jueves, 25 de febrero de 2016

Crossover Star Trek - Star Wars. 7

Operativo Omega
Capítulo 2
Tercera parte.


USS Enterprise-E

            – Recibimos una comunicación por los canales de la Flota, señor – informó Daniels, su oficial de seguridad.
            – En pantalla – ordenó Picard. En esta apreció el almirante Hayes, sentado frente a una mesa metálica y con las banderas de la Federación y la amarilla del Mando de la Flota Estelar flanqueándole a su espalda.
            – Les habla el Comandante Supremo de la Flota Estelar – empezó de manea tranquila –. El sistema Solar ha sido ocupado por el Imperio Galáctico. Nuestras fuerzas han sido derrotadas en una batalla de la que no ha podido huir ninguna nave. Muchos otros sistemas de la Federación han corrido la misma suerte que la Tierra y ahora están en manos del Imperio. Por eso y para ahórranos más sacrificios inútiles acabo de rendir la Flota Estelar. En la fecha estelar 53105.5 las naves estelares regresarán a las coordenadas que se han establecido para su entrega al Imperio y las bases cesarán toda actividad, y esperarán a que las fuerzas imperiales hagan posesión de ellas. De esta forma el Imperio se ha comprometido a mantener los convenios de Seldonis IV sobre los prisioneros de guerra. Cualquier nave estelar que no obedezca esta orden se la considerará renegada y a sus tripulantes se les considerarán criminales.
            » Todos los territorios bajo el control de la Federación Unida de Planetas quedan bajo la jurisdicción del Imperio Galáctico. A estos planetas se les mantendrá su sistema político, social y judicial, pero toda relación interplanetaria, así como comercial, pasará bajo el control de las autoridades imperiales del sector. Cualquier resistencia será castigada con severas represalias hacia la población civil…
            Llegado a aquel punto Jean-Luc, que se había levantado y acercado a la pantalla principal, se giró y miró a su consejera.
            – No habla por sí solo – dijo esta –. Hay algo que le obliga a decir lo que estamos oyendo. No puede luchar contra ello, pero lo intenta.
            – Corten la comunicación – ordenó entonces Picard –. Póngame con el resto de capitanes. Quiero hablar con ellos en mi despacho.
            Se sentó y conectó el pequeño ordenador que tenía sobre la mesa y segundos después apareció la pantalla dividida en tres partes cada una de los cuales tenía a cada capitán del Jupiter, el Valkyrie y la Tirpitz.
            – Imagino que han oído lo mismo que yo – empezó diciendo, a lo que los tres asintieron con cierto pesar –. Personalmente no pienso obedecer esa orden, por malas que sean las consecuencias.
            – Todos hemos visto lo que es capaz de hacer ese Imperio – intervino Wenz con voz serena y pausada, meditando cada palabra, era la más veterana después de Picard y los otros dos capitanes esperaron a que ella hablara primero –. Creo que las represalias serán inimaginables. Pero no dejaré que el nombre de la Flota Estelar quede en la historia como los que se rindieron sin luchar – finalizó con determinación –. Nunca.
            – Es de lógica suponer que el almirante Hayes está hablado bajo presión –dijo Satelk alzando la cena –. Tampoco pensaba seguir esa orden.
            – Jamás se me ocurrió hacer caso de esa comunicación – concluyó T’Yua con firmeza. Además, tenemos órdenes. ¿No capitanes?
            – Proseguiremos la ruta hasta encontrarnos con DeSoto. Picard fuera.
            Dicho esto se recostó en su butaca. Nunca antes la Federación se había enfrentado a unas circunstancias similares. Durante la guerra contra el Dominion la situación había sido muy peligrosa en diversos momentos, incluso las incursiones borg habían estado a punto de conquistar la Tierra e iniciar una asimilación de todo el cuadrante. Pero una derrota como aquella podía, significaba, el fin de muchas cosas tal y como las conocían. Que iba a ocurrir a partir de ese momento era lo que le preocupaba. Aunque de una cosa sí estaba seguro: no se rendiría. Esperaba que cuando se encontrara con DeSoto este pudiera darle algunas respuestas.
            Mientras había estado pensando en que hacían allí aquellas cuatro naves y tras los últimos acontecimientos empezaba a verlo claro. T’Yua era una de las capitanas más jóvenes de la Flota, no la conocía personalmente hasta aquel encuentro, pero sabía que era una tiburonian carismática e imaginativa desde la Academia, que se había destacado durante toda su carrera. Estaba al mando de la Tirpitz, una fragata de la clase New Orleans que normalmente se asignaba a capitanes prometedores, como lo habían sido Tryla Scott o Rixx una década antes, para que cogieran experiencia y conocimiento en todo tipo de misiones a bordo de aquellas naves polivalentes. Se había cruzado con Satelk en varias ocasiones, pero no le conocía personalmente antes de su llegada a la Base Estelar 234. Era un reputado táctico que había servido con distinción durante los combates contra klingons, cardassianos y jem’hadars en los últimos dos años a bordo del Jupiter, una poderosa nave de la clase Akira, que poseía además un arma experimental llamada pulsa de reacción en cadena o torpedo de pulsar. En cambio sí conocía bien a Deborah Wenz, una capitana tan veterana como su nave, un crucero de la clase Constellation, hermano de su primera nave: el Stargazer. Era un modelo robusto, resistente, diseñado para trabajar en solitario durante largas misiones de exploración en el espacio profundo y que ahora contaba con una gran cantidad de espacio para carga o transportar personal. Mientras que Wenz, con su pelo cano y mirada simpática, escondía una exploradora experimentada, fuerte e inteligente que había rechazado el almirantazgo para seguir entre las estrellas. Si la Flota quería iniciar una resistencia no había mejores candidatos que aquellos: la veteranía y templanza de Wenz, la inventiva de T’Yua y la valentía de Satelk.
            – Aquí Picard, que los oficiales de puente se reúnan conmigo en el observatorio ahora mismo – ordenó este tras presionar su comunicador. Minutos después estaban sentados alrededor de la mesa de conferencias.
            » El capitán DeSoto se comunicó conmigo a través del Código 47 – empezó a ponerles en situación, no les habían informado hasta ese momento a la espera de los acontecimientos. Ahora había llegado el momento –. Para informarme que desde ese momento esta nave y su tripulación se encontraban supeditadas al Operativo Omega. Bajo un código de autorización que me transmitió he encontrado en los archivos la información básica del operativo, el cual solo puede ser activado cuando nos encontramos bajo el Código Factor 1, con el objetivo de preservar la esencia de la Federación y protegerla. Esta orden autoriza el uso de cualquier recurso o método, invalidando cualquier normativa de la Flota Estelar, incluyendo también la Primera Directriz. No indica nada más salvo que bajo el operativo nos encontramos fuera de la cadena de mando y de las leyes de la Federación.
            » Dentro de unos días nos encontraremos con el capitán DeSoto. Hasta entonces desconozco nuestras órdenes exactas. Pero creo que se nos ha escogido para ser de alguna forma el último reducto de la Federación. Por tanto la Enterprise continuará su ruta hasta vernos con DeSoto.
            – Toda la tripulación estará con usted – replicó la doctora Crusher. No lo había dicho con impetuosidad, conocía bien a todos los miembros de la nave ya que en un momento y otro pasaban por la enfermería y sabía que confiaban en su capitán: su experiencia y buen juicio, y porque nunca se había rendido ante las adversidades. El consumo del nivel de ansiolíticos había aumentado, al igual que el estrés en las últimas semanas, pero sobre todo era por la extraña pausa que había sufrido la nave sin dirigirse allí donde parecía que se libraba una batalla por la supervivencia de sus planetas.
            – No espero menos de ellos – confirmó Picard alagado y esperando estar en aquel momento a la altura de aquella confianza que habían depositado en él. Se dirigió hacia Deanna –. Consejera, quiero que esté atenta a la moral de la nave y que me informe inmediatamente de cualquier cosa.
            – Sí capitán.
            – Es muy probable que tardemos mucho tiempo antes de poder ser abastecidos en una base estelar, si es que sobrevive alguna. Quiero que hagan un inventario de sus departamentos y preparen un plan para empezar a ahorrar en repuestos y cualquier otra materia en la que no seamos autosuficientes, Geordi ocúpese de eso. No hace falta decir que confío ciegamente en todos ustedes y en toda la tripulación.
            » Teniente Daniels, monitorice todas las comunicaciones, quiero un resumen cada hora de las novedades que captemos.
            – Sí señor – respondió quien había sustituido a Worf como su jefe de seguridad. Era un oficial tranquilo, una cualidad imprescindible en un experto en explosivos, y que había mantenido durante la asimilación de la Enterprise por el borg durante el viaje hasta el 2063 o durante la lucha contra los son’a en la Parcela Espinosa había permanecido fiel a su pequeña insurrección, como el resto de tripulantes. Hacía poco se había presentado en su despacho e indicado su intención de retirarse al planeta Canopus una vez acabara la guerra para poder criar a sus hijos. Picard sabía que sería difícil encontrar a alguien como Daniels, pero entendió que la familia era importante.
            – Numero uno, intensifique los ejercicios tácticos, quiero estar preparado para cualquier eventualidad. Eso es todo.
            – Sí, señor – replicó Riker y con la reunión acabada los oficiales se levantaron de la mesa y empezaron a abandonar el observatorio. Entonces Picard se dio cuenta que Data se rezagaba, quedándose pensativo en su asiento unos segundos más que el resto.
            – ¿Algún problema señor Data? – le preguntó Picard.
            – No exactamente – replicó el androide –. Estaba pensando en algo que me tiene intrigado desde que partimos de la Base Estelar 234.
            – ¿El qué?
            – Son unas extrañas lecturas en los sensores – explicó este de camino al puente –. Como si tuviéramos un eco que nos siguiera.
            – ¿Un eco?
            – Sí, como una nave camuflada.
            – ¿Cree que los romulanos nos están observando?
            – Es posible. No estábamos tan lejos de su frontera.
            – Aclare su misterio Data. No quiero encontrarme con sorpresas de última hora. Y mucho menos en este momento – le ordenó para dirigirse a su despacho. Quería volver a leer las instrucciones del Operativo Omega y confirmar los últimos datos de las batallas que están librando sus compañeros de armas contra sus enemigos.
            – Sí señor – contestó este poniéndose manos a la obra.


