miércoles, 25 de enero de 2017

Crossover Star Trek - Star Wars. Extras

Cerrando el círculo

Si habéis llegado hasta aquí, fieles lectores, os agradezco vuestra paciencia y os pido disculpas por los errores y fallos en los que haya incurrido. Y sobre todo espero que os haya gustado esta historia que he compartido con vosotros. Mi intención era unir dos de los universos de ficción que más me apasionan y bueno empecé a escribir esta historia hace mucho… mucho tiempo, así que ha ido cambiando algunos elementos y sobre todo añadiendo otros, completando escenas y conceptos. En ocasiones las ideas originales las escribí y fueron descartadas por diversos motivos. Y quería compartirlas con vosotros en este post, así que las incluyo más abajo, como si fuera un extra en la edición especial de una de esas sagas preferidas. También pensé algunas tramas que no se incluyeron, la que siempre he tenido ganas de escribir era un carrera, como en el episodio Drive (VOY, 7.03), en el que participara la tripulación de la Voyager, la Enterprise-E, la Defiant, rebeldes, romulanos, klingons y otras razas. Al final la idea hubiera roto el ritmo de los últimos capítulos y por eso no fue desarrollada. Quién sabe si algún día me animo.

Como alguna lectora ya me ha comentado, el relato está lleno de referencias y pequeños homenajes. Estas referencias cruzadas las he escrito porque creo que es una manera de profundizar más en los universos que tanto apreciamos y me permite rescatar algunos elementos. Planetas o personajes que me gustaron o simplemente por no inventarme algo que al recuperarlo puede enriquecer mi historia con una referencia más. Su identificación es fácil, ya que los marqué con un link a su página en Memory Alpha o Memory Beta, en el caso que estos fueran originarios de los libros y cómics editados con licencia. Menos menciones al universo de Star Wars en lo que se refiere a personajes, muy posiblemente porque no suelen gustarme los desarrollos que tienen, quería que no fueran tan planos como me parecen. Aun así la presencia del Emperador Palpatine, Darth Vader o el gran moff Tarkin creo que se siente en toda la historia. También hay una referencia cruzada a otro relato anterior, publicado en el mismo blog, de manera que los personajes de Patrick DeLorean y Tabor Laan, aparecidos en el capítulo 9 (tercera parte), eran los protagonistas de la historia del USS White Wolf.

Una historia en la que he querido cerrar el círculo de lo que había transcurrido en el universo de Star Trek una vez iniciado el relato. Este empieza entre el episodio Extreme measures (DS9, 7.23) y The dogs of war (DS9, 7.24) de Deep Space Nine, de manera que su desenlace, así como las dos temporadas de Voyager y la película de Nemesis transcurren durante los hechos aquí narrados. He intentado que la mayoría de estos sucesos en la línea temporal, conocida por todos, también ocurrieran aquí. De manera que no es una mera coincidencia que el primer y último capítulos del relato: Los perros de la guerra y Lo que dejamos atrás tengan los mismos nombres que el penúltimo y último episodio de DS9: The dogs of war (DS9, 7.24) y What you leave behind (DS9, 7.25/26), respectivamente. Así Sisko recibe la visita de los Profetas que le advierten de la intención de Dukat de liberar a los pah-wraith. De manera que toda la trama de Lepira y la influencia de las criaturas del agujero de gusano hacia Vantorel, estaba ideada para que el Emisario empezara su tarea, tal y como le dice Sarah a su hijo en la serie.

El resto de personajes de DS9 tienen el mismo destino: Garak regresa por fin de su exilio a Cardassia Prime, Damar muere en el ataque a la comandancia central y Odo regresa a la Gran Unión para curarla, entendiendo que al ser más poderosos todos juntos, han logrado sobrevivir más tiempo enfermos de lo que lo hacen en la serie. Desgraciadamente la invasión del Imperio impide que la líder del Dominion sea curada por Odo y muere por culpa de la enfermedad inoculada por la Sección 31. Mientras que Weyoun, uno de mis villanos preferidos, logra sobrevivir al unirse a la Federación y someterse a las órdenes de Odo, el único Fundador conocido en los cuadrantes Alfa y Beta, haciendo realidad la visión del clon que había tenido un fallo: Weyoun 6 que conocimos en Treachery, faith and the Great River (DS9, 7.06).

Los sucesos de Star Trek Nemesis me llevaron a construir toda la trama romulana del capítulo titulado El juego romulano. Shinzon, como líder de los remanos se alía con el Imperio contra sus antiguos amos y obviamente necesita a Picard para sobrevivir. Tal vez la vicefalia del Imperio Romulano entre el Senado y el Comité Continuo queda algo extraña, en su momento me pareció la manera de crear bandos entre los líderes romulanos. Mientras que la inclusión a los unificadores además lograba hilvanar un puente con Spock, que lo último que sabíamos de él era que estaba con sus primos. Según el guión de Nemesis la doctora Crusher era destinada al departamento médico, así que en esta historia recogemos ese pequeño detalle. Y claro está, Data no muere heroicamente, pero como su conciencia era transferida a B-4 y realmente no moría, tampoco importa. La incorporación de su hermano fue una de las últimas modificaciones a la historia durante el proceso de publicación del relato, pero me pareció interesante mencionarle y que esté en poder de un genio que puede educarlo como si hubiera sido el propio Data.

Finalmente con la tecnología de hiperespacio permite a nuestro Reginald Barclay poder ir en busca de la Voyager, sirviéndome como base la trama del episodio Pathfinder (VOY, 6.10) y su obsesión de la nave perdida. De esa manera el regreso de Janeway y su tripulación se adelanta un año a la serie, justo este los episodios de Unimatrix Zero II (VOY, 7.01) e Imperfection (VOY, 7.02). Mientras que en su subsiguiente viaje y tras el acuerdo descrito con los hirogen podemos confirmar que los sucesos narrados en Flesh and blood (VOY, 7.09/10). Sí quise ascender a Kim, porque tras 6 años siendo oficial de puente y haber muerto varias veces, se lo merecía. Y todos los chavales borg aún permanecen a bordo de la nave. Como Seven vive, es de suponer que lo ocurrido en Imperfection (VOY, 7.02) también ha sucedió al mismo tiempo que este relato.

Si he de nombrar a algún personaje cuya evolución estoy más satisfecho sería Lwaxana Troi, con el que he disfrutado mostrándola como alguien duro y pragmático y creo que no desvirtúa lo visto en la serie, sino que hace al personaje con matices más interesante. También he disfrutado con la historia de Nueva Fabrina, con la que quería mostrar lo que habría sucedido en un planeta de la Federación invadido. Para desarrollar a los fabrini, que vimos en Fort he world is hollow and I have touched the sky (ST, 3.10), uno de los capítulos que más me gustan de la clásica, he usado información de la novela Ex Machina, de Christopher L. Bennett. Además les he dotado de unas marcas en la piel, al estilo trill, para diferenciarles un poco del resto de razas humanoides de la clásica y las imágenes del planeta son reutilizaciones de un mundo visto en la película Jupiter ascending (2015), para el que se habían basado en Bilbao.

Las imágenes que han acompañado el relato están para amenizar la dureza del texto y ubicar al lector en la escena que desarrollaba. Espero que os hayan gustado. Las utilicé como apoyo, y en ocasiones usando otros universos. Solo pido vuestra indulgencia.

Pendiente queda relatar la historia de una nave estelar que inicie la resistencia contra el Imperio sin estar en contacto con el Operativo Omega. La idea está sembrada en el relato y algún día me gustaría completar los sucesos a bordo del USS Zhukov, que ha sido mencionada en varias veces. Pero por ahora lo próximo que publicaré es el relato del USS Spirit, la nave que la princesa Leia menciona en el capítulo 9 (segunda parte) y que fue escrita con la idea de mostrar lo que pasaría (bajo mi punto de vista) si una nave de la Federación hubiera llegado a la galaxia del universo de Star Wars. Después publicaré una serie de por lo menos cuatro relatos bajo el título del “Jedi perdido”, donde encontraremos algunos personajes del Crossover Star Trek – Star Wars, como Zahn, el almirante Vantorel y el capitán Valorum, entre otros.


Espero que os haya gustado. Y sobre todo, no dudéis en hacerme llegar vuestros comentarios.

  
Escenas extras.

· El Imperio Galáctico conoce a la Federación y al resto de potencias, hace años que el ubictorado la estudia, que les observa y prepara una invasión. ¿Pero cómo la conocieron? Corre el año 2366 (la tercera temporada de The Next Generation) y una vieja nave de la Armada Imperial, el transporte Aclat ha sufrido un accedente en su hiperpropulsor, que le lanza a una velocidad vertiginosa a millones de años luz de distancia. A una galaxia lejana. En el capítulo 3 (primera parte) se menciona que el USS Coventry envió una imagen de una nave no identificada durante el proceso de primer contacto.


Sector 73621

Diario de a bordo. (USS Coventry NCC-21160/18644)
Fecha Estelar: 43832.3 (2366; 3ª tem. TNG)
            Ha llegado la etapa final de la última misión de la Coventry, en la que junto al USS Yamaguchi hemos participado en la instalación de una colonia en Beta Yioin III. Ahora solo queda el viaje hacia al depósito naval Z-15 de Qualor II, donde mi nave será decomisionada, permaneciendo allí hasta que se decida su desguace. No teníamos prisa, así que alargamos nuestra estancia una semana antes de partir, la verdad es que me entristece cambiar.
            He sido su capitán durante los últimos ocho años y esta veterana Miranda me ha dado muchos gratos recuerdos. Sé que la USS Bellerophon es una buena nave y más grande, pero creo que no será como en la Coventry, aunque por suerte conservaré a casi toda mi oficialidad. El ascenso a capitán de mi número uno me alegra, y aunque el USS Buran sea pequeña, yo también empecé por una nave modesta y ahora me cuesta dejarla atrás. Por otro lado el comandante Mayer es muy capaz de ser mi primer oficial a bordo de la Bellerophon.
            Los alféreces Uota, Damian Tell y Laura Domínguez han sido ascendidos a teniente por méritos.
            Final de anotación.


