martes, 31 de julio de 2018

USS Enterprise NCC-1701-B


La tercera nave que llevaría el legendario nombre de Enterprise con su mítica matrícula, fue construida en los Astilleros Navales Antares, en la Tierra y terminada en el 2293. De esta manera se consolidaría la tradición de conservar el número de la serie del capitán James T. Kirk, añadiéndole una letra en la matrícula. Siendo la única excepción entre las naves de la Flota Estelar, (1) precisamente para reemplazar a la legendaria USS Enterprise NCC-1701-A que había sido retirada del servicio en el 2293 [ST VI The undiscovered country]. La nueva nave era un crucero de exploración de la clase Excelsior, en el que se le realizaron varias modificaciones con respecto la mayoría de sus hermanas, que incluía unas estructuras en la parte frontal de la sección de ingeniería, a la altura del deflector de navegación, para aumentar el equipamiento y la capacidad de carga. (2) Añadiendo dos motores de impulso adicionales en la sección del platillo y una actualización en el colector bussard de las barquillas de curvatura. [ST VI Generations].



Viaje inaugural
Bajo el mando del prometedor capitán John Harriman se realizaría, en la fecha estelar 2293, la botadura y primer vuelo operativo. Como la nave estaba siendo alistada, aun le faltaba alistar diversos equipos, como el emisor del rayo tractor, los torpedos de fotones o el personal de enfermería, el cual iba a ser instalado el martes siguiente. Asistían al evento los capitanes James T. Kirk y Montgomery Scott, así como el comandante Pavel Chekov, como oficiales de la anterior nave que llevaba el nombre de Enterprise en la Flota. En cuyo viaje no estaba previsto que la nave saliera más allá de Plutón en un “recorrido rápido alrededor del sistema” para posteriormente regresar al dique. Pero resultó ser la única nave disponible en la zona tras captar una señal de socorro de dos transportes civiles. El SS Lakul y el Robert Fox estaban atrapados entre las distorsiones de energía que emergían de un fenómeno espacial llamado Nexus.


Para poder rescatar los ocupantes de las dos naves, llenas de refugiado el-aurianos, la Enterprise-B tuvo que acercarse mucho al fenómeno para utilizar sus transportadores, aun así solo pudieron rescatarse 47 supervivientes antes de la destrucción de la Robert Fox y la Lakul. Atrapada también entre las distorsiones de energía, la única manera de alejarse del Nexus, era provocar una explosión antimateria desde el disco deflector principal, para lo que era necesario modificar sus componentes. Operación a la que se presentó voluntario el capitán Kirk, decidiendo que el capitán de la nave tenía que permanecer en la silla de mando en el puente. Kirk descendió hasta el control del deflector y provocó la explosión que liberó la nave. Momento en que esta recibió el impacto de una de las distorsiones, causando solo bajas menores y una brecha en el casco a lo largo de las sección de la 20 a 28 en las cubiertas 13 a 15 de la sección de ingeniería. Precisamente donde se encontraba James T. Kirk en ese momento, quien desapareció sin dejar rastro [ST VI Generations].


La misión continúa
Tras una comisión que exoneró al capitán Harriman de los sucesos en el Nexus [Novela: The captain’s daughter], la nave fue enviada al sistema Antares, donde había surgido un brote de peste terrelliana. Descubriendo que el culpable era el crucero klingon renegado, el IKS Vengeance, cuyo capitán había sido el causante de la plaga que azotaba el planeta y que tenía la intención de expandirla por la Federación, violando el Artículo 6 de los Acuerdos de Khitomer. Durante el enfrentamiento el crucero de la clase K’T’Inga fue destruido y su tripulación captura [Captain’s log comic: Captain’s log Harriman].

Desde el 2294 hasta finales de la década del 2290, el mando de la nave recayó en el capitán Willian George. La oficialidad se completaba con el jefe de ingenieros Michael Jennings, la doctora Kate Giles y el oficial científico Narayn’Ka. Realizó dos periodos de exploración en el espacio profundo, participando también en patrullas en la Zona Neutral Romulana [USS Enterprise owners’ workshop manual]. (3)

En el 2303 el capitán Harriman volvía a encontrarse al mando de la nave, con la teniente comandante Demora Sulu como su primera oficial. Ambos, bajo órdenes de la Inteligencia de la Flota Estelar, participaron en una misión encubierta para monitorizar las instalaciones de tecnología de camuflaje romulano [Novela: The lost era: One constant star]. En el 2307 la nave fue sometida a un reacondicionamiento bastante extenso en la Base Estelar 11, en un esfuerzo por mantener el mismo nivel que las últimas incorporaciones de la Armada Romulana [Novela: The lost era: Serpents among the ruins]. En el 2310 la Enterprise-B, dentro de los Acuerdos de Khitomer, se le encargó la entrega de suministros al planeta Qadyaq, en coordinación con el capitán Kang del IKS K’tanco, pero el gobernador del planeta se negó a aceptar los pertrechos y terminó por masacrar a su propia población [Cómic Alien spotlight: Klingons: Four thousand throats…].