            Poco después Picard entraba en el puente.
            – Data, ¿cómo está su misterio?
            – Estoy recalibrando los sensores – replicó este sin perder de vista sus controles. Poco después acabó de hacer los cálculos y esperó el resultado en su pantalla. No tardó en arquear la comisura de los labios en una sonrisa de éxito. Y se giró –. Lo han intentado enmascarar resonando con las múltiples burbujas de curvatura de nuestra formación. Pero no cabe duda. Nos sigue una nave romulana camuflada.
            – Entonces será mejor darle la bienvenida – replicó Picard estirándose el uniforme y alzando una ceja al mirar a su número uno –. Abra un canal de comunicación.
            » Aquí el capitán Jean-Luc Picard de la nave estelar Enterprise, a la nave romulana que nos está siguiendo. Les pido que desactive su sistema de ocultación, tanto el Imperio Romulano como la Federación han sido atacadas por el nuevo enemigo y creo que es absurdo mantener más tiempo esta…
            – Están respondiendo – le interrumpió Daniels.
            – En pantalla – ordenó Picard y delante de él apareció el rostro impasible de un romulano al que no era la primera vez que veía –. Es un placer volverle a ver, comandante.
            – Capitán Picard, ciertamente tiene una gran oratoria. ¿Seguro que no tiene sangre romulana?
            – Nunca se sabe, comandante.
            – Hemos extrapolado su rumbo, pero no se dirigen hacia la Base Estelar Earhart donde la almirante Shanthi está organizando una fuerza de combate…– continuó Galathon.
            – ¿Por qué no sube a bordo y hablamos? – le interrumpió Picard.
            – Como quiera capitán – replicó este y cortó la comunicación.
            – Indique a las otras naves que prosigan el rumbo – le indicó Picard a Riker –. Nosotros nos reuniremos con ellas después de hablar con los romulanos.