            La capitana Gwynyth Woronicz se acomodó en su sillón y miró a su alrededor. Hacía ocho años que se sentaba en aquel despacho, donde había pasado muchos buenos ratos, como las largas conversaciones con Sarah después de cenar. Claro que su cabina había sido testigo de otros mejores momentos. Para su última misión se había retirado la mayoría de los equipos de la Coventry, así como la tripulación no esencial, para su misión de colonización. Lo que había dado más espacio para colonos y sobre todo para la cantidad de suministros que un asentamiento de cinco mil grazerites necesitaba. Aquellas semanas se le habían hecho más cortas y menos tristes al trabajar codo con codo con aquella pacífica y educada, sencillos granjeros que con canciones animaban la construcción de sus casas y de las zonas comunes de su nuevo hogar.
            – Capitán, le necesitamos en el puente – le interrumpió la voz de su primer oficial.
            – Ahora voy – replicó levantándose, salió al pasillo y desde allí entró en el puente.
            » ¿Qué sucede, número uno? – preguntó Woronicz al cruzar la puerta.
            – Hemos detectado una nave en nuestra ruta – explicó este.
            – ¿Algún problema? – preguntó sentándose en la silla de mando.
            – No responde a nuestras llamadas, capitán.
            – ¿Estamos en alcance visual?
            – Acabamos de entrar – respondió este pasando la imagen a la pantalla. Su aspecto era extraño y Woronicz no recordaba haberlo visto nunca. Era triangular, con un casco macizo y en la popa se alzaba una de torre de mando. Ciertamente imponente –. No aparece en ningún archivo. No está catalogada.
            – Parece que esta misión se ha puesto interesante por momentos – dijo la capitana con una media sonrisa –. Envíe un mensaje a la Flota. Hemos encontrado una nave desconocida y procedemos a realizar un primer contacto. Adjunte la lectura de los sensores. ¿Está armada?
            – Sí. Detectamos por lo menos una treintena de puntos de fuego – informó Mayer desde la consola científica.
            – Será mejor no ponerles nerviosos – dijo la capitana –. Pero estén preparados.
            » Abra todas las frecuencias – ordenó con seguridad –. Aquí la capitana Gwynyth Woronicz, de la nave estelar Coventry de la Federación Unida de Planetas, a nave de origen desconocido. Nuestras intenciones sin pacíficas. Somos exploradores en busca de nuevas formas de vida y nuevas civilizaciones. Contesten por favor.
            – Nada capitán – dijo su primer oficial tras unos segundos de espera.
            – Continuemos acercándonos y repita el mensaje – ordenó Woronicz sin apartar la vista de la pantalla central. Según sus cálculos esa nave medía unos 754 metros de largo, por 460 de ancho en su parte más alargada. Intentaba buscar algo que la hiciera recordar alguna otra, pero no había nada. Por su configuración debía de ser poderosa: tenía unos grandes motores que a su juicio ocupaban gran parte del interior del casco. No detectaba barquillas, ni una tecnología equivalente a la curvatura, por lo menos no en la configuración que ella conocía. Tampoco tenía el aspecto de las naves cúbicas del borg, detectadas un año antes por la Enterprise-D cerca del sistema J-25 y que tanta alarma habían causado.
            – Nos estamos acercando – informó el teniente Domínguez desde la posición del piloto.
            – Velocidad de impulso. Pónganos a treinta mil kilómetros – ordenó Woronicz pensando en el radio de acción de transportador.
            La pequeña nave de la clase Miranda desaceleró de más allá de la velocidad de la luz y despacio se acercó frontalmente hacia aquella extraña nave.
            – Recibimos contestación… – indicó Mayer –. El traductor universal está procesando. No está en sus bancos de memoria. Tardará un poco, señora.
            – Bien. Ya es algo.
            – ¡Están activando las armas y alzando escudos! – gritó entonces el número uno.
            – ¡Alerta roja, estaciones de batalla! – reaccionó Woronicz viendo como desde aquella nave empezaban a disparar contra la Coventry.
            En aquel momento el ordenador acababa de traducir el mensaje: Destructor del Imperio Galáctico Aclat a nave desconocida. Prepárense para ser abordados en nombre del Emperador Palpatine y el Nuevo Orden.


· La Lokonor y su capitán son presentados en el capítulo 6 (tercera parte), con su nave recién reparada tras los daños sufridos durante la invasión. Escribí una escena para explicar las circunstancias del ataque sufrido, aunque ya con la idea es este apartado de Extras. Como la escena está situada en el primer capítulo, que estaba escrito específicamente desde el punto de vista del universo de Star Trek, era imposible mostrar lo sucedido a la Lokonor.


Romulus

            La pequeña flota salió del hiperespacio al borde del sistema. Estaba formada por dos cruceros Strike, cuatro fragatas de asalto y otra nave de forma redonda de mil novecientos metros de diámetro. Inmediatamente después las naves se desplegaron alrededor de la esfera que se detuvo.
            – Comunique al Conqueror que estamos en posición – indicó el almirante Griff desde el puente de la Armored, la única de las seis esferas de torpedos que tenía el Imperio desplegada en aquella operación en los Nuevos Territorios.
            – El Gran Almirante Gorden le saluda e indica que permanezca en la posición actual a la espera de órdenes, señor – le respondió poco después el oficial de guardia.
            Griff asintió y se quedó observando en silencio la pantalla de situación donde se mostraba el desarrollo de la batalla por el corazón del Imperio Romulano y por lo que parecía habían llegado demasiado pronto. Aun así la batalla ya parecía estar decidida: las fuerzas romulanas habían sido apartadas de la órbita de Romulus y estaban siendo arrinconándolas entre Remus y la mole del superdestructor. Pero no solo allí se combatía, todo el grupo de batalla de Gorden estaba desplegado por el sistema y daba caza a todas las naves que intentaban salir de él. Cargueros, lanzaderas o naves de la armada romulana eran perseguidas por pequeños grupos de caza, formados por una nave armada con cañones de iones y otras más pequeñas, que acababan, ya indefensas, con ellas. Mientras que fuerzas autóctonas remanas se habían unido también a la batalla en contra de sus antiguos amos.
            – Una nave camuflada se aproxima a nuestro sector a toda velocidad – informó el oficial de guardia –. Es un pájaro de guerra, clase D'deridex.
            – Que la Lokonor, lo intercepte – ordenó Griff.
            Segundos después una de las fragatas rompía la formación en el flanco de la esfera de torpedos. El D'deridex aceleró al salir del pozo gravitacional y entró en la velocidad de curvatura justo cuando los cañones iónicos del Lokonor abrían fuego sobre la posición de la nave oculta atravesando el vacío del espacio.
            Aun así el oficial al mando de la fragata no se desesperó, informó a la Armored que iniciaba la persecución de la nave romulana. Cuando Griff lo autorizó, el capitán Banzar ordenó a su navegante que trazara un rumbo de interceptación, mientras el responsable de astrogración iniciaba los cálculos para un salto para colocarse en medio de la trayectoria del pájaro de guerra.
            Aquel día la misión de su nave estaba clasificada como nave de escolta y piquete, lo que significaba que tenía que impedir que cualquier nave pudiera escapar del bloqueo. Si esta lograba alcanzar la velocidad de curvatura, la Lokonor saltaría al hiperespacio dentro del rumbo en que los sensores subespaciales, más un mayor alcance y resolución, marcaban la ruta de la nave perseguida. Volverían al espacio normal y obligarían a esta a desacelerar para cazarla. Los cálculos del salto fueron repasados tanto por el ordenador de a bordo, como por una unidad astrométrica R1 modificada especialmente para aquella operación.
            – Todo está preparado – informó el oficial ejecutivo y Banzar asintió. Segundos después el espacio normal que veía a través de los ventanales se convirtió en un remolino de colores. Apenas unos instantes después las estrellas volvían a aparecer frente a los ojos de Banzar.
            – ¿Hay señales de la nave que perseguimos?
            – Acaba de entrar en nuestros sensores – indicó el oficial artillero.
            – Disparen cuando estén listos.
            En las pantallas tácticas la nave romulana se acercaba con gran rapidez y cuando se encontraba en el radio de medio año luz, desde la Lokonor dispararon una andanada de pequeños proyectiles isolíticos que se dispersaron en abanico. Segundos después detonaban distorsionando el subespacio en una gran área. Cualquier nave que en aquel momento estuviera viajando a velocidad de curvatura saldría irremediablemente al espacio real. Como así sucedió.
            El T’met estaba al mando del subcomandante Almak y su tripulación pertenecía al Tal Shiar, veterana de peligrosas misiones, como el intento de captura del prototipo de la clase Prometheus de la Flota Estelar y de otros combates contra el jem’hadar y los klingons. Cuando fue obligado a salir del subespacio este se acomodó en su sillón de mando y observó con detenimiento la nave que tenía delante. Era más pequeña que su D'deridex, aun así tenía una impresionante poder de fuego con sus cincuenta puestos de artillería que sus sensores detectaban.
            Almak ordenó acelerar y envestir a su enemigo mientras abría fuego con sus cañones disruptores y disparaba los torpedos de plasma a discreción. Los primeros impactos alcanzaron a la Lokonor, aunque esta no dudó en devolver aquel fuego desesperado con todas las baterías turbolásers y los cañones de iones de que disponía mientras realizaba maniobras de evasión para escapar de la envestida. Alcanzado de lleno por las descargas de iones, los escudos de la nave de Almak se desplomaron y su reactor y la mayoría de los sistemas se fundieron. Aun así el impulso que había tomado el pájaro de guerra no cesó y el Lokonor no pudo evitar la colisión. El ala curva que abrazaba la barquilla de curvatura alcanzó de lleno toda la superestructura inferior de proa de la fragata imperial, mientras que la parte inferior del casco de mando se llevó por delante el alerón dorsal inferior y con él uno de sus motores. El tremendo impacto lanzó por los aires a la tripulación de ambas naves, mientras que las consolas estallaban, los mamparos cedían y las alarmas de colisión resonaban por pasillos y salas.
            Impulsados por la inercia las dos naves heridas se alejaron. Los disparos anteriores al choque también habían dañado a los dos adversarios, aun así la suerte había sido echada.
            – ¡Informe de daños! – gritó Banzar al incorporarse del suelo.
            – Múltiples daños en todos los sistemas, hemos perdido la aleta dorsal inferior y sus motores. El reactor principal ha activado la parada automática y estamos tan solo con la energía auxiliar – informó su primer oficial –. Tenemos una grieta en el casco en las cubiertas ocho a diez en babor. No tenemos escudos ni potencia de ninguna clase en babor.
            – ¿Y los romulanos?
            – Recibieron impactos directos de iones y turboláser, están varados en el espacio, sin energía – contestó su oficial de armamento.
            – ¿Funcionan los turbolásers de estribor?
            – Solo con la energía de reserva. Cuatro disparos por batería.
            – ¿Podemos maniobrar?
            – Solo con los impulsores de posición.
            – ¡Hágalo! Que todas las armas apunten a ese bastardo.
            Lentamente la Lokonor viró en un lento giro de ciento ochenta grados para colocarse en posición de disparo con sus baterías turboláser de estribor, aun intactas. A bordo del D'deridex, en el que apenas quedaba energía para el soporte vital Almak observaba en el puente como su enemigo giraba para darle el tiro de gracia a través de una pantalla teñida por las interferencia. Uno de los disparos de iones había alcanzado de lleno al reactor principal y habían estado a un segundo de que se produjera una reacción incontrolada. Pero eso ya no importaba. Todo había transcurrido como el oficial del tal’shiar tenía previsto. A bordo solo había una tripulación mínima y voluntaria.
            Aquella maniobra de persecución y caza utilizando proyectiles que distorsionaban del subespacio ya había sido observada en otros lugares y Almak contaba con que ahora se repitiera. Como así había sido. Viajando junto al T’met se encontraba el Soterus bajo el mando del comandante Suran, las dos naves habían atravesado el bloqueo imperial muy juntas, por lo que estos habrían detectado su firma de taquiones, enviado una nave para interceptarles. Pero la Soterus se había desviado justo después de sobrepasar el piquete enemigo, mientras que la T’met habían seguido la misma trayectoria. Poco después las armas isolyticas les habían hecho salir del subespacio para caer frente a la Lokonor. Ahora el Comité Continuo estaba a salvo. Y lo que era más importante y en lo que pensaba Almak mientras miraba a sus burlados enemigos: sus hijos habían sido evacuados de Romulus el día anterior con su madre. Estaban a salvo y eso era lo único que le importaba. Aun pensaba en ellos cuando por fin la nave de Banzar se colocó en la posición idónea para disparar, aunque este no podía oír como el comandante romulano reía a carcajadas, pensando en quien reía el último, reía mejor. Banzar observaba como el D'deridex romulano se desintegraba y pensaba en los valerosa y estúpida que había sido su tripulación, que había estado a punto de enviar al infierno con su desesperada envestida. Aunque en el fondo, Banzar seguramente hubiera hecho lo mismo.
            En el mismo instante en que Almak moría, la Armored se acercaba a Romulus y se colocaba en órbita. Poco después abría fuego con sus quinientos tubos de torpedos de protones contra el escudo que protegía el planeta. Cuando este hubo cedido y acompañado por un buen número de naves imperiales, empezó un devastador bombardeo sobre las ciudades y los pueblos de Romulus.
            El día en que Almak había hecho su jugada maestra, millones de seres perdieron la vida. Muchos otros la perderían en los siguientes meses.