Esos últimos años habían visto cierto progreso diplomático entre la Federación y el Imperio Romulano, como la participación en la conferencia de Khitomer y las negociaciones posteriores. Sin embargo las tensiones se volvieron a acentuarse, causando una división en el Senado Romulano, en la que una facción aislacionista lanzó una incursión suicida con el IRW Tomed bajo el mando del extremista almirante Vokar, contra el sector Foxtrot. En el llamado incidente de Tomed en el 2311, la Flota Estelar sufrió numerosas bajas, en el que solo la Enterprise-B logró salvarse por poco. (4) Poco después se iniciaron las conversaciones entre las dos potencia, en las que la Enterprise-B transportó a los delegados de la Federación, incluyendo al embajador Sarek al planeta Algeron. Allí se renegoció el restablecimiento de la Zona Neutral y prohibió al desarrollo de sistemas de ocultación por parte de la Federación [USS Enterprise owners’ workshop manual]. Tras la firma del Tratado de Algeron el gobierno romulano se retiraría de los asuntos interestelares hasta el 2364 [The Neutral Zone (TNG, (1.26)]. Justo después de la misión Harriman renunció al mando de la nave, que le fue entregó a Demora Sulu [Novela: The lost era: Serpents among the ruins].

En su primera misión como capitana, visitó la región conocida como el Muro Röntgen [Novela: The lost era: One constant star]. Después estuvieron dos años estudiando las ruinas protovulcanas de la civilización Debrune, en el sistema Barradas [USS Enterprise owners’ workshop manual]. El en el 2315 la capitana Sulu se tomó una licencia de un año, mientras su nave realizaba una misión de exploración, que llevó al nuevo capitán a ser ascendido a almirante [Historia corta: Iron and sacrifice]. En el 2318 la nave participó en una misión de Primer contacto en Beta Velara IV. Mientras que a finales de ese año y principios del 2319 fue asignada a una misión de explorar una zona no reclamara cercana a la Coalición Tzenkethi, con las órdenes de evitar todo contacto con naves tzenkethi. Localizando una gran instalación en el sistema Jalidor Lambda, que resultó destruida, junto a la lanzadera Eriksson. Diez meses después descubrieron en el planeta Rejarris II un portal interdimensional en el que se había perdido, en el 2308, la USS Excelsior. Al intentar rescatar a un tripulante varado en un universo paralelo, la capitana Sulu quedó atrapada dentro. Junto a la USS Cassiopeia, la Enterprise-B de nuevo bajo el mando del almirante Harriman, organizó una misión de rescate, destruyendo el portal antes de que una poderosa fuerza de ataque tzenkethi pudiera reclamarlo. La Cassiopeia fue destruida, pero la Enterprise-B logró recatar a Demora Sulu, así como a quinientos tripulantes de la Excelsior, incluyendo su capitán, Hikaru Sulu [Novela: The lost era: One constant star].

En principios de la década del 2320 la nave fue entregada a su último comandante, el capitán Thomas Johnson Jr. y reasignada a patrullar la frontera cardassiana. Por lo que la nave no tardó en prestar asistencia a los refugiados bajoranos tras la anexión de su planeta por parte de la Unión Cardassiana en el 2328. Y aunque el capitán Johnson ofreció asistencia al gobierno bajorano, la Flota no estaba dispuesta a incrementar la escala del conflicto, por lo que restringió los movimientos de la Enterprise-B y recolocó a los refugiados en diversos planetas de la Federación. Un año más tarde la nave fue declara perdida, posiblemente destruida, después de que la tripulación informara del contagio de una infección desconocida. Lo que ocurriera después de la última transmisión se desconoce [USS Enterprise owners’ workshop manual].


Legendario legado
La nave estuvo operativa hasta el 2329, tras 39 años de servicio [USS Enterprise owners’ workshop manual]. Tal vez la Enterprise-B no fuera tan famosa como su antecesora, pero a sus espaldas tenía una hoja de servicios nada desdeñable. Había explorado más allá del sector Gourami, mapeado más de 142 sistemas estelares y habiendo realizado 17 primeros contactos con civilizaciones [ST TNG Technical Manual].



Notas de producción.
Siempre que puedo intento publicar en martes, como un pequeño homenaje a aquellos equipos que ese día iban a llegar a la Enterprise-B para terminar su alistamiento.

