viernes, 25 de noviembre de 2016

Crossover Star Trek - Star Wars. 32

Capítulo 9
Alianzas
Tercera parte.


Sector 23252

            El mayor Gharon permanecía intranquilo en el puente de la fragata Pergium, aunque intentaba mantener la apariencia frente a sus hombres, a los que no podía defraudar. Eso era lo único que importaba.
            – ¿Cómo me he podido meter en este follón? – murmuró Gharon dando un golpe seco sobre los controles de navegación.
            – Porque no podías dejarme morir – le respondió Masdis en un susurro. Gharon le miró o sonrió, con aquella media sonrisa que le había cautivado, un año atrás. Los dos oficiales se besaron y no les importó ya que nadie les viera juntos. Todos los hombres que estaban a su lado ahora estaban en el mismo atolladero que ellos tras desertar en Relva VII.
            Todo se había desatado, tal y como le había relataron al general Golna, con rapidez. El comandante de la guarnición estaba a punto de carbonizar a Masdis en el patio de las antiguas instalaciones de la Academia de la Flota Estelar que ocupaba su regimiento. Su unidad estaba formada en su mayor parte por reclutas, muchos de ellos forzados, del Borde Exterior, especialmente de Omwat, colonos de Akuria o Xagobah, para invasión de los Nuevos Territorios. Durante la ocupación de H’atoria, en el Imperio Klingon, habían sufrido gran número de bajas debido a las constantes escaramuzas contra los klingons, incluyendo el jefe de la unidad, de manera que Gharon había asumido el mando. Tenía fama de oficial competente que no acostumbraba a sacrificar inútilmente a sus soldados y al llegar a Relva también se había ocupado de las tareas de entrenamiento y equipamiento, dejando que los soldados pudieran relajarse, sabía lo que habían soportado y se lo merecían. Y estos se lo agradecieron ofreciéndole su lealtad.
            Esta había sido puesta a prueba en el campo de entrenamiento, cuando su amante iba a ser incinerado vivo. Gharon cogió su blaster reglamentario y disparó contra el comandante de la guarnición. Poco después los stormtroopers destacados en la colonia fueron asesinados. Para este lo más increíble era que nadie discutiera nada, simplemente le apoyaran. Probablemente la muerte del Emperador habría influido en el comportamiento de los soldados. Después que Palpatine hubiera terminado sus días a manos de la rebelión y que su terror se desvaneciera, sabían que cualquier cosa era posible, incluso salir victoriosos de un motín. Luego, cuando estaban planeando que hacer con los delegados de la tropa apareció un boliano que les ofreció un trato. La revuelta de la guarnición había corrido como la pólvora entre los habitantes de la colonia y ahora el agente de la resistencia se ponía en contacto con ellos.
            No había alternativa: o vagar por un territorio que desconocían mientras eran perseguidos como perros por las fuerzas imperiales o entregarse voluntariamente a la resistencia. Escogieron la segunda y ahora esperaban donde el bolino les había indicado.
            – Detecto una nave saliendo del hiperespacio – informó un sargento desde los controles de los sensores de la nave.
            Segundos después frente a ellos se detenía una nave estelar, tenía un casco en forma de plato y un módulo ovalado en la parte superior, con una sección de ingeniería alargada y dos de las barquillas de curvatura.
            – Les habla el capitán Deilog, de la USS Lagrange – indicó la imagen holográfica de un andoriano de piel azul, pelo blanco y antenas –. Prepárense para recibir una delegación en el puente.
            Segundos después tres miembros de la Flota se transportaban en el puente de la Pergium. Una mujer era la que ostentaba la mayor graduación, tenía el pelo, que ya empezaba a encanecerse, recogido y su mirada, de ojos azules, era serena, pero penetrante y segura. Los otros dos eran de seguridad y estaban armados con fusiles phaser que bajaron a un gesto de la oficial.
            – Soy la teniente Curtis. ¿Usted debe de ser el mayor Gharon?
            – Así es – replicó altivo. Aunque podía haber desertado, aún era el arrogante oficial del Nuevo Orden, pensó Curtis. Aquello le gustó.
            – La Flota Estelar les ofrece su protección si lo desean.
            – ¿Cuáles son sus condiciones? – preguntó sin rodeos.
            – La primera ya la han cumplido. Dejar de luchar al lado del Imperio. A cambio les ofrecemos trasladarles a un lugar seguro. Lo que ocurra después solo dependerá de ustedes. Pueden permanecer allí hasta el fin de la guerra. O unirse a la Alianza Rebelde. Le puedo asegurar mayor que no serían los primeros.
            – Querré garantías para mi gente – exigió Gharon.
            – Tiene mi palabra de oficial de la Flota Estelar – respondió Curtis –. ¿Le sirve?
            – Sí – dijo dubitativo, tampoco tenía otra alternativa.


USS Voyager

Diario de a bordo; fecha estelar 54098.3. Hemos concluido las modificaciones de los motores de nuestra nave que nos ha proporcionado el teniente Barclay y hoy partiremos hacia el cuadrante Alfa. Toda la tripulación ha participado en los trabajos y a pesar de saber lo que nos espera al llegar a casa, todos estamos ansiosos por partir. Las noticias que nos ha traído nuestro tripulante de honor nos han golpeado a todos hondamente: la guerra contra el Dominion y la ocupación del Imperio Galáctico. Aun así se respira desde el puente hasta cubierta 15 la ansiedad por estar al lado de los nuestros en estas horas de gran pesar. Seguiremos la ruta del teniente Barclay y pronto estaremos con los nuestros. Puede parecer extraño, porque nuestro hogar está invadido, pero tan solo en pensar que ya no estaremos solos, nos llena el alma.

