jueves, 23 de agosto de 2018

Jedi Perdido. Rayo de Esperanza 6


El Aniquilador

            Valorum se acercó a la consola de sensores que se encontraba en el foso derecho del puente y asintió pensativo. Acaban de ser destruida la instalación lunar que creaba las interferencias, tal y como era previsible que hicieran. Interrumpir desde allí las comunicaciones rebeldes era una invitación a que estos la atacaran a la primera oportunidad, sobre todo teniendo sus cazas tan cerca. Vantorel había sugerido generar la perturbación desde los destructores, pero Yuron había replicado con desdén: “quiero aislar a los terroristas antes de su llegada” y así impedir que se comunicaran entre ellos.
            – Capitán, aquí Valorum – indicó este hablando con Vantorel a través del comlink privado entre ambos oficiales –. ¿Quiere que inicie los protocolos para volver a anular las transmisiones enemigas?
            – No – respondió este tras unos segundos sopesando que hacer –. Ya se lo advertimos y nos desoyó. No es nuestro problema sacarle de las fauces del sarlacc en que se ha metido.
            – Muy bien, señor.
            Valorum se concentró en los sensores, estaban lejos de la batalla para intervenir, pero eso no impedía que estuvieran atentos a todo lo que estaba ocurriendo.
            Las naves rebeldes continuaban avanzando. Quedaba claro que la pesada Nebulon-C se enfrentaba al Resolución del capitán Noglat para permitir que los cazas escaparan. El resto aceleraban hacia el Resplandor. Era un suicidio atacarle, pero si el líder rebelde era inteligente podían tener una oportunidad. Detrás del destructor se encontraba el Virulencia, que con sus generadores de pozo gravitacionales que impedía que pudieran saltar al hiperespacio. Este era un blanco menos blindado y si lo dañaban lo suficiente para neutralizarlo podrían escapar. Si el Aniquilador se movía en ese momento podrían interceptarles justo detrás del Resplandor e impedir el ataque.
            – Señor, detecto nuevas naves enemigas – informó el técnico de sensores de largo alcance –. Cuadricula 987, distancia 107.983 klicks.
            – Confirmado: 12 cazas ARC-170 sin identificadores amigo-enemigo – prosiguió el coordinador táctico –. Designados como Bandidos Lambda, señor.
            Habían salido muy lejos del planeta, posiblemente sacados al espacio normal por las sombras gravitacionales creadas por el Virulencia. Eso significaba que su comandante había ampliado el alcance de los pozos gravitacionales más allá de lo establecido por Yuron. El capitán de esa nave era más previsor y eficiente de lo que imaginaba, ya que gracias a su acción habían evitado un desastre. Valorum calculó que su trayectoria les hubiera llevado a la órbita de Pas’jaso III, justo para atravesar la atmósfera sobre la capital y alcanzar el depósito de abastecimiento en pocos minutos gracias a su gran velocidad. Por lo que Vantorel había vuelto a acertar en su advertencia que el ataque rebelde era solo una distracción para una incursión en el planeta.
            – Ordene a los escuadrones Relámpago y al equipo Dorado de Tempestad que intercepten al objetivo catalogado como Bandidos Lambda – ordenó Vantorel por el comlink de mando.
            Valorum le conocía bien y en su tono apreciaba cierto regocijo por acertar de nuevo en los planes rebeldes.
            – Los Bandidos Lambda cambian de rumbo – comentó el técnico –. Aceleran para salir del pozo gravitacional.
            Nuestros cazas no los alcanzarán. Pensó Valorum, pero enviar a los TIE de reconocimiento, con sus sensores y cámaras ultrasensibles, permitía a Vantorel tener pruebas claras que aquellos cazas eran rebeldes y de la ineptitud de Yuron.
