jueves, 6 de octubre de 2016

Crossover Star Trek - Star Wars. 27

Capítulo 8
Juego romulano
Segunda parte.


Bajor

            Tras su manto de invisibilidad la Defiant se colocó en órbita polar al planeta y transportaron a un pequeño grupo a la superficie. El monasterio de Tozhat era un complejo de edificios que se extendía sobre una suave colina que dominaba un valle donde se extendía la capital de la provincia. El sol ya declinaba sobre el horizonte creando un hermoso cielo naranja, reflejándose en sus cúpulas doradas, cuando Kira y los otros dos oficiales bajoranos llegaron a las puertas del recinto, pareciendo viajeros en busca de un reposo nocturno. El lugar estaba tranquilo y mientras subían la colina se encontraron con algunos monjes que estaban completando los cuidados del jardín y los huertos, que apenas les saludaron sin prestarles mucha atención.
            Al llegar al edificio principal Kira se quitó la capucha que llevaba y entró en el vestíbulo, donde encontró a otros monjes que estaban conversando animadamente. Se acercó a ellos y les preguntó por la vedek Alhana.
            – En estos momentos la vedek descansa en sus aposentos – explicó el monje más anciano –. ¿Cuál es el motivo por el que quiere verla?
            – Traigo un mensaje del vedek de la ciudad de Lasuma. Es personal.
            – Yo la avisaré, mientras tanto espere en esa habitación – indicó el más joven de los monjes, apenas un adolescente, mostrando una gran sonrisa en su rostro mientras la acompañaba a la estancia adjunta a la entrada. Esta era como cualquier otra de tantos a antiguos santuarios: las paredes de piedra desnuda, con relieves de antiguos vedeks y prylars esculpidos en las columnas, decorada simplemente con algunos muebles sencillos, todo ello iluminado por numerosas velas que alguien había encendido ante la llegada del anochecer.
            » Espere aquí coronel Kira. Avisaré a la vedek Alhana inmediatamente – le dijo el monje, dejándola tan sorprendida que no pudo reaccionar antes de que este saliera de la habitación.
            Mientras esperaba observó con detenimiento el símbolo del monasterio, que sostenían las figuras talladas en la piedra, en cuyo intrincado dibujo podía verse un Orbe, también llamados Lágrimas de los Profetas, resplandeciente en su centro.
            – Bienvenida a Tozhat coronel Kira. Es un gran honor recibir la visita de una luchadora como usted – dijo una voz a su espalda sobresaltándola. Al girarse vio bajo el marco de la puerta a Alhana Laren vestida con la sencilla túnica naranja.
            Sabía poco de ella salvo que había sido designada por kai Opaka como responsable de aquel monasterio, uno de los que solía custodiar el Orbe de la Profecía y el Cambio. Y aunque era miembro de la Asamblea de Vedeks, el máximo órgrano de la religión bajorana, era muy reservada y poco dada a los viajes, aunque sí había votado a favor de Winn en la elección de esta como Kai. Al verla le sorprendió su juventud: tenían más o menos de su misma edad. Aun así sus movimientos tenían un aire de solemnidad que la distinguía, mientras que su expresión estaba llena de jovialidad, al sonreír su rostro se iluminó y se llenó de una tranquilidad contagiosa. Se acercó a Nerys y con suavidad le presionó la oreja para sentir su pagh, la fuerza espiritual de Kira. Por un instante Alhana pareció reforzar su mirada de jovialidad, para esgrimir una sonrisa de satisfacción. Después se apartó un poco.
            – Vedek Alhana – replicó Kira respetuosa.
            – No, por favor. No seamos ceremoniales. Llámeme Laren.
            – Entonces llámeme Nerys.
            – Así me gusta más Nerys – replicó Alhana sentándose e invitó a su invitada a que hiciera lo mismo –. ¿Qué os trae a Tozhat?
            – Theron Lepira – dijo Kira sin rodeos y la expresión de Alhana se volvió algo más sombría por unos instantes, para luego recuperar parte de su dulzura.
            – Me lo imaginaba ante su llegada. ¿Qué le ha ocurrido?
            – Nos ha dicho una serie de cosas y queríamos…
            – Confirmarlas – la interrumpió Alhana –. Siéntese Nerys. Charlaremos larga y tendidamente. Pero antes me gustaría que me contaras como han averiguado quien era en realidad Theron y que os ha contado. Es importante.
            Kira le explicó lo sucedido en el restaurante y quien era Zahn. Así como todo lo que Lepira les había contado.
            – Los caminos de los Profetas son inescrutables – replicó tras sopesar las circunstancias –. Nuestra idea era avisarles cuando la resistencia estuviera más organizada. Y que fuera Zhan quien le descubriera tiene sentido para redención de Theron. Pero lo que está hecho, hecho está. Y ahora será mejor que empecemos por el principio.
            » Como ya le ha dicho Theron hace trescientos años un antepasado mío, el vedek Alhana Joram, tuvo una serie de visiones al entrar en contacto con el Orbe de la Profecía y el Cambio. Los Profetas le mostraron cosas que han sucedido, que están sucediendo en estos momentos y que sucederán en los años venideros, indicándose que guardara en secreto lo que había visto, escuchado y aprendido. Mi antepasado las escribió y las transmitió únicamente a su hijo mayor. Y este a su vez le entregó el secreto a su primogénito y este hizo lo mismo, hasta que mi padre me lo entregó a mí. Eran tiempos tristes y difíciles: los cardassianos ocupaban Bajor y nuestro pueblo sufría. Mi misión únicamente era custodiar las Profecías hasta poder entregárselas a mi hijo o si llegara el caso, trabajar para hacer lo que los Profetas querían que hiciera. Y ese día llegó.
            » Los cardassianos se marcharon y el Emisario descubrió el Templo Celestial, tal y como indicaban las profecías que le fueron trasmitidas a Joram. Supe entonces que debía empezar a trabajar. Les mostré los textos a mí tío, a mis hermanos y primos, así como a algunos amigos próximos y de confianza. Poco a poco los hechos allí narrados fueron cumpliéndose, mientras que nosotros empezamos a trabajar para prepararlo todo.
            » El vedek responsable del monasterio era mi tío, que junto a mí padre también conocía las profecías, por eso decidió retirarse y dejarme el testigo a mí. Es costumbre que el Orbe de la Profecía y el Cambio pase temporadas en este monasterio y que sea custodiado por mi familia y que además esté presente en el nombramiento de un nuevo vedek y le pedimos a kai Opaka, que le gustaba conservar ciertas tradiciones, que lo trajera para consagrar además este nuevo el lugar después de que el Emisario encontrara el Templo Celestial. Ella aceptó. Se lo pedimos porque sabíamos que con él vendría el hombre que debía ayudarnos a luchar contra los guerreros de blancas armaduras. Así denominaban los textos de Joram a las fuerzas del Imperio. Porque de ellas escribió mucho.