            La Voyager penetró en el cuadrante Alfa seis años después de que fuera abducida por la tecnología nacene. En aquellos seis años habían ocurrido muchas cosas, habían realizados primeros contactos con decenas de razas; habían pasado peligros inimaginables, luchado contra kazones, vidiianos, el borg, los hirogen y otros tantos más. Habían ayudado a quien lo necesitaba y habían sido ayudados. Había sufrido y se habían divertido, habían celebrado nacimientos, creado amistades, descubierto traiciones, despedido a amigos, habían explorado lugares lejanos, descubierto nuevas formas de vida y extrañas civilizaciones, habían llegado hasta donde nadie había ido nunca. Y ahora regresaban a casa.
            Janeway había prometido devolverles al cuadrante Alfa. Y había logrado cumplir su promesa.
            – Contacten con Atgot Prime – ordenó Janeway rompiendo el silencio sepulcral que se había producido en el puente cuando Paris confirmó las coordenadas, anunciando que se encontraban en el cuadrante alfa.
            Poco después dos naves estelares se aproximaron a la posición de la Voyager y se colocaron, tras realizar una amplia aproximación al lado de la recién llegada.
            – La Mitra abre comunicación – informó Tuvok solemne.
            Janeway se levantó de su asiento y se acercó al centro del puente.
            – En pantalla.
            Frente a ella apareció un boliano de piel azul y trinchera que le cruzaba el rostro desde el cuello, que no ocultaba su satisfacción.
            – Soy Rixx, he sorteado con el capitán de la Monitor quien podía saludar primero a la Voyager. He tenido la suerte de ganar. Bienvenido al cuadrante Alfa, somos su escolta de honor.
            – Le aseguro que el honor es nuestro, capitán – replicó Janeway radiante.
            Al entrar órbita de Atgot Prime vieron como el resto de naves se había colocado en fila frente al dique seco para recibirles.
            – Recibimos la bienvenida de todas las naves y las estaciones, capitán – anunció el alférez Kim desde la consola de operaciones.
            – Devuelva el saludo, señor Kim – replicó Janeway junto a la posición del piloto. Se giró hacia el puente y observó a la tripulación que se había reunido allí. Neelix parecía el más alegre de todos, frotándose las manos y sonriendo, canalizando hacia el exterior la felicidad que sentía por sus amigos. Tuvok estaba en la seguridad, con su rostro pétreo vulcano, pero Kathryn le conocía bien, y había aguantado las efusivas felicitaciones del talaxiano con menor disgusto que de costumbre. Seven parecía concentrada en la consola que estaba detrás de su silla, pero tras su pose fría de la antigua zángana borg que intenta adaptarse a las circunstancias de la desasimilación parecía disfrutar aquel momento devolviendo los saludos. El teniente Barclay estaba satisfecho, sabedor que sin él no hubieran logrado regresar tan rápido, pero en su rostro podía leerse que no estaba acostumbrado a tantas alabanzas. B’Elana observaba satisfecha el puente, mirando a Chakotay con la satisfacción de haber que habían regresado a casa. Aunque durante el viaje había habido bajas y faltaban muchos amigos: Kes, Lyndsay Ballard, Ahni Jetal, Kaplan, Hogar, el comandante Aaron Cavit o la piloto Stadi, pero al final lo habían conseguido y habían regresado. A pesar de la alegría de haber regresado con los suyos, sabía que aunque el viaje había terminado ahora les esperaban nuevos peligros por sortear, pero esta vez ya no estaban solos.
            » Vaya despacio, no hay prisa – le dijo Janeway a Paris.
            – Sí, señora – replicó este radiante.


            El contraalmirante Harzel, antiguo responsable de los astilleros de Beta Antares saludó efusivamente a Janeway al transportarse a bordo del dique seco, volviéndole a dar la bienvenida al cuadrante Alfa. Le presentó a los que se habían reunido para saludarles, como su antiguo compañero de la universidad y amigo Hugo DeValois o Leah Brahms de Utopia Planitia. Luego la comitiva se dirigió al despacho de este, por los pasillos en los que pasaba muchos la saludaron y la daban la bienvenida, otros la miraban con admiración, lo que no dejaba de poner incómoda a Janeway, no había hecho más que lo que se esperaba de ella como capitán: proteger a su tripulación y traerlos a casa.
            – Ante todo quiero decirle que estamos admirados por su odisea – le dijo Harzel ofreciéndole una taza de café recién replicado.
            – Se lo agradezco, almirante – replicó Janeway –. Hubo momentos muy difíciles.
            – Sinceramente, no sé si yo hubiera hecho lo mismo. Estaba sola y sabemos que tuvo que luchar contra el borg y un sin fin de otras razas.
            – Tenía la mejor tripulación que se puede conseguir. Y ustedes tampoco lo han pasado muy bien. La guerra contra el Dominion y la invasión del Imperio.
            – Supongo que todos sacamos fuerzas de flaqueza – le dijo DeValois –. Y es en los momentos de mayor peligro cuando demostramos nuestra valía. Lo que lamentamos es que su regreso haya tenido que ser en estas circunstancias tan penosas para todos.
            – Lo importante es haber regresado – indicó esta –. Y ahora que estamos aquí, lo que queremos hacer es luchar para liberar nuestros mundos.
            – Me gusta su espíritu – le contestó Harzel cogiendo un PADD que tenía sobre la mesa –. Porque aquí tiene sus nuevas órdenes capitán. Proceden directamente del Alto Mando de la Flota: tras aprovisionarse de cualquier cosa que necesite ha de dirigirse a la base del grupo Lirpa, para ponerse a las órdenes directas del almirante Paris.
            – Es bueno recibir de nuevo órdenes de la Flota Estelar después de seis años – respondió Janeway sinceramente, mirando el PADD que le había entregado Harzel, como si fuera un quilo de granos de café recién recolectado.
            – Le repito que todos estamos muy orgullosos de ustedes, de odisea en el cuadrante Delta se escribirán canciones y será cantada durante generaciones, como diría un klingon. Si estuviéramos en la Tierra le aseguro que lo celebraríamos por todo lo alto, incluyendo fuegos artificiales sobre el puente del Golden Gate, aunque por ahora nos conformaremos con una recepción esta noche. Estamos preparando el hangar más grande que hay para que toda su tripulación y todos los que puedan caber puedan estar. Por un día hemos eliminado las restricciones en alimentos replicados y naturales para ofrecerles el mejor recibimiento.
            – Estoy abrumada… no creo que sea necesario – replicó Janeway.
            – Bobadas – contestó Harzel –. Por fin los nuestros han regresado a casa sanos y salvos. Su hazaña merece ser honrada como es debido y en estas circunstancias no es fácil celebrar nada. Además personalmente me encantaría que me explicara sus aventuras.
            – Cuando quiera, almirante.
            – Le tomo su palabra capitana.
            – Trato hecho – replicó Janeway, intentando cambiar un poco el tono de la conversación, era una mujer práctica y las circunstancias con la ocupación de la Federación aún lo exigían –. Ha indicado que nuestra partida será lo más inmediata posible. Antes si quiere le indicaré a mi tripulación que les transfiera la información que hemos obtenido en estos años, así como la tecnología que hemos adaptado. También me gustaría transferir los datos que hemos recogido durante el viaje, para que no se pierdan. En estos tiempos oscuros, estoy segura que nos serán de utilidad.
            – Eso sería fabuloso – indicó DeValois –. Los conocimientos que deben de haber acumulado estos años deben de ser más valiosos que las minas perdidas de dilithio del Imperio Tkon.
            – Esas minas son leyenda, como las del Rey Salomón – replicó Harzel jocoso, sabedor de la afición de su amigo de las leyendas y objetos arqueológicos míticos –. Y hablando de su tripulación, el teniente Barclay ha de regresar a sus obligaciones en Atgot Prime.
            – Ese es un asunto que quería tratar. Abandonó su puesto desobedeciendo órdenes explícitas para ir a nuestro encuentro. ¿Se ha pensado en alguna sanción? Porque tanto mi tripulación como yo, quisiéramos alegar a su favor.
            – Por supuesto esto quedará en su expediente – indicó Harzel con una benevolencia del profesor que está hablando de su mejor alumno algo rebelde –. Tras su marcha encontramos una grabación que nos indicaba su ruta y objetivo, de manera que sabíamos cuáles eran sus intenciones. Visto el resultado, tal vez deberíamos haberle escuchado un poco más. Tal vez no tuviera autorización, pero el resultado de su acción: la presencia de la Voyager le excusa de su insubordinación. Ustedes han vuelto a casa y eso es lo que ahora importa. Por otro lado, cuando informamos al almirante Paris de su más que posible llegada, este indicó que si tenía éxito, este justificaría sus acciones.
            – Me alegra oír eso – indicó Janeway escribiendo una gran sonrisa de satisfacción, acercándose la taza de café para oler su aroma.