            Y como aquello ya no tenía remedio, se centró de nuevo en la batalla que se estaba desarrollando entre Pas’jaso y su luna. Observó el simplista despliegue en línea que habían adoptado con la instrucción de Yuron: con el Resolución junto a la luna, el Aniquilador lejana en órbita a Pas’jaso y el Resplandor en medio, con el Virulencia y resto de naves justo detrás, protegiendo una retaguardia que nadie atacaría, ya que los rebeldes estaban todos delante de ellos. Una estrategia mucho más apropiada hubiera sido desplegar uno de los destructores detrás de los rebeldes, para atraparles entre el fuego envolvente. Tanto él, como Vantorel o cualquier oficial con un poco de sentido común era lo que hubiera hecho, sobre todo teniendo en cuenta que conocían su ruta de aproximación. De esa manera para entonces la fuerza enemiga ya hubiera sido aplastada o estaría a punto de serlo.
            Pero eso no había ocurrido así.
            En ese momento la mayor parte de las naves enemigas había acelerado con una trayectoria que les haría saltar por encima del Resplandor directamente hacia el Virulencia. Y Valorum tuvo que admitir que el líder rebelde no era un idiota, loco seguro, pero no idiota. Con ese ángulo tan cimero el destructor Imperial solo podría usar los turbolásers pesados óctuples elevación situados justo debajo de la torre de mando en su máxima. Perdiendo, por tanto, precisión. Yuron tendría que ordenar rotar su nave para mejorar la corrección de tiro y de paso logar que un mayor número de sus armas entraran en acción. En su contra tenía que su destructor tan grande y lento, que no estaba pensado para hacer giros rápidos en combates cerrados como aquel, que estaba desarrollándose en un espacio de entre 281.000 klicks entre los dos cuerpos celestes. Y por otro lado, Yuron no sería tan hábil para reaccionar con rapidez. Para cuando este se diera cuenta de lo que tenía que hacer, los rebeldes ya estarían atacando al Immobilizer, que estaba escoltado por una pequeña fragata que tenía la misión de protegerle.
            En el otro extremo la Nebulon-C ya había iniciado el ataque contra el Resolución. Esta era un modelo nuevo, cuya tripulación había desertado hacía unos meses, según había leído en el scandoc, y aunque no igualaba en potencia al veterano destructor, podía ponerle las cosas difíciles a Noglat. Sobre todo teniendo en cuenta que la mayor parte de los cazas rebeldes se encontraban en esa zona de la batalla.
            – Transfiera energía a los motores – indicó en ese momento Valorum –. Activen armamento, prepárense para dejar su posición actual.
            – Sí señor.
            Si se movían ahora llegarían a tiempo para impedir que la fuerza enemiga atacara al Virulencia. Dudaba mucho que aquella nave pudiera soportar el ataque de un grupo de lunáticos como estaban demostrando ser aquellos rebeldes.
            – Señor detectamos una explosión masiva en la superficie del planeta – indicó uno de los técnicos.
            – ¿Dónde?
            – En la capital. Su epicentro está situado en la guarnición principal.
            A Valorum no le extrañó: el depósito logístico. La presencia de aquel solitario escuadrón de vetustos ARC-170 había demostrado cual era el verdadero objetivo del ataque. Ahora que el bombardeo de los cazas había fracasado, era posible que un equipo desplegado en su superficie, la táctica habitual de los Rebeldes, hubieran destruido ellos mismos los almacenes navales.
            – Lleve la nave a la cuadrícula 767, potencia máxima – ordenó en ese momento Vantorel de nuevo por el comlink de mando.
            Valorum solo tuvo que asentir y mirar al timonel para que la nave empezara a alejarse de la verdosa y contaminada esfera que era Pas’jaso, empujada por los siete potentes motores de iones.