            » Y el mismo día en que la Lágrima de los Profetas volvía a estar entre estas paredes apareció ese hombre. Tras la ceremonia lo guardamos en la pequeña capilla reservada para su reposo, Theron se coló y guiado por la curiosidad o su destino, se acercó al Orbe y lo tocó. Mi primo que vigilaba el recinto lo recogió del suelo y lo llevó a un dormitorio. Estuvo casi un día inconsciente mientras los Profetas le arrancaban el mal que tenía en su interior. Al despertar era otra persona. No había rastro del servidor de Palpatine. Desde entonces ha trabajado para crear una red de espionaje para el Imperio, pero también para luchar contra este cuando llegara el momento. Y ese momento ha llegado.
            Entre las dos mujeres se produjo un prolongado silencio, mientras Kira asumía toda aquella información. Ciertamente no sería la primera vez que los Profetas cambiaran la personalidad de alguien, en una ocasión ya había sucedido con el Gran Nagus Zeck. ¿Pero era cierta toda aquella historia?
            – ¿Quieres hacerme alguna pregunta? – prosiguió Alhama.
            – ¿Si conocían la existencia de la amenaza? ¿Por qué no nos previnieron?
            – He tenido esta misma conversación con mi padre, mi tío, mis primos y con el propio Theron en muchas ocasiones y le aseguro que no ha sido una decisión fácil. Él quería avisarles, pero no se lo permití. El motivo también para mí está oculto. Pero los Profetas querían que esto ocurriera tal y como está sucediendo. Desconozco sus motivos y bien saben ellos que hubiera deseado contradecirles y así evitar el sufrimiento de millones y millones de seres. Pero mi antepasado lo dejó bien claro. No podemos interferir más allá de lo que me permiten las mismas Profecías. Tan solo espero que los Profetas lo hagan por un buen motivo.
            » ¿Le cuesta creerme verdad? – le preguntó al ver el rostro serio de Kira.
            – Sí – confesó Nerys –. He visto lo que hacen sus tropas a sus prisioneros. Lo que hacen a los pueblos dominados. Lepira es un oficial imperial, trabajó para someternos. Creo lo que me está diciendo, creo en los Profetas... pero...
            – Fuera de las profecías, los textos de Joram hablan de otras personas. Tuvo visiones de quienes hoy están vivos y que han de jugar un papel importante en los sucesos vividos y en los venideros. Algunas de ellas están tocadas por los Profetas y otras que no. Habló de Sarah, la madre del Emisario, quien estuvo a su lado mostrándole muchas de esas visiones. Las describió como estar presente en momentos importantes de todas ellas, aunque no le viera a él. Y también habló de usted: Kira Nerys ¿Recuerda cuando Akorem Laan se proclamó Emisario hace unos años?
            – Sí claro.
            – ¿Puede decirme dónde termina el poema “El Canto de los Profetas”?
            – En la duodécima... – de golpe Kira se detuvo perpleja.
            Cuando el gran poeta Akorem Laan había desaparecido en el año 9174 había dejado inconcluso uno de sus mayores versos: el “El Canto de los Profetas” y Kira lo había aprendido, como todos los niños bajoranos, en la escuela. No fue hasta doscientos años después que se descubrió que había ocurrido con Akorem: su nave había sido atraída por el Templo Celestial, surgiendo de él sano y salvo hacía cuatro años. Ante los sucesos y las profecías que hablaban del Emisario, durante un corto periodo todos creyeron que era el verdadero Salvador de Bajor. Pero los Profetas le habían indicado que este era Sisko, por lo que regresó a su tiempo y a su hogar, sin recordar lo que había sucedido. De manera que había podido terminar el “El Canto de los Profetas”  y todos los bajoranos lo recordaban completo. Todos excepto Kira, para quien su poema favorito terminaba en la duodécima estrofa. Siempre se había preguntado el motivo por el cual los Profetas habían hecho que solo ella pudiera recordar que el poema no había sido terminado. ¿Cómo era posible que Alharan supiera aquello? Solo sus amigos más allegados conocían aquel detalle, ellos y los Profetas eran los únicos que lo sabían.
            – Joram estuvo en la escuela del campo de refugiados donde usted aprendió el poema, solo hasta la duodécima estrofa. Y sabía que usted lo recordaría así. Escribió que una de las personas tocadas por los Profetas sería la única en recordar haber aprendido un poema incompleto de todo Bajor: “El Canto de los Profetas” de Akorem Laan – explicó Alhama –. Esa es usted, Nerys.
            Se volvió a producir un largo silencio entre ambas, mientras Kira asimilaba aquella revelación.
            – ¿Cómo se supone que debo ayudar? – preguntó aun perpleja, pero ahora completamente convencida que Lepira había sido transformado por las criaturas que había creado y vivían el Templo Celestial para ayudarles a luchar contra el Imperio.
            –Supongo que creyéndonos. Estás en una posición privilegiada junto al Emisario, el capitán Sisko y las fuerzas de la Flota Estelar.
            Se produjo un silencio entre ambas mujeres mientras Kira asimilaba aquella información.
            – ¿Qué dicen las otras Profecías? – preguntó al fin.
            – Hay cuatro principales. Aunque como ya le he indicado Joram escribió una serie de textos sobre las visiones tuvo. Descripciones e impresiones sobre estas. Por ejemplo anunció la llegada del Emisario en un hombre justo y bueno, un hombre que no era de Bajor, pero que contaba con el amor de los Profetas ya que era el hijo de una de ellas. O el que te menciona a ti y el poema inconcluso. También hay textos de mis abuelos tras leer las Profecías y escribieron sobre estas. Conocéis dos de ellas: la que explica cuándo se producirá la invasión y el anuncio de la llegada del propio Theron. La tercera habla de alguien más. Otro oficial imperial que ha de desempeñar un papel importante en el futuro. Pero todavía no puedo hablar de ello.
            – ¿Y la cuarta?
            – La cuarta… – repitió Alhama que se levantó y permaneció mirando al infinito en silencio durante un instante, luego se giró hacia Nerys, su mirada era fría, dura como el acero –. Es la más importante de todas. La más peligrosa y la más horrible de las cuatro. No me atrevo a pensar en lo que sucedería si se cumpliera. Y aún menos si no se realizara como indican los textos. Nerys, por el amor que siente por los Profetas, nunca vuelva a preguntarme, ni a mí, ni a Theron, sobre la cuarta profecía. Es un favor que le pido.
            » Y recuerde una cosa Nerys. Lo que está sucediendo es por designio de quienes solo quieren el bien de Bajor y su gente. Y nosotros no podemos hacer nada para interponernos. Hay demasiadas cosas en juego. ¿Lo comprende?
            – Sí – respondió Kira resignada.