USS Defiant

            Sisko continuaba observando la pantalla cuando el almirante Hayes ya había desaparecido, mientras a su alrededor el puente permanecía en silencio. Había conocido a Hayes durante la comisión de investigación del fallido intento de golpe de estado de Leyton, después de que fuera designado responsable de la jefatura estratégica de la Flota. Aunque ya era famoso por su reputación de maestro táctico que se había labrado durante las guerras contra cardassianos y tzenkethis. Había sido Hayes quien le ordenara permanecer en DS9 debido a su anterior encuentro con estos en Lobo 359 y enviar la Defiant al mando de Worf para interceptar el cubo borg en el sector 001. Y durante la guerra contra el Dominion había estado al mando operativo de la flota, convirtiéndose de facto en el cargo más alto del Mando de la Flota y mano derecha del presidente de la Federación. Era un hombre duro, calculador y frío, no podía haber sido de otra manera quien estuviera al liderando la flota durante la lucha que había causado tantas bajas entre sus compañeros frente al jem’hadar. Por lo que sabía que era incapaz de ordenar que se rindiera sin que le estuvieran obligando.
            – Mantengan velocidad y rumbo – ordenó instantes después, rompiendo el silencio sepulcral que la comunicación había generado en los ocupantes del puente. Su voz era serena, pero no podía ocultar cierto pesimismo.
            Tras poder sobrevivir al ataque a Bajor se habían dirigido hacia la Base Estelar 310 donde se estaban concentrando una decena de naves para defender el planeta alrededor del USS Madison del capitán Higginbotham. Sisko había conocido a Paul cuando los dos estuvieron asignados en Utopia Planitia y sabía que lucharía como un león. Pero antes de llegar habían captado una señal de emergencia, con horas de retraso por culpa de la destrucción de la red de los repetidores subespaciales, informando que estaban siendo atacados. Después de aquello no habían captado más transmisiones. Sabía lo que era capaz aquel enemigo con una fuerza naval bien preparada, por lo que podía suponer que Paul y el resto de sus compañeros habían perecido, como habían caído los defensores de DS9, o Ross en la Base Estelar 375 y en tantos otros en otros luchares. También habían captado como los cardassianos habían reocupado parte de los planetas que habían tenido que abandonar de la zona desmilitarizada como Bryma, Panora e incluso Veloz Prime cuya atmósfera había sido envenenado por un agente nervioso que lo hacía incapaz de soportar la vida cardassiana. Con la pérdida de la Estación Lya-Alfa donde el almirante Haden también había sido derrotado y los planetas de Trill, Klaestron o Merak ocupados, siguieron bordeando la frontera cardassiana y dirigirse hacia el último lugar que parecía aun sin atacar era Betazed, recién liberado del Dominion.
            Le dolía la cabeza, seguramente de la herida sufrida en la batalla, así que decidió descansar un poco ahora que todo estaba en calma. O’Brien había conseguido poder alcanzar el factor 8 de curvatura y ahora trabajaba en las armas para poder defenderse si se topaban con el enemigo.
            – Señor Worf, tome el mando – ordenó Sisko levantándose de la silla y saliendo del puente.
            – Sí, señor.
            Ezri vio cómo se marchaba y le siguió.
            – ¿Qué ocurre? – le preguntó al alcanzarle en el pasillo.
            – Esta vez estamos solos – admitió con pesar.
            – Eso no lo sabemos – replicó Dax intentado tranquilizar a su viejo pupilo y amigo –. Es casi imposible que hayan destruido completamente a la Flota. Dentro de unas semanas nos reuniremos con Damar y Garak. Estoy segura que para entonces no estaremos solos. ¿Dónde fueron Kasidy y Jake?
            – Están en Dreon VII. Allí Kasidy tiene amigos y estaban lejos de cualquier amenaza – le explicó sin convencer a la consejera y vieja amiga.
            – Benjamin, no podías hacer nada – le recordó Ezri –. Ahora hemos de empezar de nuevo. Hemos de buscar más naves estelares para seguir la lucha.
            – Lo sé.


USS Enterprise-E

            – Las incursiones empezaron en nuestras fronteras más lejanas – explicó Galathon reunido con Picard en el observatorio –. Primero fueron bases y puestos avanzados sin importancia. En un principio nuestro alto mando pensó que una fuerza del Dominion había logrado infiltrarse hasta aquellos territorios. Pero pronto se vio que no tenían relación con estos. Se envió una fuerza de combate a la región, sin que encontraran nada. Los ataques fueron incrementándose y cada vez más cerca del corazón del Imperio, teniendo que ser una fuerza impresionante pero no detectamos movimiento alguno en nuestro espacio. Aun así estos atacaban nuestras bases y al poco tiempo otra base alejada años luz seguía la misma suerte, sin informar de la aproximación de ninguna fuerza agresora. Era como si aparecieran de la nada y cada vez sus ataques eran contra instalaciones más importantes. Entonces se ordenó a las naves situadas en la frontera cardassiana regresaran a casa. Como no podíamos localizar la fuerza atacante en tránsito, concentramos nuestras fuerzas en Romulus, bajo el mando del almirante Tomalak y en otros puntos estratégicos del Imperio. Pero todos fueron destruidos, uno tras otro. Para entonces la invasión ya se había extendido al Imperio Klingon y a la Federación.
            » Yo tenía órdenes de dirigirme a uno de nuestros puestos avanzados cerca de la Zona Neutral. Pero al llegar ya había sido arrasado. Intenté ponerme en contacto con Romulus, pero no obtuve respuesta. Lo único que conseguí es saber que el planeta había sufrido un bombardeo orbital que había arrasado nuestras ciudades. Decidí acercarme a la Federación y les detecté cerca de la frontera. Entonces les seguí.
            – ¿Sabe si hay más naves supervivientes como la suya?
            – Imagino que sí, pero desconozco su paradero. En nuestros canales habituales el silencio es total. Creo que hemos perdido todas nuestras bases. En ocasiones se captan señales de emergencia o comunicaciones de colonias apartadas. Nada más.
            – ¿Qué es lo que va a hacer ahora?
            – No lo sé. Romulus arrasado. La armada destruida… – respondió visiblemente afectado. Estaba solo y perdido.
            Picard aun recordaba la última vez que le había visto, poco después de encontrar el mensaje en código dejado por los primeros seres que habían habitado la galaxia. “Parece que al final no somos tan diferentes en lo que esperamos, en lo que tememos” le había dicho antes de alejarse del planeta, “Tal vez algún día…”. Tal vez, sin quererlo, aquel día ya había llegado. Seguirle bajo el manto del sistema de ocultación era simplemente la manera que tenían de actuar tras siglos de desconfianza y no un simple engaño.
            – Comandante Galathon en estos momentos no puedo decirle a donde me dirijo o que es lo que voy hacer ante la cada vez más probable derrota de la Flota Estelar y la ocupación de la Federación – le dijo Picard –. Pero le aseguro que no pienso quedarme con los brazos cruzados. Le propongo un encuentro dentro de unas semanas. Mientras tanto busquemos el mayor número de naves posibles para luchar contra este nuevo enemigo. Cada uno por su lado.
            – Me parece bien – contestó el romulano tras observarle detenidamente durante unos segundos, calculando si aquella era una maniobra del federal para deshacerse de él o hablaba en serio, pero conocía la reputación de Picard y en todo caso ambos habían sufrido la derrota y no descansarían hasta vencer al enemigo o morir luchando. Cierto no eran tan diferentes –. ¿Qué le parece como lugar de encuentro Ruah IV?
            – Un lugar apropiado – dijo Picard recordando lo ocurrido allí.
            – Entonces que así sea – sentenció Galathon poniéndose en pie –. Nos veremos dentro de… ¿cuatro semanas terrestres?
            – Cuatro semanas – confirmó Picard levantándose.