El Resplendent

            La nave de Zahn se colocó junto a las instalaciones exteriores de la Base Rocket y extendió el cordón umbilical para acoplarse al asteroide. Esta se había convertido en la base operativa del grupo de rebeldes y sus cazas que habían dejado en la Vía Láctea tras la evacuación de Laredo. Debía comunicarles los cambios que tras la llegada de las fuerzas de la Nueva República se habían producido. Los Ala-X del escuadrón Rancor serían trasladados de nuevo de nuevo a bordo de la Far Star. Para Nierval y sus pilotos fue un alivio: de nuevo estaban operativos y dejaban las prácticas y las clases para volver a la acción. Por otro lado Sesfan quería concentrar todos los efectivos cerca de él y trabajar más estrechamente con la Federación, para lo cual debían trasladarse a la Base Lirpa.
            La resistencia se había convertido en una fuerza cohesionada y bien organizada y ya no eran grupos diseminados que luchaban para sobrevivir. La Flota Estelar se había reorganizado alrededor del mando de Paris, Nechayev y Toodman y estos coordinaban todas las acciones con la presidenta Troi para expulsar a las fuerzas imperiales. Así se habían organizado diversas bases de mando y control, como la Base Rocket donde el almirante Ross coordinaba las naves que recalaban información, hostigaban invasor, organizaban células de resistencia en los planetas ocupados y se preparaban para un alzamiento contra sus ocupantes. Mientras que unían en la misma lucha a otras razas, algunas de ellas enemigas entre sí hasta hacía muy poco, en algún caso hacía tan solo un año. Todo ello en un tiempo récord. Zahn no podía más que admirar el resurgimiento de una fuerza derrotada a una poderosa organización preparada para devolver el golpe.
            Tras la reunión con su gente, el oficial rebelde se dirigió al despacho donde junto a Archer y a Kira trabajan en el seguimiento de Lepira, al que habían llamado Fuente Pi. Era también desde la Base Rocket donde estaba instalado el equipo de inteligencia que trabajaba con la información este les había suministrado. Hasta aquel momento el trabajo alrededor de su antiguo ayudante en el ubictorado se había limitado a analizar la ingente cantidad de informes que había ido almacenando desde su milagrosa curación a manos de los Profetas. Zahn aún no creía que Lepira pudiera servir para mucho como agente doble, pero la información que había acumulado durante aquellos años sin duda era un golpe, por lo menos en los Nuevos Territorios, equiparable al robo de los planos de la primera Estrella de la Muerte. Solo con la listas de los agentes con los que trabajaba en su zona de Bajor, la resistencia cardassia, Ferenginar, Talaria, Breen y todas los sectores colindantes de la Federación, habían desbaratado todos las fuentes de información del Imperio en una cuarta parte del territorio que controlaban. Del resto de zonas no tenía ni los nombres, ni los cargos concretos de los operativos, pero sí transcripciones de decenas de reuniones con el resto de responsable del ubictorado, por lo que se habían podido confeccionar una lista de posibles agentes imperiales que trabajaban en el resto de sectores, por lo que era muy probable que Imperio perdiera dos terceras partes de sus informadores.
            Entre los documentos entregados también se hallaban protocolos de otras secciones del ubictorado: modus operandi de Interceptación & Criptografía; tecnología que estaba siendo estudiada o aplicada, así como planos y diagramas de maquinaria y equipo imperial. Operaciones encubiertas realizadas en los años de preparación que habían desvelado el paradero de algunas naves desaparecidas, como las USS Hera captura por el Imperio, sucesos inexplicables hasta entonces. También tenían copias de memorándums operaciones de la marina y el ejército con sus órdenes de batalla completos; scandocs del Servicio Diplomático y comunicados políticos del COMPNOR; miles y miles de documentos que habían pasado por sus manos y que había logrado reunir y copiar, pasándoselos para que la vedek Alhana los guardara. De esa manera la resistencia ahora no solo estaba organizada, sino que tenía un conocimiento mucho más extenso y profundo de las fuerzas imperiales del que podrían haber obtenido por sí solos.
            Abrió la puerta del despacho de Valerie pero Zahn no encontró a nadie.
            – Computadora, localice a la comandante Archer.
            – La comandante Archer se encuentra en el despacho del almirante Ross.
            Para matar el tiempo cargó la última edición de “La Voz de la Libertad” en un PADD. El primer artículo estaba firmado por Jake Sisko e informaba del último asalto a un convoy de tropas imperiales en el sistema Kalandra. Conocía aquella operación ya que había sido liderada por la Defiant al mando del comandante Madden y el resto de los compañeros de Kira Nerys y aunque en su base era correcto lo que decía, Zahn distinguió varios datos distorsionados es profeso para confundir al ubictorado. El periódico seguía con aquellos “mensajes personales” en clave destinados a los diversos grupos de la resistencia repartidos por todo el cuadrante Alpha y Beta.
            Mientras leía otras noticias entró Valerie, que al verle intentó disimular la expresión de disgusto que tenía, esgrimiendo una gran sonrisa.
            – ¿Cómo fue el viaje? – le preguntó esta al entrar.
            – Se ha firmado un tratado con la Federación que nos confirma como aliados y la enviada de la Nueva República me ha felicitado por el trabajo que he realizado aquí. Luego me ha quitado el mando de la fuerza rebelde en la Vía Láctea, lo que en el fondo es un alivio. Así que ahora me centraré en mi trabajo de espía.
            – Todo son buenas noticias, entonces.
            – Sí. Bueno no... Nos trasladan. Luego he de ir a ver al almirante Ross.
            – A mí también me transfieren, pero de la Fuente Pi – anunció entonces Archer con pesar. Zahn no supo de qué decir en ese momento. Sabía que aquella operación iba a ser trasladada a la base Lirpa, pero todo hacía pensar que el equipo de la Flota Estelar iba a ser el mismo. Aquel cambio le cayó como un jarro de agua fría.
            » Se necesitan mis conocimientos para otras misiones. Han ascendido a Zola como responsable de la Flota en Pi.
            – Comprendo – fue lo único que pudo decir Zahn.
            – Lo siento – replicó en un susurro.
            – No tienes por qué sentirlo. Así es la guerra.
            – No, lo que siento es... que no podré verte durante un tiempo. Y no quiero...
            Durante la conversación se habían ido acercando. Los dos se miraban a los ojos. Zahn alargó la mano y cogió la de Valerie y las dos se estrecharon con fuerza. Se acercaron más, casi hasta tocarse, mientras sus labios se aproximaban el uno hacia el otro.
            En ese momento la puerta se abrió y entró Kira hecha un torbellino. Acababa de recibir la orden de Shakaar de trasladarse a la base Lirpa.
            Zahn y Archer se separaron inmediatamente.
            Apenas un día después el Hespérides, una nave de la clase Oberth que hacía misiones de espionaje, trasladó a Archer a la base Sorel. Pocas horas después uno de los cargueros Gallofre transportó a las fuerzas rebeldes a la base Lirpa.