Romulus

            La cúpula que cubría la cámara del senado se había derrumbado parcialmente sobre los asientos, pero en aquel momento no habían estado ocupados por los senadores para morir aplastados. La casta que formaban aquellos pocos legisladores que controlaban el vasto imperio, esclavizando a millones de otros seres, habían huido como las ratas cobardes que eran. El otrora orgulloso y solemne complejo era ahora una ruina, la guardia senatorial, normalmente un cuerpo ceremonioso con sus serenas armaduras oscuras, se había atrincherado y lucharon con fanatismo durante más de dos días antes de que el último de ellos muriera a manos de sus soldados remanos. Ahora las ruinas estaban silenciosas y frías, conservadas para que nadie olvidara que el Imperio Romulano había sido aplastado y que su tiranía se había extinguido para siempre.
            Una sombra se movió en la oscuridad y se colocó a su lado.
            – Ya están completas y listas – dijo Vkrok con solemnidad. El niño que había protegido en las minas de dilithio de Remus había cumplido su promesa de liberar al pueblo remano y por ello estos le habían elegido como líder.
            “Justo a tiempo” pensó Shinzon. Se giró hacia su virrey y sonrió. Su flamante nave, la Scimitar y su gemela habían sido terminadas y estaban listas para asestar el golpe definitivo contra sus antiguos opresores. La derrota de los romulanos había acelerado su construcción, así como su plan para liberar a su pueblo, el remano, de la esclavitud.
            Recordó la primera vez que el Imperio Galáctico se había puesto en contacto con él. Había sido tras un ataque a un puesto avanzado jem’hadar, el mismo día que se libraba la primera batalla de Chin’toka, cuando un yridiano se había puesto en contacto con él. Primero pensó que sería una treta, un provocador a sueldo del tal’shiar para descubrir su traición o confirmar su lealtad. Pero su instinto le decía que había algo más en aquel ser y reprimió su primer impulso de expulsarle de la tienda la campaña donde le estaban atendiendo de sus heridas. En primer lugar el yridiano estaba en el planeta antes del ataque y ellos eran los primeros en haber llegado. Además era imposible que el tal’shiar supiera que iba a desviarse de las órdenes del Alto Mando y no incorporarse a la ofensiva general ya que el ataque lo había improvisado al darse cuenta en el último momento de la debilidad en las defensas del dominion que habían desviado sus recursos para defender Chin’toka. «¿Qué es lo que quieres?» le preguntó con desprecio, los yridianos eran carroñeros, compraban y vendían información al mejor postor y no eran de fiar. En su arrugado rostro se dibujó una amplia sonrisa de satisfacción, de victoria en realidad. «Vuestra libertad» dijo sin tapujos. «Tengo amigos que os pueden ayudar, no solo para dejar de ser los esclavos de los romulanos, sino también gobernarlos, si os place, eminencia». «¿Los Fundadores?» preguntó con desdén, sabiendo que sería cambiar un amo por otro y que estos les despreciarían igual, ya que para los cambiantes ellos eran iguales al resto de “sólidos”. Pero los ojos del yridiano brillaron y volvió a sonreír. «Mis amigos no están enfermos y pueden y quieren ver a los remanos libres». En ese momento le entregó un pequeño proyector holográfico y se marchó. En su interior solo había unas coordenadas y una fecha para la cita.
            Había hecho analizar el aparato dejado por el yridiano, descubriendo que los circuitos y el material en que estaba construido no se ajustaban a ninguna civilización conocida en la galaxia. Eso le aumentó la curiosidad y confirmó su intención de acudir al encuentro. Junto a su futuro virrey Vkrok, su más leal consejero y amigo, se presentó a bordo de una lanzadera en la posición indicada, un lugar en medio del espacio, alejado de cualquier puesto de la Federación o sus aliados. No tuvieron que esperar mucho antes que apareciera una nave que jamás había visto antes. Tenía que confesar que su maciza forma triangular y sus 1900 metros de largo, que superaban la longitud de los pájaros de guerra de la clase D’deridex, le impresionó. Estaba seguro que se mostraban abiertamente para demostrar su poder, tal y como él hubiera hecho. Le invitaron a subir a bordo, posándose en el amplio hangar, donde les esperaba una guardia de honor formada por un centenar de soldados cubiertos por armaduras impolutas. También estaban dos humanos vestidos con uniforme gris oliva. «Comandante Shinzon, es un honor conocerle al fin. Soy el general Lepira. Le presento al almirante Vantorel. Ambos pertenecemos al Imperio Galáctico». Dijo uno de ellos, en su voz había respeto y en todo momento les trataron como iguales. «¿Y qué es lo que quiere su Imperio Galáctico de los remanos y de mí?» preguntó sin tapujos en la sala de reuniones a la que les habían conducido. «Su nave puede vaporizar un planeta entero. ¿Cómo sé que cumplirían con su promesa?». La preguntó tras darle la oferta de liberarles de su esclavitud. «Porque el Imperio suele aliarse con otras potencias si el beneficio es mutuo. Como en este caso» intervino Vantorel, que había permanecido en silencio durante la reunión.
            Aceptó. Era una oportunidad que no podía dejar escapar. Además contaba con el generador de radiación thalaron que había descubierto en las instalaciones romulanas del Goloroth y que pensaba incorporar al diseño de la nave de combate que quería construir para liberar a su pueblo de la esclavitud. De esa manera contaría con el arma más devastadora que jamás vieran las estrellas, capaz de erradicar la vida de planetas enteros, tal y como podían hacer las naves de sus nuevos aliados.
            A lo largo de las siguientes semanas y meses suministró al Imperio Galáctico toda la información táctica y estratégica romulana que pudo. Y era mucha. Sus amos eran arrogantes, aunque las intrigas y los engaños eran parte de su forma de ser, los remanos habían sido sus guardaespaldas y servidores durante siglos, siempre leales, incluso para ser carne de cañón en sus guerras. Así que no sospechaban que sus siervos ahora trabajaban contra ellos junto a un enemigo que ni sabía que existía. Códigos se acceso, frecuencias de escudos, planes estratégicos defensivos, despliegues, ubicaciones de bases y almacenes, número de tropas y despliegues. Todo ello fue entregado a los futuros liberadores.
            Después se produjo la invasión.
            Shinzon disfrutó de la desorientación de los romulanos en las primeras fases del ataque que él ya conocía y había ayudado a desencadenar. Pero sus remanos no se quedaron con las manos cruzadas. Interrumpieron comunicaciones, sabotearon defensas y produjeron sabotajes en redes energéticas gracias a los miles de esclavos invisibles que servían a los romulanos. Aprovecharon para reforzar sus fuerzas, liberaron a sus hermanos para luchar contra sus antiguos opresores, se apoderaron de armas y equipos, incluyendo varios pájaros de guerra que infiltraron entre las líneas romulanas, abriendo fuego contra sus antiguos amos, provocando el caos y destrucción.
            Y el Imperio Galáctico cumplió su promesa: respetado Remus y les ofreció el honor de aplastar la capital, haciendo arrodillar a sus altivos señores. Luego se repartieron el agonizante Imperio Romulano.
            Después centró sus esfuerzos en construir el Scimitar, la espada con la que construiría el nuevo Imperio Remano. Había previsto completarla en el 2378, pero con los recursos que ahora contralaba su construcción se aceleró. Justo a tiempo, ya que en los próximos días se iba a producir una reunión entre los cobardes senadores romulanos y la Federación. La senadora Tal’aura le había informado del lugar y los participantes. Tenía a sus hijos en su poder y otrora altiva y la ambiciosa romulana, ahora haría todo lo que él le ordenara. Y lo mejor de todo era el representante de la Flota Estelar era el capitán Picard. De una sola vez terminaría con los opresores romulanos y su némesis humana.


