tomen, los delitos bajo jurisdicción militar que su gente
hubiera cometido, será exonerado completamente. Por lo que los antiguos
oficiales que quieras regresar a la Flota serán readmitidos, y todos los que se
queden se les confirmará automáticamente en el cargo que ocupan actualmente –
dijo Paris, y se giró hacia Janeway –. Salvo que usted indique lo contrario,
capitán.
» Los que no forman parte de la
Flota y quieran volver a las filas del maquis serán conducidos hasta las
colonias de la Zona Desmilitariza. O a sus hogares, si aún existen.
– Eso lo hemos de hablar con nuestra
gente – respondió Chakotay mirando a Janeway, quien asintió comprensiva.
– Además de los miembros del maquis,
hay ocho civiles a bordo, cinco de ellos niños, además de un bebe. Debido a la
situación de guerra ninguna nave estelar lleva actualmente a las familias,
estas han sido agrupadas en diversos asentamiento seguros. De la borg... Seven of Nine y de su cocinero,
dejaré en sus manos la decisión de que hacer. Nos encontramos en unas
circunstancias muy peculiares, tanto la ustedes, como la Flota Estelar y la Voyager es su nave, Kathryn. Usted
decide.
– Gracias, almirante.
– Lo último que quería comentarles
era mi tristeza por lo ocurrido al capitán Rudolph Ranson, al que conocía bien. Estoy seguro que no fue una grata
experiencia encontrarse a un compañero que hubiera dado la espalda a todas
nuestras creencias. Aunque creo que podemos sacar algo de provecho de ello.
Desearía que los supervivientes de la tripulación de la Equinox fueran
transferidos a esta base.
– A pesar de que sus actos no son
justificables, su comportamiento desde que están a bordo de la Voyager ha sido ejemplar, almirante –
quiso intervenir Janeway a su favor.
– No queremos trasladarles para
castigarles – la tranquilizó Paris –. En realidad creemos que sus conocimientos
pueden ser de gran utilidad en este momento.
» Todo esto lo quería hablar de
forma inmediata – continuó Paris levantándose –. Ahora la presidenta de la Federación quiere saludarles.
– Almirante, disculpe, ¿cuál será
nuestra misión? – osó preguntarle Janeway. Paris cambió de semblante y se puso algo
más serio.
–
La presidenta Troi quiso decírselo
en persona. Por favor, acompáñenme.
Paris salió de su despacho y se
dirigió hacia la puerta que se encontraba justo delante de la suya. Llamó y
tras indicar desde su interior que pasaran abrió la puerta, invitando a Janeway
y a Chakotay a pasar delante.
Lwaxana Troi estaba en el centro de
la estancia, vestida con un traje largo y los brazos extendidos.
–
Que los hijos pródigos sean bienvenidos a casa – dijo con una gran sonrisa, se
acercó y abrazó con satisfacción –. Cuando la Federación supo que estabais
vivos, los corazones de todos se alegraron. Hoy volvéis a casa. Bienvenidos.
–
Gracias Presidenta – dijo Janeway.
Les hizo sentar en los sofás de la
estancia y los tres estuvieron hablando durante largo rato, primero sobre el
viaje de la Voyager, luego sobre los
sucedido a la Federación. Finalmente Troi supo que estaban preparados para
darles su misión.
–
Capitán, comandante. En un esfuerzo por parte de la Flota Estelar y de la misma
Federación, estamos agrupándonos en una gran alianza contra el Imperio Galáctico. Empezamos con los klingons, los romulanos, el Dominion y
la resistencia cardassiana y poco a
poco hemos ido entrado en conversaciones que otros planetas y potencia,
incluida la Nueva República, la
fuerza que se opone al Imperio en su galaxia. También los ferengi, los gorn, los tholianos, los bajoranos, los arkonianos,
los tandaranos, por citar algunos se
han unido en nuestro esfuerzo por derrotar al enemigo común.