(1) Afirmar que la Enterprise es la única excepción a la hora de repetir el número de matrícula es, por un lado indicar la singularidad única del nombre de Enterprise. Por otro lado hay varias pruebas que pueden confirmar ese hecho. Solo ha aparecido en pantalla otra nave con una letra tras un número de matrícula (además era bajo), la USS Yamato en el capítulo Where silence has lease (TNG, 2.02), cuando la entidad llamada Nagilum recreó la nave, mostrando el número de serie NCC-1305-E. Mientas que en el capítulo Contagion (TNG, 2.11), donde aparece la verdadera nave, tiene el número NCC-71807. El otro caso excepcional ocurriría en la USS Sao Paulo renombran a Defiant en The dogs of war (DS9, 7.24). Cuya matrícula original sería NCC-75633, tal y como aparece en la placa conmemorativa del puente, aunque en las escenas exteriores, muchas de ellos reutilizaciones de otros capítulos de la serie aparece con el número original NX-74205 (número que homenajea la fecha de nacimiento de Rod Roddenberry, que había trabajado en el departamento de arte de la serie, con 74 por el año en que nació, 2 por febrero y 05 por el día). Pero la norma es que, aunque se repite el nombre de una nave, el número de serie cambie: USS Saratoga NCC-1887 de ST IV: The voyager home, la USS Saratoga NCC-31911 de Emisary (DS9, 1.01/02), ambas clase Miranda. La USS Intrepid NCC-38907 mencionada en Sing of the father (TNG, 3.17) de la clase Excelsior o el prototipo de su clase con la matrícula NCC-74600 mencionada en ST Nemesis. O el Excalibur de la clase Constitution aparecido en The ultimate computer (ST, 2.24) con el NCC-1664 y el aparecido en Redemption (TNG, 4.01) de la clase Ambassador con la matrícula NCC-26517. Solo como algunos ejemplos.

(2) Los cambios se añadieron para mantener la maqueta de la Excelsior, tan utilizada en la saga, intacta, debido al daño que iba a producir el Nexus en la nave. Así como por petición del productor Rick Berman, que consideró que el diseño de la Excelsior había sido utilizado en exceso en las películas y series anteriores. Algo que comparto, aunque precisamente de los repetidos usos de esta nave, precisamente el más justificado dentro de la historia de la saga en su uso en la Enterprise-B. Desgraciadamente el pegamento utilizado para añadir las aletas laterales dañó igualmente el plástico del modelo, por lo que las modificaciones nunca se eliminaron, de allí que volvieran a aparecer en la USS Dakota vista en Paradise lost (DS9, 4.12).

(3) Solo referido en el libro USS Enterprise owners’ workshop manual, periodo en el que también se atribuye la exploración más allá del sector Gourami, el mapeado de 142 sistemas estelares y los 17 primeros contactos.

(4) El incidente de Tomed solo ha sido mencionado en pantalla como un punto de inflexión en las relaciones entre la Federación y el Imperio Romulano, pero nunca se ha explicado que ocurrió con exactitud. Esta es un resumen de los acontecimientos narrados en la novela The lost era: Serpents among the ruins.


Ll. C. H.