El Conqueror

            Aunque había una reunión diaria de situación aquella iba a ser la primera desde su conquista de la Tierra. Como siempre Daran fue el último en entrar, apagando el rumor de conversaciones que había entre los oficiales allí reunidos. En silencio recorrió la Sala de Guerra, una estancia circular, igual a la que se había reunido por última vez con su mentor, el gran moff Tarkin a bordo de la Estrella de la Muerte. Se sentó y el resto le imitó. Mientras tomaban asiento Daran observó a su Estado Mayor. Estaba formando por el Gran Almirante Gorden, sentado a su izquierda, así como los encargados de los diferentes departamentos: operaciones, logística, personal, inteligencia, planificación, ciencia. Y por supuesto tres Consejeros de Emperador, encabezados por el intrigante Molzer, que debían ayudarle a controlar aquellos Nuevo Territorios. Así como vigilarle para informar de ello a Palpatine en Coruscant.
            – Empezará la reunión el general Pion con el informe de la ocupación del sistema Solar. General – dijo el gran moff cuándo todos estuvieron listos.
            – Gracias, señor – dijo este levantándose –. La invasión se ha llevado a cabo con rapidez y sin problemas. En varios lugares hubo cierta resistencia pero fue rápidamente erradicada. Nuestro despliegue fue rápido, desgraciadamente algunas instalaciones fueron saboteadas antes de nuestra llegada, pero no tardarán en estar de nuevo en funcionamiento. Cabe destacar que hemos capturado intactos los depósitos de suministros y equipamientos que la flota tenía en los Urales, en Tanzania, Australia y en Mare Orientale en la Luna, así como la mayor parte de la industria pesada del sistema. En Utopia Planitia hubo importantes actos de sabotaje por parte de algunos técnicos civiles. En contrapartida los astilleros Copernicus y la base Tranquility de la Luna, el Cosmodromo de Baikonur, la estación McKinley, los astilleros de San Francisco, así como el Dique Espacial fueron tomados en perfecto estado.
            » Como usted indicó – continuó dirigiéndose al gran moff –, este está siendo revisado minuciosamente y en poco tiempo podremos utilizarlo sin complicaciones. El resto del sistema estará limpio en unos pocos días.
            » No se ha producido resistencia a nuestra ocupación por parte de la población civil y hemos proclamado el estado de excepción y el toque de queda. Ya hemos arrestado a la mayoría de políticos y embajadores y cuando se nos ordene empezaremos la purga de alienígenas no productivos. Las zonas que han de ser evacuadas para alojar a nuestras fuerzas y familias ya han empezado a ser marcadas.
            – Gracias, general. Ya puede retirarse – le indicó Daran cuando concluyó. Este asintió y salió de la sala. Ahora le tocaba el turno a su jefe de estado mayor y encargado de las operaciones –. General Ferrie.
            – Sí señor – dijo este activando el hologroyector que había en medio de la mesa y sobre sus cabezas apareció la imagen tridimensional de aquella parte de la galaxia, donde aparecían marcadas las diferentes potencias y los planetas importantes –. Caballeros nos encontramos en el final de la segunda fase de nuestra invasión. El Imperio Romulano y el Klingon junto al Dominion ya han sido neutralizados, y nos encontramos en el proceso de ocupación de la Federación tal y como estaba previsto.
            » La I Flota está ocupando los planetas más importantes del centro de la Federación: la Tierra, Vulcano, Andoria, Tellar Primera, AlfaCentauri, entre otros. Tras la destrucción de la Flota Estelar la resistencia es simbólica, exceptuando Andoria, donde nuestras tropas planetarias sí han encontrado una importante oposición, produciéndose serios daños en los astilleros. La ocupación del resto de sectores se está realizando sin complicaciones inesperadas. Nuestras fuerzas ya han ocupado: Trill, Bolarus, Denubula, el sistema Rigel o Tiburón.
            » La II Flota ha acabado sus operaciones en los sectores asignados y ha ocupado los planetas y sistemas asignados del Imperio Romulano y de la Federación en el cuadrante Beta. Debido al retraso que ha tenido la III Flota en erradicar la resistencia en el Imperio Klingon, se le han asignado para ocupar otros planetas en los sectores meridionales de la Federación. Cabe destacar una fuerte resistencia en la Base Estelar Lya Alfa con medio centenar de naves, que en un principio la reacción nos cogió desprevenidos y perdimos el destructor Imperial donde se encontraba el almirante Wink, aun así nuestra presión diezmó sus fuerzas y al final apenas hubo supervivientes. El almirante Lakot ha asumido el mando de la II Flota.
            » La III Flota, tras acabar con la resistencia klingon se está preparando para el ataque a la Base Estelar Earhart. Allí se están concentrando un importante número de naves estelar procedentes de los sectores centrales y septentrionales. Una vez completadas sus ataques se le unirá parte de la II Flota para realizar incursiones dentro de los territorios gorn.
            » La IV Flota está acabando de limpiar el territorio fronterizo entre la Federación y Cardassia, donde estaba desplegado el grueso de la Flota Estelar. Dentro del territorio cardassiano están acabando de destruir las fuerzas del Dominion que escaparon a la destrucción de Cardassia Prime. El almirante Vantorel ha pedido retrasar las operaciones contra los breen, talarianos, tzenketis y la Alianza Tholiana a fin de acabar con toda la resistencia del jem’hadar y de la flota en su sector y ocupar los planetas más occidentales y meridionales de la Federación.
            – Una exposición ejemplar, gracias – le halagó Daran, que se giró hacia el jefe de personal.
            – Siento si mi intervención no sea tan optimista como las anteriores. Pero no me entrenaron para ser diplomático – empezó con cierta sequedad el general Korvin –. Como ya dije cuando se planeaba esta invasión, contamos con un número de hombres muy por debajo de lo necesario para la envergadura de nuestra misión. Nuestras fuerzas están exhaustas.
            » Las ofensivas planetarias que estamos sosteniendo están alargando al máximo la capacidad de resistencia de nuestros soldados. Los trasladamos de un planeta a otro sin que puedan descansar y cada vez tienen que enfrentarse con un enemigo fresco y lo peor de todo, bien atrincherado. Están agotados y necesitan descansar.
            » La marina se encuentra aún en peor estado. Los oficiales y los tripulantes están al borde del agotamiento. Los combates han sido continuados y sin pausa desde que iniciamos los ataques al Imperio Romulano.
            » Mi recomendación es aminorar el ritmo de las operaciones y dejar que los soldados descansen.
            – Y como ya le dije este es el máximo número de tropas que pudimos obtener – le contestó Daran con suavidad. Kovin era tosco y en ocasiones demasiado pesimista, pero también era un administrador excepcional y por eso le soportaba –. Todos sabíamos que esta operación tenía proporciones gigantescas. Los hombres sabían lo que se esperaban y estaban motivados. Pronto habremos ocupado los planetas de la Federación que teníamos previstos, así como destruiremos a la Flota Estelar en su totalidad. Entonces aminoraremos el ritmo de las operaciones. Hasta entonces los hombres aguantarán, porque la victoria total está ya al alcance de la mano.
