Juego romulano
Segunda parte.
Bajor
Tras su manto de invisibilidad la Defiant se colocó en órbita polar al
planeta y transportaron a un pequeño grupo a la superficie. El monasterio de Tozhat era un complejo de edificios que
se extendía sobre una suave colina que dominaba un valle donde se extendía la
capital de la provincia. El sol ya declinaba sobre el horizonte creando un
hermoso cielo naranja, reflejándose en sus cúpulas doradas, cuando Kira y los
otros dos oficiales bajoranos llegaron a las puertas del recinto, pareciendo
viajeros en busca de un reposo nocturno. El lugar estaba tranquilo y mientras subían
la colina se encontraron con algunos monjes que estaban completando los
cuidados del jardín y los huertos, que apenas les saludaron sin prestarles
mucha atención.
Al llegar al edificio principal Kira
se quitó la capucha que llevaba y entró en el vestíbulo, donde encontró a otros
monjes que estaban conversando animadamente. Se acercó a ellos y les preguntó
por la vedek Alhana.
– En estos momentos la vedek
descansa en sus aposentos – explicó el monje más anciano –. ¿Cuál es el motivo
por el que quiere verla?
– Traigo un mensaje del vedek de la
ciudad de Lasuma. Es personal.
– Yo la avisaré, mientras tanto
espere en esa habitación – indicó el más joven de los monjes, apenas un
adolescente, mostrando una gran sonrisa en su rostro mientras la acompañaba a
la estancia adjunta a la entrada. Esta era como cualquier otra de tantos a
antiguos santuarios: las paredes de piedra desnuda, con relieves de antiguos
vedeks y prylars esculpidos en las
columnas, decorada simplemente con algunos muebles sencillos, todo ello
iluminado por numerosas velas que alguien había encendido ante la llegada del
anochecer.
» Espere aquí coronel Kira. Avisaré
a la vedek Alhana inmediatamente – le dijo el monje,
dejándola tan sorprendida que no pudo reaccionar antes de que este saliera de
la habitación.
Mientras esperaba observó con
detenimiento el símbolo del monasterio, que sostenían las figuras talladas en
la piedra, en cuyo intrincado dibujo podía verse un Orbe, también llamados Lágrimas de los Profetas, resplandeciente en su centro.
– Bienvenida a Tozhat coronel Kira.
Es un gran honor recibir la visita de una luchadora como usted – dijo una voz a
su espalda sobresaltándola. Al girarse vio bajo el marco de la puerta a Alhana
Laren vestida con la sencilla túnica naranja.
Sabía poco de ella salvo que había
sido designada por kai Opaka como
responsable de aquel monasterio, uno de los que solía custodiar el Orbe de la Profecía y el Cambio. Y
aunque era miembro de la Asamblea de Vedeks, el máximo órgrano de la religión bajorana, era muy reservada y poco dada a los viajes, aunque sí había votado a
favor de Winn en la elección de esta
como Kai. Al verla le sorprendió su
juventud: tenían más o menos de su misma edad. Aun así sus movimientos tenían
un aire de solemnidad que la distinguía, mientras que su expresión estaba llena
de jovialidad, al sonreír su rostro se iluminó y se llenó de una tranquilidad
contagiosa. Se acercó a Nerys y con suavidad le presionó la oreja para sentir su pagh, la fuerza espiritual de Kira. Por un instante Alhana pareció reforzar su mirada de jovialidad, para esgrimir una sonrisa de satisfacción. Después se apartó un poco.
– Vedek Alhana – replicó Kira
respetuosa.
– No, por favor. No seamos
ceremoniales. Llámeme Laren.
– Entonces llámeme Nerys.
– Así me gusta más Nerys – replicó
Alhana sentándose e invitó a su invitada a que hiciera lo mismo –. ¿Qué os trae
a Tozhat?
– Theron Lepira – dijo Kira sin
rodeos y la expresión de Alhana se volvió algo más sombría por unos instantes,
para luego recuperar parte de su dulzura.
– Me lo imaginaba ante su llegada.
¿Qué le ha ocurrido?
– Nos ha dicho una serie de cosas y
queríamos…
– Confirmarlas – la interrumpió
Alhana –. Siéntese Nerys. Charlaremos larga y tendidamente. Pero antes me
gustaría que me contaras como han averiguado quien era en realidad Theron y que
os ha contado. Es importante.
Kira le explicó lo sucedido en el
restaurante y quien era Zahn. Así como todo lo que Lepira les había contado.
– Los caminos de los Profetas son inescrutables – replicó
tras sopesar las circunstancias –. Nuestra idea era avisarles cuando la
resistencia estuviera más organizada. Y que fuera Zhan quien le descubriera
tiene sentido para redención de Theron. Pero lo que está hecho, hecho está. Y
ahora será mejor que empecemos por el principio.
» Como ya le ha dicho Theron hace trescientos
años un antepasado mío, el vedek Alhana Joram, tuvo una serie de visiones al
entrar en contacto con el Orbe de la Profecía y el Cambio. Los Profetas le
mostraron cosas que han sucedido, que están sucediendo en estos momentos y que
sucederán en los años venideros, indicándose que guardara en secreto lo que
había visto, escuchado y aprendido. Mi antepasado las escribió y las transmitió
únicamente a su hijo mayor. Y este a su vez le entregó el secreto a su
primogénito y este hizo lo mismo, hasta que mi padre me lo entregó a mí. Eran
tiempos tristes y difíciles: los cardassianos ocupaban Bajor y nuestro pueblo sufría. Mi misión únicamente era
custodiar las Profecías hasta poder entregárselas a mi hijo o si llegara el
caso, trabajar para hacer lo que los Profetas querían que hiciera. Y ese día
llegó.
» Los cardassianos se marcharon y el
Emisario descubrió el Templo Celestial, tal y como indicaban
las profecías que le fueron trasmitidas a Joram. Supe entonces que debía
empezar a trabajar. Les mostré los textos a mí tío, a mis hermanos y primos,
así como a algunos amigos próximos y de confianza. Poco a poco los hechos allí
narrados fueron cumpliéndose, mientras que nosotros empezamos a trabajar para
prepararlo todo.
» El vedek responsable del
monasterio era mi tío, que junto a mí padre también conocía las profecías, por
eso decidió retirarse y dejarme el testigo a mí. Es costumbre que el Orbe de la
Profecía y el Cambio pase temporadas en este monasterio y que sea custodiado
por mi familia y que además esté presente en el nombramiento de un nuevo vedek
y le pedimos a kai Opaka, que le gustaba conservar ciertas tradiciones, que lo
trajera para consagrar además este nuevo el lugar después de que el Emisario
encontrara el Templo Celestial. Ella aceptó. Se lo pedimos porque sabíamos que
con él vendría el hombre que debía ayudarnos a luchar contra los guerreros de blancas armaduras. Así
denominaban los textos de Joram a las fuerzas del Imperio. Porque de ellas escribió mucho.