» Lo que pretendo de ustedes es que
regresen al cuadrante Delta – dijo sin más preámbulos,
lo que hizo aparecer una expresión de sorpresa en Janeway y en Chakotay –. Sé
que lo que les pido es duro, ahora que han regresado. Pero necesito que
encuentren a más aliados. No hace mucho se toparon a numerosos borgs desasimilados, tal vez conozcan o
encuentren otras razas que pudieran ayudarnos en nuestro esfuerzo bélico.
Ustedes son los expertos en esa zona y espero que tengan alguna idea más
detallada de quien pudiera ayudarnos.
» Por supuesto la decisión final, es
suya. Pero no sé de nadie más que pudiera hacer mejor este trabajo.
Sistema Ardana
El convoy imperial surgió del hiperespacio a la hora y en las
coordenadas exactas que le habían indicado al teniente Wolf’lelf. Estaba
formado por ocho cargueros pesados de un casco trapezoidal que
arrastraba centenares de contenedores, más un crucero de la clase Carrack
como escolta. Había partido desde el gran centro de abastecimiento llamado Base
Llegada Uno, el centro logístico imperial más importante en la Vía Láctea, y
tenía que pasar por Ardana, Aldebaran, el sistema Rigel, Coridan y
Vulcano. Llevaba suministros de todo
tipo a las diferentes guarniciones de aquellos planetas desde vehículos, hasta
equipo ligero. En su primera parada se le unirían dos corbetas más para
aumentar la protección.
El teniente Wolf’lelf había ordenado
mantener el silencio de radio hasta aquel momento, muy cerca del sistema Ardana.
Aquella iba a ser la primera misión operativa de su escuadrón de cazas
espaciales, creado por voluntarios de entre todos los oficiales y tripulantes
de la Flota y entrenado por las fuerzas de la Alianza Rebelde. En los últimos meses se habían construido y
modificado un considerable número de naves para dotar a los escuadrones como el
suyo. Estaban divididos en ligeros y pesados, los primeros formados por
veteranos cazas de la clase Peregrine o los más modernos Valkyrie
para misiones de ataque y escolta, mientras que los pesados estaban pensados
para bombardeos y ataques a posiciones más protegidas y estaban formados por naves escolta más modernas o runabouts
modificadas para tal efecto. Todos habían tomado el nombre de algún sistema
ocupado por el Imperio y todos
contaban con la férrea voluntad de luchar hasta el final. En su caso eran el escuadrón
Rigel, y estaban equipado con cazas
clase Peregrine biplaza, pintados de
azul oscuro con un esquema de cuadros blancos pintados en los morros y los
motores, sugerencia de uno de sus pilotos, el alférez Matthew Hambly. Como
oficial al mando le había gustado la idea, al igual que al resto del escuadrón:
era identificativo, aumentaba la moral. Y eso era bueno.
–
Aquí Rigel 1 al resto de los cazas.
Patrón de ataque Zeta – ladró Wolf’lelf –. ¡Adelante, fuego a discreción!
Las ocho antiguas naves correo de la
clase Peregrine de 25 metros de largo
equipados con phasers y torpedos quánticos desactivaron sus
sistemas de ocultación detrás del crucero imperial y se lanzaron a toda
velocidad contra este. La vanguardia estaba formada por tres cazas, con otros
tres detrás y dos más algo descolgados a la derecha para mantener la cobertura
en ese flanco. Se aproximaron cayendo sobre su objetivo cogiéndolo
desprevenido, que aunque devolvió el fuego con sus cañones láser, sin lograr
alcanzar a ninguno de ellos en la primera pasada, mientras que sí había
recibido sendos impactos cerca del reactor de ionización de su popa.
–
¡Prepárense para una siguiente pasada! Rigel
4 manténgase la formación cerrada – indicó Wolf’lelf mientras viraban para
el siguiente ataque.
El crucero ya estaba girando y se
encaramaba contra los cazas federales. Los Carrack
tenían fama de lentos y poco maniobrables, pero muy resistentes. La idea de
Wolf’lelf era destruir el motor y dejarle a la deriva. Mientras acababa de
enfilar hacia la nave imperial observó en su pantalla como los cargueros se
agrupaban e intentaban alejarse del combate. No lo lograrían.