            » Imagino que el general Kartner tendrá un informe similar al del general Korvin. ¿No es así? – continuó Daran dirigiéndose al oficial de la logística.
            – Correcto, señor – replicó este más sumiso, pero igual de seguro –. Aunque espero no ser tan pesimista como mi colega. Hemos sufrido unas pérdidas mayores de las previstas, sobre todo en los ataques a los territorios klingon y romulano. Han sido destruidos más de una docena de destructores de la clase Imperial y una veintena más sufren daños graves y necesitan repararse en astilleros. Por otro lado las unidades más veteranas como los Victory o Venator han resistiendo mejor de lo que se esperaba en un principio. Seguramente porque las defensas planetarias pesadas no tienen un uso tan amplio como en nuestra galaxia. Mientras que las pérdidas de las naves de menor tamaño ha sido un veinte por ciento más elevada de lo estimado originalmente, por lo que en estos momentos carecemos de la potencia de combate con que contábamos para la tercera y cuarta fase de la invasión.
            » Por tanto la provisión de repuestos es inferior a la que necesitamos realmente. Es imperante conseguirlos lo antes posible. Tal vez a corto plazo esto no detenga el ímpetu de las operaciones, pero a la larga nos puede detener irremediablemente.
            – Gracias por su intervención, ha sido muy constructiva – replicó Daran –. Y sepa que haré todo lo posible para conseguir los recambios que necesitaremos. También confío que la tecnología y las instalaciones capturadas nos ayuden a reparar nuestras naves. General Doin: ¿cómo está ese tema?
            – Trabajamos día y noche en ello – replicó el responsable de ciencia y tecnología –. Capturar los astilleros del sistema solar intactos ayudará a agilizar todo el proceso. Empezaremos a adaptarlos inmediatamente y en breve aplicaremos la tecnología que hemos capturado en nuestras propias naves. No se preocupe.
            El gran moff conocía bien al diligente Doin. De los que estaban en aquella sala, salvo a Eckener, era el oficial que más tiempo había estado implicado en los planes de invasión y sabía que no era necesario presionarle.
            – Sin olvidar a nuestro amado cuerpo de ingenieros – continuó Daran.
            – El cuerpo de ingenieros también está trabajando en todos los turnos con todo nuestro potencial – replicó el general Ustel, el cansancio que mostraban sus ojeras y el uniforme más arrugado que de costumbre eran muestras del tesón que con el oficial estaba trabajando desde hacía varias semanas –. Nuestras instalaciones avanzadas están al máximo de capacidad y en cuanto las áreas ocupadas estén limpias nos trasladaremos a estas.
            – Ve. Las cosas nunca son tan malas como parece – replicó Daran para tranquilizar al responsable de logística, que asintió nada convencido –. Eckener empiece son su informe de inteligencia.
            – Señor. Señores. Antes de nada, comentar que nuestra estrategia de ataques aleatorios sin que mostráramos un patrón definido para obligar a la Federación a concentrar sus fuerzas y destruidas en ataques masivos, ha sido, como los fue contra los romulanos y klingons… un éxito.
            » Creemos que el mando de la Flota ha sido transferido a la Base Estelar Earhart en la persona de la almirante Shanthi. Cuenta con naves pertenecientes a la 1ª, 4ª, 8ª y 11ª Flotas y suman al menos trescientas. La mayor parte de la 8ª Flota asignada a patrullar la frontera romulana fue destruida en la Base Estelar 39-Sierra, Benzar y Denobula. Por otro lado tenemos la certeza que la , y Flotas asignadas a la Tierra, Vulcano y otros sectores centrales de la Federación fueron derrotadas en el asalto a estos sistemas. La , , y 10ª Flotas están sido diezmadas y vencidas en numerosas escaramuzas en el sector de Bajor y a lo largo de toda la frontera cardassiana. Hasta ahora estas estaban luchando contra el Dominion y representaban el grueso de la fuerza de combate de la Federación. También hay un número indeterminado de naves realizando misiones de escolta e incluso de exploración e investigación científica repartidas por toda la galaxia. Estas no estaban asignadas a ninguna fuerza de combate y ha sido más difícil congregarlas al estar tan repartidas, pero no pueden considerarse una gran amenaza. No será difícil cazarlas. Una a una.
            » Los restos de la y 10ª Flotas se están agrupando cerca de Betazed junto con un número importante de representantes de planetas de la Federación. Creemos que están preparando un nuevo Consejo y posiblemente elegirán otro presidente. Sugiero apoderarnos del planeta antes de que los diplomáticos regresen a sus mundos de origen.
            » Como ya informamos el grueso de las fuerzas del jem'hadar ha sido exterminado en Cardassia Prime, aunque un número importante de naves quedaba repartido por el territorio cardassiano. Pero conocemos la localización de todas ellas y sus bases de abastecimiento, que ya han sido destruidas, por lo que la IV Flota del almirante Vantorel pronto dará buena cuanta de los últimos resto del Dominion en el cuadrante Alfa.
            » Fuera de la Federación los gorns se están preparando para una lucha sin cuartel alrededor de los planetas más importantes. Las escuadras tholianas también se han reagrupado cerca de la frontera con la Federación. Los tzenkaty y talarianos se están atrincherando en sus territorios, así como muchos planetas independientes están haciendo lo mismo.
            » Por otra parte ya no queda operativa ninguna base klingon y el grueso de sus fuerzas navales han sido prácticamente erradicadas mientras protegían sus planetas. Aun así hay informes de movimientos de fuerzas planetarias… Es posible que aun mantengan un razonable número de naves operativas escondidas. Trabajamos en ello.
            » Los romulanos parece que están reagrupándose en el sector 814, más allá del sistema Talvath. Por ahora no es un número significativo, creemos que pueden suman varias escuadras de pájaros de guerra y naves más pequeñas. Pero podrían aumentar con otras naves rezagas.
            – Eso es ridículo, estos fueron aplastados completamente en Romulus – le interrumpió Gorden molesto, al haber dirigido la batalla él mismo, y parecía que había considerado aquel comentario una ofensa personal –. No escapó nadie del cerco.
            – Lo que usted diga – replicó Eckener indiferente ante el exabrupto de Gorden.
            – ¿Algo más que decir? – preguntó rápidamente Daran terminando aquel intercambio de ideas antes de que llegaran a más.
            – El líder del alzamiento remano nos ha propuesto que les permitamos perseguir y atacar a los romulanos, lo que nos posibilitaría reducir nuestra presencia militar y destinar esos recursos a otros sectores. Y… bueno… No. Nada más. El ubictorado no tiene nada más que decir – concluyó Eckener dubitativo.
            Daran se quedó mirando a Eckener unos pocos segundos, le conocía bien y sabía que aun habría querido decir algo más en su exposición. Aun así se giró hacia el resto de oficiales.