USS Enterprise-E

            Después que Lwaxana partiera hacia la Base Lirpa la Enterprise se dirigió a las coordenadas que esta les había entregado para encontrarse con la Tempus Fugit. En medio del espacio las dos naves estelares solo se intercambiaron saludos cordiales antes de separarse, transportando dos hombres a bordo de la Enterprise, uno de ellos pertenecía al Departamento de Investigación Temporal y debía ayudarles en su nueva misión. Una vez a bordo, Picard ordenó a la piloto Perim que pusiera rumbo a la antigua Expansión Delphica, como antaño otra nave de mismo nombre había hecho y cuya misión era de vital importancia para el futuro de la Federación.
            En cuando pusieron rumbo a su destino, Picard se reunió con el oficial del DIT, el teniente Patrick DeLorean. Le acompañaba su compañero sentimental, el alférez Tabor Laan, un ingeniero bajorano que ya había servido a bordo de la Enterprise el año anterior y que había sido transferido a otra nave poco después del incidente en el planeta Ba’ku.
            – Sean bienvenidos a bordo caballeros – les saludó Picard en su despacho tras observarles detenidamente –. Bien, he leído que se conocieron a bordo de la White Wolf.
            – Así es, capitán – respondieron los dos al unísono.
            – Conocía personalmente al capitán Storekeeper y creía que no habían quedado supervivientes.
            – Oficialmente, no los hubo, señor – respondió tajante DeLorean.
            – Entiendo – replicó Picard supo que no hacía falta que continuara por aquel camino, teniendo en cuenta a que departamento pertenecían ambos –. Alférez Tabor, preséntese al comandante LaForge en ingeniería, estará contento de volverle a tener a sus órdenes – le indicó al bajorano que asintió y salió de su despacho con visible alivio. Luego se centró en DeLorean al que invitó a sentarse, quería empezar a trabajar sobre su objetivo en aquella misión lo antes posible.
            » Es usted miembro del DIT.
            – Así es señor.
            – He recibido la visita de sus compañeros en varias ocasiones.
            – He leído alguna de esas misiones, si me permite decírselo capitán. El nombre de Enterprise tal vez sea uno de los más repetidos en los informes del departamento.
            – No me extrañaría nada. Bien, es hora de centrarnos en los xindi.
            – Sí señor – replicó DeLorean entregándose a Picard un PADD –. Estos son los diarios de a bordo del capitán Jonathan Archer y varios de sus oficiales durante su misión en la Expansión Delphica entre el 2153 y 2154. Como sabrá están bajo la jurisdicción de la Primera Directriz Temporal. Aun así la situación merece excepciones.
            – Perfecto. Hágame un resumen de lo que sucedió entonces.
            – Claro señor. Como todo el mundo sabe el 24 de abril del 2153 una sonda armada de origen desconocido atacó la Tierra, causando 7 millones de muertos. La Flota Estelar preparó su mejor nave al mando de su mejor capitán y los envió a localizar la raza que había mandado aquella arma y detener la construcción de una máquina mucho mayor, capaz de destruir el planeta entero. Así la Enterprise partió hacia la Expansión Delphica: una región casi inexplorada y que aún hoy permanece poco visitada, donde vivían los xindi. Eso es lo que todo el mundo conoce.
            » Durante el año que duró la misión descubrieron que la Expansión estaba sido asolada por una serie de anomalías subespaciales provocadas por unas esferas construidas por una raza de otradimensión que quería colonizar nuestra galaxia. Esta especie había engañado a los xindi para hacerles creer que la Tierra sería la causante de su extinción en el futuro. El capitán Archer les convenció de que eso era mentira y evitó que estos destruyeran la Tierra. No solo eso, incluso les dijo que en el siglo XXVI los xindi formarían parte de una gran alianza con la Tierra y otros muchos planetas, llamada Federación. Para ello sabemos que Archer fue ayudado por un viajero del tiempo procedente del siglo XXXI.
            Mitras DeLorian explicaba los pormenores de la misión de Archer, Picard se levantó y replicó dos tazas de té earl grey.
            » Los xindi están formados por cinco especies: una acuática, otra arbórea, otra insectóide, otra de primates y otra reptiloide. En la época de Archer estaban muy adelantados tecnológicamente a la Tierra, entre otros avances contaban con pasillos transcurvatura para trasladarse por la galaxia. Desde entonces hemos tenido contactos esporádicos con ellos y la expansión continúa siendo una región poco explorada por la Flota Estelar a pesar de estar relativamente cerca de la Tierra.
            – La orden que tengo es convencer a los xindi en que se unan a nosotros. Y según lo que me indica los xindi formarán parte de la Federación dentro de 200 años. Pero no sabemos en qué momento de aquí al siglo XXVI se unirán a nosotros. ¿Emprender este viaje no será alterar la línea del tiempo?
            – Incluso yo desconozco con exactitud cuando los xindi se unirán a la Federación. Pero como indicó Hari Seldon, (1) uno de los psicólogos historiadores que crearon el DIT: la línea temporal se mantiene básicamente inalterable aunque en esta sufra alteraciones puntuales, auto corrigiéndose para mantener el futuro de la misma manera. En pocas palabras, que lo que está escrito ha de pasar, aunque alteremos ciertos acontecimientos, el resultado final es el que tendrían que haber ocurrido igualmente.
            – Gracias, creo que ya me he hecho una idea clara.
            – Los diarios de Archer, T’Pol y el doctor Phlox, así como del resto de la tripulación están íntegros – explicó DeLorean –. Los he leído y dan una clara visión de los xindi. También he tenido acceso a otra información que por motivos de seguridad, no se le ha podido entregar. Pero sí estoy autorizado para informar de ello si llegara el caso. Lamento no poder decir nada más, señor.
            – Le comprendo teniente. He estado en situaciones complicadas debido a los viajes temporales. Saber si lo que estás haciendo está bien o vas a cambiar para siempre lo que conoces, es... complicado. Pero como no dudaría en sacrificarme por la Primera Directriz, aun lo haría menos por la Temporal.
            – Lo sé muy bien, capitán.
            – Me alegro. Quiero que elabore un informe psicológico de los xindi junto a mi consejera Troi, tanto ella como los comandantes Riker y Data quiero que estén autorizados para leer los diarios de la primera Enterprise de la Flota Estelar. El resto de los oficiales del puente tan solo sabrán lo imprescindible para la misión. Retírese.
            – Gracias, capitán.


