lunes, 30 de diciembre de 2019

Star Wars El ascenso de Skywalker


Atención SPOILERS!!!

Mis perspectivas ante la última película de esta nueva trilogía eran realmente pocas. Como alguien ha dicho: la película menos esperada y más temida. El Despertar de la Fuerza me pareció un remake falto de imaginación y con el único motivo de no arriesgarse. Mientras que Los últimos jedis solo puedo clasificarla como un despropósito. Por otro lado, aunque no dude de las capacidades de J. J. Abrams como realizador, sí es cierto que suele olvidar a su antojo la coherencia de las franquicias donde trabaja, como ya hizo con Star Trek (2009) y tiende a enrevesar elementos de sus argumentos hasta hacerlos absurdos, como en Star Trek: Into darkness. Pero al finalizar la película, con todos los engaños y giros de guión que tiene, reconozco que me pareció mejor que las dos anteriores (lo cual tampoco era tan difícil). Es entretenida y la acción es trepidante en todo momento (algo que no ocurrió con Los últimos jedis, en la que realmente me aburrí) y aunque poco, aclara algunas cosas: como ese misterioso origen de Rey. Y con su argumento falto de originalidad por lo menos cierra la saga: matando (otra vez) a Palpatine.

Retornado
Toda historia ha de tener su villano, y Star Wars, formada por arquetipos y clichés, en la que además se describe la eterna lucha bien y el mal, ha de tener uno. Y más mal que bien, pero en el Episodio VII nos presentaban a Snoke. No nos decían nada de él, ni de dónde venía, ni realmente que quería (además de dominar la galaxia y hacer maldades, claro está). Tras lo cual en el Episodio VIII lo matan, sin aportar mucha más de él de lo que ya sabíamos, que era más bien poco. Y obviamente en el Episodio IX necesitan un remplazo. ¿Y quién mejor que Palpatine? Al fin y al cabo, era el antagonista de las dos trilogías anteriores. El problema está en que parece que este lo hayan sacado de la chistera, cual mago, con un giro inesperado y dramático de esta historia, que parece continuar con el despropósito del Episodio VIII. Y es que las cosas se han de preparar. La idea del malvado Emperador nos la había anticipado Darth Vader en el El Imperio contraataca. De manera que cuando nos lo mostraron al final de la trilogía original ya sabíamos de su existencia. Pero en esta vez no es así. No lo mencionan, ni se hace ninguna referencia velada a su existencia (o de alguien por encima de Snoke). Y además nos lo plantan en las letras iniciales, sin introducción alguna. Después de eso vemos a Kylo llegar hasta él y te enteras que Snoke no era más que un ser creado y clonado para manipular y controlar a distancia a Kylo y la Primera Orden. Obviamente al final de la película Rey y Kylo se unirán para luchar contra este renacido, y vencerlo. Esto, aunque pueda parecer muy épico, no es más que un refrito de conceptos ya explorados anteriormente. Su resurrección y retorno se hizo en el Universo Expandido, ahora llamado Legends, en el cómic Imperio Oscuro, donde el que el Emperador regresaba a través de clones y gracias a que su conciencia había sido enviada fuera de su cuerpo antes de morir en Endor. Pero por encima de esta anécdota, la cuestión es que la caída del Emperador ya nos la habían contado: en el Retorno del Jedi en 1983. Aunque en aquella ocasión esa historia era lineal (en la cronología de la saga) cuando en la Venganza de los Sith se alza Palpatine (o Darth Sidious) en el poder, derrocando la República y proclamando su Imperio. Y años después su aprendiz, Darth Vader es vencido por su lado luminoso en Anakin y es derrotado por este para salvar a su hijo Luke, en un acto de redención de su padre. Entonces ¿por qué volver a contarnos lo mismo, otra vez? Y además de una manera tan burda y simplona. Con un Kylo Ren que está claro, desde El despertar de la Fuerza, que volverá al Lado Luminoso al final de la trilogía, emulando a su abuelo. Mientras que es Rey la que no se deja tentar por el poder, como antaño hizo Luke, siendo, posiblemente también, la génesis de una Nueva Academia Jedi, como también iba a hacer el joven Skywalker.

Entramos en bucle
Para mí lo mejor de la franquicia de Star Wars era que nos contaba una historia de principio a fin. Y no era como otras sagas que una vez logrado la fórmula del éxito la repiten una y otra vez (Indiana Jones, Mad Max o, saldo las distancias y como máximo exponente Fast & furious, son ejemplos de ello), pero en esta, salvo algunos elementos que se repetían, en general tenía una narrativa lineal. Así la trilogía original y las precuelas contaban una sola historia: la caída de Anakin, que vendía su alma por el conocimiento para salvar a su amada y a sus hijos, cual Fausto, pero que lo único que lograba era matar a esta. Y tras convertirse en un atormentado asesino, se redimía salvando a su vástago, recordando, tal vez, el amor que había sentido por Amidala. Pero en esta nueva trilogía y ese es su peor defecto, en vez de seguir con la historia, nos la repite. Y resucitar a Palpatine, presentarnos a un personaje como Rey, que es un don nadie, como lo fueron Anakin y Luke en su momento y con un villano redimido, como es Kylo, como nieto de Vader, es lo mismo que ocurrió hace ya 40 años, lo que hace entrar en un bucle que la saga de Skywalker no había tenido antes.

¿Darth Sidious, seguro?
Como nos recuerda el youtuber Apolo1138 en su vídeo: cuando Palpatine envía un mensaje a la galaxia amenazándoles a todos que ha llegado el Día de los Sith, este rompe con lo que nos habían explicado del personaje. El cual era capaz de entretejer estrategias entre las sombras durante años, décadas de antelación, como un titiritero controlando los hilos y manipulando a distancia, sin que nadie supiera su verdadera naturaleza. Así lo hizo para formar los ejércitos de droides de la Confederación de Planetas Independientes, al mismo tiempo que creaba y entrenaba otro de clones para la República para que se enfrentaran en las Guerra Clon. Al mismo tiempo, aprovechando el caos de la guerra, aumentaba su poder político en el Senado Republicano hasta obligar a este a aclamarle como dictador en una ovación. Y todo esto sin revelar su naturaleza Sith mientras era el Canciller Supremo y después como Emperador. También se contradice en esta misma trilogía, al haber creado a Snoke y hecho creer a todo el mundo que otro era el Líder Supremo de la Primera Orden, y siendo el maestro en el Lado Oscuro de Kylo Ren. Pero ahora, sin que venga a cuento, ha decidido quitarse la máscara y sin engaños anunciar a toda la galaxia que ha regresado para vengarse. La verdad es que el Palpatine o Darth Sidious que vemos aquí no se parece para nada al que nos habían mostrado en las trilogías anteriores. Eso o la muerte le ha sentado muy mal.