            – Bien antes de acabar les informaré que enviaré al Conqueror a la Base estelar Earhart: su potencia de fuego hará más fácil el trabajo y animará a las tropas. Comunicaré al almirante Vantorel que se concentre en ocupar los planetas asignados y que cierre el acuerdo con el cardassiano. Si lo necesita pronto le enviaremos al superdestructor estelar para apoyar sus operaciones, mientras será mejor que no se precipite en atacar a los breen. Sobre el resto de potencia menores retrasando por ahora las operaciones que teníamos previsto contra los gorn, los tholianos y los otros. Marcaremos una línea imaginaria en el territorio de la Federación – miró la holoimagen de aquella parte de la galaxia que flotaba sobre la mesa redonda –… entre Cait y el cúmulo Lembatta en la frontera klingon. Ese será, por ahora, el límite de nuestra ocupación…
            – Esos no son los deseos del Emperador – intervino Gorden, aun molesto por el comentario de Eckener –. Ni lo que se prometió.
            Daran le miró sorprendido ante aquella insolencia, pero apenas tardó en esgrimir una sonrisa. ¿Cómo podía aquel hombre tan inepto ser uno de los más altos cargos de la Marina Imperial? Se preguntó no obstante. Aunque tampoco le debía de extrañar, Gorden era perfecto como marioneta de otros para lograr sus objetivos, seres más inteligentes a los que el gran almirante llamaba “amigos”, que estaban cómodamente sentados en Coruscant y otros sectores centrales del Imperio.
            – Es cierto que se le prometió la conquista total de la Federación. Pero como el más experimentado oficial de la sala, también sabrá que lo que realmente no tolera el Emperador son los fracasos. Y si continuáramos pondremos en peligro todo aquello que hasta hemos logrado para la única gloria del Emperador y no pienso caer en el exceso de confianza y perder las conquistas que hemos logrado en su nombre – replicó Daran y miró hacia Molzer que estaba sentado a su derecha.
            Este era consejero del círculo personal de Palpatine, que había asignado a la conquista de los Nuevos Territorios para supervisar directamente al gran moff. Era un hombre de la vieja guardia, un burócrata que había servido al que una vez fuera el último Canciller Supremo de la República. De aspecto respetable con su pelo canoso, era tan inteligente como temido.
            – En todo caso hemos ocupado sus sectores centrales, con sus planetas más importantes que aglutinan a casi el 80% de la población de la Federación y diezmado su flota – intervino Molzer asintiendo despacio, era importante remarcar que conocía las cifras exactas y que nada se le escapaba como buen funcionario que era. Le gustaba apoyar a Daran frente al resto de subordinados, mientras mantenía estrechos contactos con estos a sus espaldas. Aunque en aquel caso coincidía con el antiguo oficial del ubictorado: sus fuerzas estaban al límite y era preferible consolidar sus conquistas –. Lo que no ocupemos ahora, lo haremos más adelante por la gloria del Emperador, la única que importa. Además la marina puede realizar incursiones de castigo siempre que nos plazca, para que no olviden quien es ahora su amo. Y una vez reagrupados, será más fácil derrotarlos.
            – Y así tendremos tiempo de reparar los daños de nuestras naves, para que nuestros hombres descansen y consolidar nuestras conquistas – confirmó Dara.
            » Eso es todo, la reunión ha concluido – todos los altos oficiales empezaron a levantarse y recoger sus informes –. General Eckener quédese un momento – le pidió el gran moff que permaneció en silencio hasta que se quedaron solos –. ¿Qué ocurre?
            – Hay algo que no me gusta Oren – le respondió tuteándole, algo que solo hacía en privado y en contadas ocasiones, con la complicidad de una antigua amistad.
            – ¿El qué?
            – Vengo de varias instalaciones federales. Estaban vacías.
            – ¿Y qué? Han evacuado, ¿recuerdas? Es algo que se hace cuánto uno es atacado. Ese pánico ha ayudado en nuestra victoria – replicó Daran quitándole importancia, pero la expresión de su amigo no dejaba dudas. Era algo importante.
            – Lo sé. Pero me ha parecido como si ya estuvieran esperando el momento.
            – ¿Qué quieres decir? ¿Qué sabían que vendríamos? – le interrogó levantándose de su silla y empezando a caminar por la sala.
            – No – respondió tajante –. Es algo distinto. Más bien es como algo previsto. Contábamos con la precipitación, el caos. Pero los lugares que te digo no había la esa confusión que se produce en toda evacuación precipitada. Se había seleccionado lo que se había llevado de los almacenes y todo el material que quedaba estaba muy bien saboteado. He de confirmarlo, pero creo que faltan muchas familias.
            – Eso era previsible. La Flota Estelar despliega las familias de los tripulantes a bordo de algunas de sus naves. Y por otro lado, nos retrasamos demasiado en Romulus, incluso dio tiempo que la flota klingon desplegada en la frontera cardassiana llegara a Qo’noS. Ese tiempo precioso, pudo hacer que la Federación preparara una evacuación de sus fuerzas más organizada de lo esperado. Nada más.
            – Lo sé. Pero aun así… y aunque tan solo sean intuiciones, si dejamos una parte de la Federación libre de nuestra ocupación, allí podrían reunirse los restos de la Flota Estelar. Y por mucho que no nos guste admitirlo, no hemos destruido la cantidad de naves klingons que preveíamos. Su territorio es muy extenso y estoy seguro que han sobrevivido más fuerzas de las que por ahora estimamos.
            – La verdad es que la invasión ha superado con creces las perspectivas del mismísimo Palpatine. Él nunca pensó que podríamos ocupar una zona tan extensa como la que controlamos ahora. Por eso tiene en su manga una jugada maestra. Y por tanto no importa que unos cuantos sectores queden fuera de nuestro control.
            – ¿Cuál? – preguntó Eckener intrigado.
            – El Emperador está completando otra Estrella de la Muerte que se encuentra en sus fases finales de construcción. Es más grande y potente que la primera, y con ella espera no solo controlar nuestra galaxia, sino someter a esta bajo su terror.
            – Así que allí fueron a parar los replicadores industriales que enviamos tras la Batalla de Yavin – conjeturó el jefe del ubictorado admirando al Emperador –. De esa manera ha podido construirla tan rápido. Brillante. ¿Pero por qué no me contaste nada de esto?
            – Porque me lo dijo en mi última entrevista que tuve en Coruscant, justo antes que nuestra flota viajara hasta la Vía Láctea – Daran esgrimió una sonrisa de complicidad y le colocó su mano sobre el hombro –. Y en ese momento estabas muy ocupado completando los preparativos finales del ataque.
            – Entonces, no me hagas caso sobre lo que te he dicho sobre esas naves.
            – Suelo hacerte caso Osewn. Además sabíamos que la Flota Estelar sería el enemigo más difícil a batir y que nos costaría más tiempo derrotarlos, son los que estaban mejor preparados para resistir. Así que mejor no subestimarles – replicó reflexivo –. Investiga más el asunto. Llega hasta el fondo. Sé que puedes hacerlo.
  