La Estrella Lejana

            – Las comunicaciones han sido de nuevo interferidas – informó el técnico.
            – Ya hemos coordinado el ataque contra ese Victory – le recordó Moritz, restando importancia a aquel nuevo cambio –. Potencia máxima.
            Se inyectó el preciado coaxium extra en los 14 motores iónicos Galaxia de Kuat y estos empezaron a generar más energía de empuje de la fragata, que aceleró aumentando a la máxima velocidad sublumínica, dirigiéndose directamente hacia su adversario. Como nave de combate, la Estrella Lejana, tenía la mayor parte de su armamento en la proa, y la mejor manera de aproximarse era de frente, mostrando además el ya de por sí delgado perfil delantero, mejor blindado y protegido con potentes escudos deflectores.
            – Mil kliks para entrar en radio de acción de sus armas – informó el técnico de sensores.
            – Redirijan potencia del reactor a los escudos frontales – ordenó Moritz.
            Aunque los motores redujeron la energía que recibían, la nave no dejaría de avanzar ya que como en el espacio no había fricción, la aceleración que habían cogido durante esos instantes de postcombustión se mantendría durante toda la aproximación. Al tiempo que los escudos recibirían toda la energía para protegerles. Y en unos segundos empezaron a recibir el impacto de los primeros disparos de la veterana nave diseñada por Walex Blissex durante las Guerras Clon. Era una combinación de turbolásers y cañones de iones con el objetivo de debilitar precisamente las defensas de la fragata.
            – Escudos descendiendo: 91% – informó el técnico encargado de estos con una voz impersonal que sorprendió a Cracken por su profesionalidad.
            – ¿Distancia? – preguntó Moritz.
            – 98.000 klicks – respondió Rion también con una voz imperturbable. Estaba claro que todos confiaban en su nave y en el resto de seres allí presentes.
            En la proyección holográfica podía ver como el Victory viraba lentamente para poder mostrar el costado a la Estrella Lejana, y así concentrar con el mayor número de armas contra este.
            – Primeros cazas aceleran contra el objetivo – indicó el técnico de sensores.
            Cracken observó cómo se aproximaban un puñado de Ala-Y desde la luna. Eran cazas que ya habían visto mucha acción durante las Guerras Clon, aunque estaban bien armados con cañones láser, de iones y torpedos de protones. Aceleraron y dispararon estos últimos contra el Victory para después virar y alejarse. Uno de ellos cayó bajo el fuego defensivo. Lo que había provocado que el fuego contra la Estrella Lejana se viera reducido al redirigirlo hacia los cazas asaltantes.
            – Distancia óptima de fuego en cinco segundos – informó Rion.
            – Fuego al alcanzarla – ordenó Moritz.
            – Escudos al 76%.
            El destructor iba haciéndose poco a poco más grandes en la cristalera del puente de la Estrella Lejana cuando los cañones de iones y turboláser de esta dispararon, cruzando el firmamento hacia su objetivo. Ese ya se había colocado en la posición en que su costado de babor estaba frente a la fragata, abriendo fuego con sus armas a discreción. Ambos haces de energía se cruzaron en el espacio, pero parecía que la mitad de los disparos pasaban por los lados de la nave rebelde sin alcanzarles. En la proyección Cracken vio otros Ala-Y se acercaban por la popa del Victory y disparaban sus cañones de iones contra la torre de mando y sus generadores de escudos. Otros tantos cazas TIE les atacaron, pero como salidos de la nada, un par de Ala-X no tardaron en dispersar y destruir a los adveresarios. El oficial de la inteligencia se alegró de poder contar en su arsenal con pilotos a los mandos de naves como esas, capaces de lidiar de esa manera con el doble de enemigos a su alrededor y salir indemnes. Una de las maniobras que observó parecía haber sido hecha por alguien ajeno a la Fuerzas G, destruyendo tres TIE en un giro parecía a un 8. Menudo piloto, pensó Cracken.
            – Escudos enemigos al 37% – informó el responsable de sensores con un tono de triunfo que hizo que el general saliera de la ensoñación que aquel pequeño combate había provocado.
            – Escudos propios al 59% – indicó a su vez el otro técnico sin mostrar tensión en su voz –. Sección C al 48%, compensando con el resto de generadores.
            – Fluctuaciones en la parrilla de energía enemiga – anunció otro –. Acelera para alejarse de la luna, nos deja espacio para pasar.
            – Mantengan fuego directo sobre el objetivo – ordenó Moritz con sequedad para evitar cualquier atisbo de alegría que pudiera distraer a la tripulación del puente. La batalla aún no había terminado.
            » Ese último ataque de los Ala-Y nos ha salvado – le indicó Moritz a Cracken en voz baja, en su tono el general podía notar cierto orgullo en el alderaaniano.
            » Desvíen potencia a los motores principales, quiero salir de la influencia de esta luna lo antes posible – siguió ordenando –. Concentren fuego sobre los TIE que encontremos. Demostremos que también podemos ser una fragata de escolta y proteger a nuevos chicos.
            Con el camino libre alrededor de la Estrella Lejana empezaron a agruparse los cazas que quedaban, mientras los Ala-X iban eliminando, son su mayor velocidad y potencia a los TIE rezagados que aun pretendían impedir su huida.
            Moritz calculó que en unos minutos podría dejar a tras el pozo gravitacional de la luna y si Gara completaba su ataque contra el Immobilizer 418 no tardarían en estar a salvo en hiperespacio donde ya nadie podría seguirles.
            – Nave enemiga en nuestro rumbo – ladró uno de los técnicos y entonces la vieron, ahora que el Victory se había alejado lo suficiente podía ver un crucero Strike en posición de combate. Por eso le habían despejado el camino tan fácilmente. Porque no estaba libre.
            » Corrección. Dos naves enemigas en medio de nuestro rumbo.