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sábado, 28 de julio de 2018

El Jedi perdido 2 - Rayo de Esperanza 2


El Resplandeciente

            Le parecía extraño que ahora, cuando se encontraba a bordo de una nave, en el espacio profundo, era el momento en que se sintiera más relajado. Nunca había sido un oficial de la marina, y para él aquel solo era un lugar donde se encontraba mientras se trasladaba de un planeta a otro. Nunca se había sentido atraído por la inmensidad de la galaxia, de esas parpadeantes estrellas que brillaban en la oscuridad, de sus misterios, ni de sus secretos. Para él era un vacío anodino e irrelevante que debía atravesar de vez en cuando.
            Pero ahora deseaba estar entre la inmensidad de las estrellas. Entre su silencio y su tranquilidad perpetua. ¿Tal vez se sentía a salvo? Era absurdo, más bien era una sensación de serenidad que había mucho tiempo que no sentía.
            Abrió el datapad que contenía la carta de Jonua y volvió a leerla. Se la habían entregado en su última parada en la base de Dantooine y procedía del mundo refugio de Santuario. En ella el muchacho le explicaba lo que le habían ensañado en la escuela, y como durante algunas las tardes, tras salir de clase, se unía a las tripulaciones de pescadores que se internaban en los verdes océanos para capturar los peces que usaban para hacer las conservas que enviaban como suministros alimenticios al resto de la rebelión. O las veces que ayudaba en las fábricas de manufactura de los uniformes, usando las variantes de algas de las rocosas islas del planeta. Zhan, (1) al releerla, se alegró no usar aquellos uniformes, ya que más de un soldado se había quejado de no poder sacarse de encima el olor a pescado. La misiva terminaba con otra suplicaba para que le llevara con él a bordo de aquella nave. Desde hacía un tiempo todas sus cartas eran iguales: le explicaba su férrea voluntad de luchar contra el Imperio Galáctico que había exterminado a sus padres y hermanos. De su convicción de alzar de nuevo una República democrática, justa y pacífica. Y del hastío cada vez mayor que sentía de la colonia donde vivía. Decía que no tenía quejas de la familia que le estaba cuidado, pero que deseaba luchar con todas sus fuerzas a su lado contra la tiranía que se había adueñado de la galaxia.
            Le escribiría una respuesta muy parecida a la que ya le había mandado antes: que su momento llegaría, pero debía de educarse, estudiar y convertirse en un adulto fuerte para luchar contra su enemigo. No podía hacer nada más. El chico había sido uno de los pocos supervivientes de un pequeño enclave donde vivían familias refugiadas. Mientras que él acababa de perder a la única persona que había amado en su vida. De alguna manera sus destinos se unieron. Conocía bien la naturaleza humana y la de alguna que otra especie alienígena. Y sabía que el chico le observaba como el padre que había perdido aquel día. Pero él no era su padre. Ni su tío lejano. Jonua tenía 12 años y en su corazón ardía el deseo de venganza. Aunque quisiera darle la razón, solo sería carne de cañón. Además, ¿llevarlo a dónde? El Resplandeciente era una nave pequeña, un antiguo crucero de la clase Consular diseñado originalmente para el traslado de diplomáticos por toda la galaxia. Hacía un año que lo había adquirido en Tatooine y lo habían acondicionado para servir en el departamento de señales de la Inteligencia rebelde. Apenas superaba los cien metros de largo y contaba con una heterogenia tripulación de nueve seres, la mayoría de ellos alienígenas que se habían unido a la rebelión por los más diversos motivos. Aquello no era vida para un chico, apenas un niño, con demasiadas ansias por morir a manos de las profesionales fuerzas militares de Palpatine.
            La puerta se abrió y entró Seeriu Ajaan, el oficial de navegación iktotchi. Su aspecto, con los dos cuernos que le sobresalían de la cabeza, descendiendo hasta los hombros, no dejaba de asemejarse a las arcaicas creencias humanas de criaturas infernales. Sus ojos avellana se centraron durante unos segundos en Zhan y luego en el datapad que había dejado sobre la mesa. Y este supo que las características telépatas de aquel ser habían captado los sentimientos que le había despertado releer la carta de Jonua. Por un instante se sintió desnudo y la rabia se extendió por su interior al sentirse examinado por Ajaan.
            – Hemos recibido nuevas órdenes – indicó rápidamente volviendo a mirar a Zhan –. Tenemos que dirigirnos al sistema Tierfon.
            Zhan se preguntó porque se lo indicaba. Él era un mero asesor de la inteligencia. En realidad el iktotchi posiblemente ni le consideraba un desertor legítimo como otros que nutrían las filas rebeldes. Aunque realmente le daba igual lo que pensaran de él. Aun así parecía esforzarse en considerarle el oficial al mando del Resplandeciente. Y aquella contradicción era lo que le irritaba de Ajaan: no se fiaba de él, pero le obedecía como si él tuviera algún tipo de autoridad. ¿Tal vez por eso le permitía que siempre le sondeara telepáticamente o simplemente ya le daba igual?
            – Saltemos al hiperespacio cuando la nave esté lista – indicó Zhan.
            El iktotchi asintió y abandonó el salón comedor situado en el centro de la nave. El antiguo oficial de la inteligencia imperial, conocido como el Ubictorado, sacó del bolsillo una de las píldoras rojas que siempre llevaba y tras servirse un poco más de licor gralish, la tragó junto al líquido verdiazul. Las cartas de Jonua siempre le hacían recordar sucesos que deseaba olvidar y eso le provocaba un molesto dolor de cabeza. Y la única manera de que este desapareciera era una de aquellas pastillas rojas que le había recetado el doctor Sel’Sabagno. Al cabo de un rato se sentiría mejor y podría volver a interpretar su papel de oficial rebelde que luchaba contra el Imperio de Palpatine.