Betazed

            Un año atrás el hermoso y pacífico planeta había sido ocupado por las fuerzas del Dominion en una ofensiva que había cogido por sorpresa a la Flota Estelar. Unas pocas semanas antes aquellos invasores habían abandonado su conquista y se habían replegado a las antiguas fronteras cardassianas. Inmediatamente después Lwaxana Troi, Hija de la Quinta Casa, Guardiana del Sagrado Cáliz de Rixx y Heredera de los Sagrados Anillos de Betazed regresó a su hogar en una de las primeras naves.
            Lo que allí encontró la hizo estremecer el alma. No se encontraba en Betazed en el momento de producirse la invasión y se había librado de la ocupación, pero ahora regresaba a su planeta, que había sido brutalmente gobernado por los vorta, repugnantes vasallos alterados genéticamente por los fundadores y sometido por la fuerza de los adictos y fanáticos soldados del jem’hadar. Mientras los cardassianos, encabezados por el deleznable Crell Moset, experimentaban con la telepatía de sus habitantes. Estos formaban un pueblo pacífico por naturaleza, extrovertido, en algún caso excéntrico, pero incapaces del albergar maldad, que habían sido tratados como meros esclavos, como cobayas para sus torturas. Sus instituciones habían sido destruidas, sus lugares sagrados profanados, se habían tomado represalias aleatorias y en el momento de la retirada se había dañado la infraestructura del planeta de manear deliberada y cruel.
            Inmediatamente después de la partida del jem’hadar la Flota había enviado numerosas naves que se habían puesto enseguida a trabajar en la reconstrucción. Una de las primeras en llegar había sido la Hippocrates, una nave médica de la clase Olympic, se había puesto a reconstruir el sistema sanitario más primario. Poco después más personal especializado en catástrofes había empezado a trabajar en recuperar la red de energía global, reparando los generadores dañados y remplazando la red de satélites que controlaban la meteorología planetaria. Parecía que poco a poco su mundo podría recuperar el esplendor de antaño. Claro que lo más difícil de reparar eran las heridas que habían sido infligidas a los betazoides, las cuales eran muchas, terribles y difíciles de curar. Aun así Lwaxana pudo comprobar como su pueblo era fuerte y el pesar y el abatimiento fueron cambiando hacia la esperanza de un futuro mejor, de nuevo pacífico y próspero.
            Pero una larga sombra asomó de nuevo en el horizonte. Aquel misterioso ataque que asomaba sobre la galaxia pronto se aproximaría a su mundo. Las noticias eran cada vez más desalentadoras con los ataques a lo largo de toda la Federación, la caída de Tarsas III y la ocupación del sector 001 con la Tierra, Vulcano y Andoria. Todos ellos eran lugares cercanos y en breve le tocaría su turno.
            Antes de que el presidente Min Zife fuera hecho prisionero había convocado un consejo urgente de los delegados de la Federación en Betazed. Su objetivo era mantener el control de la Federación fuera de la Tierra, por si esta caía. Lo que había sucedido el día anterior. Desgraciadamente no habían podido llegar todos los embajadores. Había representantes de algunos planetas ya ocupados como Coridan, Bynaus, Trill, o Bolarus y otros que por ahora se habían salvado de ser invadidos como Sauria, Arbaza, Grazer o Zakdorn. La reunión se celebró en la Universidadde Betazed y presidía la sesión el embajador más antiguo, que recaía en el vulcano Lojal, mientras que ella como representante local era la secretaria de la reunión.
            Tras la caída de la Tierra y la captura del presidente de la Federación lo prioritario era nombrar de nuevo a alguien para el cargo. El embajador benzita Melnis aconsejó que fuera el mismo Lojal quien ocupara la jefatura de la Federación y pronto otros representantes apoyaron la propuesta. El vulcano era un candidato más que apropiado debido a su experiencia en acuerdos interplanetarios y de su amplio conocimiento en geopolítica. Pupilo de Sarek el vulcano, era un diplomático hábil y en su haber estaba la reciente firma de un tratado de cooperación con los cardassianos en el 2371 y hacía poco había iniciado conversaciones con los tholianos, por lo que su nombramiento fue como nuevo Presidente de la Federación rápido y unánime.
            Tras aceptar pidió al embajador Matthew Mazibuko, de la Tierra, que fuera su consejero personal y responsable de la dirección política y al igual que con Lojal todos estuvieron de acuerdo. Mazibuko tenía una gran reputación de administrador, además era un hombre duro y conocido por su iniciativa. Lo que en aquel momento necesitaba se precisamente. Finalmente el vulcano pidió que ocupar la vicepresidencia a la veterana Lwaxana Troi, que aun teniendo fama de excéntrica era muy respetada frente a una mesa de negociaciones. Los dos aceptaron ya que no había muchas otras alternativas y la situación no dejaba ocasión a la discusión o la vacilación. Finalmente Lojal escogió al almirante Charles Whatley, comandante de la 10ª Flota que se estaba reagrupando en el sector, como su consejero militar.
            La sesión no se prologó mucho, no había tiempo que perder así que las discusiones no tardaron en ser tomadas. Se pusieron de acuerdo en la manera de afrontar aquella situación: tenían que mantener la integridad de la Federación, manteniendo la esencia y los ideales con los que había sido fundada: justicia, democracia e igualdad entre todos sus miembros. Igualmente se tenía que buscar la manera de liberar los planetas ocupados y si llegara el caso, negociar con aquel nuevo enemigo.
            Tras la reunión, muchos de los embajadores partieron hacia sus mundos de origen, mientras que el nuevo gobierno y algunos representantes de planetas ya ocupados permanecieron para hacer la primera reunión del nuevo gabinete.
            Lo primero que hizo el almirante Whatley fue indicar la precariedad de la seguridad en Betazed: en el planeta había solo medio centenar de naves, pero no todas capaces de entablar batalla para defenderla, el resto estaban repartidas defendiendo los planetas de los sectores cercanos. Sugirió trasladarse con todos los efectivos disponibles hasta la Base Estelar Earhart desde donde la almirante Shanthi había empezado a reunir los restos de la Flota Estelar.
            – Lo lógico sería coordinar a las naves que nos quedan operativas – indicó Lojal tras escuchar la poco entusiasta situación –. Propongo que la embajadora Troi se dirija a la Base Estelar Earhart por dos motivos: el primero para unir nuestros desperdigamos recursos en acciones conjuntas. El segundo es por seguridad. No me gustaría que los dos fuéramos tomados prisioneros al mismo tiempo. De esta manera, si yo cayera, usted, Troi, asumiría la responsabilidad de la presidencia y nombraría un nuevo gabinete. En el caso contrario y fuera hecha prisionera, yo nombraría un sustituto. Hemos de mantener siempre un representante legítimo de la Federación.
            – Estoy de acuerdo con usted Presidente – replicó esta que ya había captado mucho antes aquella maniobra durante la sesión del Consejo de la Federación.
            – Además, sus capacidades telepáticas nos serán de mucha utilidad cuando llegue el momento de negociar con este Imperio – continuó el vulcano –. Porque desgraciadamente y ante la situación actual, es el único camino que veo lógico si queremos sobrevivir como una organización independiente.
            » Almirante, lo evidente es que el siguiente paso de nuestro enemigo sea atacar este planeta e intentar apoderarse del nuevo gobierno. Disponga una evacuación de los representantes políticos y que sus naves se preparen para abandonar el sistema. No quiero perder más fuerzas en una lucha perdida de antemano – dicho lo cual se giró hacia la embajadora Troi –. Sé que esta orden le afecta personalmente, y que significa a la práctica dejar el camino libre para una segunda ocupación. Pero es de lógica suponer que si no se opone resistencia en el momento del ataque, su pueblo no tiene por qué recibir ningún tipo de represalia.
            Lwaxana se limitó a asentir y durante un instante percibió un sentimiento de amargura en el vulcano. Le dolía tener que dar aquellas órdenes, tan frías, pero lógicas.
            – Haré los preparativos necesarios – indicó Whatley que se dirigió hacia Lwaxana –. Embajadora, la Rhode Island creo que sería una nave perfecta para llevarla a la Base Estelar Earhart. Es una nave científica, pero por eso mismo pasará inadvertida por las zonas ocupadas que ha de atravesar. Además, confío plenamente en su capitán.
            – Yo confío en su criterio, almirante – le respondió Lwaxana, sabedora que Whatley no actuaba egoístamente al ofrecerle aquella nave –. Ahora, si me disculpan, tengo que ir a preparar el viaje.