Al final del relato Banzar se rendiría y desertaría a las fuerzas de la Alianza para Restaurar la República. Aun así el texto original indicaba que el capitán de la Flota Estelar que hablaba en su nombre en el juicio, claramente amañado, era nuestro andoriano Deilog del USS Lagranje. Pero para la liberación de Bolarus en el capítulo 11 (primera parte) pensé en usar un personaje que ya hubiera aparecido antes, así que finalmente el defensor de Banzar fue el capitán Grumby, del USS Minnow. Esta nave y su comandante aparece en los okudagramas de Conspiracy (TNG, 1.25). En la escena final original Deilog hablaban del futuro y se insinuaba que el andoriano había empezado una relación con T’Mira. Recordemos que Banzar ya había degustado la gastronomía española.


            – Aunque he pedido el traslado a un puesto permanente en Vulcano.
            – Vulcano, no le veo en un mundo tan cálido – respondió Banzar, que conocía bien aquella galaxia y su historia.
            – Todo planeta tiene sus encantos. ¿Y usted que hará al regresar a su galaxia?
            – He sabido que Bakura, mi planeta natal, ya no forma parte del Imperio y ha firmado un acuerdo con la Alianza. Enviaré a mi familia un mensaje informándoles que ahora soy también soy oficial de la Nueva República y en cuanto mis nuevas obligaciones me dejen, iré a visitarles.
            – ¿Se arrepiente de haber desertado?
            – No – respondió rotundo Banzar –. Tal vez de no haberlo hecho antes. Pero en la vida todo tiene su momento.
            – ¿Le gustaría cenar esta noche conmigo? – le preguntó Deilog.
            – Será un placer capitán. En mi anterior estancia conocí un restaurante Segovia. Era excelente. ¿Le gusta la comida terrestre?
            – La comida de los pieles rosas siempre me pareció muy peculiar.


· Wesley Crusher tiene un pequeño, pero significativo papel en la historia y pretendía escribir más sobre él. Finalmente no fue posible, aunque quería poner una escena que explicara quién era Sarah Albert. Esta era prima de Joshua Albert, amigo de Wesley en el escuadrón Nova de la Academia, en cuyo accidente murió y que sus compañeros intentaron ocultar, encabezados por Locarno, sucesos acaecidos en The first duty (TNG, 5.19). Pretendía ser parte de un romance entre los dos, pero no hubo espacio para incluirlo, ya que rompería la dinámica de los últimos capítulos.


USS Pretorian

            – ¡Pero yo dije la verdad! – replicó Wes.
            – ¿Y crees que eso te hace mejor? – replicó Sarah Albert –. Joshua confiaba en ti. En sus cartas siempre hablaba de ti, Wesley. Decía lo fantástico que eras, lo que sabías, te envidiaba por lo que habían vivido a bordo de la Enterprise. Deseaba ser como tú. Eras su ídolo. Pero no le ayudaste. Mentiste. Sabes que si hubieras dicho que no, el nunca habría participado en ese vuelo y ahora seguiría vivo. Era tú deber ayudarle, como amigo y no… Te hubiera seguido hasta el infierno y sabías que Joshua se ponía nervioso durante esos vuelos. Deberías haberlo protegido.
            – Lo siento – dijo Wes bajando la mirada avergonzado.
            – Eso no me devolverá a mi primo. Decía que si nos conociéramos nos llevaríamos bien. Pero ahora no puedo ni siquiera mirarte.


· Tras la visión con los Profetas, Vantorel viaja a Bajor, pero no lo incorporé finalmente a la historia porque no encajaba en el carácter del almirante.


Bajor

            Dos seres se transportaron frente la entrada del monasterio de Tozhat al anochecer. El más alto llamó a la puerta, la cual enseguida fue abierta por un joven monje. 
            – Casi es la hora del toque de queda, pasen, pasen – dijo este casi sin prestar atención a los viajeros, que suponían se habían perdido y buscaban refugio. Era invierno en aquellas latitudes y los dos individuos llevaban capas con capuchas que impedía verle la cara, pero en monasterio estaba abierto a todos los viajeros, era la costumbre de Tozhat y siempre había sido así y siempre lo sería.
            Pasaron al interior y tras cerrar la puerta el monje, ahora ya con luz se giró hacia estos. Lo primero que vio fue el rostro de un ser al que jamás había visto: tenía la piel rojiza, y una máscara que le tapaba la boca y los ojos.
            – Quisiera ver a la vedek Alhana – dijo el segundo individuo: un humano con orejas puntiagudas, como pudo ver al quitarse la capucha. El joven monje le reconoció y todo su cuerpo se estremeció.
            Sin poder decir nada se alejó corriendo. Al poco apareció la vedek Alhana, mucho más serena que su sobrino que solo había podido decir: “¡Está aquí, está aquí!”. Los dos se saludaron con una reverencia y la vedek le indicó que pasara a una pequeña habitación, donde meses atrás había esperado Kira. Fan Dok se quedó en la puerta.
            – ¿A que debo esta visita? – le preguntó Alhana con tranquilidad.
            – Es complicado de explicar – empezó a decir su invitado quitándose la capa y mostrando su uniforme imperial, con un blaster al cinto –. Quisiera consejo.
            – Pensaba que kai Winn...
            – No es sobre Bajor, bueno sí. Necesito preguntarle una cosa.
            – Prosiga almirante.
            – Usted es una de las personas más respetadas, por su conocimiento sobre los Profetas.
            – Exagera.
            – Necesito saber... – Vantorel se puso en pie, estaba nervioso, ¿había hecho bien al venir? Había sido un impulso, no... Él no solía cometer impulsos –. Los Profetas... suelen hablar a...
            – Los Profetas hablan a otras criaturas no bajoranas. No olvide que el propio Emisario es de la Tierra, humano. Sabemos que un ferengi visitó el Templo Celestial y sus habitantes cambiaron su naturaleza.
            – ¿Qué relación tienen los Profetas con Bajor?
            – Los Profetas son de Bajor, almirante. Ellos han creado esta sociedad a través de sus enseñanzas, son nuestros dioses, les rezamos y esperamos que un día nos dejen entrar en el Templo Celestial.
            – Los Orbes, ¿qué son?
            – Algunos dicen que son las lágrimas de los Profetas. Yo pienso que son sus mensajeros, a través de los cuales nos comunicamos con ellos y ellos con nosotros. Cada uno tiene cualidades diferentes. A través de ellos podemos hablar con los Profetas.



· Escena alternativa del primer encuentro entre Picard y Zahn. La lógica de no llevar inmediatamente a Zahn a Laredo hizo cambiar esta escena, otros muchos detalles han cambiado: el momento del retorno de la Voyager, o las razas congregadas. Sí se mantuvo la similitud entre Yavin 4 (el planeta azul alrededor del gigante gaseoso anaranjado) con la base de Laredo. Una de las cosas que me hubiera gustado inlcuir en el relato y desarrollar está aquí: Pulaski como capitán de la Inhotep.