Puesto avanzado de Tierfon

            El puesto avanzado de Tierfon era una base escavada en el interior de un barranco, donde se encontraba la entrada para cazas y pequeños cargueros. En el interior de la roca horadada, en lo más profundo del complejo, se encontraba el centro de mando. Allí se había reunido los oficiales superiores de las siete naves de combate de participarían en el ataque, así como de los cuatro escuadrones de cazas espaciales asignados a la acción, el general Cracken y dos adquisidores, que lideraban la parte planetaria de la operación. Junto a estos estaban los dos oficiales que a las órdenes de este, se encargarían de captar las comunicaciones enemigas.
            Gara esbozó el plan mostrando los movimientos esperados de las fuerzas que protegían el sistema Pas’jaso en el proyector holográfico. Cuando terminó, Zhan pensó que la idea del ataque era buena y si el Imperio actuaba como se esperaba, todo saldría bien. Cracken, como buen oficial de inteligencia, además quería aprovechar la situación para comprobar y supervisar su respuesta, y con mucha, mucha suerte, interceptar sus códigos. Pas’jaso se encontraba en el borde del Núcleo Galáctico, por lo que era un lugar ideal para estudiar las comunicaciones y el tiempo de reacción dentro de su territorio, que ellos creían controlar completamente. Lo que permitiría conocer mejor su respuesta en futuras operaciones, tal vez más ambiciosas y que erosionaran el todo poderoso poder de Palpatine.
            Cuando terminó la sesión informativa Zhan, vestido con un uniforme negro, fue el primero en salir de la sala de control. Ajaan se encargaría de obtener los datos que necesitaría para llevar a cabo su misión de observación. Desde hacía tiempo se había acostumbrado a la soledad que le daba el Resplandeciente, conocía a su pequeña tripulación, estos le toleraban y realmente no necesitaba más. En cambio en aquella base estaba rodeado de desconocidos, algunos de los cuales podían conocer su pasado, algo que ocurría con mucha asiduidad, y no soportaba sus miradas inquisitoriales. Como si pudiera leer sus mentes sabía que se preguntaba si realmente era un desertor o si aún continuaba trabajando para el ubictorado. Se dirigió hacia los ascensores y ascendió hacia la superficie que se extendía por encima de las subterráneas instalaciones rebeldes.
            Salió del bunker de acceso y observó la débil línea de defensa que consistía en unas trincheras y varias baterías láser anti-infantería DF.9. Se dirigió a la planicie donde había varias naves de pequeño tamaño, así como los cazas que no habían cabido en el hangar principal de la caverna. Uno de ellos era un carguero ligero corelliano que tenía tres potentes motores en la popa. En la rampa de acceso frontal un clawdite estaba discutiendo con un siniestro droide sonda de Arakyd, al que le habían pintado el símbolo de la rebelión en su casco, que levitaba y se movía como si estuviera enfurruñado. «¡No puedes venir a esta misión, tu presencia levantaría sospechas…!» le estaba diciendo ante varios soldados que hacían guardia, fascinados y temerosos de tener una de aquellas temibles máquinas creadas para servir al Emperador. Pensó en lo locos que estaban todos ellos. ¿Cómo creían poder hacer frente a un ataque imperial con aquellas paupérrimas defensas formadas por equipo capturado u obsoleto como los cazas ARC-170 (2) posados al otro lado del campo de aterrizaje? 
            Apartó aquel pensamiento de la mente y se dirigió al vetusto crucero diplomático de la clase Consular. Otros técnicos que iban desde las naves a la base le saludaron con respeto. Ellos no conocían su historia, no sabían que unos años antes les hubiera torturado sin piedad para extraerles la localización de aquella base. Claro que aquello quedaba muy lejos del sistema Tierfon, de aquel puesto avanzado de cazas, de aquella insignificante base rebelde. Quedaba a un abismo de distancia.
            Se aceró al Resplandeciente, que se encontraba prácticamente vacío. Casi toda la tripulación había desembarcado y estaba en las instalaciones del puesto avanzado. No es que fueran un casino de lujo, pero eran una distracción más que interesante comparada con las paredes de la vieja nave, ahora convertida en un espía silencioso, que se pasaba largas misiones estacionada en el espacio profundo, en algún punto cercano a una ruta de patrulla o a algún sistema importante, observando, catalogando, escuchando conversaciones que no podía descodificar, esperando que algún técnico inepto descuidara los protocolos de seguridad y permitiera una transmisión en abierto, lo suficientemente interesante como para proporcionar alguna información útil a la rebelión. Lo cual era tan improbable, como que Palpatine cometiera un error que le llevara a su destrucción.
            A bordo solo encontró, sentado en el acceso de la nave, al joven alférez Al-Ger-To, el criptógrafo cereano que con su complejo cerebro binario jugaba con una figura geométrica de numerosos colores y formas. Era el encargado de las comunicaciones y su misión era escuchar y clasificar los mensajes interceptados. Aun así los sistemas de descodificación que poseían eran antiguos y rudimentarios, por lo que se limitaban a buscar una hendidura en el severo protocolo que les permitiera vencer la ingente maquinaria imperial. Al-Ger-To asintió cuando Zhan pasó por su lado sin prestarle mucha atención y este se dirigió hacia su cabina. Allí sacó la botella de licor gralish y se sirvió un vaso. Estaba previsto que despegaran al día siguiente, así que aún tenía treinta horas de descanso antes de volver a imitar la figura de un capitán de aquella pequeña nave espacial.