Mátala, bueno mejor que no…
Cunado Kylo llega a Exegol gracias a un GPS Sith que ha encontrado (sin que nos expliquen cómo ha descubierto que este se encontraba en Mustafar, ni falta que hace), Palpatine le pide que mate a Rey y le ofrece a cambio decenas, cientos, de nuevos destructores que surgen del hielo o la roca y convertirse en el Emperador de la galaxia. Pero luego, cuando su nieta está delante de él, este le dice que nunca había deseado su muerte y que quiere que se convierta en la Emperatriz. En realidad, lo que quiere es que ella le mate para apoderarse de su cuerpo. ¿Tal vez ya esté senil después de regenerarse durante 20 años desde la Endor?

Rey, la Usurpadora
Esta chatarrera ha resultado ser la nieta de Palpatine. Pero como el apellido de Skywalker queda mejor, se apodera de él, a pesar de que no es el suyo. (1) Podemos entender sus motivos, pero es que además al final resulta que Rey es la Elegida, aquella que debía traer el equilibrio a la Fuerza cargándose a los sith. Esto hace que todo aquel viaje de Anakin hacia el Lado Oscuro y su redención final, se reduzca considerablemente, no solo en la importancia en la historia de la galaxia. Sino en su propia existencia personal. Ya que este era el leit motiv de las dos trilogías previas, pero resulta que al final no va de este, sino de lo malo que es Palpatine. Anakin, retornado de Vader, murió por nada. Bueno, en realidad solo es relevante a la hora de equilibrar las fuerzas: como los sith tenían aquella regla de solo maestro y aprendiz, este se encarga de eliminar, cual matarife, a la mayoría de aquellos 10.000 jedis que existían en la Antigua República. Dejando tras la Gran Purga con tan solo a dos de ellos: Yoda y Obi-Wan (aunque sabemos de más supervivientes, estos son los que aparecen en las películas). De alguna manera y teniendo en cuenta que este es el final de la saga de nueve películas, me queda la sensación que nos podríamos haber ahorrado todo este refrito del final.

Fanservice
Esta película está hecha para el servicio del fan. En primer lugar, eso no es malo, si el fanservice se entiende en no perder la esencia de la saga y hacer guiños a las entregas anteriores, incorporando elementos y narrando cosas nuevas, de manera que se mantiene a los fans de siempre y se atraen a otros nuevos. Un ejemplo de ello es la estupenda The Mandalorian, donde además de todo eso se nos está construyendo una buena historia. Pero tras el remake de El despertar de la Fuerza y el despropósito (disculpen que me repita) de Los últimos jedis, que supuso un enfado entre el fandom, era necesario que la historia hiciera retornar a los fans, pero, sobre todo, que cerrara los flecos argumentales (algunos auténticos agujeros en la línea de flotación) abiertos en el desarrollo argumental. Desgraciadamente El ascenso de Skywalker no ha hecho nada de esto. Simplemente se limita a intentar remediar algunos de los momentos más polémicos de Los últimos jedis. Y no es tanto que Rian Johnson iniciara el desarrollo de su película con el bosquejo del guión de su antecesora, sino que pasó olímpicamente de algunos conceptos básicos de la franquicia. El más importante es el que ya hace más de cuarenta años Luke nos lo presentaron como el prototipo del héroe: alguien que no se amedrenta ante las dificultades. Quien ante toda lógica y el consejo de todos los que le rodeaban, creyó que Darth Vader podía redimirse y convertirse de nuevo en el paladín de la luz que se suponía que era Anakin Skywalker, su padre. Y lo consiguió. ¿Ahora tiraba la toalla? ¿Hacía propios los errores de otro con respecto al orgullo de la Orden Jedi? Ese no era el personaje que conocíamos. No era quien se había negado a unirse a Palpatine en el Lado Oscuro y que estaba dispuesto a morir por ello. De alguna manera era necesario corregir semejante sacrilegio (y no lo digo como fan dogmático, sino como narrador de historias: no puedes hacer que un personaje haga algo que se contradice con todo lo que habías desarrollado de él). Así que ahora Luke pide disculpas (y no solo a Rey, sino a toda la audiencia) por haberse exiliado y dejado a los habitantes de la galaxia a su suerte. Y nos recuerda que los sables de luz han de tratarse con más respeto, cuando él mismo había tirado el de su padre. Imagino que al pobre Mark Hamill le había dolido esa escena tanto como a nosotros. Después nos cuentan que Leia Organa-Solo había sido entregada como jedi, incluso nos insinúan que era más poderosa que su hermano al verla vencerle en el flashback, dándonos a entender como esta pudo sobrevivir en el espacio y retornar al Raddus, cual Superwoman. Y nos apartan a Rose Tico, que tanta crítica generó, de la trama. Y aquí he de decir que la inclusión de Kelly Marie Tran no me parece tan mala en Los últimos jedi, dentro de una película deleznable y aburrida, ella hizo lo que puedo en su parte, que por otro lado no aporta nada a la película. (2)

Guiños tardíos
La otra parte del fanservice son los guiños al resto de la saga. Aquí, el ejemplo claro podría ser la puesta en escena de The Mandalorian, donde aparecen razas y existen referencias a la franquicia en cada capítulo. Y es que en esta trilogía era difícil encontrar algún figurante conocido, todas eran alienígenas nuevos y pocas referencias reconocibles (salvo las naves espaciales que eran casi todas iguales a la trilogía original: ¡viva la imaginación!). Ahora nos han traído el Tantive IV, la misma corbeta corelliana en la que iba Leia en Una nueva esperanza y a Rojo 5, el Ala-X de Luke, el Ghost de Hera Syndulla de SW: Rebels y el Razor Crest de The Mandalorian. Así como aparece Lando Calrissian, que por lo menos no ha muerto como a los protagonistas de la trilogía original, aunque no hace mucho salvo gritar de alegría. O la fugaz aparición de Wedge Antilles en la batalla de Exegol y la entrega a Chewbacca de la merecida medalla que recibieron Han y Luke después de destruir la primera Estrella de la Muerte. Todo esto para que nos llegue a nuestro corazoncito de fan, pero la verdad es que estos guiños ya podrían haberlos dosificado desde El Despertar de la Fuerza, ya que precisamente la falta de estos es uno de los motivos por los que estas tras películas parecen completamente desconectadas de las anteriores.