USS Enterprise-E

Diario del Capitán. Fecha estelar 53976.6. La Enterprise ha partido hacia la Depresión Bassen donde nos encontraremos con una delegación del gobierno romulano. Antes de dejar la base Laredo nos hemos reunido con la comandante Archer y el embajador Engon, quien ya negoció el último tratado con los romulanos durante la guerra contra el Dominion. Según nuestros datos la Armada Romulana que han sobrevivido al ataque imperial está muy diezmada, mientras que su territorio ha sido ocupado en su totalidad, ya bien por las fuerzas enemigas o por razas sometidas anteriormente por los romulanos. Informes fidedignos indican que los remanos, antiguos esclavos de las minas de dilithio de Remus, el planeta gemelo de Romulus, ahora tienen bajo su control dos terceras partes de sus colonias y puestos avanzados. Estos están encabezados por una especie de Mesías llamado Shinzon de Remus, que durante la guerra contra el Dominion se distinguió en los combates contra el jem’hadar y ahora se ha lanzado a la caza de los últimos vestigios de sus antiguos opresores de manera despiadada.
            Políticamente la resistencia romulana parece haber quedado tan dividida como su territorio. Se concentran alrededor de dos facciones: una encabezada por el pretor Hiren y presidente del Senado, que parece más aperturista. Y otra más beligerante está liderada por un viejo conocido: el pretor Neral presidente del Comité Continuo, órgano soberano romulano y contrapeso del Senado. Ahora los supervivientes sostienen que iniciar la guerra contra el Dominion y la alianza con la Federación les debilitó ante el inminente ataque imperial, probablemente para desviar responsabilidades ya que en su mayor parte eran proclives a la alianza con la Federación durante la guerra. Las dos facciones parece que están equilibradas en lo que respecta a los supervivientes de la Armada. Por otro lado el Tal’Shiar, con su jefe Koval a la cabeza, al contrario de lo que podría esperarse se mantiene neutral en esa lucha con el poder.
            Nuestra tarea es ciertamente difícil o más bien incierta. Aunque en un principio tenemos que ratificar un acuerdo de apoyo mutuo, tengo la sensación que esta misión va a convertirse en algo más que una simple reunión diplomática.