En ese momento las cuatro runabouts de la clase Danube del
escuadrón Vulcan aparecieron sobre el
crucero imperial y efectuaron una segunda pasada. Con los escudos concentrados
en la proa, los ocho cazas pesados neutralizaron el motor principal y tras
pasar junto a los Peregrine de Wolf’lelf,
viraron para atrapar a los cargueros. Según los sensores la parrilla energética
del Carrack estaba fluctuando: la
velocidad sublumínica no funcionaba, los sensores principales habían dejado de
existir y los escudos estaban al treinta por ciento. Aun así contaba con la
mayor parte del armamento intacto.
Se aproximaron de nuevo directamente
contra la nave enemiga. Abrieron fuego al mismo tiempo que los artilleros del
crucero. Los disparos se entremezclaron y un caza de Wolf’lelf fue alcanzado
por el fuego enemigo. A su vez este recibió una descarga de torpedos quánticos
que acabaron con sus escudos y abrieron una brecha en el casco, justo sobre el
reactor principal de babor.
–
¡Rigel 8, tome el puesto de Rigel 4! – ordenó Wolf’lelf mientras se
reagrupaban por detrás del crucero, que sin energía y serios daños se
encontraba a la deriva. Pero tenía otras preocupaciones en su mente, así que
centró sus sensores en sus dos cazas que habían sido alcanzados en la refriega.
No detectó signos de vida.
– Vulcan
I a Rigel 1 – dijo el jefe del
segundo escuadrón –. Hemos detectado
naves imperiales acercándose desde Ardana. Ya hemos trasladado los equipos de
asalto a los cargueros. Propongo abandonar la zona. Cambio.
–
Oído Vulcano I, nosotros les
protegeremos, corto – replicó Wolf’lelf y ordenó a su escuadrón que se alejara
del crucero moribundo y que se preparara para enfrentarse a los refuerzos.
Tenían órdenes de reducir las bajas al mínimo y aquel raid ya había causado la
muerte a demasiados de sus pilotos.
–
¡Aquí Vulcan I, ya podemos alejarnos! Buen trabajo.
Los
cargueros y la mitad de los cazas saltaron al hiperespacio, segundos después el
escuadrón de Wolf’lelf hacía lo propio en otra dirección.
Dos
días después, ya en su Base Rocket, Wolf’lelf se puso a escribir a las familias
de los alféreces Jonathan Rilick y Trokala. No sabía cuándo podría enviarlas, ni
si el mismo las podría llevarlas, pero debía hacerlo. Rilick era un joven
alegre y voluntarioso, que aún no había acabado la Academia, un gran piloto.
Trokala era una oficial más veterana, una buena ingeniera arkenite que se había presentado voluntaria como copiloto de caza.
Al concluir las dos cartas las guardó en el ordenador de la base, sabedor que
aquellas eran tan solo las primeras misivas que iba a tener que escribir. Al
día siguiente repasaría con el resto del escuadrón al ataque e intentarían ver los
errores que habían cometido. Luego volverían a entrenar.
USS Enterprise-E
La nave de Picard se había acercado
a la Expansión Delphica por el hiperespacio, pero al llegar a esta
habían regresado a la velocidad de curvatura tradicional. Primero porque la
cartografía de aquellos sectores no era precisa y luego para poder contactar
mejor con los xindi. Para ello seguirían
los mismos pasos que Archer y se
encaminaba hacia los planetas que este último les había localizado siglos
antes. El más cercano era una extracción de kemocite de los xindi arbóreos, pero al llegar allí encontraron la antigua colonia abandonada. La beta de mineral se había agotado y parecía
que estos habían abandonado el planeta en busca de mejores explotaciones
mineras. La siguiente parada fue la colonia de humanos y skagaranos que Archer había encontrado en la Expansión en el 2153.
Al llegar descubrieron gran número
de naves civiles y que la población se había triplicado, debido a los
refugiados que habían llegado huyendo de la invasión del Imperio. Picard
realizó una visita secreta al gobernador y al sherif responsable de la seguridad.