Respuestas sin preguntas
¿Cómo averigua Kylo que Rey es la nieta de Palpatine si este solo le ha dicho que “ella no es quien tú crees”? Puede que se lo dijera después de cortar la escena, pero eso solo son suposiciones. Y encima resulta que Luke y Leia también conocían su origen, ¿por qué no se lo dijeron antes? ¿Y qué es lo que le quiere decir Finn a Rey mientras se hunden en las arenas movedizas? Nos quedaremos con las ganas, ya que no lo dice ni al final. (3) Poe se pelea con Rey sin que venga a cuento cuando regresa de la misión en la colonia del Glaciar Sinta y ella estaba entrenando. ¿Qué les pasa a esos dos? Para a la siguiente escena, todos suben al Halcón Milenario para ir de búsqueda de GPS Sith como buenos amigos. ¿Qué ha ocurrido con la Nueva República? ¿Por qué nadie acudió antes en ayuda de la Resistencia y ahora sí? ¿Cómo sobrevivió Palpatine a la muerte? Bueno, aquí los hobitts (lo siento Dominic Monaghan, pero siempre serás Meriadoc Brandigamo, es decir: Merry) vienen en nuestra ayuda para decirnos que existen: “ciencias oscuras, clonación (tal vez esta sea una ciencia oscura), secretos de los sith”. Cuando Palpatine hace emerger del hielo o la piedra los cientos, tal vez miles, de destructores de la Última Orden, ¿quién los ha construido, quien forma sus tripulaciones? Aunque tal vez esto no de debería de extrañarnos en el universo de Star Wars: tampoco nadie se preguntó quién pagó la creación de los clones del ejército de la República o sus naves de ataque Acclamator en El ataque de los clones, cuando los jedis ni cortos, ni perezosos, se pusieron al mando de ellos. Ocurre algo similar con todos aquellos acólitos sith que están observando en Exegol, ¿quiénes o qué son, y de dónde han salido?

¿Y el canon establecido?
Cuando el Halcón Milenario se dedica a huir de un grupo de cazas TIE de la Primera Orden, haciendo una serie de saltos a velocidad de la luz (entendemos que son saltos hiperespaciales) parecen aleatorios y sin calcular las coordenadas. Podemos asumir que los TIE perseguidores tengan hiperpropulsores (confirmado en el Diccionario Visual) y que han logado miniaturizar el rastreador que estaba a bordo del Supremacía como vimos en Los últimos jedis. ¿Pero dónde está aquella advertencia de Han a Luke en Una nueva esperanza, sobre que viajar por el hiperespacio no era dar una vuelta por el campo, y que sin hacer los cálculos correctos se podía chocar contra una estrella o acercarse demasiado a una supernova?

La daga, el GPS Sith y D-O ¿para qué quieres más?
En una película llena de Deux ex machinas, me pregunto lo siguiente. La daga forjada con símbolos rúnicos sith marca, con la forma de su filo, el lugar en que se encuentra la cámara secreta entre los restos de la Estrella de la Muerte. Hasta aquí bien. Pero: ¿quién la ha fabricado? En primer lugar, este debía de saber que la habitación del GPS Sith había permanecido intacta. Y, en segundo lugar, ¿por qué la tiene Ochi, el cazador de jedis, si este ya ha visitado Exegol? Así queda demostrado al descubrir que su droide D-O tiene, convenientemente, la información de la composición de la atmósfera y las defensas del planeta. Por lo que este no la tenía para encontrar el GPS Sith entre los escombros de la estación de batalla imperial destruida. Entonces ¿cómo había logrado llegar hasta Exegol? ¿Por qué guardó esos datos en su droide? ¿Por qué tiene la daga si no la necesita? Por otro lado, la nave de Ochi es la misma que Rey recuerda que utilizaron sus padres para salir de Jakku después de dejarla allí tirada. ¿En aquel momento era de Ochi o de sus padres? En el flashback que se ve su asesinato, estos le dicen que Rey ya no está en Jakku ¿pero no es la nave de Ochi la que despegó después de dejarla? ¿Se la robó a estos después de asesinarlos con la maléfica daga?

Engaños de guión
Como espectador no creo que haya nada peor que hacerme creer algo que después resulta no ser verdad. Rey hace saltar por los aires el transporte en el que se supone que se encuentra Chewbacca, tras lanzar rayos por los dedos, como hacía Palpatine. Pero después resulta que nuestro wookie preferido está vivo. Parece que solo lo han hecho para que Kylo tenga la daga sith en sus habitaciones y que Rey tenga que subir al destructor para rescatar a Chewie y recuperar tan maléfico artefacto. Es más, durante la lucha entre esta y Kylo, mientras ella se encuentra en sus habitaciones y él en Kijimi, Rey tiene la daga en su mano en todo momento, pero Kylo solo se percata de donde esta ella tras destruir el pedestal en el que se encuentra el casco derretido de Vader. ¿Cómo es que no la haya visto antes? C-3PO sacrifica su memoria, es decir, su esencia como ser individual e irrepetible, para traducir la daga sith. Es una escena dramática, en la que se despide de sus amigos (aunque apenas los conoce), para que después R2-D2 le devuelva sus recuerdos y todos felices. Para eso la melodramática escena de C-3PO se la podrían haber ahorrado y de paso el viaje a Kijimi, ya que Kylo y Rey, gracias a su unión a través de la Fuerza pueden luchar allí donde les venga en gana. Y con la destrucción de Kijimi pensamos que la amiga de Poe, Zorii Bliss y su amiguito Babu Frik, estarían muertos… pero no, aparecerán en la batalla final de Exegol. O el misterioso espía, que resulta ser el general Hux que lo hace por despecho a Kylo (la verdad es algo comprensible) y que tendrá una muerte ridícula, digna de este personaje por otro lado infantil e insuficiente.

Los Caballeros de… ¿qué?
Por fin nos presentan los Caballeros de Ren (aquellos compinches de Kylo que se supone que le ayudaron a destruir la Academia Jedi de Luke), pero no es para preocuparse, ya que después de aparecer varias veces como figurantes (y dejar algunos planos dignos de un anuncio de colonia, tan de estos navideños días) y replicar alguna escena heredera del estilo de Boba Fett, morirán como este, de manera irrelevante a manos de Kylo.

La carga de la brigada ligera
Pero si hay algo que se lleva la medalla a lo más estrambótico de toda esta nueva trilogía son los caballos, perdón orbaks, cabalgando sobre el casco del destructor estelar… Por lo menos estaban en la atmósfera de Exegol, ¿pero a nadie se le ocurrió girar un poco la nave para hacerles caer al vacío?

Como ya he dicho la película en sí, a mí me entretuvo. Pero eso no implica que esté llena de momentos sin sentido, con algunos engaños argumentales (burdos e insultantes al espectador) o preguntas sin contestar y que parece que a nadie le importa que se respondan. Pero el verdadero y gran problema que tiene es la inverosímil carencia de visión global que tuvo la preparación de esta trilogía. Está claro que la luz verde por parte de Disney estaba motivada para recuperar (lo más rápidamente posible) el dinero invertido en la compra de Lucas Films. ¿Pero qué ocurrió dentro de los estudios para que, durante la preparación de estas tres películas, los guiones estuvieran tan descoordinados? Esto ya se ha dicho hasta la saciedad, pero una trilogía es historia rodada en tres partes y las dos primeras parecían que no tenían conexión en su argumento y las motivaciones de los personajes cambiaban de una a otra. Mientras que la tercera tampoco parece que tenga mucho que ver con las anteriores, pero además es un batiburrillo de ideas refritas y de cosas que ya se habían explicado previamente (sobre todo en El Retorno del jedi). He leído que debería haberse partido en dos partes (no sé si ahorrándonos Los últimos jedis o haciendo el Episodio IX A y B), el problema es que esta no solo no ha tenido un planteamiento claro en su línea argumenta, sino que se hizo sin tener en cuenta que debía continuar la historia y solo se dedicarse a repetir ideas, concentrarlas, aceleradas y mal estructuras. Al final nos han presentado un reboot encubierto más que una proseguir con la saga. Así, mejor empezar a pensar en descartar estas tres películas, como si no existieran y quien sabe si en algunos años alguien decide rodar los hechos desde donde los dejamos en El Retorno del jedi, y darnos un digno final a la saga Skywalker.