El Aniquilador

            Valorum podía ver como el Resplandor giraba lentamente, aun así era tarde para ajustar su posición y atacar a la fuerza rebelde que ya le había sobrepasado. Con sus turbolásers pesados solo había logrado destruir una corveta CR90 corelliana, la identificada con el ridículo nombre de Mar de esperanza. El resto de naves habían sido alcanzadas, pero sin ningún daño que les impidiera continuar en su avance. Y ahora estas estaban en la popa del destructor, donde Yuron no tenía ninguna arma para continuar disparando. Tardaría varios minutos en girar en redondo y volver a tenerles a tiro. Por lo que el Virulencia, con la Selonia, una fragata de la clase Tartan, como única escolta, estaba a merced del enemigo.
            – ¿Distancia al objetivo? – preguntó Valorum al técnico.
            – 132.000 klicks, señor.

            – Que las baterías turboláser óctuples estén listas para disparar al entrar en radio de acción – indicó Valorum. El Aniquilador se acercaba rápidamente a máxima potencia de sus poderosos motores, aun así llegarían muy justos para el primer oficial.

            » Aumenten potencia en los motores – ordenó.
            – El reactor está trabajando al 112% – indicó el enlace de ingeniería.
            – Más potencia – insistió el primer oficial. Sabía que aquella máquina podía aguantar. Y confiaba plenamente en el jefe de ingenieros. El cual había sido ascendido personalmente por Vantorel poco después de que este asumiera el mando de nave, para sustituir a un oficial “mediocre y poco imaginativo”, como le había descrito su comandante. El actual responsable era un hombre enérgico, que a pesar de no haber terminado la carrera de ingeniería en su mundo natal, conocía los entresijos de los reactores y el resto de la maquinaria que impulsaba aquella bestia de acero como la palma de la mano. Si alguien podía aumentar el rendimiento de la propulsión ese era él.
            Del resto, por ahora solo podían ser meros espectadores.
            Por su parte Neikal había virado su Immobilizer 418 y se enfrentaba a los rebeldes, cosa que sorprendió a Valorum que no hubiera creído que este tuviera tantas agallas. El Virulencia no tenía ni un armamento, ni una coraza, suficientemente como para defenderse de las naves que se aproximaran. Estaban encabezadas por la fragata Nebulon-B llamada Justicia, seguida del Diligente, el crucero Acorazado que parecía recuperarse tras los daños causados por el Resplandor. Aun así sería la cañonera Grito de Flitter y la corveta Unparala quienes llegarían primero a la pequeña formación imperial. La Selonia, intentó interceptarlas abriendo fuego con sus armas. Pero sus adversarios estaban bien armados, y aunque el duelo fue digno, a pesar de la valentía de sus tripulantes la fragata, más efectiva contra cazas o piratas, que contra una fuerza de combate bien entrenada y motivada, quedó fuera de combate, siendo rematada cuando las Nebulon-B y el Acorazado pasaron por su lado dispararon sus armas a quema ropa.
            Valorum tomó nota mental del nombre del capitán de la Selonia: el teniente Luvel. Tras la batalla buscaría su historial para saber más de él. Se merecía una medalla y estar atentos a su carrera.
            – Estamos a 10.000 klicks de la distancia óptima de fuego – informó uno de los técnicos.
            – Fuego ininterrumpido sobre el objetivo más cercano al entrar en radio de acción – ordenó Vantorel por el comlink de mando –. No disminuyan velocidad.
            Valorum observó el blanco mencionado por su capitán. Era la fragata Justicia, que iba en cabeza del ataque. El Diligente parecía estar desacelerando, posiblemente más dañado de lo que parecía por el Resplandor, aunque había mantenido la trayectoria paralela a la Libertad. Imaginaba que su capitán no era un loco y sabía que aunque había salido bien parado con el enfrentamiento con el primer destructor, no lograría lo mismo con el segundo que se dirigía directo hacia ellos.