Laredo

            La Defiant regresó de Bajor utilizando el propulsor de hiperespacio y nada más ponerse en órbita Kira y Alhana se transportaron a los despachos habilitados para Shakaar y el gobierno de Bajor. Allí el primer ministro escuchó atentamente las explicaciones de la vedek, pero no se convenció de que era vedad hasta que Kira no le dijo que entre los textos se indicaba que ella no recordaba que “El Canto de los Profetas” de Akorem Laan hubiera sido acabado. Nerys le había hablado de aquel hecho poco después de que Akorem partiera hacia el Templo Celestial y regresara al pasado, de manera que solo alguien tocado por los Profetas podía conocer aquel hecho que tanto había marcado a su antigua compañera de la resistencia. Entonces este pidió una audiencia con la presidenta Troi y el almirante Ross, que fue rápidamente organizada. Cuando se reunieron en la estancia también estaba el almirante Toddman, que había llegado el día anterior.
            Alhana volvió a explicar los sucesos que su familia había mantenido en secreto durante generaciones, así como las acciones que ella misma había realizado una vez supo que el Emisario había encontrado el Templo Celestial.
            – Ante estas circunstancias tengo que indicarles que Theron Lepira está ahora bajo protección del gobierno de Bajor y la milicia bajorana – anunció solemne Shakaar después de la extensa explicación de Alhana –. Y quisiera que le dejen en libertad inmediatamente para poder trabajar con él para vencer a nuestro mutuo enemigo.
            – Primer ministro... – empezó a decir Ross sorprendido por lo que acababa de escuchar –. Conozco bien Bajor y entiendo que para ustedes los Profetas son mucho más que una religión. Pero ante todo el general Lepira es miembro de la inteligencia imperial, uno de nuestros peores enemigos. Aunque quiera trabajar para nosotros, ha de entender que…
            – No pretendo que me entiendan almirante – le cortó tajante Shakaar –. Intentaré explicarlo: los Profetas, los alienígenas del agujero de gusano, como ustedes los llaman, son muy poderosos. La Federación acepta ese hecho, y la Flota Estelar también. Les recuerdo que en una ocasión hicieron desaparecer toda una flota de mil quinientas naves de combate del jem’hadar, cuya presencia en el cuadrante Alfa hubiera significado su rotunda victoria en la guerra contra el Dominion. Ahora han de seguir confiando en ellos. Lepira está bajo la protección los Profetas y por tanto de mi gobierno y el pueblo de Bajor. Desde este momento pueden considerarlo como un miembro de la Inteligencia de la Milicia Bajorana, por tanto oficial bajorano. Vedek Alhana ha traído consigo toda la información que Lepira ha estado reuniendo del Imperio, y que ahora nos pertenece a nosotros y la compartiremos libremente con ustedes.
            » Conozco cuales son los procedimientos de la inteligencia militar. Así que...
            – Entonces sabrá que no es tan sencillo – intervino Toddman, que estaba sentado en un sofá del despacho y que había permanecido atento a las explicaciones de Alhana –. Necesitamos confirmar que la información entregada es fidedigna y no una compleja estratagema enemiga. En resumen: pruebas de lo que dice es cierto.
            – El estudio de la información confirmará que todos los documentos son auténticos. Esas serán sus pruebas – replicó Alhana con tranquilidad.
            – No quisiera contradecirla, eminencia – intervino Ross sin poder esconder cierta incomodidad por tener que discutir aquello con una civil –. En los servicios de inteligencia existen muchos juegos de engaño y este podría ser uno de esos.
            – Lo comprendo mejor de lo que cree – respondió Alhana con una sonrisa de condescendencia –. Tampoco me quedé con los brazos cruzados durante la ocupación de Bajor, por lo que formé parte de la resistencia de mi provincia. Mientras mis hermanos y primos se escondían en los bosques y montañas, yo les transmitía información de los movimientos de las fuerzas cardassianas. Y buenos amigos míos murieron haciendo esa misma tarea. Y desde hace más de siete años participo en ese complicado juego de espejos que ha estado haciendo Lepira espiando al Imperio. De cuya llegada le fue anunciada a mi familia por los Profetas hace siglos. He traído conmigo los documentos que fueron escritos hace trescientos años para acreditar su antigüedad. Por otro lado tengo entendido hay tres seres: un betazoide, una vulcana y un iktotchi de la Alianza Rebelde que indican que Lepira no miente…
            – Y ahora un gobierno de un planeta aliado de la Federación está indicándome que Lepira está bajo su protección, y no solo eso, que además acaban de nombrarle miembro de la inteligencia bajorana. Ese hombre no puede pedir más credenciales, porque no existen – intervino de nuevo Toddman escéptico –. Mi trabajo es decidir qué hacemos con Lepira. Y la decisión no es fácil. Tantas evaluaciones positivas nunca vaticinan nada bueno. Le garantizo que estudiaremos esos documentos antiguos concienzudamente, ya que por ahora solo contábamos con eso para saber si lo que dicen es cierto o no. Ese ha de ser nuestro primer paso para evaluar su importancia como agente y su veracidad, incluyendo claro está dota la información que tengan acumulada.
            » Primer ministro Shakaar, soy un militar de carrera y seguramente usted es uno de los pocos políticos de los que podría fiarme de su criterio en un tema como este. Sabe lo que es una guerra, usted es un héroe de la resistencia contra los cardassianos, por eso no puede pedirnos que aceptemos a Lepira con los ojos cerrados.
            – Es lo que estoy haciendo precisamente – contestó Shakaar midiendo sus palabras, desplegando el carisma que le había hecho convertir de un simple granjero en uno de los líderes más respetados de la resistencia y desde hacía varios años el gobierno de su planeta.
            » Cuando hace unos días Lepira dijo que había sido tocado por los Profetas no le creí. Desde entonces hemos colaborado en todas las peticiones que nos han hecho para verificar su historia e incluso he visto varios de los interrogatorios a los que le han sometido desde que habló con el Emisario. Y aun así, no le creí, ya que su existencia era un regalo demasiado bueno para ser cierto. Pero hoy la vedek Alhana me ha mostrado pruebas de hechos que solo los Profetas pueden saber. Por eso ahora sí quiero proteger a Lepira, porque ahora sí estoy convencido de que alguien tocado por los Profetas.
            – Apartando las cuestiones religiosas, tantos ustedes como yo sabemos que no podemos desaprovecharle – intervino entonces Troi con voz tranquila. Había escuchado a ambas partes y sabía que la conversación estaba estancada. Shakaar defendería su postura con la convección de su fe en los Profetas, mientras Ross y Toddman, dos oficiales profesionales escépticos por formación y carácter, no se dejarían convencer de que Lepira era realmente un aliado.
            Había estado escuchando las diferentes posturas y sondeado la mente a los presentes. Shakaar decía la verdad cuando dijo que no creía en Lepira hasta su encuentro con Alhana, aunque ahora hubiera ido hasta el mismísimo infierno para ayudar al agente del ubictorado. Mientras que Nerys sentía una confianza igual de poderosa, una certeza arropada por su fuerte fe en los Profetas. Y luego estaba la vedek Alhana, por la que podía notar los profundos sentimientos de amor sincero que albergaba por Lepira y que este hacía tiempo que había cambiado la oscuridad por la luz en su luchaba contra el Imperio. Pero también podía sentir un gran temor que escondía en su interior: que no creyeran el motivo por el que había seguido viviendo en los oscuros días de la ocupación cardassiana: custodiar y ayudar a que se cumplieran las profecías de su antepasado. Sus recuerdos se remontaban a cuando era apenas una adolescente, cuando su padre le había hablado de los textos, podía sentir con claridad el amor de su progenitor en un mundo rodeados de desesperación. Aunque si se internaba en su mente podía notar un temor mucho mayor, solo igualado por el gran amor que sentía por su hacía los Profetas. Era un temor que no podía alcanzarlo, aunque notaba que estaban relacionado con los textos escritos trescientos años antes. Solo lograba notar un gran miedo que sentía, pero no podía ver qué era lo que le daba tanto pavor. Era como si alguien poderoso hubiera puesto un velo sobre aquello para que no fuera descubierto. Pero también notaba que era un poder benévolo e intuía que solo podían proceder de los Profetas. Y eso fue lo que la convenció.
            » Pero la verdad es que la información que nos ofrecen ustedes tiene un valor incalculable y lo primero que debemos hacer es concentrar nuestros esfuerzos para confirmar su fiabilidad – indicó preparando el terreno para que los dos oficiales de la Flota recibieran su próxima orden como su comandante supremo. Sabía que hacer algo así, basándose únicamente en su intuición y en lo que había leído en la mente de Alhana, era peligroso, pero también era cierto que su instinto nunca la había engañado cuando se trataba de una negociación diplomática como aquella.
            » Por eso creo que si Lepira ha de trabajar para nosotros como oficial bajorano, que así sea. Confío plenamente en el criterio del presidente Shakaar y sobre todo la de Kira Nerys, a la que conozco personalmente desde hace tiempo – prosiguió acentuando el nombre propio de esta, sin usar su rango, ni posición, declarando que era una amiga y no una oficial de un planeta aliado. Le gustó que esta se sorprendiera, pero en realidad la conocía mejor de lo que la coronel creía ya que Odo le había hablado mucho como era ella –. Aun así me gustaría que toda la información que nos facilite sea revisada concienzudamente con un grupo especial. Tanto la presente, como la futura, de manera que podamos evaluar su veracidad – finalizó para complacer los reparos que tenían Ross y Toddman.
            – Si así lo ordena Presidenta – replicó Toddman nada convencido.
            – En todo caso, si fuera un engaño, podríamos minimizar los daños o incluso usarlo contra el Imperio – comentó Ross conciliador, que sabía por el almirante Paris, que una vez la presidenta Lwaxana Troi había llegado a una decisión, nadie, ni mucho menos ellos, podían cambiarla.
            – Como descubrirán, Lepira daría su vida por defendernos del Imperio – concluyó Alhana.
            – No dudo de su sinceridad, vedek Alhana – respondió Troi con una amplia sonrisa conciliadora –. Por eso mismo daremos a Lepira el beneficio de la duda.
            – Si hemos de crear un grupo de trabajo, necesitaremos un enlace bajorano, así como otro de la Alianza Rebelde, si le parece bien Presidenta – anunció Toddman.
            – Me parece bien – replicó Troi esgrimiendo una sonrisa de complacencia. Le gustaba como había sonado su cargo en labios de Toddman.
            – Yo ya tengo a la persona adecuada para ello – contestó Shakaar mirando hacia Kira.
            – Entonces empezaremos a trabajar hoy mismo.