Notas de producción:
(1) En un vídeo de ANMA TV indica que “hubiera estado interesante, como desarrollo de personaje, que Rey hubiera mantenido el apellido Palpatine, para de alguna manera cambiara lo malo que había hecho su abuelo, por cosas buenas”. Como restaurar la justicia, la democracia, ese tipo de cosas que hacen los jedis, vaya. Similar por tanto a lo que hace Luke al descubrir que su padre es Vader, que asume su parentesco y busca redimir lo que hizo su padre durante el resto de su vida.

(2) Ha habido muchas quejas sobre la inclusión de las minorías. Eso nunca me ha importado, tal vez por mis orígenes trekkies (donde la tripulación estaba formada por oficiales de dispar origen), lo único que pido es que el actor de esa etnia, país, color de piel y credo, sea buen intérprete. Y sobre todo que su papel esté justificado en la historia.

(3) Parece ser y según declaraciones de J.J. Abrams, este también es sensible a la Fuerza.

Ll. C. H.


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jueves, 19 de diciembre de 2019

El Jedi Perdido - En la oscuridad 10

Base rebelde de Klovan


Atravesaron la atmósfera y se dirigieron hacia la factoría de los cazas Ala-B rebelde. Había sido construida entre los cañones que se extendían más allá de las planicies al este del continente principal, en lo que había sido una antigua mina. En una zona alejada para evitar miradas indiscretas. Durante el descenso no fueron molestados por las fuerzas imperiales, a pesar de encontrarse con varios convoyes con tropas de invasión. Fuertemente escoltados por TIE, naves de descarga de andadores y de asalto Sentinel, que, tras aterrizar, más allá del perímetro del escudo deflector de la base, habían desplegado poderosos AT-AT, junto a los rápidos AT-ST.
            Aterrizaron en el ocaso del día frente a la entrada del bunker de mando. En la zona la actividad era febril: dos corbetas CR-90 estaban despegando tras subir a bordo los últimos civiles, junto a varios transportes medios Gallofree, y algunos cargueros ligeros, que iban a ser protegidos por un grupo de cazas Ala-D. En los últimos meses Klovan se había convertido en un lugar seguro para muchos refugiados procedentes de los combates del Borde Exterior y de otros planetas donde la persecución se había intensificado contra cualquier disidente conocido, real o imaginario. Además, esta se había vuelto más aleatoria para generar más miedo y acallar cualquier futura sedición. Todos aquellos que se habían sentido a salvo en aquel mundo, ahora querían abandonarlo.
            El comandante de la base se acercó a recibirles. Con él estaba Slonda y algunos de los que habían participado en la incursión a Sucra Dar.
            – Me alegro que haya podido salir de esa estación – le dijo el coronel Noza, a quien había conocido en sus anteriores visitas. Era un hombre afable, que siempre había mantenido la convicción de la derrota del Imperio. Por suerte su crónica desorganización era compensada por su segundo, un organizado klovan que se encontraba a su lado –. Unos minutos más y no nos encuentra, en cuanto parta la última nave nos marchamos hacia la ciudad de Ko’tek. Ya solo quedan los soldados del teniente Slonda.
            – Le honra su decisión de quedarse – le dijo Keegan con sinceridad.
            – Ya soy demasiado viejo para ir correteando por la galaxia – se escusó con una sonrisa, que se truncó ante la noticia que debía darle –. Pero usted ha de marcharse inmediatamente, acaban de informarnos que el Executor ha salido del hiperespacio.
            » Ha ignorado a la fuerza naval del almirante Sesfan. Y se dirige directamente hacia aquí – continuó explicando Noza, que intentaba mantener la calma, pero un cierto tono de alarma se le notaba en su voz. No por ende una de las naves más poderosas y mejor armadas del arsenal imperial se aproximaba a su posición.
            – Entonces no pierda tiempo, coronel. Yo seré el último en partir.
            – ¡Que la Fuerza el acompañe! – se despidió el veterano oficial, dirigiéndose hacia varios trazadores pesados de Mekuun y un repulsor Kelliak equipado con dos cañones bláster giratorios, que iban a escoltar la caravana de vehículos que abandonaban el recinto.
            – Me alegro de verle – le saludó entonces Slonda –. Parece que le está cogiendo el gusto a hacer incursiones. ¿Tal vez quera unirse al regimiento?
            – No lo crea – respondió este –. ¿Aún está Zahn en el planeta?
            – Partió hace un rato con el Resplandeciente cargado de civiles.
            – Bien – respondió Keegan, satisfecho porque este estuviera ya a salvo. Ya que aún estaba lejos de haber empezado su cometido.
            – Hay alguien que le está esperando – anunció este, dirigiéndose al interior de la instalación. Le acompañaba Noack, mientras Tedek se quedó junto a la lanzadera Lambda para evaluar los daños en los alerones y comprobar que podía reparar.
            – Si pretende mantener esto, olvídese – le dijo el clawdite mientras entraban en los pasillos vacíos. La sensación de urgencia se apreciaba en cada rincón, con cajas y utensilios descartados y tirados por el suelo en la precipita preparación de la evacuación de aquel lugar –. Apenas somos media docena, y aunque hubiera un regimiento estas defensas no detendrían ni a una manada de tauntauns.
            – Mi intención nunca ha sido la de luchar – le respondió al infiltrador, que pareció entirse aliviado.
            Llegaron a la sala de mando, que también estaba desierta, salvo varios guardias y técnicos klovan que estaban terminando de coordinar los despegues. Junto al holoproyector se encontraba Colek, el antiguo el sirviente de la senadora Takora, actual dirigente del planeta y hermano de su esposa.
            – Traigo saludos de Takora y Zhell – le dijo con una sutil reverencia.