USS Enterprise-E

            El observatorio estaba en silencio, tan solo se oía de fondo el rumor constante de los motores. Picard dejó el padd que había estado leyendo sobre la mesa y se levantó dirigiéndose pensativo hacia los ventanales.
            Observó el espacio que se extendía frente a su vista. Aquel era un lugar hermoso, pensó. La superficie verdosa de aquella luna de clase M destacaba de la gigante gaseosa rojiza que se alzaba encima suyo. No lejos de la Enterprise se encontraban numerosas naves. La más cercana era la Defiant que acababa de llegar de una misión. Algo más lejos estaba la Europe y a su lado el Jupiter y más allá la Pretorian. A la derecha estaba la estructura del dique seco y en su interior se encontraba la recién llegada de los confines del espacio, la Voyager. Otras naves de la Flota que habían podido escapar y reunirse eran el Wounded Knee, la Pathfinder, el Hood o la Inhotep, y la nave hospital de la clase Intrepid capitaneada por su vieja jefe médico la ahora capitana Katherine Pulaski se encontraba en la superficie del planeta. Allí se había alzado una ciudad repleta de refugiados, construida a base de tiendas y casas prefabricadas. Cerca de veinte mil almas llegadas de todos los rincones de la galaxia se habían ocultado allí, a salvo de la represión y la muerte. Pero no estaban solos allí, también había naves klingons, romulanas, cardassianas, ferengi, incluso alguna breen. Y aquel tan solo era uno de muchos otros lugares donde habían podido huir otros miles de seres, refugios distantes, escondidos entre las estrellas, esperando. Y con ellos otras naves, no muchas, pero sí suficientes para…
            La pregunta era para qué. Aunque tal vez el hombre que había llegado con la Defiant podía traer la respuesta a esa cuestión.
            La puerta del observatorio se abrió y tras esta entró su número uno. Riker se detuvo junto a la puerta e indicó al hombre que venía detrás que pasara. Era un hombre alto, de unos treinta años. Tenía las facciones juveniles, si no fuera por la cicatriz que le atravesaba toda la mejilla derecha, la cual le daba un aire de agresividad. Vestía una chaqueta negra, con el cuello alto, muy parecida a la que llevaban los oficiales del Imperio. Y la mano derecha la llevaba tapada con un guante también negro.
            – Capitán Picard. Es un placer – le dijo alargándole la mano enguatada para estrechársela. Picard la miró un instante y le devolvió el saludo –. Una nave magnífica.
            – Gracias, comandante…
            – Zahn, capitán.
            – Siéntese – le indicó Picard señalándole una de las sillas. Este asintió y se sentó. Tras lo cual Riker abandonó la sala, dejándoles solos.
            – El capitán Sisko me ha informado que usted pertenece a una facción opositora al Imperio – empezó Picard a la defensiva.
            – Comprendo los recelos que puedo suscitarle, capitán. En realidad procedo de la misma galaxia que sus actuales enemigos y no sabe a ciencia cierta si es verdad lo que digo o es una trampa – explicó Zahn –. Pero intentaré aclararle a quien represento.
            » Soy un oficial, al igual que usted, de la Alianza Rebelde.


Ll. C. H.

Dedicado a vosotros, lectores…


lunes, 23 de enero de 2017

Star Trek Beyond

Con retraso, pero aquí está mi resana sobre la última película de la saga de Star Trek. Confieso que fui a ver la película con unas expectativas bastante bajas (las dos anteriores entregas del abramsverso son precisamente las que menos me gustan, como indiqué en el ranking de la saga cinematográfica que publiqué) pero al final la película me sorprendió gratamente, pareciéndome una cinta entretenida, bien dirigida y con una historia sencilla, que tiene lagunas y errores, pero el resultado nos ofrece una historia entretenida y bastante trepidante.

Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que el lanzamiento de la reimaginación se hizo para renovar la franquicia en el cine y hacer cintas con más acción de lo que nos tenían acostumbrados (que es lo que deja dinero), de manera que, aunque nos duela o no nos guste, no podemos pedir una película que no es lo que los productores querían. La elección de Justin Lin como director consolida la idea de convertir la franquicia  en una serie orientada a ofrecer al público más aventuras puras y duras. No entraré si eso es bueno o malo, a gustos colores. Pero sí que tiene una dirección más dinámica y entretenida, pareciendo en ocasiones una entrega de Mission Imposible o de Fast of Furius, al final la idea es que entretenga y eso sí lo consigue, sin querer darle un sentido que no es, como en las entregas anteriores. Y viendo el resultado de los últimos trabajos de J.J. Abrams (Into darkness, o The force awakens) me parece que este último no me gusta como director, que quiere dar mucho misterio a la situación, pero al final no sabe cómo resolverlo. Eso o tal vez nos hayamos ya acostumbrado al nuevo universo de acción y aventura.


Lo que me gustó:
El guión, rubricado por Simon Pegg (que al principio me asustaba bastante) posiblemente es lo mejor. La historia que nos cuenta es redonda, hay una presentación, un desarrollo y un desenlace coherente, recogiendo las consecuencias de las entregas anteriores. Además hay gran cantidad de referencias a la serie clásica y a Enterprise, la serie que al ser una precuela, es igual tanto en el universo primario, como en el abramsverso, lo que es de agradecer. La mano verde de Apolo del episodio Who mourns for Adonais? (ST, 2.04), la fusión con el transportador de Tuvix, referencia al MACO, a los xindi y a la guerra entre la Tierra y Romulus. Incluso el apellido de la comodoro Paris (¿posible antepasado de Tom y su padre Owen Paris de Voyager?), o el nombre de la base: Yorktown, que además iba a ser el nombre original la Enterprise en la serie clásica. Las cabinas transportadoras de la estación, un elemento que siempre había faltado ver en pantalla. Y el homenaje a la muerte de Nimoy con el fallecimiento de Spock en el universo de Star Trek y la imagen de sus amigos, en los tripulantes de la serie original entre sus pertenencias.

Otra de las consecuencias de un buen guión es que los personajes están mejor retratados, y se muestran un poco de cada uno de ellos. Se ha rebajado el humor (chirriante) de Scotty. Kirk se ha convertido en alguien adulto y es algo más creíble como capitán, claro que siempre tendrá el gran lastre de haber pasado de cadete a comandar la nave más moderna de la Flota. El Spock de Quinto, siempre me ha gustado más que el de Nimoy, está más moderado y “lógico” que en Into darkness, donde tenía la insana costumbre de hacer una unión mental a los moribundos (solo Surak sabría el motivo). La relación de Uhura con el vulcano en cambio es lo que aún no termina de encajarme, no por la relación en sí, sino porque tras tres años desde la entrega anterior parece que no haya avanzado nada con respecto a la intimidad entre ambos, es como si aún estuvieran en el quiero, pero no sé si puedo. O la sutil salida del armario de Sulu, al reunirse con su familia: su marido y su hija. ¿Era la piloto de la Enterprise-B Demora Sulu de la otra realidad? La verdad es que hacía falta ver a un protagonista principal como LGBT y que sea precisamente el personaje interpretado por George Takei (conocido por su activismo y visibilidad), es un buen tributo hacia el propio Takei. Aunque no será hasta el estreno de Star Trek Discovery cuando se podrá desarrollar historias para estos personajes.

Krall como villano me gusta. Antiguo miembro de la Flota Estelar sus sentimientos contra la Federación a la que considera hipócrita. No queda muy claro, pero buscar una nave en el espacio tampoco es una tarea fácil, debería entender que si no le han encontrado, no significa necesariamente que no le buscaran. Algo cogido por los pelos, pero en general me parece plausible su resentimiento. Que se alimente de la energía vital me parece que es una referencia muy clara a los vampiros que necesitan la sangre de sus víctimas para sobrevivir. Este desprecio por otras formas de vida puede haber alterado su percepción y haberle vuelto aún más rencoroso hacia la Federación. Y si se me permite especular: tal vez este método inhumano de mantenerse vivo, como le ocurriera a los goa'ulds con los sarcófagos, genera precisamente que se vuelvan aún más malvados. Aclarar estos puntos es típico de las escenas eliminadas del metraje original. Justin Lin ha dicho en una entrevista que la película duraba dos horas y media, por lo que se quedaron en la mesa de montaje 20 minutos, esperemos que podamos verlos en la edición en Blue-Ray y que nos resuelvan nuestras dudas.


Lo que no me gustó:
Pocas películas son perfectas y siempre hay cosas mejorables o fallos. Esta no es una excepción. Aunque ya he dicho que el villano me gusta, hay un grave error (muy posiblemente falta una escena) al no explicar por qué no abandonó antes el planeta, ni lo que realmente ha ocurrido en esos 100 años. La premisa de alguien resentido está bien: le relegaron de un guerrero a un aburrido explorador, además siente que fue traicionado y abandonado. ¿Por qué no utilizó su enjambre de naves para atacarla y destruirla antes? ¿El resentimiento se ha ido agravando por la necesidad de matar a otros seres para sobrevivir? ¿O su manera de alargar su vida le ha hecho más vil de lo que era? Está bien que se dejen cosas a la interpretación del espectador, pero cuando estas son importantes para comprender mejor las motivaciones de un personaje, es mejor explicarlas. Y ese es el gran fallo de la película.

La manera en acabar con el enjambre tiene en un principio bastante plausible, lo que no la tiene es lo que sucede. Una vez eliminada la coordinación entre estas, las colisiones desestabilizarían la formación. ¿Pero de donde se genera la gran ola de fuego? ¿Una colisión en cadena de los impactos? Tras anular la coordinación sí se generarían colisiones, pero no tanto una ola de fuego. Tengo la sensación que es idea es correcta, pero la ejecución algo chapucera: pongo una música y ya está todo resuelto. Mi reacción fue la de una buena solución, pero a medias. Un poco al estilo virus informático de Independance Day (si me permitís otra comparación con otra saga). No obstante este es el típico ejemplo de crear unos súpermalvados que al final solo se pueden destruir utilizando un recurso exagerado.

La estación Yorktown es espectacular, y su diseño es de lo mejor que se ve en pantalla. Obviando los problemas logísticos de construir una base tan grande (siempre se pueden ensamblar sus brazos tras su manufactura en otros lugares, como bien apuntó una buena amiga) su gran problema es que me parece una base demasiado grande para que esté situada en el borde del espacio conocido.

Muchas razas alienígenas nuevas, exóticas y estéticamente interesantes, pero pocas referencias a otras conocidas del universo primario: sobre todo me falta los andorianos, tallarites o bolianos. Y si los detalles, anteriormente comentados, son un gran acierto en la película, la verdad es que más razas conocidas es lo que más echo de menos en el abramsverso.


Conclusión:
Los detalles en una película no la hacen mejor, pero puede hacernos más placentera la experiencia. Esto es lo que ocurre con Beyond: nos cuenta una historia entretenida, está bien llevada y además uno puede gozar con las referencias. Para la cuarta entrega del abramsverso, película ya anunciada, teniendo en cuenta que en Into darkness aparecía Khan, y en ahora destruyen la Enterprise y les construyen una Enterprise-A, ¿podemos adelantar que en la siguiente película viajarán en el tiempo? Y la verdad estaría bien que apareciera William Shatner ahora que Nimoy nos ha dejado.



Nota de producción:
En el ranking de las películas de Star Trek, Beyond la situaría antes de ST III: The search for Spock.

Ll. C. H.


Links relacionados:

miércoles, 18 de enero de 2017

Crossover Star Trek - Star Wars. 40

Capítulo 12
Lo que dejamos atrás...