» Y el mismo día en que la Lágrima
de los Profetas volvía a estar entre estas paredes apareció ese hombre. Tras la
ceremonia lo guardamos en la pequeña capilla reservada para su reposo, Theron
se coló y guiado por la curiosidad o su destino, se acercó al Orbe y lo tocó.
Mi primo que vigilaba el recinto lo recogió del suelo y lo llevó a un
dormitorio. Estuvo casi un día inconsciente mientras los Profetas le arrancaban
el mal que tenía en su interior. Al despertar era otra persona. No había rastro
del servidor de Palpatine. Desde
entonces ha trabajado para crear una red de espionaje para el Imperio, pero
también para luchar contra este cuando llegara el momento. Y ese momento ha
llegado.
Entre las dos mujeres se produjo un
prolongado silencio, mientras Kira asumía toda aquella información. Ciertamente
no sería la primera vez que los Profetas cambiaran la personalidad de alguien,
en una ocasión ya había sucedido con el Gran Nagus Zeck. ¿Pero era cierta toda aquella historia?
– ¿Quieres hacerme alguna pregunta?
– prosiguió Alhama.
– ¿Si conocían la existencia de la
amenaza? ¿Por qué no nos previnieron?
– He tenido esta misma conversación
con mi padre, mi tío, mis primos y con el propio Theron en muchas ocasiones y
le aseguro que no ha sido una decisión fácil. Él quería avisarles, pero no se
lo permití. El motivo también para mí está oculto. Pero los Profetas querían
que esto ocurriera tal y como está sucediendo. Desconozco sus motivos y bien
saben ellos que hubiera deseado contradecirles y así evitar el sufrimiento de
millones y millones de seres. Pero mi antepasado lo dejó bien claro. No podemos
interferir más allá de lo que me permiten las mismas Profecías. Tan solo espero
que los Profetas lo hagan por un buen motivo.
» ¿Le cuesta creerme verdad? – le
preguntó al ver el rostro serio de Kira.
– Sí – confesó Nerys –. He visto lo
que hacen sus tropas a sus prisioneros. Lo que hacen a los pueblos dominados.
Lepira es un oficial imperial, trabajó para someternos. Creo lo que me está
diciendo, creo en los Profetas... pero...
– Fuera de las profecías, los textos
de Joram hablan de otras personas. Tuvo visiones de quienes hoy están vivos y
que han de jugar un papel importante en los sucesos vividos y en los venideros.
Algunas de ellas están tocadas por los Profetas y otras que no. Habló de Sarah, la madre del Emisario, quien
estuvo a su lado mostrándole muchas de esas visiones. Las describió como estar
presente en momentos importantes de todas ellas, aunque no le viera a él. Y
también habló de usted: Kira Nerys ¿Recuerda cuando Akorem Laan se proclamó Emisario hace unos años?
– Sí claro.
– ¿Puede decirme dónde termina el
poema “El Canto de los Profetas”?
– En la duodécima... – de golpe Kira
se detuvo perpleja.
Cuando el gran poeta Akorem Laan
había desaparecido en el año 9174 había dejado inconcluso uno de sus mayores
versos: el “El Canto de los Profetas”
y Kira lo había aprendido, como todos los niños bajoranos, en la escuela. No
fue hasta doscientos años después que se descubrió que había ocurrido con
Akorem: su nave había sido atraída por el Templo Celestial, surgiendo de él
sano y salvo hacía cuatro años. Ante los sucesos y las profecías que hablaban
del Emisario, durante un corto periodo todos creyeron que era el verdadero
Salvador de Bajor. Pero los Profetas le habían indicado que este era Sisko, por
lo que regresó a su tiempo y a su hogar, sin recordar lo que había sucedido. De
manera que había podido terminar el “El Canto
de los Profetas” y todos los
bajoranos lo recordaban completo. Todos excepto Kira, para quien su poema
favorito terminaba en la duodécima estrofa. Siempre se había preguntado el
motivo por el cual los Profetas habían hecho que solo ella pudiera recordar que
el poema no había sido terminado. ¿Cómo era posible que Alharan supiera
aquello? Solo sus amigos más allegados conocían aquel detalle, ellos y los
Profetas eran los únicos que lo sabían.
– Joram estuvo en la escuela del
campo de refugiados donde usted aprendió el poema, solo hasta la duodécima
estrofa. Y sabía que usted lo recordaría así. Escribió que una de las personas
tocadas por los Profetas sería la única en recordar haber aprendido un poema
incompleto de todo Bajor: “El Canto de
los Profetas” de Akorem Laan – explicó Alhama –. Esa es usted, Nerys.
Se volvió a producir un largo
silencio entre ambas, mientras Kira asimilaba aquella revelación.
– ¿Cómo se supone que debo ayudar? –
preguntó aun perpleja, pero ahora completamente convencida que Lepira había
sido transformado por las criaturas que había creado y vivían el Templo
Celestial para ayudarles a luchar contra el Imperio.
–Supongo que creyéndonos. Estás en
una posición privilegiada junto al Emisario, el capitán Sisko y las fuerzas de
la Flota Estelar.
Se produjo un silencio entre ambas
mujeres mientras Kira asimilaba aquella información.
– ¿Qué dicen las otras Profecías? –
preguntó al fin.
– Hay cuatro principales. Aunque
como ya le he indicado Joram escribió una serie de textos sobre las visiones
tuvo. Descripciones e impresiones sobre estas. Por ejemplo anunció la llegada
del Emisario en un hombre justo y bueno, un hombre que no era de Bajor, pero
que contaba con el amor de los Profetas ya que era el hijo de una de ellas. O
el que te menciona a ti y el poema inconcluso. También hay textos de mis
abuelos tras leer las Profecías y escribieron sobre estas. Conocéis dos de
ellas: la que explica cuándo se producirá la invasión y el anuncio de la
llegada del propio Theron. La tercera habla de alguien más. Otro oficial
imperial que ha de desempeñar un papel importante en el futuro. Pero todavía no
puedo hablar de ello.
– ¿Y la cuarta?
– La cuarta… – repitió Alhama que se
levantó y permaneció mirando al infinito en silencio durante un instante, luego
se giró hacia Nerys, su mirada era fría, dura como el acero –. Es la más
importante de todas. La más peligrosa y la más horrible de las cuatro. No me
atrevo a pensar en lo que sucedería si se cumpliera. Y aún menos si no se
realizara como indican los textos. Nerys, por el amor que siente por los
Profetas, nunca vuelva a preguntarme, ni a mí, ni a Theron, sobre la cuarta
profecía. Es un favor que le pido.
» Y recuerde una cosa Nerys. Lo que
está sucediendo es por designio de quienes solo quieren el bien de Bajor y su
gente. Y nosotros no podemos hacer nada para interponernos. Hay demasiadas
cosas en juego. ¿Lo comprende?
– Sí – respondió Kira resignada.