            – Trasmíteles mi afecto – replicó Keegan devolviéndole el gesto.
            – La Reina se alegró al verte en la conferencia de oficiales donde convenciste al almirante Sesfan para atacar a la Esfera de Torpedos.
            – Era lo que se tenía que hacer. Esta ha sido neutralizada, pero el bloqueo se ha iniciado, y la invasión ya ha empezado – anunció con pesar –. El asedio será prolongado y costoso en vidas y recursos.
            – Estamos preparados para ello, gracias a ti – respondió este.
            » Mi señora me ha pedido que te entregue esto – anunció haciendo un gesto a uno de los guardias que le acompañaban y que llevaba un estuche rectangular de madera. Keegan hacía mucho tiempo que no lo veía. El imroosiano lo abrió, mostrando el viejo juego de shah-tezh con el que su maestro y la senadora Takora jugaban en Coruscant mientras él esperaba en la sala contigua. Las piezas estaban perfectamente colocadas en sus huecos, labrados en la madera con su forma. Al extraerlos el exterior del estuche, abierto, hacía de tablero –. Quería habértelo dado ella misma, pero está organizando la defensa.
            – Es un honor demasiado grande para mí – respondió abrumado.
            – Está convencida que el maestro Nalok le hubiera gustado que lo tuvieras.
            » También te traigo los tres holocrones que te custodiaba – continuó Colek haciendo otro gesto a otro guardia, que se adelantó con otra caja –. Zhell cree que ya no están seguros aquí y son demasiado importantes para que puedan caer en manos de Darth Sidious si el Imperio nos conquista.
            – Dale las gracias ambas por haberlos guardado durante estos años – respondió Keegan haciendo otra reverencia. Sabía que Zhell tenía razón al intuir la peligrosidad que suponía que pudieran caer en manos del Emperador, tanto para todos los klovan, como para la propia Takora y su familia.
            – He de regresar a la capital – dijo Colek esgrimiendo una sonrisa –. Pero antes yo también quería despedirme – hizo otro gesto al tercer guardia, que le entregó una cesta que al descubrirla mostró una docena de meilooruns –. No son los del viejo ithoriano, pero espero que los disfrutes.
            – Así lo haré – dijo el adquisidor cogiendo las piezas de fruta con una sonrisa en los labios.
            Colek y su escolta salieron de la sala de control, junto a los últimos técnicos y se dirigieron por las grutas subterráneas hacia las pistas ocultas entre los cañones. Allí les esperaba una lanzadera corelliana CSS-1, que sería escoltada por varios cazas Ala-D.
            – He de pedirle un favor muy importante – le dijo ese momento a Noack.
            – Lo que necesite – respondió este.
            – ¿Podría custodiarme estos objetos? – dijo señalando al juego de shah-tezh y el estuche con los holocrones –. Y si me ocurriera algo a mí, ¿podría entregárselos a la princesa Leia Organa de Alderaan?
            – Por supuesto – dijo con humildad.
            – Se lo agradezco.
            Noack cogió la caja con los holocrones y por un instante sintió una sensación extraña, como un escalofrío por todo el cuerpo.
            – Lo que ha notado es la Fuerza – le explicó, dejando perplejo al sargento de marines especiales, antiguo cocinero y bailarín.
            – ¿La Fuerza? – repitió este perplejo.
            – Es el campo de energía creado por todas las cosas vivas. Nos rodea, nos penetra y mantiene unida a la galaxia – le explicó con calma –. Y eres sensible a ella. Siempre lo has sido.
            » Dile a Tedek que esté preparado para despegar.
            Noack asintió y se marchó pensativo.
            – ¿Otro jedi? – preguntó Slonda cuando el sargento se marchó.
            – Quien sabe – respondió Keegan. En la el holograma proyectado se podían ver las fuerzas imperiales desplegándose cerca de la instalación. También aparecía el súperdestructor de Darth Vader que atravesaba la atmósfera, que con sus diecinueve kilómetros de largo parecía como una sombra siniestra.
            – El coronel Noza ha preparado la instalación para su demolición – continuó el clawdite señalando un detonador remoto que había junto al proyector –. Y yo tengo un Ala-U listo para partir en cuanto active esto. Escoltaremos a su Lambda.
            – Active los explosivos, 90 minutos de cuenta atrás – ordenó Keegan –. Y desactive los escudos. Usted y sus hombres partan con el capitán Tedek en la lanzadera imperial, yo me quedaré con el Ala-U para hacerlo después.
            – ¿Va a esperar a que llegue ese súperdestructor?
            El adquisidor observó al clawdite. A Keegan le agradaba, era tranquilo, y que tenía muy clara la diferencia entre el bien y el mal, estando dispuesto a morir por el primero. La galaxia necesitaba a seres como aquel para después de reinado de Lord Sidious.
            – Es necesario que me quede – respondió simplemente.
            – Entonces yo me quedaré con usted para pilotar ese transporte – replicó el infiltrador, que cogió el detonador e introdujo las claves para activar los explosivos y detonarlos. Salieron a la superficie, reuniendo a los últimos rebeldes que quedaban. Keegan les indicó su intención de permanecer hasta la llegada de las tropas imperiales, y que los supervivientes del Grito de Alderaan, debía partir en la lanzadera Lambda, ya que disponía del Ala-U con Slonda.
            – Creo que hablo por todos – respondió Tedek adelantándose al resto de sus compañeros –. Pero hemos llegado hasta aquí junto, debemos irnos juntos.
            – Yo no tengo ningún otro sitio al que ir ahora mismo – replicó Laren Tral, que había acompañado a Slonda y Keegan en el ataque a Sucra Dar.
            Miró al clawdite, que encogió los hombros. Aquellos rebeldes ya habían tomado su decisión de permanecer allí.