Qo’noS

            Corran estaba sentado en lo que había sido el despacho del canciller Gowron y antes de K’mpec, en el edificio del Alto Consejo Klingon. Era un oficial de carrera, graduado el tercero de su promoción era un hombre entregado al Nuevo Orden tras la pérdida de toda su familia en las Guerras Clon. Rígido y disciplinado, era un brillante que había ido escalando posiciones en el escalafón tanto por sus éxitos, así como por tener buenos amigos en el Centro Imperial. Para Corran aquella campaña era un escalón más para lograr su merecida graduación de Gran Almirante y llevar el uniforme blanco.
            – Señor, el informe que solicitó sobre la muerte del gran almirante Gorden – le indicó su ayudante entregándole una libreta de datos.
            Para Corran la muerte de Gorden había sido una tacha en su expediente. ¿Cómo podía haberse colado un pájaro de presa en la órbita de Qo’noS? Era prácticamente imposible con la red de taquiones que rodeaban completamente el planeta y que podía detectar cualquier nave camuflada, sin contar con la gran cantidad de naves que siempre se encontraban en la órbita. La seguridad era más que rigurosa en todo el sistema, en el cual no se había colado nadie, hasta entonces. Por eso había abierto una investigación para aclarar lo sucedido.
            – ¿Cuáles han sido las conclusiones?
            – No se han detectado mal funcionamientos en las parrillas detectoras, ni en los piquetes del borde del sistema tampoco captaron nada anormal.
            – Qué más – apremió Corran.
            – Aunque la trayectoria es paralela a la posición fragata Koro, si se extrapola esta aparece un origen ilógico, porque justo detrás de esta estaba situado el destructor Peligroso. Es físicamente imposible que hiciera eso, a no ser que esta no procediera del exterior del sistema. Por otro lado la Brecha de Kathol retuvo durante unos segundos a la nave klingon en su rayo tractor.
            – Eso es un procedimiento normal – puntualizó Corran.
            – Cierto señor, pero junto antes había desactivado sus escudos. Y aún hay algo más. Entre los restos que examinamos encontramos un número de serie de una pieza de su motor de curvatura, este procedía del M’Char, de la clase B’rel, que según los informes fue capturada en el planeta Sherman durante la invasión, aunque no consta en los registros su ubicación actual.
            – Puede retirarse – le indicó Corran impertérrito.
            Cuando se encontró solo este dejó de retener sus sentimientos y en su rostro se manifestó la ira que aquello le producía. Gorden, el hombre que le había propuesto para el puesto, al que conocía desde hacía más de quince años, había sido asesinado por sus propios compañeros. Hombres leales al Imperio, al que el Gran Almirante había servido fielmente. Había hecho bien en recurrir a sus hombres para realizar aquella investigación y dejar de lado al ubictorado ya que no se fiaba de ellos.
            El almirante se levantó de la silla y se dirigió hacia el ventanal en el que podía ver toda la Primera Ciudad. Cazas TIE patrullaban el cielo, al igual que AT-ST y Fortalezas Flotantes lo hacían por las calles. Y maldijo el día que había aceptado que aquella operación liderada por los hombres mezquinos y retorcidos del ubictorado. Pero aquello no quedaría así.


La Drez Roja

            La antigua nave transportadora de cazas TIE solía permanecer en el espacio profundo tres meses, luego otro en la base y otras tres meses de misión. Su periodo operativo estaba a punto de concluir y la tripulación ya empezaba a estar cansada de la rutina y de los mamparos grises que les aprisionaban, más cuando en aquel viaje se había estropeado la holocubierta, sin que pudieran repararla.
            No lejos de la nave imperial otra la observaba, envuelta en un campo de invisibilidad. Su capitán estaba sentado en su silla, observando a su presa. La veterana nave del capitán Grumby apenas tenía armas, pero la tripulación de la USS Minnow  estaba deseando cumplir con su misión. No tenían órdenes de entrar en combate, tan solo de vigilar y averiguar lo iban a hacer.