Estos le explicaron que habían recibido de buen grado a todos los refugiados,
el planeta era grande y sus recursos les permitían alimentarles a todos. Se
alegraron que la Federación no
estuviera vencida y acordaron que tras el regreso de la Enterprise de su misión en la Expansión, esta recogiera a un
representante de aquella estrella solitaria para llevarlo ante el Consejo de la Federación en el exilio.
Tras la breve pausa prosiguieron en
su viaje hacia el interior de aquel territorio semi-explorado, mientras su
oficialidad se preparaba para el encuentro con los xindi. Deanna y DeLorean
habían leído los diarios de bitácora de un viaje no muy diferente al que
estaban realizando, haciendo un protocolo psicológico sobre aquellas razas.
Mientras que Riker lo preparaba en el aspecto táctico, por si los belicosos
xindi que habían atacado la Tierra 200 años antes, resultaban igual de
peligrosos. Data incapaz de romper la Primera Directriz Temporal gracias a sus circuitos positrónicos y a sus protocolos de integridad, había estudiado los aspectos
más oscuros de la misión de Archer: los constructores de esferas y sus falsas promesas. Todo esto había creado un vínculo entre
estos y DeLorean, integrándose rápidamente en la vida de la Enterprise. Además Geordi había
recuperado en Tabor a un ingeniero bien capaz, ingenioso y eficiente. Por tanto
al cabo de poco tiempo solían asistir a las cenas que preparaba Deanna en su
cabina. Incluso había asistido a varias partidas de póquer.
–
He estado repasando los viajes de Archer y su Enterprise – comentó en una velada Riker poco después de partir de
la colonia humana y skagaran –. Desde la Academia
que no leía unos diarios de bitácora con tanta voracidad. Sus aventuras son
increíbles y la leyenda de las naves Enterprise se alarga hasta los
albores de la Federación. Incluso tuvieron un contacto con el borg...
–
Sí, toda una paradoja temporal – intervino DeLorean –. Supervivientes
congelados de los tripulantes de la esfera
que abatieron ustedes sobre la Tierra en el 2063. Lo curioso es que según Archer enviaron la señal con su
transpondedor. Eso significa que los llegó al borg del cuadrante Delta aproximadamente al mismo tiempo que entidad Q les llevaba a ustedes al sistema J-25. Por tanto fue una suerte
para nosotros ese encuentro fortuito...
–
¿Me está diciendo que fue una suerte la muerte de 19 de mis tripulantes? – le
interrumpió entonces Picard con brusquedad.
– Lamento si mi comentario ha
parecido lo que no era, capitán – replicó DeLorean cohibido por la reacción de
Picard, su rostro se había crispado al recordar su primer encuentro con la raza
que luego le asimilaría y le usaría para matar a sus compañeros en Lobo 359 –. Pero si Q no les hubiera
llevado a J-25 en ese preciso momento, es posible que no hubiéramos parado esa
primera invasión borg en que le apresaron. Solo es una paradoja temporal...
– Capitán detectamos una nave aproximándose
– indicó la voz de Daniels por el
comunicador. Todos los oficiales se levantaron y se dirigieron al puente. En
pantalla apareció un crucero que era muy similar al de los xindi primates que se guardaban en los diarios de la primera Enterprise
–. Se comunican con nosotros.
– En
pantalla – ordenó Picard. Delante de él apareció un humanoide con unas
protuberancias óseas junto a los ojos y sobre la frente.
–
¡Identifíquense! – ordenó con brusquedad.
–
Soy el capitán Jean-Luc Picard de la nave estelar Enterprise – dijo solemne, esperaba que aquello tuviera alguna
reacción sobre el xindi –. De la Federación Uni...
–
Conozco a la Federación Unida de Planetas – le interrumpió el xindi.
–
Vengo en nombre de mi gobierno para hablar frente al Consejo.
Este pareció sorprendido y tras una
larga pausa prosiguió.
–
Detectamos que su nave tiene tecnología de vortex.
Les indicaremos unas coordinadas y ustedes esperarán allí.
Continuará…
Notas
de producción:
(1) Hari Seldon es el desarrollador de la psicohistoria de la Saga de
la Fundación de Isaac Asimov.
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