            Cuando Zhan abandonó la sala de control, el resto de oficiales se agruparon en pequeños grupos y empezaron a hablar de los pormenores de la misión. La mayoría ellos eran veteranos rebeldes, y algunos se conocían entre sí, ya que la flota de la Alianza no era muy numerosa. Aun así tenían ciertas dudas y aquellas sesiones eran ideales para despejarlas. ¿Podrían contar con más apoyo? ¿Qué ocurriría si los planes iniciales no resultaban como estaban previstos? ¿Qué perfiles operativos podrían improvisar una vez cumplieran con su misión?
            Todas aquellas preguntas fueron resueltas por el capitán Gara y cuando se referían a otras partes del plan que no era el ataque naval, por el general Cracken. Aun así este no pudo dejar de observar intrigado al adquisidor Keegan. Era la primera vez que colaboraba con él en una misión, pero conocía su reputación y siempre había oído hablar de él con comentarios muy favorables. Sobre todo en lo que se refería a conseguir equipos difíciles y que sus contactos se extendían por toda la galaxia, tanto entre los bajos fondos, como entre algunos poderosos gobiernos planetarios. También le había proporcionado al general Vernan, el jefe de la Inteligencia Rebelde, un contacto llamado Ronin. Por el momento no se sabía quién era la misteriosa fuente, pero les había entregado valiosos datos sobre despliegues estratégicos y avisos que evitaron caer en varias emboscadas que hubieran resultado desastrosas. Y aunque él había querido investigar más, Vernan solo le había dicho que la fuente tenía la confianza de Keegan y este de Organa, por lo que no era necesario saber más sobre Ronin. (3) Y tras la reunión en Delaya, se había sorprendido el cambio de opinión del prudente Bail Organa tras consultarlo con Keegan. Sabía que el alderaaniano era muy prudente, casi contrario a cualquier acción que pudiera provocar a Palpatine, como aquella misión, pero con un solo comentario de aquel adquisidor el líder de la Alianza había cambiado de idea. Y ahora, durante la reunión su mirada estado clavada todo el rato en Zhan, el antiguo agente de la contrainteligencia del ubictorado que pocos años antes había desertado. En realidad en el único traidor de aquella siniestra organización.
            Apartado del resto, Keegan permaneció en la sala de control hasta que solo quedaron él y el general.
            – ¿Quién era? – le preguntó a Cracken sin más preámbulos.
            – Un antiguo enemigo – respondió el oficial sin necesidad de preguntar a quien se refería –. Y muy peligroso.
            Cracken le explicó que Zhan permanecía a un equipo situado en Eriadu, bajo la tutela del deleznable Gran Moff Tarkin. Los cuales habían conseguido desmantelar numerosos operativos rebeldes en el Borde Exterior. Eran tres jóvenes oficiales que se hacían llamar el Trío de Tarkin y eran muy eficientes. De esa manera el propio Cracken había ideado un plan para infiltrarse entre ellos y desmantelarlo o por lo menos debilitar el grupo. Se decidió enviar a una de sus agentes a enamorar a uno de aquellos hombres. Tarro de miel, se llamaba aquella táctica y había funcionado muy bien con Zhan. Tanto que se había enamorado realmente de ella y una vez descubierta esta por él, le había seguido ayudando. Pero finalmente fueron identificados y capturados. De la agente no se sabía nada, pero a Zhan lo habían logrado rescatar para conocer qué información había podido filtrar al Imperio. Desde entonces Zhan estaba bajo su mando en tareas de baja importancia en la interceptación de comunicaciones.
            – Creo que es mejor ser precavido con gente como esa. Solo está con nosotros porque no hay ningún otro lugar donde podría permanecer a salvo – concluyó Cracken.
            Los oscuros ojos del keshiano se habían clavado en el oficial de la inteligencia durante todo su relato y cuando este finalizó, aun tardó unos segundos en apartarlos. Finalmente asintió pensativo.
            – Gracias, general. Lo que acaba de decirme me ha sido de mucha ayuda – dicho lo cual se salió de la sala.
            Cracken se quedó intrigado, pero se guardó para sí sus pensamientos.