            – Entrando en radio de acción… ahora – anunció el técnico.
            Valorum no dijo nada, los artilleros ya sabían que tenían que hacer y el Aniquilador tembló cuando se efectuaron los primeros disparos con las baterías óctuples.
            – Blanco alcanzado – indicó el técnico de sensores –. Escudos al 53% y descendiendo.
            Valorum observó como la Nebulon-B no cesaba en su empeño en acercarse al Virulencia. Había abierto fuego con todas sus armas para intentar dañar sus generadores de pozo gravitacionales, incluyendo torpedos de protones. Pero Niekal había mostrado ser mejor oficial de lo que pensaba. Al cambiar de rumbo realmente no se había enfrentado a la fuerza rebelde, sino que se había aproximado al Aniquilador, tal vez se había expuesto al reducir la distancia con estos, pero a su vez estos habían tenido que virar para alcanzarle, haciendo que entraran en el campo de tiro de la nave de Vantorel antes de tiempo, quedando bajo la protección de una buque de combate mucho más capaz que el suyo de destruir al enemigo. Eso era un elogio de valentía y de buena táctica naval.
            – Objetivo principal pierde escudos. No deja de disparar.
            – Está acelerando – informó otro.
            – Intensifiquen fuego con todas las armas a medida que su alcance les permita dar en el blanco – ordenó Valorum. No le gustaba ese último dato de la Justicia ya que su trayectoria la situaba en rumbo de colisión con el Virulencia.
            – Daños masivos en casco de objetivo principal.
            – Baterías turboláser entrando ahora en radio de acción. Abriendo fuego.
            – El casco enemigo se ha partido en dos – indicó el otro técnico.
            – Concentren fuego en la proa… – ladró Valorum.
            La proa de la fragata de escolta había perdido varias de sus secciones, donde se encontraba el puente de mando, su armamento o los sensores y el resto estaba envuelto en llamas, consumiendo en un instante el oxígeno que aun contenía su interior, pero estas aun contaban con la inercia del avance. El Virulencia con toda la potencia de sus motores para esquivarla y alejarse de sus fragmentos, que no dejaban de recibir el fuego turboláser del Aniquilador para, no tanto volatilizarla, sino con sus impactos apartarla del Interdictor, el cual logró zafarse y solo pequeños fragmentos alcanzaron sus escudos, que logaron repelerlos. Pero con aquella maniobra se había puesto justo en alcance de las armas del Diligente, que junto a las dos pequeñas naves corellianas había aprovechado el sacrificio del Libertad para acercarse.
            – El Virulencia está en nuestro ángulo de disparo – informó Valorum con frustración, si disparaban iban a alcanzarles.
            – Cesen el fuego – ordenó Vantorel –. Viren a 11.5 y aceleren.
            – Impacto en el Virulencia – indicó el técnico –. Fluctuaciones en la parrilla de energía. Pierde escudos. Los generadores gravitacionales están fuera de línea.
            – Concentren fuego cuando tengan el blanco despejado – ordenó Valorum a los artilleros, la trayectoria que había dado Vantorel les llevaría por encima de la nave de Niekal y permitiría ponerse a tiro de las naves enemigas.
            – Ha saltado al hiperespacio, señor. Las otras dos naves corellianas también.
            – Desaceleren – ordenó Vantorel en ese momento. Su voz estaba tranquila, de quien ha hecho su trabajo y está satisfecho. Por lo menos el Virulencia se podía recuperar y ellos habían sido quienes habían destruido la nave rebelde –. Póngase en contacto con el capitán Niekal e infórmeles que se les envía asistencia. Hago lo propio con el Selonia. (1) Preparen lanzaderas con equipos médicos y de control de daños.
            Valorum supo que su capitán también estaba impresionado como él de la actuación de los comandantes de las dos naves. Si no, no hubiera hecho ese ofrecimiento de ayuda.
            – Y transmita mi felicitación a nuestro ingeniero jefe y a su departamento.
            – Sí, señor.