Romulus
La cúpula que cubría la cámara del senado se había derrumbado
parcialmente sobre los asientos, pero en aquel momento no habían estado
ocupados por los senadores para morir aplastados. La casta que formaban
aquellos pocos legisladores que controlaban el vasto imperio, esclavizando a
millones de otros seres, habían huido como las ratas cobardes que eran. El
otrora orgulloso y solemne complejo era ahora una ruina, la guardia senatorial,
normalmente un cuerpo ceremonioso con sus serenas armaduras oscuras, se había
atrincherado y lucharon con fanatismo durante más de dos días antes de que el
último de ellos muriera a manos de sus soldados remanos. Ahora las ruinas estaban silenciosas y frías, conservadas
para que nadie olvidara que el Imperio Romulano había sido aplastado y que su tiranía se había extinguido para siempre.
Una sombra se movió en la oscuridad
y se colocó a su lado.
– Ya están completas y listas – dijo
Vkrok con solemnidad. El niño que había protegido en las minas de dilithio de Remus había cumplido su promesa de liberar al pueblo remano y por
ello estos le habían elegido como líder.
“Justo
a tiempo” pensó Shinzon. Se giró
hacia su virrey y sonrió. Su flamante nave, la Scimitar y su gemela
habían sido terminadas y estaban listas para asestar el golpe definitivo contra
sus antiguos opresores. La derrota de los romulanos había acelerado su
construcción, así como su plan para liberar a su pueblo, el remano, de la
esclavitud.
Recordó la primera vez que el Imperio Galáctico se había puesto en
contacto con él. Había sido tras un ataque a un puesto avanzado jem’hadar, el mismo día que se libraba
la primera batalla de Chin’toka,
cuando un yridiano se había puesto
en contacto con él. Primero pensó que sería una treta, un provocador a sueldo
del tal’shiar para descubrir su
traición o confirmar su lealtad. Pero su instinto le decía que había algo más
en aquel ser y reprimió su primer impulso de expulsarle de la tienda la campaña
donde le estaban atendiendo de sus heridas. En primer lugar el yridiano estaba
en el planeta antes del ataque y ellos eran los primeros en haber llegado.
Además era imposible que el tal’shiar supiera que iba a desviarse de las órdenes
del Alto Mando y no incorporarse a la ofensiva general ya que el ataque lo
había improvisado al darse cuenta en el último momento de la debilidad en las
defensas del dominion que habían desviado sus recursos para defender Chin’toka.
«¿Qué es lo que quieres?» le preguntó
con desprecio, los yridianos eran carroñeros, compraban y vendían información
al mejor postor y no eran de fiar. En su arrugado rostro se dibujó una amplia
sonrisa de satisfacción, de victoria en realidad. «Vuestra libertad» dijo sin tapujos. «Tengo amigos que os pueden ayudar, no solo para dejar de ser los
esclavos de los romulanos, sino también gobernarlos, si os place, eminencia».
«¿Los Fundadores?» preguntó con desdén, sabiendo que sería cambiar un
amo por otro y que estos les despreciarían igual, ya que para los cambiantes
ellos eran iguales al resto de “sólidos”. Pero los ojos del yridiano brillaron
y volvió a sonreír. «Mis amigos no están
enfermos y pueden y quieren ver a los remanos libres». En ese momento le
entregó un pequeño proyector holográfico
y se marchó. En su interior solo había unas coordenadas y una fecha para la
cita.
Había hecho analizar el aparato
dejado por el yridiano, descubriendo que los circuitos y el material en que
estaba construido no se ajustaban a ninguna civilización conocida en la
galaxia. Eso le aumentó la curiosidad y confirmó su intención de acudir al
encuentro. Junto a su futuro virrey Vkrok, su más leal consejero y amigo, se
presentó a bordo de una lanzadera en la posición indicada, un lugar en medio
del espacio, alejado de cualquier puesto de la Federación o sus aliados. No tuvieron que esperar mucho antes que
apareciera una nave que jamás había visto antes. Tenía que confesar que su
maciza forma triangular y sus 1900 metros de largo, que superaban la longitud
de los pájaros de guerra de la clase D’deridex, le impresionó. Estaba
seguro que se mostraban abiertamente para demostrar su poder, tal y como él
hubiera hecho. Le invitaron a subir a bordo, posándose en el amplio hangar,
donde les esperaba una guardia de honor formada por un centenar de soldados
cubiertos por armaduras impolutas. También estaban dos humanos vestidos con
uniforme gris oliva. «Comandante Shinzon,
es un honor conocerle al fin. Soy el general Lepira. Le presento al almirante
Vantorel. Ambos pertenecemos al Imperio Galáctico». Dijo uno de ellos, en
su voz había respeto y en todo momento les trataron como iguales. «¿Y qué es lo que quiere su Imperio Galáctico
de los remanos y de mí?» preguntó sin tapujos en la sala de reuniones a la
que les habían conducido. «Su nave puede
vaporizar un planeta entero. ¿Cómo sé que cumplirían con su promesa?». La
preguntó tras darle la oferta de liberarles de su esclavitud. «Porque el Imperio suele aliarse con otras
potencias si el beneficio es mutuo. Como en este caso» intervino Vantorel,
que había permanecido en silencio durante la reunión.
Aceptó. Era una oportunidad que no
podía dejar escapar. Además contaba con el generador de radiación thalaron que había descubierto en las instalaciones romulanas del Goloroth y que pensaba incorporar al diseño de la nave de combate que quería
construir para liberar a su pueblo de la esclavitud. De esa manera contaría con
el arma más devastadora que jamás vieran las estrellas, capaz de erradicar la
vida de planetas enteros, tal y como podían hacer las naves de sus nuevos
aliados.
A lo largo de las siguientes semanas
y meses suministró al Imperio Galáctico toda la información táctica y
estratégica romulana que pudo. Y era mucha. Sus amos eran arrogantes, aunque
las intrigas y los engaños eran parte de su forma de ser, los remanos habían
sido sus guardaespaldas y servidores durante siglos, siempre leales, incluso
para ser carne de cañón en sus guerras. Así que no sospechaban que sus siervos
ahora trabajaban contra ellos junto a un enemigo que ni sabía que existía.
Códigos se acceso, frecuencias de escudos, planes estratégicos defensivos,
despliegues, ubicaciones de bases y almacenes, número de tropas y despliegues.
Todo ello fue entregado a los futuros liberadores.
Después se produjo la invasión.
Shinzon disfrutó de la
desorientación de los romulanos en las primeras fases del ataque que él ya
conocía y había ayudado a desencadenar. Pero sus remanos no se quedaron con las
manos cruzadas. Interrumpieron comunicaciones, sabotearon defensas y produjeron
sabotajes en redes energéticas gracias a los miles de esclavos invisibles que
servían a los romulanos. Aprovecharon para reforzar sus fuerzas, liberaron a
sus hermanos para luchar contra sus antiguos opresores, se apoderaron de armas
y equipos, incluyendo varios pájaros de guerra que infiltraron entre las líneas
romulanas, abriendo fuego contra sus antiguos amos, provocando el caos y
destrucción.
Y el Imperio Galáctico cumplió su
promesa: respetado Remus y les ofreció el honor de aplastar la capital,
haciendo arrodillar a sus altivos señores. Luego se repartieron el agonizante
Imperio Romulano.