Planeta imperial Pas’jaso

            La sala de conferencias era anodina. De forma circular había una gran mesa también redonda con doce asientos y un holoproyector central. Las paredes eran metálicas y la luz procedía del techo. Era un lugar como miles a lo largo y ancho del Imperio Galáctico, ya que aquel diseño funcional e industrial podía encontrarse en la mayor parte de la galaxia, desde estaciones de combate a guarniciones planetarias o instalaciones gubernamentales.
            Poco a poco los altos oficiales fueron tomando asiento alrededor de la mesa. Frente a cada uno de ellos había un sencillo plafón de control, aunque solo al que correspondía al asiento con el respaldo más alto, era capaz de controlar el holoproyector central. El capitán Vantorel (4) pensó que el motivo de instalar aquellos controles frente a cada una de las sillas, era la intención de crear una ilusión de control sobre el que se sentaba en ellas. Pero que en realidad, esto era una ficción, una mera estratagema e ilusión. Obviamente se guardó para sí aquellos pensamientos.
            Conocía a los asistentes, la mayoría de ellos eran oficiales del sector, la mayoría eran comandantes de naves de combate, como él mismo. Estaban los capitanes Yuron y Neikal del destructor de la clase Imperial: Resplandor y el crucero Virulencia, respectivamente. El primero había sido ascendido a comodoro de manera provisional, tenía fama de sanguinario, muy apreciado por la jerarquía superior por su desmesurada adulación a los políticos, aunque en realidad era un mediocre. El segundo era un oficial corriente, que había ascendido al mando de su Immobilizer 428 tras la repentina muerte de su anterior comandante en un accidente. También estaba el capitán Noglat, un veterano oficial, que por su abultada barriga y su canoso cabello, parecía querer terminar su carrera en un lugar tranquilo. Estaba al mando del vetusto destructor Resolución, de la clase Victory, y había sido el responsable del sistema, junto a un pequeño grupo de otras naves de segundo orden igual que la suya. Según podía observarle, intentaba mantener la compostura, pero quedaba claro su incomodidad: primero por perder el control de la protección de su sistema y después por creerse en un segundo plano tras la asignación del capitán Yuron como comodoro y líder de la pequeña escuadra reunida para defender Pas’jaso. El resto eran oficiales de los dos cruceros clase Strike que participarían en la emboscada.
            También estaba el responsable de inteligencia del OSI, un tipo miope de mente, que llevaba su uniforme blanco descuidado. Había leído su informe y la información sobre el ataque precedía de otro sector, y cuyo oficial era visiblemente más competente. El cual había logrado chantajear al navegante de una corveta corelliana CR90 implicada en el ataque, llamada ridículamente Mar de Esperanza. Estaba claro que el rebelde no había tenido acceso a los datos más importantes de la operación, por lo que estos estaban llenos de lagunas.
            – Como han leído en sus scandocs – empezó diciendo el moff Lodak cuando tomó asiento en la mesa circular. Era un hombre seguro de su posición, enérgico e inflado de ambición que no podía disimular –, nos encontramos ante un ataque de esa terrorista rebelión. Un traidor a estos, nos ha comunicado que pretenden atacar nuestro sistema con una considerable fuerza naval, o lo que es lo mismo: un pusilánime grupo de naves de guerra. Nuestro deber, como leales oficiales del Imperio, es no solo impedir la incursión, sino aplastar a esos terroristas como las chiches de Drunost que son – dijo enfatizando la frase apretando el puño.
            » La demostración será brutal y despiadada, ya que buscamos la destrucción de que cualquiera que ose alzarse contra nuestro amado Emperador solo tiene un destino: morir inútilmente.
            » Según el plan al que hemos tenido acceso, el enemigo aparecerá por la ruta hiperespacial de Coruscant y atacarán nuestra estación de estación de seguimiento lunar, para después destruir las instalaciones orbitales. Las naves de patrulla del sistema las seguirán, como ellos seguro que esperan que hagamos, pero cuando estén sobre la luna, aparecerá el escuadrón del comodoro Yuron con sus destructores y les aniquilarán.
            » ¿Alguna consulta? – preguntó retóricamente Lodak.
            Todos se miraron entre sí, sabedores que nadie osaría replicar al moff, ya que todos conocían sus amistades con influyentes senadores del Centro Imperial y que su paso por Pas’jaso era un simple interludio antes de conseguir el cargo de gran moff y controlar muchos más sectores.
            – ¿Está seguro que el finalidad solo es atacar las instalaciones orbitales del sistema? – preguntó entonces Vantorel –. Sinceramente no tiene mucho sentido. En la superficie se encuentra un centro de almacenamiento de repuestos navales más importante que el resto de objetivos. ¿Por qué no destruirlo antes que el puesto lunar? Su importancia es mucho mayor…
            – Capitán Vantorel – le interrumpió tajante Lodak –. Aprecio su… preocupación. Pero el agente rebelde que nos ha dado la información, como habrá comprobado en su scandoc, nos ha facilitado la orden de batalla original. Desconozco cuales son las ineptas intenciones de esos terroristas, pero sí sé cuál es su objetivo: nuestro puesto de seguimiento en la luna, de eso no hay duda.
            » Aquí no está su mentor, el excelentísimo Lord Darth Vader – dijo con visible desprecio –. Así que desearía que se guardara sus inapropiados comentarios. Dentro de unos días llegará la fuerza rebelde, y espero que esté a bordo de su nave y acate las órdenes del comodoro Yuron, que ha asumido el mando del escuadrón. ¿Lo ha entendido capitán Vantorel?
            – Cristalinamente, moff Lodak – respondió Vantorel asintiendo servil. Había aprendido que era mucho mejor parecer un fiel lacayo que un oficial díscolo. Pero también sabía que a todos les llegaba su tiempo de la Parca.