La Estrella Lejana

            – Desvíen energía a los escudos frontales, control de fuego disparen contra los nuevos objetivos en cuanto puedan – ordenó Moritz sin poder ocultar la tensión en su voz.
            Eran una de las más recientes incorporaciones al arsenal del Imperio: el crucero medio clase Strike de la Corporación Loronar. Estaba muy bien armado con potentes baterías turbolásers, así como cañones de iones. Según el orden de batalla de la Armada al que había tenido acceso, esos dos cruceros equivaldrían a un destructor Victory como el que acababa de dañar. Aunque esta vez no creía que ni con la ayuda de los cazas pudiera hacer frente a aquellos dos cruceros, que ya estaban en posición de combate. El alderaaniano sabía que no podría salir muy bien parado esta vez.
            – Detonaciones junto a las naves enemigas – indicó el técnico de sensores.
            – ¿Quién ha abierto fuego? – preguntó Cracken sorprendido.
            – No se han detectado disparos – le respondió Moritz que observó la zona donde se habían detectado las explosiones. Los cruceros Strike estaban ideados para ser construidos en masa, así que tenían un diseño modular que facilitaba su ensamblaje. Pero cuya contrapartida era que su armamento y sistemas enteros estaban concentrados en un solo punto del casco. Un impacto acertado y podían dejar al crucero sin sus dientes. Como había ocurrido en ese preciso momento.
            – Las explosiones equivalen a varios misiles de impacto, señor – indicó uno de sus técnicos sorprendido –. Pero no hemos detectado nada.
            – Acelere a máxima potencia, quiero salir de aquí ahora – ordenó Moritz.
            Después de la batalla ya habría tiempo de buscar una explicación a aquel milagro. Ahora debían aprovechar el desconcierto que se habían causado en los dos cruceros con severos daños en escudos y armamento. Les atacarían cuando pasaran por su lado, los cazas podrían cubrirles, mientras ellos abrían fuego con las baterías principales. No tenía la intención de destruirles, solo impedir que les pudieran seguir.
            – Los pozos gravitacionales han desaparecido – anunció el navegante con alivio.
            – Aceleren a máxima potencia. Salten al hiperespacio en cuanto puedan.



Continuará…


Notas de producción:
(1) El comandante del Selonia, el teniente Luvel, aparece en el relato Crossover Star Trek - Star Wars, en concreto en el capítulo 24. En ese momento será enviado al cuadrante Gamma con la misión de observar la reacción del Dominion a la ocupación de los cuadrante Alpha & Beta de la Vía Láctea por parte del Imperio. Desgraciadamente no regresó de su misión...



Links relacionados:


No hay comentarios:

Publicar un comentario