Después centró sus esfuerzos en
construir el Scimitar, la espada con
la que construiría el nuevo Imperio Remano. Había previsto completarla en el
2378, pero con los recursos que ahora contralaba su construcción se aceleró.
Justo a tiempo, ya que en los próximos días se iba a producir una reunión entre
los cobardes senadores romulanos y la Federación. La senadora Tal’aura le había informado del lugar y
los participantes. Tenía a sus hijos en su poder y otrora altiva y la ambiciosa
romulana, ahora haría todo lo que él le ordenara. Y lo mejor de todo era el
representante de la Flota Estelar era el capitán Picard. De una sola vez
terminaría con los opresores romulanos y su némesis humana.
USS Enterprise-E
Diario
del Capitán. Fecha estelar 53976.6. La Enterprise
ha partido hacia la Depresión Bassen
donde nos encontraremos con una delegación del gobierno romulano. Antes de
dejar la base Laredo nos hemos reunido con la comandante Archer y el embajador Engon, quien ya negoció el último
tratado con los romulanos durante la guerra contra el Dominion. Según nuestros datos la Armada Romulana que han sobrevivido al ataque imperial está muy
diezmada, mientras que su territorio ha sido ocupado en su totalidad, ya bien
por las fuerzas enemigas o por razas sometidas anteriormente por los romulanos.
Informes fidedignos indican que los remanos,
antiguos esclavos de las minas de dilithio
de Remus, el planeta gemelo de Romulus, ahora tienen bajo su control
dos terceras partes de sus colonias y puestos avanzados. Estos están
encabezados por una especie de Mesías llamado Shinzon de Remus, que durante la guerra contra el Dominion se
distinguió en los combates contra el jem’hadar
y ahora se ha lanzado a la caza de los últimos vestigios de sus antiguos
opresores de manera despiadada.
Políticamente la resistencia
romulana parece haber quedado tan dividida como su territorio. Se concentran
alrededor de dos facciones: una encabezada por el pretor Hiren y presidente del Senado,
que parece más aperturista. Y otra más beligerante está liderada por un viejo
conocido: el pretor Neral presidente
del Comité Continuo, órgano soberano
romulano y contrapeso del Senado. Ahora los supervivientes sostienen que
iniciar la guerra contra el Dominion y la alianza con la Federación les debilitó ante el inminente ataque imperial,
probablemente para desviar responsabilidades ya que en su mayor parte eran
proclives a la alianza con la Federación durante la guerra. Las dos facciones
parece que están equilibradas en lo que respecta a los supervivientes de la
Armada. Por otro lado el Tal’Shiar,
con su jefe Koval a la cabeza, al
contrario de lo que podría esperarse se mantiene neutral en esa lucha con el
poder.
Nuestra tarea es ciertamente difícil
o más bien incierta. Aunque en un principio tenemos que ratificar un acuerdo de
apoyo mutuo, tengo la sensación que esta misión va a convertirse en algo más
que una simple reunión diplomática.
Laredo
La Defiant regresó de Bajor
utilizando el propulsor de hiperespacio
y nada más ponerse en órbita Kira y Alhana se transportaron a los despachos
habilitados para Shakaar y el gobierno de Bajor. Allí el primer
ministro escuchó atentamente las explicaciones de la vedek, pero no se
convenció de que era vedad hasta que Kira no le dijo que entre los textos se indicaba
que ella no recordaba que “El Canto de los Profetas” de Akorem Laan hubiera sido acabado. Nerys
le había hablado de aquel hecho poco después de que Akorem partiera hacia el Templo Celestial y regresara al pasado,
de manera que solo alguien tocado por los Profetas podía conocer aquel hecho
que tanto había marcado a su antigua compañera de la resistencia. Entonces este
pidió una audiencia con la presidenta Troi
y el almirante Ross, que fue
rápidamente organizada. Cuando se reunieron en la estancia también estaba el almirante Toddman, que había llegado el
día anterior.
Alhana volvió a explicar los sucesos
que su familia había mantenido en secreto durante generaciones, así como las
acciones que ella misma había realizado una vez supo que el Emisario había encontrado el Templo
Celestial.
– Ante estas circunstancias tengo
que indicarles que Theron Lepira está ahora bajo protección del gobierno de
Bajor y la milicia bajorana –
anunció solemne Shakaar después de la extensa explicación de Alhana –. Y
quisiera que le dejen en libertad inmediatamente para poder trabajar con él
para vencer a nuestro mutuo enemigo.
– Primer ministro... – empezó a
decir Ross sorprendido por lo que acababa de escuchar –. Conozco bien Bajor y entiendo
que para ustedes los Profetas son mucho más que una religión. Pero ante todo el
general Lepira es miembro de la inteligencia imperial, uno de nuestros peores enemigos. Aunque quiera trabajar para
nosotros, ha de entender que…
– No pretendo que me entiendan
almirante – le cortó tajante Shakaar –. Intentaré explicarlo: los Profetas, los
alienígenas del agujero de gusano, como ustedes los llaman, son muy poderosos.
La Federación acepta ese hecho, y la Flota Estelar también. Les recuerdo que en
una ocasión hicieron desaparecer toda una flota de mil quinientas naves de combate
del jem’hadar, cuya presencia en el
cuadrante Alfa hubiera significado su rotunda victoria en la guerra contra el Dominion. Ahora han de seguir confiando en ellos. Lepira está bajo
la protección los Profetas y por tanto de mi gobierno y el pueblo de Bajor.
Desde este momento pueden considerarlo como un miembro de la Inteligencia de la
Milicia Bajorana, por tanto oficial bajorano. Vedek Alhana ha traído consigo
toda la información que Lepira ha estado reuniendo del Imperio, y que ahora nos
pertenece a nosotros y la compartiremos libremente con ustedes.
» Conozco cuales son los
procedimientos de la inteligencia militar. Así que...
– Entonces sabrá que no es tan
sencillo – intervino Toddman, que estaba sentado en un sofá del despacho y que
había permanecido atento a las explicaciones de Alhana –. Necesitamos confirmar
que la información entregada es fidedigna y no una compleja estratagema
enemiga. En resumen: pruebas de lo que dice es cierto.
– El estudio de la información
confirmará que todos los documentos son auténticos. Esas serán sus pruebas –
replicó Alhana con tranquilidad.
– No quisiera contradecirla,
eminencia – intervino Ross sin poder esconder cierta incomodidad por tener que
discutir aquello con una civil –. En los servicios de inteligencia existen
muchos juegos de engaño y este podría ser uno de esos.