            Los andadores AT-AT, con sus más de veinte metros de alto, habían sido concebidos para intimidar a sus enemigos. Con sus cuatro grandes patas, el suelo temblaba a cada uno de sus pasos, mucho antes que estos llegaran o estuvieran al alcance de las armas. Su estructura, fuertemente blindada, además les proporciona una protección casi para cualquier arma que pudiera tener la Alianza. Aun así, su amenaza quedaba minimizada ante la presencia de la gigantesca sombra del súperdestructor Executor. Este había atravesado la atmósfera, deteniéndose un kilómetro por encima de la superficie de Klovan, por lo que su forma triangular tapaba el mando de estrellas suspendidas en el firmamento.
            Los rebeldes estaban en el talud que había sido parte de la trinchera excavada tiempo atrás y formaba parte de las defensas de la base. Solo faltaban Tedek y un piloto, que estaban a bordo de la Lambda y el Ala-U, el resto permanecían estirados, con sus armas preparadas, junto al adquisidor. Aunque este les había advertido que esperaba no tener que luchar.
            – Están cerca – dijo Slonda cuando además del temblor de la tierra debajo de ellos, producido por cada pisada de los AT-AT, se le unió el inconfundible chirrío de sus articulaciones mecánicas. El clawdite se arrastró hasta el borde y observó el horizonte con unos electronbinoculares –. Se acercan tropas…
            – Teniente… Ahora es importante que siga mis instrucciones – le indicó Keegan que subió hasta su lado, el rebelde asintió –. Es imprescindible que Noack, con los objetos custodia, se salve. Retire a los hombres y vayan hasta las lanzaderas, no tendrá otra oportunidad. No mire atrás. Si puedo los acompañaré, sino es así, márchense ¿Lo ha entendido?
            Este volvió a asentir.
            Keegan se levantó y subió a la cima el talud. A unos cien metros había un grupo de saldados de asalto que se habían adelantado a las gigantescas bestias de acero. Pero a quien realmente esperaba estaba frente a todos ellos. Su figura, con la capa hondeando al viento, era siniestra, alta y oscura. No era necesario que hubiera notado la perturbación la Fuerza por su presencia desde antes que descendido del Executor, para saber que Lord Dath Vader era la encarnación de la muerte. El adquisidor rebelde activó el filo verde de su sable de luz.
            Esto hizo que el Lord Sith se adelantara junto a cinco de sus soldados hacia donde estaba Keegan. Ambos se quedaron unos instantes en silencio, observándose mutuamente, con el silencio de la noche solo roto por la rítmica respiración mecánica. Aunque de alguna manera Vader parecía decepcionado, al no ser aquella la misma persona que se había encontrado en Cymoon 1.
            – No pienso luchar – anunció Keegan desactivando su espada de luz.
            – Entonces será más fácil acabar con tu vida – contestó la voz sintetizada por un sintetizador de su casco. No había emoción, ni rabia, ni miedo. Era como una máquina.
            – Ese no es mí destino – replicó con tranquilidad –. Ni el tuyo es matarme, Anakin.
            – Ese nombre no significa nada para mí – respondió el Lord oscuro del Sith, aunque Keegan notó una leve sorpresa y curiosidad por saber quien era aquel que le conocía. A penas nadie en la galaxia conocía su antiguo nombre y los escasos jedis que quedaban no le hubieran llamado de aquella manera tan familiar. Ni Obi-Wan lo había había así en su último encuentro en la Estrella de la Muerte.
            – Como indiquéis, Lord Vader. Pero una vez te conocí, entre los rascacielos de Coruscant cuando te llamabas Anakin Skywalker, pero de eso fue en otra vida.
            Se produjo un largo silencio entre los dos en los que ambos se miraron fijamente.
            – Creo que te recuerdo – dijo al fin Vader tras examinar con sus lentes al antiguo padawan que tenía en frente, y buscando en la memoria de su pasado –. También llegaste más mayor de lo normal al Templo. Tu maestro, Nalok, me pidió que te enseñara a pilotar spiders...
            – Así es – corroboró Keegan – Poco antes de que fueras a mediar en un conflicto fronterizo en Ansion.
            Keegan pensó también en mencionar que había sido justo antes de que tuviera que proteger a la senadora Amidala, pero no quiso tensar la cuerda. Había visto aquel encuentro varias veces a través de las visiones de la Fuerza. Y no siempre terminaba vivo.
            – Me pareció que eras muy joven para aprender – recordó el antiguo caballero Jedi, sin mencionar que a la misma edad que había ensañado al pasawan él ya competía en las carreras de vainas en el circuito de Mos Espa.
            » Parecías estar asustado por todo.
            – En realidad estaba excitado porque me enseñara el gran Anakin. Todos mis compañeros te admirábamos. Y mi maestro pensó que ver el gran Planeta Ciudad sería un buen cambio de rutina para mí.
            – Tu maestro era un poderoso vidente de la Fuerza, pero no vio la caída de la Orden Jedi – se jactó el Sith, el cual no había dejado de empuñar su brillante sable de luz roja sangre.
            – Sí que la vio. Pero no era su destino detenerte, ni a tu maestro, Lord Sidious.
            Eso produjo otro momento de silencio entre ambos, ¿era posible que el poderoso Vader se hubiera sorprendido por aquella revelación? Aunque a Keegan no le hubiera extrañado. Este había encabezado el asalto al Templo, matando a muchos de sus antiguos compañeros, incluso a los más jóvenes aprendices a sangre fría. Para poder obtener el conocimiento con el que salvar a su amada y a sus hijos, pero solo había conseguido matarla a ella y al fruto de su amor, condenándole al eterno sufrimiento. Pudiendo percibir claramente la amargura, la ira y el rencor que sentía hacia sí mismo por aquello y que presamente era lo alimentaba el Lado Oscuro. ¿Qué efecto le produciría a aquel asesino saber que alguien conocía su destino y no hizo nada para detenerle?
            – Decían que tú también eras capaz de sentir las visiones de la Fuerza como tu maestro. Dime, antes de que termine con tu existencia, ¿cuál es mi destino?
            – Tu destino... está ligado al de tu hijo Luke Skywalker.
            Al pronunciar aquel nombre Vader permaneció en silencio durante unos instantes, que al adquisidor rebelde le parecieron horas. Finalmente, y de una manera sutil, pero definitiva, destensó la mano mecánica que sostenía su sable de luz.
            Keegan alzó la mano donde tenía su arma desactivada, y lo hizo levitar, dirigiéndoselo hacia el Lord Sith.
            – Dile a tu maestro que acabaste con mi vida – le sugirió el adquisidor –. Y entrégale mí arma como prueba. Mi sino no está ligado a la lucha entre los Jedi y los Sith. Sino encontrar lo que una vez se perdió.
            El sable llegó a Vader, que lo cogió con la mano que tenía libre, observándolo durante unos instantes. Luego alzó la mirada hacia el antiguo padawan. Estaba indefenso sobre el talud, sin armas, simplemente mirándole. Sentía una perturbación en la Fuerza como solo la notaba cuando estaba en presencia de alguien entrenado en ella. Pero también advirtió una pequeña oscuridad en su presencia, no todo era luz en él.
            – ¿Qué es eso que una vez se perdió? – repitió Vader, ya con curiosidad.
            – Todavía lo desconozco.
            El Sith se giró hacia el grupo de soldados de asalto que tenía a su alrededor, seis miembros de la Legión 501, leales soldados del Emperador, que habían sido testigos de aquella conversación. El más cercano estaba al alcance del cortante filo láser. Mataría a los otros tres antes que sus compañeros pudieran reaccionar. Pero para cuando lo hicieran ya sería demasiado tarde. No dejaría testigos.
            Keegan pudo sentir claramente la determinación de Vader cuando este sostuvo su sable en la mano. Tenía varios cristales de kyber, por lo que podía construir otro, como había hecho con este tras la Gran Purga. Estos no dejaban de ser herramientas y él apenas lo utilizaba. Era más poderoso en otras habilidades de la Fuerza. Se giró cuando la cabeza del primer soldado de asalto era cercenada por el Sith para no dejar testigos.
            Descendió por el talud hacia la plataforma de aterrizaje, donde estaba la lanzadera Lambda con los supervivientes de la Grito de Alderaan y el Ala-U de Slonda.
            – Vámonos – dijo subiendo al vehículo del clawdite. A su lado se encontraba Noack con los holocrónes y el juego.
            Ya había sembrado la semilla para que se cumpliera la Profecía de Aquel que Debía Traer el Equilibrio a la Fuerza. Su parte ya estaba hecha. Ahora Vader redoblaría sus esfuerzos en buscar a su hijo. Lanzaría miles de sondas en busca de un aliado para derrotar al Emperador, y así completar la tradición Sith de asesinar a su maestro. No imaginaba que para ello Anakin regresaría del lado oscuro.