USS Voyager

            Permanecieron varios días en Atgot Prime intercambiando la tecnología que la Voyager había encontrado en su periplo por el cuadrante Delta con los técnicos de Harzel. A su vez la nave de Janeway se avitualló con combustible de deuterio, anti-materia, cristales de dilithio, más torpedos de fotones y nuevos y más poderosos torpedos quánticos, adaptaron los escudos abatibles y otras actualizaciones que la Flota había desarrollado en aquellos seis años.
            Con estos trabajos concluidos la Voyager partió hacia la base Lirpa. Todas las consideraciones sobre su futuro quedaban pospuestas hasta el próximo encuentro con el almirante Paris, a quien se había remitido vía Minotauro los diarios de a bordo.
            La llegada a la base Lirpa no fue tan ceremoniosa, tan solo la una comunicación de bienvenida por parte del control de tráfico, indicando donde tenían que situarse. La base estaba ubicada en la superficie de una luna de clase D, un páramo muy semejante a la Luna. Las instalaciones se alargaban tanto en el exterior de la árida superficie, como en túneles y galerías excavadas en ella. En órbita habían una docena de naves estelares, más un crucero del jem’hadar, varios pájaros de guerra romulanos y otras naves klingons. Y algo más lejos había varias naves que nunca habían visto: la mayor de estas medía algo más de mil metros de lago y tenía una extraña forma alargada, como un calamar sin sus tentáculos.
            Janeway y Chakotay se transportaron a una de las estructuras exteriores de la base, siendo recibidos por un oficial delta.
            – Soy el teniente Ezhik, ayudante del almirante Paris. Acompáñenme, por favor – dijo muy protocolario llevándoles al despacho del jefe de la Flota.
            Este era muy sencillo con una mesa de madera para trabajar, a la derecha unos sofás y una pequeña mesa junto a la ventana que daba al exterior del edificio. Y como único elemento decorativo dos banderas amarilla y gris de la Flota Estelar detrás de la silla. Enseguida apareció el almirante por la misma puerta que habían entrado ellos y se dirigió hacia Janeway, su antiguo oficial científico a bordo del Al-Batani.
            – Bienvenida, Kathryn – le dijo abrazándola, en un gesto nada usual en el veterano oficial y antiguo capitán de Janeway. Luego alargó la mano hacia Chakotay –. Es un placer conocerle, comandante.
            – El place es mío, almirante – replicó el líder del maquis.
            – Tomen asiento – indicó Paris afablemente y señaló el sofá que quedaba junto a la ventana, momento en que entró de nuevo Ezhik llevando una bandeja con una cafetera y tres tazas que dejó sobre la mesilla. El olor de café recién hecho inundó la estancia, mientras Paris lo servía en las tres tazas –. Sabía que te gustaría esto.
            – ¡Café! – fue lo único que Kathryn pudo decir mientras olía aquel aroma natural por primera vez en seis años. Tomó el primer sorbo de aquel café no replicado, puro y natural.
            – No es de la Tierra, pero en Penthara IV también cultivan buenos cafetales – explicó el almirante con satisfacción –. Ahora volvamos al trabajo, ante todo darles la enhorabuena por regresar de su odisea. He leído sus diarios de a bordo y creo que su experiencia será muy valiosa en estos tiempos oscuros que nos acechan. El almirante Harzel ya me ha informado de la tecnología borg que ustedes adaptaron y que están estudiando ahora en Atgot Prime, pronto podremos modificar nuestras naves y así estar un paso por delante de nuestros enemigos.
            » Lo primero que quiero decirles es lo contestos que estamos de tenerles de vuelta. Su llegada ya es conocida por muchas naves y hemos recibido numerosos mensajes de bienvenida de ellas. Nos hubiera gustado que fuera más discreta, pero el teniente Barclay solo tenía las coordenadas de la base de Atgot Prime.
            – Nosotros también, almirante – contestó Janeway alzando la mirada de la caza de café –. Y queremos aportar nuestra aportar nuestra experiencia y conocimientos en estos momentos tan complicados para nuestro hogar.
            – No esperaba menos de ti y tu tripulación, se lo aseguro. Por eso hemos de hablar sobre la situación de la tripulación del maquis, por eso le pedí que viniera comandante Chakotay. La peculiar situación de la Voyager aislada a 70.000 años luz en el cuadrante Delta, hace lógica y natural la alianza que ustedes dos hicieron. Y como ya sabrán este fue... diezmado por el jem’hadar cuando el Dominion se alió con Cardassia en el 2373. Sabemos que en este momento grupos de supervivientes se han reorganizado en la antigua Zona Desmilitarizada y luchan de nuevo contra los cardassianos. Pero ahora, la Voyager está aquí y han de tomar una decisión: si quieren permanecer a bordo o no. Tomen la decisión que tomen, los delitos bajo jurisdicción militar que su gente hubiera cometido, será exonerado completamente. Por lo que los antiguos oficiales que quieras regresar a la Flota serán readmitidos, y todos los que se queden se les confirmará automáticamente en el cargo que ocupan actualmente – dijo Paris, y se giró hacia Janeway –. Salvo que usted indique lo contrario, capitán.
            » Los que no forman parte de la Flota y quieran volver a las filas del maquis serán conducidos hasta las colonias de la Zona Desmilitariza. O a sus hogares, si aún existen.
            – Eso lo hemos de hablar con nuestra gente – respondió Chakotay mirando a Janeway, quien asintió comprensiva.
            – Además de los miembros del maquis, hay ocho civiles a bordo, cinco de ellos niños, además de un bebe. Debido a la situación de guerra ninguna nave estelar lleva actualmente a las familias, estas han sido agrupadas en diversos asentamiento seguros. De la borg... Seven of Nine y de su cocinero, dejaré en sus manos la decisión de que hacer. Nos encontramos en unas circunstancias muy peculiares, tanto la ustedes, como la Flota Estelar y la Voyager es su nave, Kathryn. Usted decide.
            – Gracias, almirante.
            – Lo último que quería comentarles era mi tristeza por lo ocurrido al capitán Rudolph Ranson, al que conocía bien. Estoy seguro que no fue una grata experiencia encontrarse a un compañero que hubiera dado la espalda a todas nuestras creencias. Aunque creo que podemos sacar algo de provecho de ello. Desearía que los supervivientes de la tripulación de la Equinox fueran transferidos a esta base.
            – A pesar de que sus actos no son justificables, su comportamiento desde que están a bordo de la Voyager ha sido ejemplar, almirante – quiso intervenir Janeway a su favor.
            – No queremos trasladarles para castigarles – la tranquilizó Paris –. En realidad creemos que sus conocimientos pueden ser de gran utilidad en este momento.
            » Todo esto lo quería hablar de forma inmediata – continuó Paris levantándose –. Ahora la presidenta de la Federación quiere saludarles.
            – Almirante, disculpe, ¿cuál será nuestra misión? – osó preguntarle Janeway. Paris cambió de semblante y se puso algo más serio.
            – La presidenta Troi quiso decírselo en persona. Por favor, acompáñenme.
            Paris salió de su despacho y se dirigió hacia la puerta que se encontraba justo delante de la suya. Llamó y tras indicar desde su interior que pasaran abrió la puerta, invitando a Janeway y a Chakotay a pasar delante.
            Lwaxana Troi estaba en el centro de la estancia, vestida con un traje largo y los brazos extendidos.
            – Que los hijos pródigos sean bienvenidos a casa – dijo con una gran sonrisa, se acercó y abrazó con satisfacción –. Cuando la Federación supo que estabais vivos, los corazones de todos se alegraron. Hoy volvéis a casa. Bienvenidos.
            – Gracias Presidenta – dijo Janeway.
            Les hizo sentar en los sofás de la estancia y los tres estuvieron hablando durante largo rato, primero sobre el viaje de la Voyager, luego sobre los sucedido a la Federación. Finalmente Troi supo que estaban preparados para darles su misión.
            – Capitán, comandante. En un esfuerzo por parte de la Flota Estelar y de la misma Federación, estamos agrupándonos en una gran alianza contra el Imperio Galáctico. Empezamos con los klingons, los romulanos, el Dominion y la resistencia cardassiana y poco a poco hemos ido entrado en conversaciones que otros planetas y potencia, incluida la Nueva República, la fuerza que se opone al Imperio en su galaxia. También los ferengi, los gorn, los tholianos, los bajoranos, los arkonianos, los tandaranos, por citar algunos se han unido en nuestro esfuerzo por derrotar al enemigo común.
           » Lo que pretendo de ustedes es que regresen al cuadrante Delta – dijo sin más preámbulos, lo que hizo aparecer una expresión de sorpresa en Janeway y en Chakotay –. Sé que lo que les pido es duro, ahora que han regresado. Pero necesito que encuentren a más aliados. No hace mucho se toparon a numerosos borgs desasimilados, tal vez conozcan o encuentren otras razas que pudieran ayudarnos en nuestro esfuerzo bélico. Ustedes son los expertos en esa zona y espero que tengan alguna idea más detallada de quien pudiera ayudarnos.
            » Por supuesto la decisión final, es suya. Pero no sé de nadie más que pudiera hacer mejor este trabajo.