Y ahora la conclusión…
  

Bajor

            La retirada del planeta se había realizado rápida y ordenadamente. Como se había acordado ninguna instalación había sido dañada o saboteada y la disciplina, en ambos bandos, se había mantenido en todo momento. Las últimas lanzaderas en partir del solar donde se había erigido la guarnición situada a las afueras de la capital fueron observadas por el comandante de la milicia bajorana: el general Alhana Rez.
            – Por lo menos esta vez no hemos tenido que luchar – indicó el coronel Lenaris que se encontraba a su lado. Este había sido enviado a Bajor por Shaakar para legitimar la autoridad de Alhana sobre la milicia y las células de la resistencia hacia quien había ostentado el control de este durante la ocupación imperial y garantizar que todo transcurriera como estaba acordado.
            El general le observó a los ojos sin decir nada. Era cierto, tal vez el pueblo de Bajor no había sufrido tanto en aquella ocupación, pero sí había habido que luchar. En otros muchos mundos la gente moría, sufría y luchaba aun.
            Pero aquel no era el momento de entretenerse, los técnicos estaban inspeccionando el Cuartel General de la IV Flota en la ciudad deTempasa, los antiguos cuarteles de la 9ª Orden Cardassiana, para comprobar que no hubieran sido saboteada en el último momento. Otros grupos hacían lo mismo en la ciudad Tamulna, en la península de Trilar y en la antigua base romulana en la luna de Derna. Como todo estaba bajo control, Alhana presionó su comunicador y ordenó que le transportaran, él tenía otra misión que realizar.
            Segundos después se materializaba en la residencia de la kai, que en aquel tiempo era también la vivienda de la primera ministra del planeta.
            Nada más aparecer en la entrada se le acercó un joven vestido con el uniforme de la milicia, aunque en realidad jamás había pertenecido a esta. Bajo el brazo llevaba un libro cuidadosamente envuelto. Se lo entrego con el mayor cuidado y aunque le hubiera gustado decir algo a su padre, nada le salió de los labios. Solo le miró y esgrimió una sonrisa de ánimos, aunque sus ojos estaban llenos de temor.
            Solo, se dirigió a los aposentos de la kai, en cuya puerta estaban apostados dos guardias. Los soldados que habían protegido Winn procedían de la misma provincia: Tozhat y habían integrado la misma célula de resistencia contra los cardassianos o eran hijos e hijas de sus miembros. Todos ellos eran los hombres de mayor confianza de Alhana. Como Lade, su mejor rastreador, que también era el hijo de su primo, con el que habían hostigado al enemigo y celebrado el nacimiento de sus hijos entre las montañas, que le abrió la puerta.
            Winn estaba sentada detrás de su escritorio visiblemente nerviosa.
            – La última nave imperial ha abandonado Bajor, Eminencia – le anunció Alhana, lo que no tranquilizó mucho a la dirigente bajorana –. La flota del almirante Vantorel se está retirando del sistema. El primer ministro Shakaar ha informado que llegará junto al Emisario en breve.
            – Gracias, puede retirarse – dijo abatida, pero mantenía en su tono de voz su tono de autoridad. Aquello representaba su final.
            Kai Winn era consciente de ello y tenía que reconocerlo: era una colaboracionista. Había ayudado al Imperio a dominar al pueblo de Bajor durante toda la ocupación. No tenía escapatoria. Encima de su escritorio tenía el discurso que había preparado para la llegada de Shakaar entregándole de nuevo el gobierno. Estaba lleno de mentiras sobre el deber de proteger al pueblo e incluía la dimisión de la prelatura de kai. Era su final, ella que tan cerca había estado de ser la líder de un Nuevo Bajor bajo los Pah-wraith, meses antes, toda una eternidad.
            Alhana aun permaneció unos segundos de pie, frente al máximo líder religioso del planeta. La observó durante aquellos segundos que le parecieron siglos. Notaba su corazón latir con fuerza, su respiración hinchando el pecho en un ritmo constante. Se sentía tranquilo, pero al mismo tiempo notaba como se le oprimía el pecho. Siempre había pensado mucho en aquel momento: ¿sería capaz? ¿Tendría la suficiente fe? ¿Los Profetas le ayudarían?
            – Una última cosa Eminencia... – empezó a decir el general de la milicia que miró el paquete que llevaba entre las manos. Winn alzó la mirada, serena, segura, casi perdida en sus propios pensamientos. Tenía una expresión contradictoria, como pensando que era lo que quería aquel viejo soldado en sus últimos momentos de libertad.
            “Profetas, por favor, guiadme, no dejéis que me desvíe de vuestros deseos” se dijo en ese momento. Cerró los ojos y de alguna forma supo que Profetas estaban con él en aquella habitación. Siempre que había estado en presencia de aquella mujer había sentido un perturbador escalofrío. Pero en aquel momento estaba tranquilo, lo notaba al sostener aquel libro frente a la kai y de alguna extraña manera ya no tenía la más mínima duda.
            » Además de los rehenes, también nos han entregado con... el libro del Kosst Amojan.
            Los ojos de Winn se iluminaron en una expresión de perplejidad. Alhana lo depositó sobre el escritorio. El mismo lugar de donde Lepira lo había cogido cuando las fuerzas imperiales habían ocupado Bajor.
            – Solo el kai puede tener este libro – recordó Alhana solemne y se sintió liberado de un gigantesco peso que le había oprimido el alma, su pagh desde que supo de las profecías y del papel que él debía de jugar en ellas.
            Winn alargó las manos y se lo acercó abrazándolo como si fuera su hijo. Aun había una esperanza, pensó. Tal vez aquel no sería su final. Al final el Nuevo Bajor resurgiría y ella lo gobernaría junto a los pah-wraiths.
            Alhana salió del despacho sin que Winn se percatara. Estaba pálido, las manos le temblaban de nuevo y un sudor frío le recorría todo el cuerpo.
            – Espero que tengas razón hermana. Por el bien de los Profetas y del Emisario.
            Se dijo para sí en un susurro. Hizo una señal y los dos guardias le siguieron. Ya no hacían falta. Ahora todo estaba en manos de los Profetas.
            En el exterior del palacio Anjohl Tennan vio como los guardias que le habían impedido acercase a Winn Adami se alejaban. Por lo que no dudó en atravesar las puertas de entrada con la esperanza de volver a ver a Winn y así apoderarse del libro del Kosst Amojan.Este era el nombre que había adaptado quien una vez había sido el prefecto durante la ocupación cardassiana, el odiado gul Dukat, tras alterarse el rostro para parecer bajorano, que ahora adoraba a los Falsos Profetas, también conocidos como los pah-wraiths.


Deep Space Nine

            Desde el puente del Annihilator podía ver su escuadra desplegada frente a la antigua estación cardassiana. Al otro lado una pequeña fuerza de la Flota Estelar acababa de salir del hiperespacio encabezada por la Defiant del capitán Sisko y por varias naves que formaban parte de la flota bajorana leal a Shakaar.
            – Abran comunicación – ordenó Vantorel. Segundos después en el proyector holográfico aparecía la figura del capitán Sisko –. Como acordamos Bajor es el último planeta bajo mi jurisdicción en ser evacuado. Todas nuestras fuerzas ya han dejado DS9 y el planeta, hemos entregado el control en las sabias manos del general Alhana.
            – A cumplido con el acuerdo, almirante.
            – Entones no tenemos nada más que decirnos. Por ahora – puntualizó Vantorel con una sonrisa maliciosa. Entonces Sisko se dio cuenta de que el oficial imperial no llevaba puesta su gorra, dejando mostrar sus orejas puntiagudas –. Cuando vuelva a ver a los Profetas, de les recuerdos de mi parte y dígales que su juego ya puede continuar.
            La imagen de Vantorel desapareció en la pantalla de la Defiant, siendo sustituida por DS9 y las naves imperiales que viraban y saltaban al hiperespacio para perderse de vista. La última fue el Annihilator dejando el cinturón de Denorios como único fondo a la antigua estación minera cardassiana.
            Mientras las naves de Shakaar se dirigían hacia Bajor, la Defiant se acopló de nuevo en el anillo exterior de Deep Space Nine. Minutos después la puerta hidráulica de la promenade giraba y Sisko entraba triunfante en el recinto repleto de gente que le vitoreaba y jaleaba. Una niña bajorana se le acercó y le saludó, Kaga el dueño del restaurante klingon tocaba el acordeón, los monjes le reverenciaban desde la puerta del Templo, los hombres de Odo sonreía por tener de nuevo al Emisario como jefe y los amigos se encontraban y se fundían en un abrazo. De nuevo estaba en su casa, pensó Sisko, por fin la guerra se había acabado, no había más luchas contra el Dominion o contra los klingons o el Imperio Galáctico que acababa de retirarse, por lo menos por ahora. No, la paz había vuelto a la galaxia, una paz merecida y lograda con demasiadas vidas, vidas de hombres y mujeres de muchas razas, algunas enemigas hacía bien poco y tras luchar codo con codo empezaban un camino nuevo, lleno de esperanza y paz.
            Sisko vio acercarse a Quark, nunca había visto a aquel pequeño ferengi tan contento.
            – Me alegra verle, capitán Sisko – le dijo risueño.
            – Y a mí también Quark y jamás pensé que llegaría a decir eso.
            – Miente muy mal, capitán. Pero eso no importa. Hemos de celebrar el final de la guerra, de las guerras, en Vic’s en esta noche. Todos están invitados...


En el espacio profundo

            Vantorel observó desde el puente de su destructor como el remolino del hiperespacio se convertía en miles de estrellas. Poco a poco pudo ver la formación de parte de su flota que le esperaba en las coordenadas establecidas. Había destructores clase Imperial, Victory, Acclamator, transportes de corps Evakmar-KDY y antiguas naves núcleo Lucrehulk, cruceros y fragatas de todo tipo. El repliegue había sido rápido, por suerte los soldados imperiales no solo eran guerreros, sino también ayudaban a construir y desmontar instalaciones, de manera que las guarniciones y muchas instalaciones se habían desmantelado en tiempos record y transportadas directamente a bordo de cargueros, ahorrando mucho tiempo al no necesitar usar lanzaderas. Estaba satisfecho y no sentía que estuviera retirándose, sino por fin iba a emprender lo que siempre había soñado: explorar las estrellas, ir hasta donde ningún otro hombre había llegado, conquistar nuevas civilizaciones, enfrentarse a nuevos enemigos y misteriosos insondables.
            – El informe de situación que pidió, señor – le dijo Adel entregándole un datapadd. Vantorel asintió y empezó a leerlo. Era rutina sobre la localización de un planeta donde establecer su primera base. No quería cansar a los hombres, merecían un pequeño descanso, así que buscarían un planeta deshabitado, de clase M, como los denominaba la Flota Estelar, ese sería el principio de su pequeña república. Nada de Imperios megalómanos. No. Aquello no volvería a pasar. Lo había pensado bien y sería una buena solución. El mejor entre iguales y por supuesto él era el mejor entre todos los hombres que habían ido con él.
            – ¿Puedo hacerle una pregunta, señor? – intervino Adel cauteloso. Su oficial superior asintió con curiosidad por saber que quería su ayudante –. ¿Cómo supo que la Federación desarrollaría los torpedos fásicos?
            – Es lo que yo hubiera hecho – respondió lacónico Vantorel –. Ahora comuníquense con el capitán Valorum, que se dirija al cúmulo estelar... FGU-1234.
            – ¡Sí señor! – replicó enérgico Adel.