Executor

            El gigantesco rostro holográfico de Palpatine, deformado por el ataque de Mace Windu en Coruscant años atrás, se proyectaba frente a su arrodillado aprendiz.
            – No era Skywalker. Sino un jedi perdido. Su luz ha sido extinguida, como la de otros antes que él – anunció mostrando el sable que le había entregado Keegan a modo de prueba de su final.
            Una reliquia de un tiempo pasado – replicó el Emperador con desprecio al ver el arma –. Es importante redoblar nuestros esfuerzos para encontrar a ese piloto.
            – Así se hará, maestro.
            Por otro lado, tu almirante ha hecho un buen trabajo en Klovan. Tal vez tengamos una misión especial para él. (1)
            – Sí, mi señor – respondió Vader.
            La imagen desapareció, dejando al Lord Sith en silencio y sumido en sus pensamientos. Su amo le había mentido al decirle que Padmé había muerto sin dar a luz a su hijo. Después de descubrir quién era aquel piloto que destruyó la Estrella de la Muerte, la idea de unirse a su hijo para vencer al Emperador había empezado a formarse en su mente. Tenía la convicción de encontrarle y seducirle al Lado Oscuro, para gobernar juntos la galaxia. Y ahora sabía que era posible, aquel antiguo padawan a quien una vez había enseñado a pilotar, le había confirmado que su destino estaba al lado de su vástago.
            Lord Vader entró en el puente, encontrando al almirante Ozzel junto a las consolas de comunicaciones, coordinando la retirada del sistema, ya que el asedio y sometimiento del mismo iba a dejarse en fuerzas del sector. Además, la impetuosa entrada en la atmósfera había producido algunos daños leves en el súperdestructor que debían repararse.
            – Ordene a todas naves que lancen todas las sondas para explorar hasta en el último rincón de la galaxia – indicó.
            – Indicaré a todas las naves de la escuadra que....
            – No me ha entendido almirante Ozzel – le interrumpió Vader cortante –, he dicho todas naves de la Armada Imperial.
            – ¿Todas? – repitió este estupefacto.
            – Todas, almirante.
            Vader se giró y abandonó el puente de mando. Debía meditar cuál sería su siguiente paso para localizar a su hijo.