– Lo comprendo mejor de lo que cree
– respondió Alhana con una sonrisa de condescendencia –. Tampoco me quedé con
los brazos cruzados durante la ocupación de Bajor, por lo que formé parte de la resistencia de mi provincia. Mientras mis hermanos y primos se escondían en los bosques
y montañas, yo les transmitía información de los movimientos de las fuerzas cardassianas. Y buenos amigos
míos murieron haciendo esa misma tarea. Y desde hace más de siete años
participo en ese complicado juego de espejos que ha estado haciendo Lepira
espiando al Imperio. De cuya llegada le fue anunciada a mi familia por los
Profetas hace siglos. He traído conmigo los documentos que fueron escritos hace
trescientos años para acreditar su antigüedad. Por otro lado tengo entendido
hay tres seres: un betazoide, una vulcana y un iktotchi de la Alianza Rebelde
que indican que Lepira no miente…
– Y ahora un gobierno de un planeta
aliado de la Federación está
indicándome que Lepira está bajo su protección, y no solo eso, que además acaban
de nombrarle miembro de la inteligencia bajorana. Ese hombre no puede pedir más
credenciales, porque no existen – intervino de nuevo Toddman escéptico –. Mi
trabajo es decidir qué hacemos con Lepira. Y la decisión no es fácil. Tantas
evaluaciones positivas nunca vaticinan nada bueno. Le garantizo que
estudiaremos esos documentos antiguos concienzudamente, ya que por ahora solo
contábamos con eso para saber si lo que dicen es cierto o no. Ese ha de ser
nuestro primer paso para evaluar su importancia como agente y su veracidad,
incluyendo claro está dota la información que tengan acumulada.
» Primer ministro Shakaar, soy un
militar de carrera y seguramente usted es uno de los pocos políticos de los que
podría fiarme de su criterio en un tema como este. Sabe lo que es una guerra,
usted es un héroe de la resistencia contra los cardassianos, por eso no puede
pedirnos que aceptemos a Lepira con los ojos cerrados.
– Es lo que estoy haciendo precisamente
– contestó Shakaar midiendo sus palabras, desplegando el carisma que le había
hecho convertir de un simple granjero en uno de los líderes más respetados de
la resistencia y desde hacía varios años el gobierno de su planeta.
» Cuando hace unos días Lepira dijo
que había sido tocado por los Profetas no le creí. Desde entonces hemos
colaborado en todas las peticiones que nos han hecho para verificar su historia
e incluso he visto varios de los interrogatorios a los que le han sometido
desde que habló con el Emisario. Y aun así, no le creí, ya que su existencia
era un regalo demasiado bueno para ser cierto. Pero hoy la vedek Alhana me ha
mostrado pruebas de hechos que solo los Profetas pueden saber. Por eso ahora sí
quiero proteger a Lepira, porque ahora sí estoy convencido de que alguien
tocado por los Profetas.
– Apartando las cuestiones
religiosas, tantos ustedes como yo sabemos que no podemos desaprovecharle –
intervino entonces Troi con voz tranquila. Había escuchado a ambas partes y
sabía que la conversación estaba estancada. Shakaar defendería su postura con
la convección de su fe en los Profetas, mientras Ross y Toddman, dos oficiales
profesionales escépticos por formación y carácter, no se dejarían convencer de que
Lepira era realmente un aliado.
Había estado escuchando las
diferentes posturas y sondeado la mente a los presentes. Shakaar decía la
verdad cuando dijo que no creía en Lepira hasta su encuentro con Alhana, aunque
ahora hubiera ido hasta el mismísimo infierno para ayudar al agente del ubictorado. Mientras que Nerys sentía
una confianza igual de poderosa, una certeza arropada por su fuerte fe en los
Profetas. Y luego estaba la vedek Alhana, por la que podía notar los profundos
sentimientos de amor sincero que albergaba por Lepira y que este hacía tiempo
que había cambiado la oscuridad por la luz en su luchaba contra el Imperio.
Pero también podía sentir un gran temor que escondía en su interior: que no
creyeran el motivo por el que había seguido viviendo en los oscuros días de la ocupación
cardassiana: custodiar y ayudar a que se cumplieran las profecías de su
antepasado. Sus recuerdos se remontaban a cuando era apenas una adolescente,
cuando su padre le había hablado de los textos, podía sentir con claridad el
amor de su progenitor en un mundo rodeados de desesperación. Aunque si se
internaba en su mente podía notar un temor mucho mayor, solo igualado por el
gran amor que sentía por su hacía los Profetas. Era un temor que no podía
alcanzarlo, aunque notaba que estaban relacionado con los textos escritos
trescientos años antes. Solo lograba notar un gran miedo que sentía, pero no
podía ver qué era lo que le daba tanto pavor. Era como si alguien poderoso
hubiera puesto un velo sobre aquello para que no fuera descubierto. Pero
también notaba que era un poder benévolo e intuía que solo podían proceder de
los Profetas. Y eso fue lo que la convenció.
» Pero la verdad es que la
información que nos ofrecen ustedes tiene un valor incalculable y lo primero
que debemos hacer es concentrar nuestros esfuerzos para confirmar su fiabilidad
– indicó preparando el terreno para que los dos oficiales de la Flota
recibieran su próxima orden como su comandante supremo. Sabía que hacer algo
así, basándose únicamente en su intuición y en lo que había leído en la mente
de Alhana, era peligroso, pero también era cierto que su instinto nunca la
había engañado cuando se trataba de una negociación diplomática como aquella.
» Por eso creo que si Lepira ha de
trabajar para nosotros como oficial bajorano, que así sea. Confío plenamente en
el criterio del presidente Shakaar y sobre todo la de Kira Nerys, a la que
conozco personalmente desde hace tiempo – prosiguió acentuando el nombre propio
de esta, sin usar su rango, ni posición, declarando que era una amiga y no una
oficial de un planeta aliado. Le gustó que esta se sorprendiera, pero en
realidad la conocía mejor de lo que la coronel creía ya que Odo le había
hablado mucho como era ella –. Aun así me gustaría que toda la información que
nos facilite sea revisada concienzudamente con un grupo especial. Tanto la
presente, como la futura, de manera que podamos evaluar su veracidad – finalizó
para complacer los reparos que tenían Ross y Toddman.
– Si así lo ordena Presidenta –
replicó Toddman nada convencido.
– En todo caso, si fuera un engaño,
podríamos minimizar los daños o incluso usarlo contra el Imperio – comentó Ross
conciliador, que sabía por el almirante Paris, que una vez la presidenta Lwaxana Troi había llegado a una decisión,
nadie, ni mucho menos ellos, podían cambiarla.
– Como descubrirán, Lepira daría su
vida por defendernos del Imperio – concluyó Alhana.
– No dudo de su sinceridad, vedek
Alhana – respondió Troi con una amplia sonrisa conciliadora –. Por eso mismo
daremos a Lepira el beneficio de la duda.
– Si hemos de crear un grupo de
trabajo, necesitaremos un enlace bajorano, así como otro de la Alianza Rebelde,
si le parece bien Presidenta – anunció Toddman.
– Me parece bien – replicó Troi
esgrimiendo una sonrisa de complacencia. Le gustaba como había sonado su cargo
en labios de Toddman.
– Yo ya tengo a la persona adecuada
para ello – contestó Shakaar mirando hacia Kira.
– Entonces empezaremos a trabajar
hoy mismo.