Sistema Ardana

            El convoy imperial surgió del hiperespacio a la hora y en las coordenadas exactas que le habían indicado al teniente Wolf’lelf. Estaba formado por ocho cargueros  pesados de un casco trapezoidal que arrastraba centenares de contenedores, más un crucero de la clase Carrack como escolta. Había partido desde el gran centro de abastecimiento llamado Base Llegada Uno, el centro logístico imperial más importante en la Vía Láctea, y tenía que pasar por Ardana, Aldebaran, el sistema Rigel, Coridan y Vulcano. Llevaba suministros de todo tipo a las diferentes guarniciones de aquellos planetas desde vehículos, hasta equipo ligero. En su primera parada se le unirían dos corbetas más para aumentar la protección.
            El teniente Wolf’lelf había ordenado mantener el silencio de radio hasta aquel momento, muy cerca del sistema Ardana. Aquella iba a ser la primera misión operativa de su escuadrón de cazas espaciales, creado por voluntarios de entre todos los oficiales y tripulantes de la Flota y entrenado por las fuerzas de la Alianza Rebelde. En los últimos meses se habían construido y modificado un considerable número de naves para dotar a los escuadrones como el suyo. Estaban divididos en ligeros y pesados, los primeros formados por veteranos cazas de la clase Peregrine o los más modernos Valkyrie para misiones de ataque y escolta, mientras que los pesados estaban pensados para bombardeos y ataques a posiciones más protegidas y estaban formados por naves escolta más modernas o runabouts modificadas para tal efecto. Todos habían tomado el nombre de algún sistema ocupado por el Imperio y todos contaban con la férrea voluntad de luchar hasta el final. En su caso eran el escuadrón Rigel, y estaban equipado con cazas clase Peregrine biplaza, pintados de azul oscuro con un esquema de cuadros blancos pintados en los morros y los motores, sugerencia de uno de sus pilotos, el alférez Matthew Hambly. Como oficial al mando le había gustado la idea, al igual que al resto del escuadrón: era identificativo, aumentaba la moral. Y eso era bueno.
            – Aquí Rigel 1 al resto de los cazas. Patrón de ataque Zeta – ladró Wolf’lelf –. ¡Adelante, fuego a discreción!
            Las ocho antiguas naves correo de la clase Peregrine de 25 metros de largo equipados con phasers y torpedos quánticos desactivaron sus sistemas de ocultación detrás del crucero imperial y se lanzaron a toda velocidad contra este. La vanguardia estaba formada por tres cazas, con otros tres detrás y dos más algo descolgados a la derecha para mantener la cobertura en ese flanco. Se aproximaron cayendo sobre su objetivo cogiéndolo desprevenido, que aunque devolvió el fuego con sus cañones láser, sin lograr alcanzar a ninguno de ellos en la primera pasada, mientras que sí había recibido sendos impactos cerca del reactor de ionización de su popa.
            – ¡Prepárense para una siguiente pasada! Rigel 4 manténgase la formación cerrada – indicó Wolf’lelf mientras viraban para el siguiente ataque.
            El crucero ya estaba girando y se encaramaba contra los cazas federales. Los Carrack tenían fama de lentos y poco maniobrables, pero muy resistentes. La idea de Wolf’lelf era destruir el motor y dejarle a la deriva. Mientras acababa de enfilar hacia la nave imperial observó en su pantalla como los cargueros se agrupaban e intentaban alejarse del combate. No lo lograrían.
            En ese momento las cuatro runabouts de la clase Danube del escuadrón Vulcan aparecieron sobre el crucero imperial y efectuaron una segunda pasada. Con los escudos concentrados en la proa, los ocho cazas pesados neutralizaron el motor principal y tras pasar junto a los Peregrine de Wolf’lelf, viraron para atrapar a los cargueros. Según los sensores la parrilla energética del Carrack estaba fluctuando: la velocidad sublumínica no funcionaba, los sensores principales habían dejado de existir y los escudos estaban al treinta por ciento. Aun así contaba con la mayor parte del armamento intacto.
            Se aproximaron de nuevo directamente contra la nave enemiga. Abrieron fuego al mismo tiempo que los artilleros del crucero. Los disparos se entremezclaron y un caza de Wolf’lelf fue alcanzado por el fuego enemigo. A su vez este recibió una descarga de torpedos quánticos que acabaron con sus escudos y abrieron una brecha en el casco, justo sobre el reactor principal de babor.
            – ¡Rigel 8, tome el puesto de Rigel 4! – ordenó Wolf’lelf mientras se reagrupaban por detrás del crucero, que sin energía y serios daños se encontraba a la deriva. Pero tenía otras preocupaciones en su mente, así que centró sus sensores en sus dos cazas que habían sido alcanzados en la refriega. No detectó signos de vida.
            – Vulcan I a Rigel 1 – dijo el jefe del segundo escuadrón –. Hemos detectado naves imperiales acercándose desde Ardana. Ya hemos trasladado los equipos de asalto a los cargueros. Propongo abandonar la zona. Cambio.
            – Oído Vulcano I, nosotros les protegeremos, corto – replicó Wolf’lelf y ordenó a su escuadrón que se alejara del crucero moribundo y que se preparara para enfrentarse a los refuerzos. Tenían órdenes de reducir las bajas al mínimo y aquel raid ya había causado la muerte a demasiados de sus pilotos.
            – ¡Aquí Vulcan I, ya podemos alejarnos! Buen trabajo.
            Los cargueros y la mitad de los cazas saltaron al hiperespacio, segundos después el escuadrón de Wolf’lelf hacía lo propio en otra dirección.
            Dos días después, ya en su Base Rocket, Wolf’lelf se puso a escribir a las familias de los alféreces Jonathan Rilick y Trokala. No sabía cuándo podría enviarlas, ni si el mismo las podría llevarlas, pero debía hacerlo. Rilick era un joven alegre y voluntarioso, que aún no había acabado la Academia, un gran piloto. Trokala era una oficial más veterana, una buena ingeniera arkenite que se había presentado voluntaria como copiloto de caza. Al concluir las dos cartas las guardó en el ordenador de la base, sabedor que aquellas eran tan solo las primeras misivas que iba a tener que escribir. Al día siguiente repasaría con el resto del escuadrón al ataque e intentarían ver los errores que habían cometido. Luego volverían a entrenar.