Epilogo
El Jedi Perdido: Equilibrio


Un día después de la Batalla de Endor

            Mientras esperaba había estado observando por la ventana los restos de la segunda Estrella de la Muerte, que ahora se encontraban esparcidos en el espacio, orbitando aquel remoto planeta. La presencia de Darth Sidious aún era perceptible. No en vano había sido uno de los seres más poderosos en el uso de la Fuerza y del Lado Oscuro de la historia. En aquel lugar había muerto quien había ordenado asesinar a sus amigos y a su maestro. Y aunque tendría que sentir alegría por el fin del tirano, no era así. No sentía nada. Ni tampoco calma. Tal vez el tiempo había cicatrizado las heridas, tal vez porque la lucha de Palpatine era tan diferente a la suya, que su final no le provocaba ningún sentimiento. Ni bueno, ni malo.
            Percibió como se acercaba por el pasillo. Estaba algo inquieto, pero seguro de sí mismo. Había llegado de la superficie hacía poco tras incinerar el cuerpo de su padre, el recuperado jedi Anakin Skywalker. La Fuerza era poderosa en el nuevo caballero, como lo había sido en su progenitor.
            Se giró cuando la puerta de la pequeña sala de reuniones se abrió. Este se disculpó por haberle hecho esperar. Keegan observó al joven héroe, antiguo piloto de la Alianza, destructor de la primera Estrella de la Muerte y héroe de Yavin, futura cabeza visible de la Nueva Orden Jedi. Vestía de negro, algo apropiado. Su mirada de ojos claros era firme, segura.
            Los dos hombres estaban separados por una mesa, de pie, mirándose, examinándose, ambos eran poderosos en la Fuerza, pero no había ninguna disputa entre ellos, más bien un mutuo respeto. Se encontraban a bordo de la nave calamari Hogar Uno que orbitaba alrededor de Endor.
            – Es un honor conocerle – dijo el adquisidor con gran respeto, rompiendo entonces el silencio que había planeado entre ambos. Este era un keshiano, una raza casi humana, solo distinguible por sus ojos, algo más grandes y de colores extraños. En su caso amarillos.
            – El honor es mío en realidad, al estar ante otro caballero Jedi – replicó alagado Luke Skywalker.
            – Nunca lo fui. Dejé el Templo como un simple padawan – le corrió este esgrimiendo una media sonrisa –. En cambio, la Fuerza es poderosa en usted y fue entrenado por el mismísimo maestro Yoda. Percibí el estremecimiento en la Fuerza cuando murió. Me entristeció su final. Con él murió una parte importante de la historia de galaxia.
            – No me hables de usted. Soy mucho más joven que tú.
            – Como gustes. Maestro.
            – Tampoco soy un maestro.
            – Pero lo serás.
            – No recibí las lecciones en el Templo Jedi como tú – le recordó.
            – Esos días quedan lejos – respondió con nostalgia.
            – Quiero crear una nueva Academia Jedi. Y entrenar a futuros caballeros en los caminos del lado luminoso – anunció por fin Skywalker, sabía que tenía que ir rápidamente al asunto que le había hecho reunirse con Keegan después de haberle estado buscando durante tanto tiempo. Había rumores que un jedi trabajaba para la Alianza como un adquisidor, pero siempre que trataba de localizarle y conocerle, este había partido hacía poco o había enviado a otro para la cita. Era como si le estuviera evitando, hasta que por fin este había pedido verle, justo después de la batalla que había tenido lugar allí.
            – Es una noble intención.
            – Para eso necesito ayuda. Me gustaría que compartieras tus conocimientos y tu experiencia.
            Keegan asintió meditabundo. Pero no contestó.
            – Hace años que formas parte de la Alianza. Bail Organa confiaba en tu juicio y deduzco que conocía tu origen Jedi – continuó Skywalker al ver que su interlocutor se limitaba a mirarle, asintiendo como única respuesta –. Durante ese tiempo ayudaste a que la rebelión fuera más fuerte para luchar contra Palpatine y su reino de terror. Y aunque este ha caído, su Imperio aún es fuerte, solo la guía de unos nuevos Caballeros puede hacer realidad el resurgimiento de una Nueva República justa y pacífica.
            – ¿En qué podría ayudar al hombre que derrotó al Emperador?
            – En realidad fue mi padre.
            – Quien no lo hubiera podido hacer sin ti. Tú le hiciste recordar lo que era sentir de nuevo el amor hacia tu madre, y no solo resentimiento e ira por haberla matado.
            » También noté la muerte de Palpatine – dijo mirando hacia el espacio. Hacía donde hacía poco se encontraba la estación de batalla que alguien había denominado “terror tecnológico” y que había sido destruida como su antecesora por aquella pusilánime rebelión. Y en ese momento se produjo un silencio que Skywalker no quiso interrumpir al notar que Keegan estaba sumido en sus recuerdos.
            » Y sí, estuve en el Templo. Allí conocí a otro Skywalker. También estuve el día en que el Señor del Sith Lord Darth Vader lo atacó, matando a todos mis compañeros y maestros – dijo al fin y en su profunda mirada Luke pudo notar como los dolorosos recuerdos brotaban en su mente, trasladándole a un lugar y un momento que de alguna manera nunca había podido abandonar –. Mi mejor amigo Whie Malreaux murió bajo la hoja de la espada de luz de Vader. Sentí claramente como su vida se apagaba en un parpadeo.
            » También advertí como Anakin regresaba del Lado Oscuro para matar a su antiguo amo. Y me alegré por ello. Así la profecía que una vez vio mi maestro se cumplió finalmente.
            Aquella frase le dijo mirando al hijo de Anakin y esgrimió una sonrisa que este comprendió que solo había sinceridad en sus palabras.
            – ¿Te unirás a mí para crear la nueva Academia Jedi? – insistió Skywalker tras un corto silencio. No había insistencia en su pregunta. Pero sí quería saber si podía contar con aquel adquisidor para sus planes de reconstruir lo que había sido destruido antes de que él naciera.
            – No – respondió Keegan con firmeza, sin atisbo de vacilación.
            – ¿Puedo preguntarte el motivo?
            – La respuesta es simple. Porque ese no es mi destino.
            – ¿Tu destino? – repitió Skywalker desconcertado.
            – Todos tenemos un destino joven Skywalker – le respondió Keegan, usando la misma manera que Darth Vader en su enfrentamiento en Bespin, provocando que Luke se estremeciera al recordar aquel momento –. El de Vader era acabar con la orden Jedi y el de Anakin era regresar del lado Oscuro para traer el equilibrio a la Fuerza eliminando a su maestro Sidious y terminar con la estirpe de los Sith. El tuyo es crear un nueva Academia Jedi. Y yo tengo el mío.
            – ¿Entonces la decisión es irrevocable? – preguntó con pesar, tras reponerse ante la negativa.
            – Hace tiempo que descubrí que nadie decide nada.
            – Por lo menos podría conocer el motivo por el que no te unes a mí en la tarea de crear una nueva Orden – le pidió Skywalker impregnando la pregunta con total inocencia y curiosidad.
            – Mi maestro fue el venerable maestro sabio Nalok – respondió Keegan mirando de nuevo hacia el infinito. En su mente podía ver el callejón donde había visto por primera vez a su mentor. Había sentido algo extraño todo aquel día, se había asustado y como si estuviera perseguido por alguien o algo, se había escondido en todos los rincones que conocía. Aun así, una y otra vez notaba como aquello se acercaba. Corrió, como nunca había corrido, sabiendo de alguna manera que no podía escapar, hasta que aquella sensación lo atrapó. Recordaba que se había asustado de la cresta ósea que sobresalía como una vela del cráneo del anx. Creyó que se le acercaba lentamente para convertirse su festín. Hasta que salió de la penumbra y pudo ver sus ojos. Eran bondadosos y eso le calmó. Y se sintió estúpido por haber estado huyendo, escondiéndose todo el día. Nalok le alargó la mano y el niño aterrado la cogió, sabiendo que nunca más estaría solo.
            » Era conocido por su capacidad de visión de la Fuerza. Era muy anciano cuando se dirigió a Aktuort, el planeta donde nací, tras verme en una de sus visiones y me llevó al Templo Jedi como su aprendiz – hablaba lentamente, como si quisiera retener el recuerdo de aquellos momentos lejanos el máximo tiempo posible –. Fue la primera vez que he considerado tener un hogar. Pero sé que nunca volveré allí, ya que desapareció hace tiempo. Lo último que me dijo Nalok, mientras sentía como a mí alrededor masacraban a mis amigos, era que mi destino estaba ligado a otros y no a la Orden Jedi. Por eso he de rechazar tu oferta.
            » Solo puedo desearte que la Fuerza te acompañe en tu empeño. Pero sé que no es necesario, ya que te he visto a la cabeza de la Nueva Orden.
            Tras esto Keegan le hizo una ligera reverencia con la cabeza, un gesto de respeto.
            – Y llegará el día en que mi sable de luz estará a tu lado, maestro Skywalker. Pero hasta entonces, nuestros destinos avanzan por sendas separadas.
            – Espero que sea pronto.
            – El universo se expande. Ese es un hecho científico. Por tanto, es cambiante. Siempre en movimiento. Al igual que el destino de cada uno. Pero ese momento siempre es estático. Mi sable estará a tu lado ese día.
            – Que la Fuerza te acompañe, caballero Keegan – fue la respuesta de Skywalker, sabedor que la decisión de este se había tomado hacía tiempo.
            – En realidad, yo solo fui un simple padawan.
            Le volvió a corregir Keegan, esgrimiendo por un instante una sonrisa para darle ánimos y se marchó de la sala sin mirar atrás. (1)


Fin.


Notas de producción:
(1) Obviamente esa nueva misión en la planificación de la invasión de los Nuevos Territorios en la Vía Láctea, que se desarrolla en el relato del Crossover Star Trek –Star Wars.


(2) Esta escena fue escrita en junio de 2014, antes del estreno del Episodio VII: El despertarde la Fuerza y obviamente del Episodio VIII: Los últimos jedis. No la he querido cambiar ya que me parece un epílogo perfecto para nuestro protagonista. Terminando así la trilogía de relatos en que está involucrado en la lucha entre el Imperio y la Alianza Rebelde. Ahora ha de emprender la búsqueda de su destino y de aquello que se perdió.

Según el nuevo canon Luke Skywalker tiró la toalla después de la destrucción de la Nueva Academia Jedi que había creado. Ese exilio autoimpuesto en un lugar remoto (y desconocido) de la galaxia, con la intención que con él muera la Orden Jedi, rompe todo lo que representa Luke en la trilogía original y le contradice como personaje. Es la confirmación más rotunda que la trama de esta nueva trilogía es un auténtico despropósito. ¿Cómo puede asumir él la responsabilidad de algo que hicieron sus maestros cuarenta años atrás? En todo caso me parece más épico que la Nueva Academia Jedi tal y como lo hace en Legends, que, aun habiendo sus altibajos, tiene un desarrollo mucho más interesante que la nueva trilogía.




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