            Vantorel descendió de la lanzadera personal en el gran hangar principal de su destructor el Aniquilador. A muchos capitanes les gustaba ser recibidos por una guardia personal de los inmaculados soldados de asalto, en algunos casos para satisfacer su ego vanidoso de poder. Otros por su propia seguridad ya que no habían sido pocos los oficiales que habían sucumbido por culpa de un desafortunado accidente. En su caso mantenía el protocolo, pero pensaba que este era innecesario y quería suprimirlo, ya que no lo creía oportuno, ni necesario. Hacía dos años que había recibido el mando del Aniquilador, un reluciente destructor de la clase Imperial II y era algo que solo se lo podía agradecer a lo que podría llamarse su protector: Lord Darth Vader, la mano ejecutora del Emperador. Desde entonces había sido asignado a misiones menores, patrullas dentro del Núcleo Galáctico y una absurda caza de piratas en el borde del Espacio Hutt. Para después de aquello volverle a asignar al Núcleo Galáctico donde el perfil de misiones se limitaba a patrullar sistemas estelares para mostrar el poder del Imperio a sus habitantes y así evitar que tuvieran la tentación de alzarse contra el Nuevo Orden. Estaba seguro que aquellas asignaciones eran el fruto de la xenofobia alienígena que imperaba en el seno de la Armada Imperial. A nadie le gustaba que él, de ascendencia alienígena, tuviera el mando de una de las naves más poderosas y mortíferas de su flota.
            En el hangar, había ido a recibirle era el segundo oficial y amigo, el mayor Zilka Valorum. (5)
            – ¿Cómo ha ido la reunión? – le preguntó este, aunque por la cara que tenía su comandante ya imaginaba que no había ido bien.
            – Lodak es un inepto aun mayor de lo que creía – replicó secamente.
            – Tiene buenos contactos en Coruscant – le recordó Valorum mientras ambos se dirigían hacia el ascensor que les llevaría a la torre de mando –. Fuera de eso nunca se destacó por nada más.
            – Tú también los tienes, y te destacas por mucho más – le recordó su superior.
            – Ser el nieto de Finis Valorum, el último canciller supremo de la Antigua República, no creas que abre muchas puertas – le replicó con calma –. No deja de ser el antecesor de Palpatine en el cargo y su final no fue muy honorable. Te recuerdo que no pudo resolver una crisis con la Federación de Comercio que muchos consideran el preámbulo de lo que al final desencadenó las Guerras Clon. Además nunca he querido usar mi apellido para ganar favores, prefiero hacerlo de la misma manera que tú y yo sabemos hacer mejor: ganárnoslos.
            – Siempre consigo sacarte tu parte más susceptible cuando saco el tema de tu familia, amigo mío. Perdóname – le replicó el capitán del Aniquilador con una leve sonrisa en los labios, pero que se truncó al recordar el plan de Lodak.
            » Aun así, ese moff estúpido ni se ha molestado en escuchar, no sé ni por qué lo intenté – continuó furioso –. El plan rebelde no tiene sentido, salvo que sea una distracción para un ataque al resto del sistema. Eso incluso lo vería una dianoga tuerta.
            » Y por si no solo fuera eso, el despliegue que ha ordenado Yuron es el peor que puedas imaginarte. Si no supiera que es un idiota, diría que trabaja para la Rebelión. Cuando lo veas, no te lo podrás creer.
            – ¿Tan malo es?
            – Peor. Es la demostración que Yuron jamás pisó un aula de estrategia naval, si es que fue a alguna clase alguna vez. Y encima subestima a nuestros adversarios. Estos pueden ser una panda de piratas, pero no les falta valor y más de uno es inteligente. Si entre ellos hay alguno más listo o desesperado de lo normal, dudo que podamos atrapar ni a una cuarta parte de sus fuerzas. Cada vez están mejor coordinados, y liderados. Además la valentía, aunque puede parecer locura, en ocasiones puede ser una cualidad a temer.
            – ¿Vas a hacer algo al respecto?
            – Si Lodak cree que tiene amigos en Coruscant, yo también los tengo. Escribiré un memorándum y lo mandaré.
            – ¿Y crees que servirá de algo? – le preguntó prudente Valorum. Conocía bien a Vantorel y sabía que su amigo se sentía como un rancor encerrado en una cueva, inútil y frustrado, acumulando rabia e impotencia por dejarle apartado de la guerra civil que empezaba a fraguarse en la galaxia con una rebelión cada vez más osada y organizada. Era como un volcán aguantando el magma en su interior, aumentando poco a poco la presión hasta que estallara. Y no deseaba que eso le perjudicara. Por si ni sus contactos pudieran protegerle entonces.
            – No – respondió hastiado –. Pero por lo menos mis objeciones estarán por escrito. Y cuando Lodak y Yuron caigan de cuatro patas ante la clara estrategia rebelde, podré decir que ya lo advertí.
            – Solo te aconsejo prudencia, nada más.
            – Y te lo agradezco – le respondió Vantorel sonriendo con afecto a su primer oficial. Poco después las puertas del ascensor se abrían en los niveles de mando de la torre del destructor, donde esperaban el resto de oficiales del Aniquilador para recibir las últimas instrucciones antes de alejarse de la órbita del planeta.



Continuará…


Notas de producción:
(1) El comandante Zhan es uno de los protagonistas del Crossover Star Trek – Star Wars publicado en este blog. Al escribir las historias de Keegan, aproveché la oportunidad de explicar los antecedentes de este dentro de la Alianza Rebelde.

(2) La historia de la creación de este escuadrón y como se consiguieron los ARC-170, la podéis leer en el relato El Jedi Perdido. Adquisidores.

(3) Para conocer la historia del agente Ronin, misteriosa fuente de la Alianza Rebelde, se ha de leer el relato del USS Spirit. Historia independiente del Crossover Star Trek – Star Wars y que explica la odisea de una nave de la Flota Estelar llegada, tras un accidente, a la galaxia dominada por el Imperio Galáctico.

(4) Como ocurre con Zhan, el personaje de Vantorel es uno de los personajes principales del universo de Star Wars creado para el Crossover Star Trek – Star Wars. Y al igual que él su presencia en los relatos del Jedi Perdido permite profundizar en su pasado como oficial del Imperio.

(5) Al igual que Zhan y Vantorel, Volarum es un personaje aparecido en el Crossover StarTrek – Star Wars. Pero que no pude desarrollarlo como me hubiera gustado, por lo que utilicé esta oportunidad para hacerlo.



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