USS Enterprise-E

            La Federación había sido liberada por completo y ahora había empezado la reconstrucción de infraestructuras, de planetas, de almas. Utopia Planitia y otros astilleros que había sido tomado intacta ya había empezado a trabajar en la reparación de las naves dañadas y en la construcción de nuevos cascos para nuevas naves. La resistencia imperial se había convertido en un derrumbe tras difundirse que los escudos deflectores de las naves e instalaciones eran vulnerables a los proyectiles fásicos. La Armada imperial se había dispersado, sin control alguno o mandos que quisieran seguir luchando, algunos se unieron a Vantorel, mientras que otros habían regresado a su galaxia. Aisladas, algunas guarniciones y fuerzas planetarias había logrado apoderarse de una nave y reunirse con sus compañeros, muchas habían optado por rendirse, unas pocas, sobre todo situadas en el Imperio Klingon, habían resistido hasta que fueron derrotadas y aniquiladas. Por otro lado las fuerzas del Dominion, lideradas por Weyoun, habían regresado al cuadrante Gamma.
            Tras liberar Tellar Prime la nave de Picard había ayudado a reconstruir las infraestructuras energéticas dañadas durante la ocupación y la reparar los daños de la Base Estelar 223. Varias semanas después habían recibido la orden de dirigirse a la Tierra para participar en las celebraciones de la victoria.
            El día antes se había celebrado una ceremonia por los caídos en el auditorio del Almirante Forrest de la Academia y se había anunciado la construcción de un monumento de granito negro donde se esculpirían los nombres de todos que habían dado su vida en la guerra del Dominion y contra el Imperio Galáctico en los jardines que daban a la bahía de San Francisco. A nadie se le escapó que el monumento iba a ser muy largo.
            El funeral interconfesional había sido presidido por la presidenta Troi, por el canciller Martok, el pretor Hiren, el emperador tholiano, el Hegemónico Gorn, los representantes de los xindi, la princesa Organa y muchos de los prisioneros liberados en la Luna. Había sido muy emotivo.
            Después se había celebrado una recepción en París, donde Min Zife había pronunciado un discurso sobre el trabajo de Lwaxana, pidiéndole que permaneciera en la presidencia de la Federación para guiar a esta en la reconstrucción. Aunque Picard sabía que ella rehusaría. Deanna le había contado que el esfuerzo de liderar la resistencia la había agotado física y mentalmente y que iba a regresar a Betazed para cuidar de su hermano pequeño. De esa manera Spock la sucedería de manera interina hasta las siguientes elecciones del Consejo para elegir el nuevo presidente.
            A bordo también se iban a producir cambios en su tripulación. Los conflictos que habían sacudido a la Federación habían provocado que ahora la Flota Estelar tuviera que reestructurarse para reconstruirse. A Beverly le habían ofrecido un puesto en el departamento Médico de la Flota y ella había aceptado. Riker también dejaban la Enterprise: tomaría el mando de la USS Titan, que en unos meses sería la primera nave en salir de nuevo de Utopia Planitia, hasta entonces Deanna pasaría algún tiempo con su madre en su planeta. Worf sería enviado a Qo’noS como embajador de la Federación a petición del canciller Martok, quien le había acogido en su casa como a un hermano. Wesley también partía a bordo de las naves de la Nueva República que regresaba a su galaxia para proseguir la guerra contra el Imperio, su objetivo ahora era Coruscant. Geordi permanecería a bordo, pero en aquel momento estaba en las Instalaciones Médicas de la Flota en San Francisco, donde habían ingresado a su madre. Rescata de su cautiverio en la Base Llegada Uno, donde había permanecido desde que su nave, la USS Hera, fuera atacada en el 2370. Data se convertiría en su número uno, quien ya estaba preparándose para regresar a Barkon IV y realizar una misión antropológica. El planeta había sido ocupado y su población esclavizada, así que ahora quería corregir aquella intromisión cultural, quedando los barkonianos bajo su protectorado. Su misión era evaluar los daños en su cultura y la manera de repararlas.
            Picard se sirvió una copa de vino ya en su camarote. Más allá del mamparo se extendía la Tierra, de nuevo un mundo libre. Por suerte la batalla por el sistema Solar no había sido tan sangrienta como se esperaba gracias a que Daran había abandonado el puesto de mando en el momento del ataque, lo que había provocado el caos entre los defensores. Algunos puestos ni siquiera habían disparo al no recibir la orden correspondiente. Aun en otras los combate, como en el Dique Espacial o en el Cuartel General de la Flota habían sido encarnizados, donde la 84º Brigada Mixta habían sufrido el cincuenta por ciento de bajas. Y así podía seguir durante horas. Se había vertido tanta sangre, buenos hombres, muchos aún muy jóvenes, para que volviera a brillar la luz de la libertad en el resto de la galaxia. ¿Pero cuantas almas habían quedado heridas? ¿Cuánto tiempo tardarían aquellas cicatrices abiertas en sanar?
            Capitán tiene un mensaje desde la embajada romulana en la Tierra – le interrumpió Daniels desde el puente. Picard ordenó que se lo pasaran a su camarote y segundos después apareció el rostro el pretor Hiren en la pantalla.
            – Capitán Picard me han informado que pronto parte de nuevo hacia las estrellas.
            – Nos han asignado una nueva misión, así es, pretor.
            – Solo quería decirle que hice llegar la carta que escribió el almirante Jarok a su hija inmediatamente después de liberar Romulus.
            – Se lo agradezco.
            – No hay de qué. Sabe, yo conocí a Jarok. Siempre pensé que fue un hombre que se equivocó en sus métodos.
            – Él creía que hacía lo mejor, para nuestros dos mundos.
            – Sí. Pero eran tiempos distintos, muy distintos. Solo quería que supiera esto, capitán. Le deseo suerte en sus viajes. Y espero que nos veamos pronto.
            – Yo también lo espero pretor.
            Dicho lo cual la imagen se Hiren fue sustituida por el águila Romulana, con los dos mundos agarrados entre sus garras, lo que le recordó las represalias contra los remanos.
            Toda destrucción lleva en su interior el cambio. Recordó Picard en aquel momento. Aquello era parte de la filosofía de los efrosian: todo caos conlleva el orden. El primer encuentro con los romulanos y los humanos había sido con una nave de igual nombre a la suya. Algunos años después la guerra entre las dos razas había provocado doscientos años de tensión y guerra fría. Ahora aquello había acabado, los dos pueblos habían dejado de mirarse con recelo y caminarían juntos hacia un futuro. Nadie sabía como sería ese futuro, pero estarían juntos y eso ya era lo importante. Tras la oscuridad, siempre resurgía la luz.


Vulcano

            La lanzadera descendió hasta el espacio puerto de la capital, los transportadores de la base estelar aún no habían sido reparados. Eso le permitió observar los daños en la superficie: edificios dañados por los bombardeos y los restos destruidos de la maquinaria enemiga. La guarnición había resistido tenazmente el asalto hasta que le llegaron noticias de la caída de la Tierra. Y ahora el esqueleto gris y chamuscado de los muros de la fortaleza imperial aun podía verse en la árida planicie que se extendía más allá de la ciudad de ShiKahr.
            En la terminal cogió un vehículo aéreo y mientras se dirigía hacia uno de los barrios residenciales del extrarradio, su pasajero pensó en lo dura que resultaba la vida en aquel planeta y supo del porqué de la antipática forma de ser vulcana. Él que su raza había evolucionado en el frío de Andoria. Le dejó frente una casa baja rodeada de un jardín, tenía la puerta abierta y entró en el interior. En uno de los lados, resguardado del sol por una tapia, había una hilera de macetas con exuberantes plantas y al otro lado del patio un pequeño circuito de agua con mecanismos que se accionaban por el peso del propio líquido desplazado. Era una estampa bucólica.
            – Disculpe, ¿quien es usted? – preguntó una voz desde su espalda.
            Al girarse el andoriano pudo ver una joven vestida con una túnica de brillantes verdes debajo del arco de entrada. Lo primer que pensó fue en lo hermosa que era aquella mujer de orejas puntiagudas.
            – Soy el capitán Deilog, de la USS Lagrange – se preguntó respetuoso y se quitó la capucha que le cubría la cabeza.
            – ¡Está herido! – exclamó la vulcana compasiva.
            – Estoy casi repuesto, la antena se regenerará sola – explicó este señalando a la cabeza. Esta había sido segada durante una explosión, después de que la nave atravesara el escudo que protegía la base estelar planetarias de Bolarus habían disparado los torpedos contra el generador del escudo. Todo había transcurrido tan rápido que solo la rapidez del ordenador hizo que sobrevivieran: tras la destrucción de su objetivo se activó de manera automática los transportadores, que habían trasladado a sus cinco oficiales que ocupaban el puente hasta un punto alejado del espacio puerto. Allí habían esperado que las tropas de la Nueva República llegaran hasta su posición, justo cuando estaban siendo atacados por un destacamento de soldados de asalto. Para sus subordinados Ozbilici y Watkins, su rescate llegó demasiado tarde.
            » Estaba admirando su jardín – indicó Deilog para apartar los dolorosos recuerdos de la muerte de sus amigos.
            – Para hacerlo se siguieron los patrones de Kresstassa – explicó esta tras desvanecerse el recelo inicial en su mirada. Dielog supuso que ver el uniforme de la Flota, el mismo que había vestido su padre, la había tranquilizado.
            – ¿Es usted T’Mira? – preguntó.
            – Así es.
            – Le traía esto – indicó el andoriano que se sacando un padd de uno de los bolsillos de la capa que llevaba para protegerse del calor generado por los soles del sistema –. Su padre me pidió que se la entregara poco antes de caer luchando contra el Imperio.
            La joven hizo un gesto de sorpresa y cogió temerosa el padd al tiempo que esgrimía una sonrisa de sorpresa e ilusión, que dejó al andoriano pasmado ante tal visible despliegue de sentimientos.
            – ¿Le conoció? – le preguntó se ocultar en su rostro gran curiosidad.
            » A mi padre – puntualizó la mujer ante el mutismo del recién llegado.
            – Apenas unas horas – respondió Deilog aun atónito.
            – Cuénteme, ¿cómo era? – dijo esta tomando asiento en las escaleras de entrada a la casa, bajo la sombre y estrechando el padd entre las manos, sin haberlo leído, pero como si fuera el mayor tesoro de todo el universo. En sus ojos Deilog podía ver emoción.
            – Era su padre. ¿No le conocía? – preguntó perplejo.
            – Nunca se casó con mi madre. Un pon farr desafortunado. Esta no seguía precisamente los preceptos de la lógica de Surak para controlar nuestros sentimientos. Mi padre en cambio sí. Apenas le vi unas pocas veces, brevemente, aunque me felicitaba por mi aniversario. Pero siempre fue muy, lógico.
            » Siéntese a mi lado, por favor. Y cuénteme.
            – Fue un gran guerrero. Honorable y generoso hacia otros – explicó con sinceridad el andoriano que esbozó una sonrisa sentándose junto a la joven y empezó a relatarle el fugaz encuentro que tuvo con el comandante Skock de la Base Estelar 220 mientras el Imperio Galáctico invadía la Federación.
            La conversación le alargó toda la tarde y T’Mira le invitó a cenar, preparando una sopa de plomeek.