FGN-34748

            El sistema estaba alejado de cualquier ruta comercial existente y el único planeta capaz de albergar vida era el segundo, aun así la temperatura media se cercana a los cincuenta grados centígrados. Dos milenios antes había florecido una civilización reptiloide que se había extinguido tras una gran pandemia vírica provocada por un patógeno llegado de polizón en una pequeño asteroide. Esa había sido la conclusión a la que había llegado la tripulación del USS Constitution que había realizado un estudio un siglo atrás arqueológico rutinario, siendo aquel la única visita registrada al planeta. Aun así el capitán Amasov no había escogido la órbita del segundo planeta, sino el tercero, una pequeña roca en el espacio sin atmósfera, para instalar su célula de la resistencia, a la que había bautizado como Botany Bay.
            Mientras la Flota se enfrentaba a la invasión del Imperio la Endeavor, junto el Archer y al Peterson habían recibido la orden de dirigirse al sectorMutara. Allí se habían encontrado con el almirante Paris quien les había informado de la naturaleza de su nueva misión dentro del Operativo Omega. Poco después se habían encontrado con otros supervivientes, como el White Wolf o la Trial y la Hauch, y un tiempo después se les habían transferido varias naves del grupo Laredo para engrosar sus filas, sumando en aquel momento casi una veintena de naves. Para proporcionar apoyo logístico habían construido una estación orbital prefabricada tipo Regula traída desde uno de los almacenes secretos originales del Operativo Omega. Allí podían hacer reparaciones y centralizar los abastecimientos necesarios para mantener las naves de aquella célula de resistencia operativa, así como ser el centro de mando y del grupo de inteligencia asignado por el almirante Toddman.
            Las acciones del grupo Botany Bay se habían concentrado en incursiones relámpago en territorio controlado por el enemigo. Sus objetivos habían sido convoyes que se dirigían hacia sectores más centrales de la galaxia y varias guarniciones menores. De esa manera podían observar la reacción imperial y de paso desviar algunas de sus fuerzas a aquellos lugares alejados del corazón de la Federación. También realizaban misiones de espionaje a cargo del coronel Skar que había recopilado importante informes sobre la tecnología enemiga y empezaban a formar y organizar diferentes células de resistencia en los planetas y colonias cercanas.


Depresión Bassen

            Por la inercia de la costumbre la Enterprise-E salió del hiperespacio en el borde de la Zona Neutral Romulana, allí activaron el sistema de ocultación y se internaron hacia región compuesta por distorsiones electromagnéticas.
            – Hemos llegado, señor – informó la timonel Prim. En la pantalla se extendía extrañas formas verdes, como nubes de algodón suspendidas en el espacio.
            – Es la hora y el lugar – comentó Riker, no sin cierto tono de preocupación en su tono de voz. Era demasiado tiempo teniendo a los romulanos como sus antagonistas, desde la guerra contra la Tierra y la creación de la Zona Neutral que se alzada como un amenazador muro entre ambas civilizaciones. Y sus anteriores encuentros, siempre habían estado envueltos en las amenazas y provocaciones, como la invasión desvelada por el almirante Jarod en Nelvana III, o el ataque abortado de Vulcano orquestada por la intrigante Sela y el Tal’Shiar. El lavado de cerebro que le habían hecho a LaForge en Krios Prime o la tensión durante la interposición entre estos y los klingons en la guerra civil de estos. Siempre que los romulanos andaban cerca, los problemas y las tensiones les seguían. Y Riker sabía que aquel encuentro no iba a ser muy diferente.
            – Desactiven el sistema de ocultación – ordenó Picard.
            Segundos después la Enterprise se desprendió del manto de invisibilidad. Y no tardaron mucho en que alrededor de la nave estelar se aparecieran otras cinco naves romulanas. Identificaron el Devoras, el Goraxus y el Rhliailu, este último bajo el mando del viejo amigo el almirante Mendak, todas ellas conocidas por haber realizado operaciones del Tal’shiar. Las dos últimas era dos nuevos y esbeltos pájaros de guerra del tipo Valdore: el Valdore y el Soterus.
            – Nos saludan – informó Daniels desde su posición táctica. Le habían ordenado no activar ni los escudos, ni las armas. Pero no que no tuviera los sistemas listos. Había escaneado la posición de los pájaros romulanos y si tenía que abrir fuego las coordenadas para los torpedos ya están introducidas en la computadora de tiro.
            – En pantalla – ordenó Picard poniéndose en pie. Frente suyo apareció una joven comandante romulana.
            – Soy la comandante Donatra del Valdore. Capitán Picard, sea bien venido al Imperio Romulano.
            – Es un placer, comandante Donatra.
            – Esta noche hemos preparado una recepción a bordo de mi nave con el Comité Continuo y los representantes del Senado. Sus oficiales también están invitados – prosiguió la romulana –. Mañana empezarán las negociaciones.


Atgot Prime

            Justo antes de la evacuación de la Base Laredo el almirante Ross ascendió a Peter Harzel al grado de contraalmirante con efecto permanente, lo que a este le pareció una compensación por haber separado las estructuras de lo que una vez habían sido uno de los complejos de construcción naval más modernos de la Federación. Cada una de ellas recibió el mando de un oficial similar y fueron enviadas a diferentes lugares. Todas ellas estaban escoltadas por dos o tres naves estelares y contaban con un grupo de apoyo de cargueros y transportes. Aunque la misión básica de los diques secos iba a ser reparar las naves dañadas, uno de estos, comandado por el almirante Orfil Quinteros, liberado del campo de prisioneros de Markore VI, se le asignó la tarea de investigar la tecnología armamentística del Imperio. Mientras que al que se encontraba bajo el mando de Harzel continuó encargado del estudio y el desarrollo de la tecnología de hiperespacio a las naves estelares, encabezado por la ingeniera Leah Brahms. Tras enviar las instrucciones de cómo adaptar las naves estelares a la nueva tecnología, ahora se ocupaban de evaluar su rendimiento, así como otros aspectos del viaje por el hiperespacio como hacerlo más seguro, tanto por los sistemas de proximidad, como perfeccionando rutas a través de las cartas estelares. Otro de los diques iba a empezar a construir cazas de la clase Peregrine y naves Scout, que servirían para los planes de batalla que se estaban elaborando, centrados en la guerra de guerrillas: golpear y desaparecer.
            El lugar escogido para esconder el dique de Harzel y su grupo fue un mundo asolado por tormentas eléctricas. Si alguien buscaba aquel nombre en los bancos de datos de la Federación hubieran encontrado 230.312 referencias. Ninguna de ellas correspondía a aquel planeta. Ya que aquel nombre se había perdido en los albores del tiempo, entre la bruma de una guerra ya lejana entre los promellianos y los menthars un milenio antes. Atgot Prime había sido un puesto avanzado promelliano destruido en aquella lucha que llegó a la extinción de ambas razas. Ahora el lugar aparecía en las cartas estelares como Sigma Alpha Prior, un lugar remoto y sin colonizar.
            En aquel momento el trabajo se centraba en reparar al USS Zhukov, que había defendido Peliar Zel durante la invasión del Imperio, quedando aislada con varias naves más, hasta que habían sido localizadas más allá de la frontera de la Federación. Ahora estas estaban siendo reparadas de los daños sufridos y serían equipadas con la tecnología de hiperespacio. Aun así para algunos de los miembros del grupo Atgot Prime aun habían encontrado tiempo para explorar las ruinas del puesto promelliano.
            – ¿Ya has regresado del planeta? – le preguntó Harzel a su amigo DeValois.
            – Sí – respondió este tirándose al sofá, tenía el rostro cansado y las ropas llenas de polvo. La superficie del planeta había visto días mucho mejores, ahora era un páramo azotado por tormentas de arena acompañadas de infinidad de relámpagos, donde pocas animales podían sobrevivir.
            – ¿Y has encontrado muchos restos arqueológicos? – prosiguió preguntando Harzel sin levantar la vista del ordenador.
            – La civilización promelliana era muy interesante. Y muy paranoica, hemos desactivado otra trampa explosiva en los túneles – explicó el francés alargando la mano y cogiendo un padd que había sobre el sofá. Leyó el encabezado y sonrió –. Este hombre es muy insistente.
            – ¿Quién? – preguntó por fin a su amigo alzando la vista –. ¿Barclay? Es muy buen ingeniero.
            – Eso jamás lo pondré en duda. Pero es un poco obsesivo, ¿no?
            – Bastante. Pero controlable. Le das un problema y se olvida del resto – indicó Harzel cerrando el ordenador con el último informe sobre los progresos de reparación del Zhukov –. Le pedí a la doctora Brahms que le diera algo complicado y esta le pidió que buscara la manera de reducir el coste de la energía que consumen los relés de intercambio de los multiplicadores de hiperespacio. Eso ha hecho volver a contener su imaginación.
            » ¿Vamos a cenar? – preguntó levantándose de detrás de la mesa –. Esta noche Laura ha preparado brochetas de queso de oveja tellarite.
            – Antes iré a cambiarme. Espérame quince minutos – respondió DeValois dejando el padd de Barclay allí donde lo había encontrado. El título de memorándum era: Misión de rescate para la USS Voyager.