USS Enterprise-E

            La nave de Picard se había acercado a la Expansión Delphica por el hiperespacio, pero al llegar a esta habían regresado a la velocidad de curvatura tradicional. Primero porque la cartografía de aquellos sectores no era precisa y luego para poder contactar mejor con los xindi. Para ello seguirían los mismos pasos que Archer y se encaminaba hacia los planetas que este último les había localizado siglos antes. El más cercano era una extracción de kemocite de los xindi arbóreos, pero al llegar allí encontraron la antigua colonia abandonada. La beta de mineral se había agotado y parecía que estos habían abandonado el planeta en busca de mejores explotaciones mineras. La siguiente parada fue la colonia de humanos y skagaranos que Archer había encontrado en la Expansión en el 2153.
            Al llegar descubrieron gran número de naves civiles y que la población se había triplicado, debido a los refugiados que habían llegado huyendo de la invasión del Imperio. Picard realizó una visita secreta al gobernador y al sherif responsable de la seguridad. Estos le explicaron que habían recibido de buen grado a todos los refugiados, el planeta era grande y sus recursos les permitían alimentarles a todos. Se alegraron que la Federación no estuviera vencida y acordaron que tras el regreso de la Enterprise de su misión en la Expansión, esta recogiera a un representante de aquella estrella solitaria para llevarlo ante el Consejo de la Federación en el exilio.
            Tras la breve pausa prosiguieron en su viaje hacia el interior de aquel territorio semi-explorado, mientras su oficialidad se preparaba para el encuentro con los xindi. Deanna y DeLorean habían leído los diarios de bitácora de un viaje no muy diferente al que estaban realizando, haciendo un protocolo psicológico sobre aquellas razas. Mientras que Riker lo preparaba en el aspecto táctico, por si los belicosos xindi que habían atacado la Tierra 200 años antes, resultaban igual de peligrosos. Data incapaz de romper la Primera Directriz Temporal gracias a sus circuitos positrónicos y a sus protocolos de integridad, había estudiado los aspectos más oscuros de la misión de Archer: los constructores de esferas y sus falsas promesas. Todo esto había creado un vínculo entre estos y DeLorean, integrándose rápidamente en la vida de la Enterprise. Además Geordi había recuperado en Tabor a un ingeniero bien capaz, ingenioso y eficiente. Por tanto al cabo de poco tiempo solían asistir a las cenas que preparaba Deanna en su cabina. Incluso había asistido a varias partidas de póquer.
            – He estado repasando los viajes de Archer y su Enterprise – comentó en una velada Riker poco después de partir de la colonia humana y skagaran –. Desde la Academia que no leía unos diarios de bitácora con tanta voracidad. Sus aventuras son increíbles y la leyenda de las naves Enterprise se alarga hasta los albores de la Federación. Incluso tuvieron un contacto con el borg...
            – Sí, toda una paradoja temporal – intervino DeLorean –. Supervivientes congelados de los tripulantes de la esfera que abatieron ustedes sobre la Tierra en el 2063. Lo curioso es que según Archer enviaron la señal con su transpondedor. Eso significa que los llegó al borg del cuadrante Delta aproximadamente al mismo tiempo que entidad Q les llevaba a ustedes al sistema J-25. Por tanto fue una suerte para nosotros ese encuentro fortuito...
            – ¿Me está diciendo que fue una suerte la muerte de 19 de mis tripulantes? – le interrumpió entonces Picard con brusquedad.
            – Lamento si mi comentario ha parecido lo que no era, capitán – replicó DeLorean cohibido por la reacción de Picard, su rostro se había crispado al recordar su primer encuentro con la raza que luego le asimilaría y le usaría para matar a sus compañeros en Lobo 359 –. Pero si Q no les hubiera llevado a J-25 en ese preciso momento, es posible que no hubiéramos parado esa primera invasión borg en que le apresaron. Solo es una paradoja temporal...
            Capitán detectamos una nave aproximándose – indicó la voz de Daniels por el comunicador. Todos los oficiales se levantaron y se dirigieron al puente. En pantalla apareció un crucero que era muy similar al de los xindi primates que se guardaban en los diarios de la primera Enterprise –. Se comunican con nosotros.
            – En pantalla – ordenó Picard. Delante de él apareció un humanoide con unas protuberancias óseas junto a los ojos y sobre la frente.
            – ¡Identifíquense! – ordenó con brusquedad.
            – Soy el capitán Jean-Luc Picard de la nave estelar Enterprise – dijo solemne, esperaba que aquello tuviera alguna reacción sobre el xindi –. De la Federación Uni...
            – Conozco a la Federación Unida de Planetas – le interrumpió el xindi.
            – Vengo en nombre de mi gobierno para hablar frente al Consejo.
            Este pareció sorprendido y tras una larga pausa prosiguió.
            – Detectamos que su nave tiene tecnología de vortex. Les indicaremos unas coordinadas y ustedes esperarán allí.


Continuará…



Notas de producción:
(1) Hari Seldon es el desarrollador de la psicohistoria de la Saga de la Fundación de Isaac Asimov. 



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