Bajor

            Era un día caluroso, pero una brisa fresca hacía que el paseo por los exuberantes jardines del monasterio de Tozhat fuera agradable. Era un lugar bucólico, los árboles se alzaban hacia el cielo azul, las plantas germinaban junto a los caminos de arena, donde se habían erigido tótems cuadrados con las efigies de antiguos monjes. Allí Zahn se había citado con Lepira, que apareció vestido con una túnica de un monje, a su lado caminaba una niña que llevaba alegre un ramillete de flores.
            – Cariño, ¿por qué no le llevas esas flores a mamá? – le dijo Lepira a la niña cariñosamente. Este le besó en la frente y la niña salió corriendo hacia el monasterio.
            – ¿Tú hija?
            – La pequeña Sul – dijo con orgullo.
            – No sabía que tenías una.
            – Por seguridad estaba escondida con la familia de mi esposa – explicó –. Me ha sorprendido que quisieras verme.
            – A mí me sorprendió que te convirtieras en monje.
            – En cambio para mí era el camino natural – respondió con placidez en su rostro. Zhan nunca había visto aquello en el antiguo agente corelliano del ubictoriado, siempre frío y calculador –. Mi misión ya ha concluido y no estoy dispuesto a seguir siendo lo que era.
            – Continuas trabajando para la milicia de Bajor – le recordó Zahn.
            – Estoy en paz, pero aun he de redimir muchos de los actos que cometí durante mi servicio al Emperador – dijo este con serenidad. Zahn podía ver en su rostro una tranquilidad que en cierta manera envidiaba –. Pero no estás aquí para eso.
            – Cierto. Quería preguntarte por la otra profecía. No estoy aquí en misión oficial. El gobierno de Bajor ya ha procurado zanjar este asunto con la Federación y la Nueva República. Pero yo tengo curiosidad. En Laredo hablaste de cuatro textos, pero solo pronunciaste los dos primeros. Y cuando Vantorel anunció su decisión de desertar, hablaste del tercero.
            Lepira se detuvo sobre un pequeño puente que cruzaba un canal que surcaba el jardín entre los altos y frondosos árboles. El agua corría por debajo, y su rumor inundó de calma aquel instante.
            – Dos hombres serán tocados por los Profetas. El segundo surgirá entre los guerreros de blancas armaduras para conducir a estos fuera de Bajor sin causar destrucción y sufrimiento a su pueblo. Su corazón no está corrupto del todo por el odio y en su interior alberga la necesidad de buscar su lugar entre las estrellas. Los Profetas alentarán ese deseo, pero su destino entrelazo con Bajor está” – repitió Lepira.
            » Siempre creí que ese hombre sería Vantorel. No solo era el único con capacidad de mando para liderar una parte importante de tropas y naves imperiales y hacer que le siguieran. Además es un hombre muy inteligente, y tenía una cualidad única: de entre todos ellos estaba lleno de curiosidad. Cuando le conocí supe que era el único capaz de cambiar de alguna manera su pagh, su alma, su camino. Cuando le pusieron al mando del sector donde se encontraba Bajor supe definitivamente que sería él, así que me preocupé de acercarme a él, de serle útil y así ganarme su confianza.
            – “Pero su destino entrelazo con Bajor está” – repitió Zahn.
            – Desconozco el significado de esa última parte – respondió Lepira –. Pero que permanezca en esta galaxia significa que volveremos a ver a Vantorel. Un buen motivo para ayudar a la milicia bajorana.
            – ¿Y la cuarta?
            Lepira miró a su antiguo mentor con detenimiento, preguntándose si podía decírsela. La cuarta profecía solo la conocían él, Laren, su hermano el general Alhana Rez, y el hijo de este, que había trasladado el Libro de los Kosst Amojan desde Tozhat a la capital el día de la retirada de las fuerzas imperiales. Pensó si Zahn era digno de conocer aquel secreto, y recordó que este había cambiado por el amor que sentía hacia Arana mucho tiempo atrás. Como él mismo había sido transformado por los Profetas. Supo que era digno de confianza.
            – ¿Conoces a los Pah-wraith?
            – Sé que se sospecha que están relacionados con la muerte de la kai Winn y con los Profetas del agujero de gusano – recordó Zahn sobre la noticia de la desaparición del capitán Sisko justo después del fin de la ocupación.
            – Son los enemigos de los Profetas, también son llamados los Espíritus de Fuego o Falsos Profetas. Son seres incorpóreos con grandes poderes y cuya naturaleza maligna hizo que fueran expulsados del Templo Celestial hace mucho tiempo. Dos poderosos facciones alienígenas enfrentadas desde hace milenios en una lucha entre el bien y el mal.
            » “Cuando los guerreros de blancas armaduras lleguen a Bajor, la kai tendrá en su poder el Libro de los Kosst Amojan con la intención de liberar a los Falsos Profetas de su encierro en la Cueva de Fuego. El Libro ha de ser preservado hasta que el segundo tocado por los Profetas deje Bajor. Entonces ha de ser devuelto a la kai, para que el juego del Emisario pueda continuar y ella encuentre su redención”.
            » Yo formé parte del destacamento que apresó a kai Win en su residencia durante la invasión. Me apoderé del Libro: un objeto sagrado que según se dice era la única llave conocida que podía abrir las puertas del lugar del encierro de los Falsos Profetas. Lo traje aquí. Donde permaneció custodiado hasta que Rez, el general Alhana, se lo devolvió a Win, como así nos dijeron que hiciéramos.
            » Lo que sucedió después solo es mera especulación. Encontraron la runabout que había utilizado Sisko en la órbita del planeta, y su transportador mostraba un único uso: la entrada de las Cuevas de Fuego. Allí encontraron el cadáver de Win. Creemos que gul Dukat, quien había sido el gobernador cardassiano de Bajor durante la ocupación y que se sabe que veneraba a los Pah-wraith, quería liberarlos. Según la profecía Win debió de intentar impedírselo y murió. Creemos que fue Sisko quien impidió que Dukar los liberara.
            » Suponemos que los Profetas querían que eso ocurriera así, a pesar de la invasión. De allí las profecías del vedek Alhana Joram. Aunque por desgracia desconocemos que le pudo ocurrir al Emisario, pero sí que fue por designio de los Profetas.
            – ¿Joram, escribió más cosas?
            Lepira le miró en silencio y al cabo de un rato, esgrimió una sonrisa en sus labios. En ese momento hizo un gesto extraño: acercó la mano a la oreja de Zahn, la apretó suavemente y cerró los ojos.
            – Tu pagh es fuerte, viejo amigo. Los Profetas están contigo – dijo como en un trance, después le soltó la oreja y sonrió con una expresión de felicidad, al encontrarse con un viejo amigo inesperadamente –. Y Laren me matará si no te invito a comer, tiene muchas ganas de conocerte, le he hablado mucho de ti. Además los pétalos de las flores que he recogido antes dan un toque fresco a la ensalada. Te gustará.
            Hizo un ademán señalando al monasterio, cuyas cúpulas aparecían erguidas y majestuosas entre las copas de los árboles del jardín. Los dos antiguos miembros del ubictorado, la más temida de las herramientas creadas por el Emperador Palpatine, se dirigieron hacia este, ambos redimidos.


Academia de la Flota, San Francisco

            En el Auditorio Almirante Forrest aun estaban desplegados los estandartes de los planetas que dos días antes habían celebrado allí la ceremonia por los caídos en las guerras. Aunque en aquella ocasión quienes ocupaban el aforo no eran dignatarios o altos oficiales, sino los cadetes que iniciaban el curso 2378. Nada debía de detenerse y nuevas generaciones de oficiales que vistieran el uniforme de la Flota Estelar debían de empezar a formarse con rapidez.
            Los susurros del auditorio se apagaron cuando en el escenario apareció un oficial vulcano, creándose gran expectación entre los asistentes.
            – ¡Cadetes! ¡En pie! – ordenó con un grito y segundos después todos aquellas muchachas y muchachos estaban levantados y firmes. Durante unos segundos el teniente, cuadrado sobre el escenario les estuvo observando, clavándoles una mirada fría y penetrante, como si sondeara sus pensamientos –. ¡El comandante en jefe de la Flota Estelar!
            Tras el anuncio todos miraron hacia la puerta por donde había aparecido aquel oficial y segundos después aparecieron varios almirantes, entre ellos estaba el responsable y superintendende Bullock y encabezando el grupo Owen Paris, que se dirigieron hacia el centro del escenario. Quien había guiado a la Flota desde su peor derrota, hasta una victoria aplastante contra el Imperio Galáctico, tenía un caminar tranquilo y reposado, el poco cabello blanco le daba un aspecto de sabiduría. Se detuvo tras un atril, flanqueado por los otros almirantes y durante unos instantes observó a los asistentes, con una mirada lánguida y comprensiva, pero en sus facciones podía verse una férrea voluntad.
            – Siéntense, por favor – dijo con tranquilidad y los presentes hicieron lo propio –. Es costumbre que el comandante en jefe de la Flota de la bienvenida a los cadetes de primer año, como ustedes. La Tierra y la Federación acaban de salir de dos guerras cruentas que han segado las vidas de muchos buenos oficiales. Todos ellos dieron sus vidas por los ideales de la justicia, de la paz, de la igualdad y de la libertad. Ustedes son herederos de esos ideales por los que lucharon y murieron entre las estrellas aquellos que les precedieron.
            » Su promoción es para mí muy especial, porque representa que esas vidas no se perdieron en vano. Significa que esos valores permanecerán y pasarán a una nueva generación de oficiales honorables y justos. Hace 400 años un general victorioso dijo las siguientes palabras al final de otra costosa guerra: “Hoy las armas guardan silencio. Una gran tragedia ha terminado. Hemos conocido la amargura de la derrota y la alegría de la victoria. Y de ambas hemos aprendido que no hay marcha atrás. Sigamos adelante y conservemos en la paz lo logrado por las armas”.
            » Ustedes son los herederos de esa paz que tantas vidas costó. Ustedes han de preservar esa paz ganada con tanto esfuerzo. Y simplemente recordarles que la misión de la Flota Estelar es la exploración de nuevos mundos, nuevas formas de vida y nuevas civilizaciones, de llegar donde ningún otro hombre ha llegado antes.
            » Ese es su destino, cadetes.
            Y con aquellas palabras el almirante Paris dejó la tarima y salió del escenario entre los aplausos. Cuando este se hubo marchado, el oficial que había entrado antes se dirigió hacia el centro del escenario.
            – Bien cadetes, soy el teniente Kinis, el responsable de su curso. En los padds que les han entregado en la entrada tiene asignados sus habitaciones y la lista de asignaturas de este trimestre. No crean que lo tendrán más fácil que en cursos anteriores, el profesorado les exigirá el mismo nivel que siempre se ha buscado en esta Academia: el de los mejores. Ahora vayan a sus habitaciones y dentro de una hora tendrán su primera clase.
            Los cadetes se levantaron y se dirigieron hacia la salida.
            – ¡Jonua!, ¡Jonua! – le llamó Zöe Archer –. ¿Que habitación te han asignado?
            – Una doble, la 28-AA – respondió este mirando el padd.
            – Perfecto, estamos muy cerca.
            – Esa también es la mía – intervino un chico que se había sentado al lado de Jonua y que tenía una protuberancia que le subía por la nariz hasta la frente –. Seremos compañeros.
            – Jonua Zahn – se presentó y le alargó la mano con una gran sonrisa.
            – Icheb. Un placer – replicó este.