Continuará…

jueves, 18 de febrero de 2016

Segunda edición – oferta de lanzamiento

Para todos aquellos que no pudieron comprar la primera edición del libro Star Trek. Guía de naves estelares, ahora Alberto Santos Editor, celebrando su vigésimo aniversario lanza de nuevo uno de sus libros con más éxito de los últimos años: una nueva edición limitada. Ahora a todo color, con textos actualizados y dieciséis páginas más con contendidos ampliados, que incluyen nuevas imágenes y una nueva ficha: la aterradora USS Vengeance de Star Trek. En la oscuridad, que completa la ya extensa lista de naves con las que ya contaba su primera edición.

Más de trescientos planos, doscientos diseños e imágenes originales de la series y películas de Star Trek para ilustrar sus cuarenta y ocho fichas, que explican el desarrollo, el diseño, la evolución tecnológica naval, los secretos, las anécdotas y las curiosidades, así como las características técnicas de más de ochenta clases diferentes de naves estelares de las razas más importantes de la galaxia. Además, la historia y organización de la Flota Estelar, los Imperios klingon y romulano, la Unión Cardassiana, el Dominio, el Colectivo Borg y otras muchas razas del universo de Star Trek.

Un libro imprescindible para todo aficionado no solo a Star Trek, sino para los seguidores de la ciencia ficción.

OFERTA DE LANZAMIENTO
(hasta el 13 de marzo de 2016)


Esta nueva edición estará disponible (solo para España) en la tienda virtual de Alberto Santos Editor (www.albertosantoseditor.com) a partir del 16 de febrero del 2016.


Podéis hacer vuestros pedidos hasta el 13 de marzo de 2016 y aprovechar la oferta de lanzamiento. El libro será enviado a partir del 14 del mismo mes.

Además, todos aquellos que lo encarguen durante estas fechas obtendrán junto con el libro un anexo creado en exclusiva en pdf, con más fichas, para completar su Star Trek. Guía de naves estelares, y que incluye la actualización de la nave pionera de la Flota Estelar: la clase NX (inédito y en exclusiva para esta promoción), además de las fichas del tipo Centaur, la clase New Orleans y el Dique Espacial.

Precio especial: 25,00 € (hasta el 13 de marzo de 2016)

Precio normal: 29,99€ (a partir del 14 de marzo de 2016)

Star Trek. Guía de naves estelares. Nueva Edición 
Star Trek. Guía de naves estelares. Anexo 
(formato pdf - exclusivo con esta oferta)

Edición limitada: 100 ejemplares

Fecha límite de la promoción: 13 de marzo de 2016

Venta en exclusiva en la tienda virtual de la editorial.

Pedidos: www.albertosantoseditor.com



Star Trek: Guía de naves estelares incluye:

Introducción.
Capítulo 01 Federación.
· Historia de la Flota Estelar
· Organización
· Clase NX
· Tipo Kelvin
· Clase Oberth
· Clase Constitution
· Clase Miranda
· Clase Constellation
· Clase Excelsior
· Clase Ambassador
· Clase Olympic
· Clase Steamrunner
· Clase Nebula
· Clase Akira
· Clase Galaxy
· Clase Danube
· Clase Intrepid
· Clase Nova
· Clase Defiant
· Clase Sovereign
· Clase Prometheus
· Delta Flayer
· Deep Space Nine
Capítulo 02 Imperio Klingon.
· Historia & Organización
· Naves el siglo XXII
· Clase K’T’Inga
· Pájaro de presa klingon
· Clase Vor’cha
· Clase Negh’Var
Capítulo 03 Imperio Romulano.
· Historia & Organización
· Pájaros de presa romulano
· Clase D’deridex
Capítulo 04 Unión Cardassiana.
· Historia & Organización
· Clase Galor
· Naves auxiliares
Capítulo 05 Dominion.
· Historia & Organización
· Naves de ataque
· Cruceros
Capítulo 06 Colectivo Borg.
· Historia
· Cubos
· Otras naves
Capítulo 07 Otras naves.
· Introducción
· Gomtuu
· Yonada
· La máquina del juicio final
· Nave solar bajorana
· V’Ger
· El Phoenix (y otras naves de la Tierra)
· Naves vulcanas
· Naves xindi
· Naves de ataque tholianas
· Clase D’Kora
· Nave de guerra breen
· Bionave de la especie 8472
· Naves hirogen
· Nave temporal krenim
Apéndices.
· USS Vengeance
· Listado de naves estelares



· Nueva edición limitada en color.
· Revisada y actualizada.
Formato: 21,0 x 29,7 cm. Rústica.
N.º de páginas: 304 a todo color
Precio 25,00 € (precio especial hasta el 13 de marzo 2016)
Encuadernación: rústica. ISBN: 978-84-15238-99-7