Deep Space Nine

            Un pequeño carguero bajorano se acopló a una de los muelles de embarque del anillo exterior. Procedía de Dreon VII y su destino final era Bajor, recalando en la estación solo para para cargar sus depósitos de combustible.
            Tras cumplimentar los trámites administrativos uno de los tripulantes descendió con la excusa de comprar algunos suministros médicos. Sus papeles estaban en regla y no tuvo problemas en pasar por la aduana. Al llegar a la promenade, se dirigió directamente a la oficina de Hazar-Zepelin Corporation.
            Cuando Lepira entró en sus oficinas los hombres de su operativo se quedaron estupefactos: les saludó como si nada hubiera sucedido, se metió en su despacho y activó su comunicador.
            – Póngame con el general Eckener – segundos después el rostro de su oficial superior apareció en la ovalada pantalla de tecnología cardassiana.
            – Lepira, ¿dónde se encuentra? Le hemos estado buscando.
            – Acabo de regresar a Bajor, he estado en una de las bases de la resistencia.
            – Diríjase inmediatamente a la Tierra... No, yo iré a Deep Space Nine.


Valdore

            La oficialidad de la Enterprise se materializó a bordo de la nave romulana, donde les esperaba su comandante para llevarles a la sala donde iban a cenar con el gobierno de Romulus. Donatra era una mujer joven cuya mirada, verde claro, reflejaba inteligencia y determinación, que les recibió con cordialidad. Junto a Picard, estaba Riker, Troi y la doctora Crusher, mientras que Data se había quedado con el mando de la nave estelar, junto a Geordi que había declinado visitar otra vez una nave romulana. También les acompañaba el anciano embajador Engon, que llevaba un elegante traje de seda tholiana, cuyos pliegues reflejaban suavemente la luz a cada uno de sus movimientos. Era un ktariano de la subespecie con dos placas craneales frontales y no los pinchos de la otra parte de su raza, con el pelo cano tenía una apariencia algo frágil, pero su mirada era vivaz y no perdía detalle. Durante el viaje había mantenido charlas con la mayoría de la oficialidad y no había dudado en pedir disculpas por el intento de apoderarse de la Enterprise-D por una facción de su pueblo, pero eso solo había sido la excusa para interrogarles sobre lo que pensaban de los romulanos y de las negociaciones.
            – Una nave magnífica, comandante – le halagó Picard a Donatra en el pasillo.
            – Gracias capitán Picard. El Valdore es mucha más maniobrable que los D’deridex y más rápida. Me hubiera gustado verla como se enfrentaba con su Enterprise – indicó con una sonrisa misteriosa al llegar a su destino.
            Esta era una gran sala situada en la parte trasera de la proa de la nave, a través de cuyos ventanales podía apreciarse la estructura de las alas del esbelto pájaro de guerra. Estaba decorada con un gran relieve con el símbolo del Imperio, el ave de presa con sus alas desplegadas y con los planetas agarrados por las garras de sus patas, con los estandartes de Romulus y de la Federación colgados a cada lado. Nada más cruzar el umbral los senadores, que estaban hablando en diferentes corrillos, cesaron sus conversaciones y se centraron en los recién llegados. El primero en acercarse fue el pretor Neral, que les saludó como si en su último encuentro no hubiera querido matar a Picard mientras pretendía invadir Vulcano. Aunque ya no era el atractivo joven y enérgico de antaño, ahora ya era un político avezado, un implacable luchador que había sobrevivido a varios intentos de golpes contra él, alguien que rara ver permitía que nada se interpusiera en su camino, que había llegado a lo más alto de Imperio al dirigir el Comité Continuo. Se le veía más cansado y envejecido, muy posiblemente por culpa de la invasión que el Imperio había sufrido. A su lado estaba la otra cabeza visible del Imperio: el líder y presidente del Senado y pretor Hiren. Las diferencias políticas y las luchas de poder entre las diferentes facciones habían generado que las decisiones del gobierno se dividieran entre el Comité Continuo, formado por algunos senadores y otros líderes y las del Senado. Hiren tenía una presencia elegante, altiva y seguro de sí mismo como debía de ser un avezado político con gran experiencia militar. A su lado se encontraba su esposa, la atractiva comandante T’Shara, que había defendido el sector Celesian del ataque imperial.
            Otros de los políticos presentes que les presentaron fueron Letant un brillante y en ascenso senador, antiguo militar que había dirigido las fuerzas romulanas en la primera batalla de Chin’toka y que era el presidente del Consejo de Planes de Guerra, y que había sustituido al fallecido Vreenak como uno de los consejeros de confianza de Neral. La senadora Tal’Aura, miembro también del Comité Continuo y que llevaba una serie de dibujados simétricos en su frente y alrededor de sus ojos y se la veía afligida, a lo que Engon explicó que eran tatuajes funerarios, rara vez vistos por extranjeros y que posiblemente fuera por la muerte de algún ser cercano y querido, posiblemente sus hijos. También estaba el astuto y agresivo negociador Sabrun, el conservador Drujik, el joven Chulan, recién nombrado para su cargo antes del ataque imperial, la veterana Kamemor, o el desprestigiado Varyet, conocido por su progresista visión en defensa de las razas oprimidas dentro del imperio. También estaban los comandantes de las naves allí reunidas, como Suran del Soterus, el otro pájaro de guerra y varios militares como el almirante Mendak o el general Tebok, miembros del estado mayor del senado y del Comité Continuo. El único que no se acercó a los miembros de la Federación fue Koval, el jefe del temido Tal’Shiar. Tras las presentaciones se sentaron.
            – Desearía hacer un brindis – dijo Neral alzando una copa llena del azulado líquido de la cerveza romulana –. Por nuestros aliados: la Federación.