Cuarteles de la Flota, San Francisco

            El tribunal estaba formado por tres almirantes de la Flota: Brand, T’Lara y Bennett que como Juez General lo presidía. Los presentes estaban de pie para escuchar la sentencia.
            – Este tribunal ha escuchado su declaración, capitán. Así como los alegatos del fiscal y los de su defensa – empezó diciendo el juez Bennett con gran solemnidad –. Como comandante usted ha asumido todos los delitos que bajo su mando haya realizado la Lokonor y su tripulación. La acusación, tras estudiar sus diarios de a bordo y nuestros registros ha presentado un solo cargo: la destrucción de un transporte civil ligoniano en la fecha estelar 54776.3 durante el ataque final a Ligon II. Según los propios sensores la nave no estaba armada y mostraba ochocientas formas de vidas. Como ha indicado su defensa, usted obedecía órdenes e informó de las circunstancias a sus superiores. Pero las leyes de la Federación no aceptan en crímenes de guerra el alegato de obediencia debida. Como recogen los Estatutos de Alpha III que protegen las libertades civiles individuales: todo ser inteligente es responsable de sus actos, más allá del deber y la obediencia, siendo su responsabilidad los hechos que realice.
            » A sí mismo según las regulaciones de la Flota Estelar los crímenes de guerra no prescriben y han de ser castigados con suma dureza. Pero este tribunal tampoco puede olvidar que usted se entregó voluntariamente, junto a su tripulación y que desertó de entre la infame Armada del Imperio Galáctico. Aun así usted no se ha declarado inocente de los cargos, sino que ha asumido cualquier castigo sobre este u otros actos.
            » Capitán Seek Banzar este tribunal le condena a diez años de prisión por sus crímenes. Aun así este tribunal quisiera recordar que aún estamos en guerra con el Imperio Galáctico, por eso y utilizando las prerrogativas que nos ha otorgado el Consejo de la Federación, le conmutamos su pena mientras usted se ponga bajo las órdenes de la Nueva República y regrese a su galaxia para luchar contra lo que queda del Imperio. ¿Está conforme el acusado?
            – Estoy conforme.
            – Entonces este tribunal cierra la sesión – concluyó Bennett golpeando la campana que tenía sobre el estrado y los tres almirantes se levantaron.
            – Gracias, capitán – dijo Banzar girándose hacia su abogado defensor.
            La vista se había iniciado esa misma mañana, con la lectura de los cargos por parte del fiscal. Ante la pregunta del tribunal, Banzar se había declarado culpable de todos los cargos, descargando de cualquier implicación a su tripulación. Aun así el capitán de la Minnow había solicitado hablar en su defensa. El discurso no había sido largo, Grumby le había expuesto al tribunal las circunstancias de la destrucción del carguero ligoniano, así como su disponibilidad de toda la tripulación para unirse a la Nueva República tras su deserción. Luego el tribunal se había retirado a deliberar hasta aquella tarde.
            Claro que también había intereses en aquella decisión judicial. A la armada de la Nueva República le interesaba alistar en sus filas un experto en tecnología de la Federación, como él lo era. Además la conmutación de su pena podía alentar a otros a desertar del Imperio, así que se había dejado a parte todas las operaciones militares en la que había participado, incluyendo la captura de naves de la Vía Láctea, delitos que podían considerarse actos de piratería. Para en aquel caso los juegos políticos le habían favorecido y Banzar no estaba dispuesto a dejarlos perder. La presencia esa mañana del almirante Sesfa, el moncalamari destacado en la Vía Láctea, era una prueba de su interés por el caso. Por otro lado era un marinero, no sabía hacer nada más que viajar entre las estrellas. ¿Y qué mejor hacerlo que bajo el pabellón de la Nueva República?
            – Hice lo que creí oportuno. Nada más – respondió Grumby recogiendo la documentación y saliendo de la sala del tribunal.
            – Igualmente se lo agradezco.
            » ¿Y ahora?  – se preguntó Banzar en voz alta, sin esperar ninguna respuesta. Estaban fuera del edificio, el sol se ponía entre los edificios de la ciudad.
            – Mi nave parte mañana hacia el Imperio Romulano para ayudar en la reconstrucción de su infraestructura médica – explicó el oficial federal.
            – Que nosotros destruimos – completó la frase Banzar con pesar.
            » He sabido que Bakura, mi planeta natal, ya no forma parte del Imperio y ha firmado un acuerdo con la Alianza – explicó cambiando de tema –. Enviaré a mi familia un mensaje informándoles que ahora soy también soy oficial de la Nueva República y en cuanto mis nuevas obligaciones me dejen, iré a visitarles.
            – ¿Se arrepiente de haber desertado?
            – No – respondió rotundo Banzar –. Tal vez de no haberlo hecho antes. Pero en la vida todo tiene su momento.
            – ¿Le gustaría cenar esta noche conmigo? – le preguntó Grumby.
            – Será un placer capitán. En mi anterior estancia conocí un restaurante Segovia. Era excelente.


San Francisco, la Tierra

            Ya anochecía en la Ciudad de la Gran Bahía cuando Zahn entró en el apartamento que Valerie tenía en el distrito de Richmond. No era muy grande, pero era perfecto. Tenía un gran salón con un ventanal que daba a la zona de rascacielos, entre estos se podía ver la bahía. Había unos sofás, estanterías para los libros de Valerie, un replicador y una mesa para comer. A la derecha del salón estaba el dormitorio y el baño, a la izquierda otra habitación para los chicos. Aun no habían acabado de desempaquetar y las cajas estaban amontonadas. Alguien les había regalado un extraño helecho ledoniano que reposaba junto a la cristalería.
            – ¡No prepares nada que nos vamos a cenar fuera! – le gritó desde el cuarto de baño.
            – Vale – replicó Zahn con cierto fastidio, no le apetecía salir, tan solo tirarse en el sofá y estar un rato tranquilo con Valerie. Pero aquello era la vida en pareja, tener que hacer cosas que no tenía ganas, ceder, compartir. Y eso sinceramente lo encontraba extraño. Pero valía la pena –. ¿Me he de cambiar?
            – ¿Cómo vas?
            – Con el uniforme de diario – replicó este mirándose lo que llevaba. Llegaba de una reunión en los Cuarteles de la Flota, al otro lado del puente Golden Gate y por tanto vestía como comandante de la Nueva República: pantalón gris arena, chaqueta del mismo color en forma de chaleco que dejaba ver una camisa azul profundo. Aquello también era un fastidio, con su nuevo destino en la Embajada en la Tierra, pero como enlace de Inteligencia, ya no podía llevar su uniforme negro como a bordo de la Far Star.
            – Entonces no hace falta que te cambies – replicó esta sacando la cabeza por la puerta del baño, le sonrió y a Zahn aquello le fue suficiente para que la noche fuera a ser genial –. ¿Por cierto, como ha ido la reunión?
            – Bien, rutina. En una semana parten las naves estelares hacia mi galaxia y aun quedan cosas que la princesa Leia quería dejar claras. Vantorel tiene bajo su mando una importante cantidad de naves, hombres y material y que ese remanente permanezca intacto le preocupa. Por cierto, ya nos ha dicho quien será el embajador de la Nueva República para la Vía Láctea.
            – ¡Ah sí! ¿Quién es?
            – El general Baacam Grafis, fue responsable de suministros y armamento durante la época de la batalla de Yavin. Eso demuestra el interés que tiene mi gente hacia la Federación.
            – ¿Estaba en el Consejo Rebelde, verdad? – le interrumpió saliendo del baño, ya arreglada. Llevaba una chaqueta negra, con un camisa blanca y unos pantalones ceñidos que le daban un aspecto esbelto y elegante.
            – Estas… preciosa – dijo Zahn mientras se acercaba y la besaba –. ¿A dónde vamos?
            – Es una sorpresa – contestó con una sonrisa pícara –. Por cierto, estas guapísimo.
            – Mientes muy bien, cariño. ¿A dónde vamos?
            – Te he dicho que es una sorpresa – replicó con una sonrisa pícara y dicho esto Valerie presionó su comunicador que llevaba en la solapa de la chaqueta –. Aquí la comandante Archer a Centro de Control de San Francisco. Transporte para dos, código Alpha-Delta-81. Energía.
            Los dos se desvanecieron del apartamento, materializándose en el Quantun Café. A su alrededor pode ver a Zöe y a Jonua con relucientes uniformes de cadetes, Treson Moritz, Carl Vandell, Seeriu Ajaan, Owen Rio, el doctor Elan Sel’Sabagno, Al-Ger-To, Drahk, Nierval, Chatto y gran número de otros oficiales y tripulantes de la Far Star, que alzaron las copas para brindar en su honor. Zahn miró a Valerie sorprendido.
            – No iban a marchase, sin hacerte una fiesta de despedida – explicó esta con una sonrisa de oreja a oreja.


Fin…