FGN-34748
El
sistema estaba alejado de cualquier ruta comercial existente y el único planeta
capaz de albergar vida era el segundo, aun así la temperatura media se cercana
a los cincuenta grados centígrados. Dos milenios antes había florecido una
civilización reptiloide que se había extinguido tras una gran pandemia vírica
provocada por un patógeno llegado de polizón en una pequeño asteroide. Esa
había sido la conclusión a la que había llegado la tripulación del USS Constitution
que había realizado un estudio un siglo atrás arqueológico rutinario, siendo
aquel la única visita registrada al planeta. Aun así el capitán Amasov no había escogido la órbita del segundo planeta,
sino el tercero, una pequeña roca en el espacio sin atmósfera, para instalar su
célula de la resistencia, a la que había bautizado como Botany Bay.
Mientras
la Flota se enfrentaba a la invasión del Imperio la Endeavor, junto el Archer
y al Peterson
habían recibido la orden de dirigirse al sectorMutara. Allí se habían encontrado con el almirante Paris quien les había informado de la naturaleza de su
nueva misión dentro del Operativo Omega. Poco después se habían encontrado con
otros supervivientes, como el White Wolf o la Trial y la Hauch, y un tiempo después se les
habían transferido varias naves del grupo Laredo para engrosar sus filas,
sumando en aquel momento casi una veintena de naves. Para proporcionar apoyo
logístico habían construido una estación orbital prefabricada tipo Regula
traída desde uno de los almacenes secretos originales del Operativo Omega. Allí
podían hacer reparaciones
y centralizar los abastecimientos necesarios para mantener las naves de aquella
célula de resistencia operativa, así como ser el centro de mando y del grupo de
inteligencia asignado por el almirante Toddman.
Las
acciones del grupo Botany Bay se
habían concentrado en incursiones relámpago en territorio controlado por el
enemigo. Sus objetivos habían sido convoyes que se dirigían hacia sectores más
centrales de la galaxia y varias guarniciones menores. De esa manera podían
observar la reacción imperial y de paso desviar algunas de sus fuerzas a
aquellos lugares alejados del corazón de la Federación. También realizaban misiones de espionaje a cargo del
coronel Skar que había recopilado importante informes sobre la tecnología
enemiga y empezaban a formar y organizar diferentes células de resistencia en
los planetas y colonias cercanas.
Depresión Bassen
Por la inercia de la costumbre la Enterprise-E salió del hiperespacio en el
borde de la Zona Neutral Romulana,
allí activaron el sistema de ocultación y se internaron hacia región compuesta
por distorsiones electromagnéticas.
– Hemos llegado, señor – informó la
timonel Prim. En la pantalla se
extendía extrañas formas verdes, como nubes de algodón suspendidas en el
espacio.
– Es la hora y el lugar – comentó
Riker, no sin cierto tono de preocupación en su tono de voz. Era demasiado
tiempo teniendo a los romulanos como sus antagonistas, desde la guerra contra la Tierra y la creación de
la Zona Neutral que se alzada como un amenazador muro entre ambas
civilizaciones. Y sus anteriores encuentros, siempre habían estado envueltos en
las amenazas y provocaciones, como la invasión desvelada por el almirante Jarod en Nelvana III, o el ataque abortado de Vulcano orquestada por la intrigante Sela y el Tal’Shiar. El
lavado de cerebro que le habían hecho a LaForge en Krios Prime o la tensión durante la interposición entre estos y los
klingons en la guerra civil de
estos. Siempre que los romulanos andaban cerca, los problemas y las tensiones
les seguían. Y Riker sabía que aquel encuentro no iba a ser muy diferente.
– Desactiven el sistema de
ocultación – ordenó Picard.
Segundos después la Enterprise se desprendió del manto de
invisibilidad. Y no tardaron mucho en que alrededor de la nave estelar se
aparecieran otras cinco naves romulanas. Identificaron el Devoras, el Goraxus
y el Rhliailu,
este último bajo el mando del viejo amigo el almirante Mendak, todas ellas conocidas por haber realizado
operaciones del Tal’shiar. Las dos últimas era dos nuevos y esbeltos pájaros de
guerra del tipo Valdore: el Valdore y el Soterus.
– Nos saludan – informó Daniels desde su posición táctica. Le
habían ordenado no activar ni los escudos, ni las armas. Pero no que no tuviera
los sistemas listos. Había escaneado la posición de los pájaros romulanos y si
tenía que abrir fuego las coordenadas para los torpedos ya están introducidas
en la computadora de tiro.
– En pantalla – ordenó Picard
poniéndose en pie. Frente suyo apareció una joven comandante romulana.
– Soy la comandante Donatra del Valdore.
Capitán Picard, sea bien venido al Imperio Romulano.
– Es un placer, comandante Donatra.
– Esta noche hemos preparado
una recepción a bordo de mi nave con el Comité Continuo y los representantes del Senado.
Sus oficiales también están invitados – prosiguió la romulana –. Mañana
empezarán las negociaciones.
Atgot
Prime
Justo
antes de la evacuación de la Base Laredo el almirante Ross
ascendió a Peter Harzel al grado de contraalmirante
con efecto permanente, lo que a este le pareció una compensación por haber
separado las estructuras de lo que una vez habían sido uno de los complejos de
construcción naval más modernos de la Federación. Cada una de ellas recibió el
mando de un oficial similar y fueron enviadas a diferentes lugares. Todas ellas
estaban escoltadas por dos o tres naves estelares y contaban con un grupo de
apoyo de cargueros y transportes. Aunque la misión básica de los diques secos iba a ser reparar las
naves dañadas, uno de estos, comandado por el almirante Orfil Quinteros, liberado del campo de prisioneros de Markore
VI, se le asignó la tarea de investigar la tecnología armamentística del Imperio. Mientras que al que se
encontraba bajo el mando de Harzel continuó encargado del estudio y el
desarrollo de la tecnología de hiperespacio
a las naves estelares, encabezado por la ingeniera Leah Brahms. Tras enviar las instrucciones de cómo adaptar las
naves estelares a la nueva tecnología, ahora se ocupaban de evaluar su
rendimiento, así como otros aspectos del viaje por el hiperespacio como hacerlo
más seguro, tanto por los sistemas de proximidad, como perfeccionando rutas a
través de las cartas estelares. Otro de los diques iba a empezar a construir
cazas de la clase Peregrine y naves Scout, que servirían para los planes
de batalla que se estaban elaborando, centrados en la guerra de guerrillas:
golpear y desaparecer.
El
lugar escogido para esconder el dique de Harzel y su grupo fue un mundo asolado
por tormentas eléctricas. Si alguien buscaba aquel nombre en los bancos de
datos de la Federación hubieran encontrado 230.312 referencias. Ninguna de
ellas correspondía a aquel planeta. Ya que aquel nombre se había perdido en los
albores del tiempo, entre la bruma de una guerra ya lejana entre los promellianos
y los menthars un milenio antes.
Atgot Prime había sido un puesto avanzado promelliano destruido en aquella
lucha que llegó a la extinción de ambas razas. Ahora el lugar aparecía en las
cartas estelares como Sigma Alpha Prior, un lugar remoto y sin colonizar.