            Todos alzaron sus copas y bebieron, e instantes después los camareros les trajeron la comida, un marisco originario de las costas de Romulus. La conversación pareció animarse poco a poco entre los comensales, algunos comentaron los últimos intercambios de tecnología, como la adaptación de los sistemas de propulsión con la tecnología de hiperespacio, otros como Engon charlaban con Sabrun, que había conocido en las anteriores negociaciones, sobre arte gorn. Aunque se podía palpar cierta tensión que había entre los miembros del Comité Continuo y el Senado, que se diferenciaban por el broche que llevaban en sus suntuosas ropas unos y un colgante los otros.
            – Si me permite indicarle algo capitán – dijo en un momento determinado Neral, sentado frente a Picard –. Nos sorprendió que la Flota tuviera un operativo como el Omega. Sinceramente la idea me parece romulana, más que de la Federación.
            – Lo tomaré como un cumplido – respondió Picard.
            – Lo es, se lo aseguro – afirmó Neral satisfecho de sí mismo –. Como creo que su Flota podría beneficiarse de la experiencia de nuestro Tal’Shiar en operaciones de infiltración, para no solo organizar células de naves para atacar a convoyes de suministros e instalaciones imperiales. La infiltración es todo un arte que se ha practicar para llegar a la perfección.
            – La cooperación nos beneficiará a todos – intervino Engon.
            – Ahora cuénteme más cosas sobre esa Alianza Rebelde – prosiguió preguntando Neral –. ¿Qué opina de ellos? Nuestros informes proceden solamente de los prisioneros imperiales. ¿Son realmente un grupo de piratas y terroristas?
            – Nunca los vería de esa manera – respondió Picard sabiendo que aquella aseveración era directamente una mentira, ya que Galathon y otros oficiales e ingenieros romulanos habían estado en contacto con los rebeldes en la base Laredo. Y conociéndoles, estaba seguro que habían redactado informes sobre la Alianza Rebelde.
            » Primero han acabado con el Emperador Palpatine y representan la oposición política y organizada al Imperio en su galaxia. Y por otro lado la estructura que nos hemos encontrado es más bien la de una armada regular, disciplinada, entrenada y muy motivada.
            – ¿Y creen que la alianza con ellos será beneficiosa para acabar con nuestros enemigos? – prosiguió entonces Hiren.
            – Más bien diría que sí – intervino Engon –. La unión hace la fuerza. Y tras la muerte de Palpatine, todos los indicios nos dar a entender que la estructura del gobierno de nuestro enemigo se desmoronará. Entonces la Alianza Rebelde representará la alternativa para gobernar su galaxia y restaurar la República allí donde se alzaba la tiranía del Emperador. Como se les informó, una delegación diplomática de la Federación ha ido a su galaxia para entrevistarse con sus líderes. Estoy convencido que la reunión será favorable para todos nosotros.
            – Un discurso interesante, embajador Engon, sobre todo de alguien que no pertenece a la Federación – replicó Neral.
            – Ktaria hace décadas que es aliada de la Federación y aunque no niego ciertas desavenencias, hace pocos meses presentamos una solicitud formal para ingresar en ella. Eso demuestra nuestro compromiso con su causa y nuestro total apoyo.


Queen of Varykino

            – No sé su localización exacta, pero está situada en una luna de un gigante gaseoso, no lejos de una nebulosa rojiza – explicó Lepira a su superior.
            Al salir del hiperespacio Eckener había evitado la estación y había dirigido su yate cromado privado hasta la órbita de Bajor, donde se había encontrado con su subordinado, para no despertar sospechas ante su presencia.
            – Eso no nos indica mucho – respondió pensativo Eckener. Acababa de escuchar la historia, un tanto fantástica, de su subordinado de cómo había encontrado la base de la resistencia.
            – Hay algo más.
            – Dime.
            – Zahn está con ellos.
            Eckener se quedó en silencio… su antiguo amigo, el traidor, en los Nuevos Territorios y trabajando junto a la Federación. Aunque tampoco le extrañaba, el traslado de los ejércitos y las flotas desde su galaxia no podría pasar desapercibida a la Rebelión por mucho tiempo. Ya habían detectado diversos intentos de infiltración que se habían logrado neutralizar durante los años de preparación. Por otro lado el secreto en su galaxia poco a poco se iría disipando una vez iniciado el traslado masivo de las familias de las fuerzas desplazadas hasta allí, las empresas, los contratistas privados y los colonos. Lo sorprendente era que la Rebelión hubiera enviado a Zahn hasta allí, el antiguo miembro de la contrainteligencia del ubictorado en Eriadu. En su lugar, él le hubiera ejecutado nada más rescatarle, solo por la posibilidad que fuera un agente durmiente. Y si no lo hubiera hecho, no daría más responsabilidad que ser un técnico en una remota estación de seguimiento. Y tras la sorpresa inicial, se le dibujó de nuevo una sonrisa en su rostro: en el fondo se alegró de que estuviera vivo, era como si el terceto de Tarkin estuviera de nuevo unido entre las mismas estrellas.
            – ¿Estás seguro? – preguntó al fin.
            – Me apuntó con su blaster S-5 de Naboo.
            – ¿Y estas aquí, libre? – preguntó sorprendido. Aquella arma era la preferida de Zahn, siempre llevaba una y era lógico que en la rebelión hubiera conseguido otra pistola de aquel modelo.
            – Les conté una historia rocambolesca y ahora creen que trabajo para ellos.
            Eckener miró a Lepira atónito. No entendía nada y aunque conocía bien las argucias del corelliano y su buena fama de jugador, no podía creer algo así. La Flota Estelar no era estúpida y mucho menos Zahn. Lo primero que debía hacer era avisar a Daran y contarle aquellas novedades.
            Se giró hacia Lepira, que como siempre estaba tranquilo, seguro de sí mismo.
            – Debemos investigar a fondo tu historia – le dijo sin creer lo que le había dicho Lepira.
            – Lo comprendo perfectamente.


Continuará…


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