En
aquel momento el trabajo se centraba en reparar al USS Zhukov, que había
defendido Peliar Zel durante la
invasión del Imperio, quedando aislada con varias naves más, hasta que habían
sido localizadas más allá de la frontera de la Federación. Ahora estas estaban
siendo reparadas de los daños sufridos y serían equipadas con la tecnología de
hiperespacio. Aun así para algunos de los miembros del grupo Atgot Prime aun
habían encontrado tiempo para explorar las ruinas del puesto promelliano.
– ¿Ya has regresado del
planeta? – le preguntó Harzel a su amigo DeValois.
– Sí – respondió este
tirándose al sofá, tenía el rostro cansado y las ropas llenas de polvo. La
superficie del planeta había visto días mucho mejores, ahora era un páramo
azotado por tormentas de arena acompañadas de infinidad de relámpagos, donde
pocas animales podían sobrevivir.
– ¿Y has encontrado muchos
restos arqueológicos? – prosiguió preguntando Harzel sin levantar la vista del
ordenador.
– La civilización
promelliana era muy interesante. Y muy paranoica, hemos desactivado otra trampa
explosiva en los túneles – explicó el francés alargando la mano y cogiendo un padd que había sobre el sofá. Leyó el
encabezado y sonrió –. Este hombre es muy insistente.
– ¿Quién? – preguntó por fin
a su amigo alzando la vista –. ¿Barclay?
Es muy buen ingeniero.
– Eso jamás lo pondré en
duda. Pero es un poco obsesivo, ¿no?
– Bastante. Pero
controlable. Le das un problema y se olvida del resto – indicó Harzel cerrando
el ordenador con el último informe sobre los progresos de reparación del Zhukov –. Le pedí a la doctora Brahms
que le diera algo complicado y esta le pidió que buscara la manera de reducir
el coste de la energía que consumen los relés de intercambio de los multiplicadores de hiperespacio. Eso ha
hecho volver a contener su imaginación.
» ¿Vamos a cenar? – preguntó
levantándose de detrás de la mesa –. Esta noche Laura ha preparado brochetas de
queso de oveja tellarite.
– Antes iré a cambiarme.
Espérame quince minutos – respondió DeValois dejando el padd de Barclay allí
donde lo había encontrado. El título de memorándum era: Misión de rescate para la USS Voyager.
Deep Space Nine
Un
pequeño carguero bajorano se acopló
a una de los muelles de embarque del anillo exterior. Procedía de Dreon VII y su destino final era Bajor, recalando en la estación solo
para para cargar sus depósitos de combustible.
Tras
cumplimentar los trámites administrativos uno de los tripulantes descendió con
la excusa de comprar algunos suministros médicos. Sus papeles estaban en regla
y no tuvo problemas en pasar por la aduana. Al llegar a la promenade, se dirigió
directamente a la oficina de Hazar-Zepelin
Corporation.
Cuando
Lepira entró en sus oficinas los hombres de su operativo se quedaron
estupefactos: les saludó como si nada hubiera sucedido, se metió en su despacho
y activó su comunicador.
– Póngame con el general Eckener –
segundos después el rostro de su oficial superior apareció en la ovalada pantalla
de tecnología cardassiana.
– Lepira, ¿dónde se encuentra? Le
hemos estado buscando.
– Acabo de regresar a Bajor, he
estado en una de las bases de la resistencia.
– Diríjase inmediatamente a
la Tierra... No, yo iré a Deep Space Nine.
Valdore
La oficialidad de la Enterprise se materializó a bordo de la
nave romulana, donde les esperaba su comandante para llevarles a la sala donde
iban a cenar con el gobierno de Romulus. Donatra
era una mujer joven cuya mirada, verde claro, reflejaba inteligencia y
determinación, que les recibió con cordialidad. Junto a Picard, estaba Riker,
Troi y la doctora Crusher, mientras que Data se había
quedado con el mando de la nave estelar, junto a Geordi que había declinado
visitar otra vez una nave romulana. También les acompañaba el anciano embajador Engon, que llevaba un elegante traje de seda tholiana, cuyos pliegues reflejaban suavemente la luz a cada
uno de sus movimientos. Era un ktariano de la subespecie con dos placas craneales frontales y no los
pinchos de la otra parte de su raza, con el pelo cano tenía una apariencia algo
frágil, pero su mirada era vivaz y no perdía detalle. Durante el viaje había
mantenido charlas con la mayoría de la oficialidad y no había dudado en pedir
disculpas por el intento de apoderarse de la Enterprise-D por una facción de su pueblo, pero eso solo había sido
la excusa para interrogarles sobre lo que pensaban de los romulanos y de las
negociaciones.
– Una nave magnífica, comandante –
le halagó Picard a Donatra en el pasillo.
– Gracias capitán Picard. El Valdore
es mucha más maniobrable que los D’deridex y más rápida. Me hubiera
gustado verla como se enfrentaba con su Enterprise
– indicó con una sonrisa misteriosa al llegar a su destino.
Esta era una gran sala situada en la
parte trasera de la proa de la nave, a través de cuyos ventanales podía
apreciarse la estructura de las alas del esbelto pájaro de guerra. Estaba
decorada con un gran relieve con el símbolo del Imperio, el ave de presa con
sus alas desplegadas y con los planetas agarrados por las garras de sus patas,
con los estandartes de Romulus y de
la Federación colgados a cada lado. Nada
más cruzar el umbral los senadores, que estaban hablando en diferentes
corrillos, cesaron sus conversaciones y se centraron en los recién llegados. El
primero en acercarse fue el pretor Neral,
que les saludó como si en su último encuentro no hubiera querido matar a Picard
mientras pretendía invadir Vulcano. Aunque
ya no era el atractivo joven y enérgico de antaño, ahora ya era un político
avezado, un implacable luchador que había sobrevivido a varios intentos de
golpes contra él, alguien que rara ver permitía que nada se interpusiera en su
camino, que había llegado a lo más alto de Imperio al dirigir el Comité Continuo. Se le veía más cansado
y envejecido, muy posiblemente por culpa de la invasión que el Imperio había
sufrido. A su lado estaba la otra cabeza visible del Imperio: el líder y
presidente del Senado y pretor Hiren. Las diferencias políticas y las
luchas de poder entre las diferentes facciones habían generado que las
decisiones del gobierno se dividieran entre el Comité Continuo, formado por
algunos senadores y otros líderes y las del Senado. Hiren tenía una presencia elegante,
altiva y seguro de sí mismo como debía de ser un avezado político con gran
experiencia militar. A su lado se encontraba su esposa, la atractiva comandante
T’Shara, que había defendido el sector Celesian del ataque imperial.
Otros de los políticos presentes que
les presentaron fueron Letant un
brillante y en ascenso senador, antiguo militar que había dirigido las fuerzas
romulanas en la primera batalla de Chin’toka y que era el presidente del Consejo de Planes de Guerra, y que había
sustituido al fallecido Vreenak como
uno de los consejeros de confianza de Neral. La senadora Tal’Aura, miembro también del Comité Continuo y que llevaba una
serie de dibujados simétricos en su frente y alrededor de sus ojos y se la veía
afligida, a lo que Engon explicó que eran tatuajes funerarios, rara vez vistos
por extranjeros y que posiblemente fuera por la muerte de algún ser cercano y
querido, posiblemente sus hijos. También estaba el astuto y agresivo negociador
Sabrun, el conservador Drujik, el joven Chulan, recién nombrado para su cargo antes del ataque imperial, la
veterana Kamemor, o el
desprestigiado Varyet, conocido por
su progresista visión en defensa de las razas oprimidas dentro del imperio. También
estaban los comandantes de las naves allí reunidas, como Suran del Soterus, el otro pájaro de guerra y
varios militares como el almirante Mendak
o el general Tebok, miembros del
estado mayor del senado y del Comité Continuo. El único que no se acercó a los
miembros de la Federación fue Koval,
el jefe del temido Tal’Shiar. Tras
las presentaciones se sentaron.
– Desearía hacer un brindis – dijo
Neral alzando una copa llena del azulado líquido de la cerveza romulana –. Por nuestros aliados: la Federación.
Todos alzaron sus copas y bebieron,
e instantes después los camareros les trajeron la comida, un marisco originario
de las costas de Romulus. La conversación pareció animarse poco a poco entre
los comensales, algunos comentaron los últimos intercambios de tecnología, como
la adaptación de los sistemas de propulsión con la tecnología de hiperespacio,
otros como Engon charlaban con Sabrun, que había
conocido en las anteriores negociaciones, sobre arte gorn. Aunque se podía palpar cierta tensión que había entre los
miembros del Comité Continuo y el Senado, que se diferenciaban por el broche
que llevaban en sus suntuosas ropas unos y un colgante los otros.
– Si me permite indicarle algo
capitán – dijo en un momento determinado Neral, sentado frente a Picard –. Nos
sorprendió que la Flota tuviera un operativo como el Omega. Sinceramente la
idea me parece romulana, más que de la Federación.
– Lo tomaré como un cumplido –
respondió Picard.
– Lo es, se lo aseguro – afirmó Neral
satisfecho de sí mismo –. Como creo que su Flota podría beneficiarse de la
experiencia de nuestro Tal’Shiar en operaciones de infiltración, para no solo
organizar células de naves para atacar a convoyes de suministros e
instalaciones imperiales. La infiltración es todo un arte que se ha practicar
para llegar a la perfección.
– La cooperación nos beneficiará a
todos – intervino Engon.
– Ahora cuénteme más cosas sobre esa
Alianza Rebelde – prosiguió preguntando
Neral –. ¿Qué opina de ellos? Nuestros informes proceden solamente de los
prisioneros imperiales. ¿Son realmente un grupo de piratas y terroristas?
– Nunca los vería de esa manera –
respondió Picard sabiendo que aquella aseveración era directamente una mentira,
ya que Galathon y otros oficiales e
ingenieros romulanos habían estado en contacto con los rebeldes en la base
Laredo. Y conociéndoles, estaba seguro que habían redactado informes sobre la
Alianza Rebelde.
» Primero han acabado con el
Emperador Palpatine y representan la oposición política y organizada al Imperio
en su galaxia. Y por otro lado la estructura que nos hemos encontrado es más
bien la de una armada regular, disciplinada, entrenada y muy motivada.
– ¿Y creen que la alianza con ellos será
beneficiosa para acabar con nuestros enemigos? – prosiguió entonces Hiren.
– Más bien diría que sí – intervino Engon
–. La unión hace la fuerza. Y tras la muerte de Palpatine, todos los indicios nos dar a entender que la estructura
del gobierno de nuestro enemigo se desmoronará. Entonces la Alianza Rebelde
representará la alternativa para gobernar su galaxia y restaurar la República allí donde se alzaba la
tiranía del Emperador. Como se les informó, una delegación diplomática de la
Federación ha ido a su galaxia para entrevistarse con sus líderes. Estoy
convencido que la reunión será favorable para todos nosotros.
– Un discurso interesante, embajador Engon,
sobre todo de alguien que no pertenece a la Federación – replicó Neral.
– Ktaria hace décadas que es aliada
de la Federación y aunque no niego ciertas desavenencias, hace pocos meses
presentamos una solicitud formal para ingresar en ella. Eso demuestra nuestro
compromiso con su causa y nuestro total apoyo.
Queen of Varykino
– No sé su localización exacta, pero
está situada en una luna de un gigante gaseoso, no lejos de una nebulosa rojiza
– explicó Lepira a su superior.
Al salir del hiperespacio Eckener
había evitado la estación y había dirigido su yate cromado privado hasta la órbita de Bajor, donde se había encontrado con su subordinado, para no
despertar sospechas ante su presencia.
– Eso no nos indica mucho –
respondió pensativo Eckener. Acababa de escuchar la historia, un tanto
fantástica, de su subordinado de cómo había encontrado la base de la
resistencia.
– Hay algo más.
– Dime.
– Zahn está con ellos.
Eckener se quedó en silencio… su
antiguo amigo, el traidor, en los Nuevos Territorios y trabajando junto a la Federación. Aunque tampoco le
extrañaba, el traslado de los ejércitos y las flotas desde su galaxia no podría
pasar desapercibida a la Rebelión
por mucho tiempo. Ya habían detectado diversos intentos de infiltración que se
habían logrado neutralizar durante los años de preparación. Por otro lado el
secreto en su galaxia poco a poco se iría disipando una vez iniciado el
traslado masivo de las familias de las fuerzas desplazadas hasta allí, las
empresas, los contratistas privados y los colonos. Lo sorprendente era que la
Rebelión hubiera enviado a Zahn hasta allí, el antiguo miembro de la
contrainteligencia del ubictorado en
Eriadu. En su lugar, él le hubiera
ejecutado nada más rescatarle, solo por la posibilidad que fuera un agente
durmiente. Y si no lo hubiera hecho, no daría más responsabilidad que ser un
técnico en una remota estación de seguimiento. Y tras la sorpresa inicial, se
le dibujó de nuevo una sonrisa en su rostro: en el fondo se alegró de que
estuviera vivo, era como si el terceto de Tarkin
estuviera de nuevo unido entre las mismas estrellas.
– ¿Estás seguro? – preguntó al fin.
– Me apuntó con su blaster S-5 de Naboo.
– ¿Y estas aquí, libre? – preguntó
sorprendido. Aquella arma era la preferida de Zahn, siempre llevaba una y era lógico que en la rebelión hubiera conseguido otra pistola de aquel modelo.
– Les conté una historia
rocambolesca y ahora creen que trabajo para ellos.
Eckener miró a Lepira atónito. No
entendía nada y aunque conocía bien las argucias del corelliano y su buena fama de jugador, no podía creer algo así. La
Flota Estelar no era estúpida y mucho menos Zahn. Lo primero que debía hacer
era avisar a Daran y contarle aquellas novedades.
Se giró hacia Lepira, que como
siempre estaba tranquilo, seguro de sí mismo.
– Debemos investigar a fondo tu
historia – le dijo sin creer lo que le había dicho Lepira.
– Lo comprendo perfectamente.
Continuará…
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