Laredo
Tercera parte.
USS
Enterprise-E
Los colores verdes, naranjas,
amarillos y rojos de la nebulosa Mérope,
que se extendía junto al cúmulo Pléyades,
ocupaban la mayor parte de la pantalla. Aquella nebulosa de reflexión difusa de
gas ionizado y polvo interestelar abarcaba parte del sector y en su interior se
escondían diversas estrellas, como la que llevaba su nombre y algunas aun en
formación. Pero aquel no era el lugar a donde las cuatro naves estelares se
dirigían y pronto apareció en la pantalla un pequeño punto brillante y poco
después los primeros planetas que orbitaban alrededor de aquella estrella. El
quinto era un gigante gaseoso de un rojo-anaranjado y junto a este, mucho más
pequeño una luna azul verdoso colgaba por debajo de él, sujeta por la mano
invisible de la gravedad.
–
Haga un escáner completo de la luna comandante Data – ordenó Picard –. Y
localice el mejor lugar para un emplazamiento en la superficie.
–
Sí señor – replicó el androide mientras la Enterprise
se colocaba en órbita, junto a sus tres compañeras estelares.
Data
accedió a los controles de los sensores y realizó un reconocimiento del
planeta. Tenía una masa algo inferior a la de la Tierra, su atmósfera era rica
en oxígeno y nitrógeno, con importantes masas de agua, muy influenciadas por la
gravedad de la gigante gaseosa que acompañaba. La vegetación era abundante y
había muchas formas de vida animales, sobre todo en los mares, así como anfibia
en las grandes zonas costeras batidas por las importantes mareas generadas por
el planeta alrededor del que giraba y en el interior de los continentes.
También buscó construcciones artificiales y solo halló la mina del tellarite.
–
He localizado una zona templada en el interior de uno de los continentes. Es un
lugar con agua y vegetación abundante – informó el androide poco después –. No
lejos detecto las estructuras de la antigua mina de retitium en un avanzado
estado de abandono. No hay indicios de toxinas o bacteria dañinas en el aire.
–
Bien número uno, creo que le toca inspeccionar el terreno – le dijo a Riker.
–
Data, teniente Daniels – les llamó para hacer el equipo de misión –. Doctora
Crusher, ¿puede dirigirse a la sala de transporte?
–
Ahora voy – respondió esta por el
comunicador con su cantarina voz.
El
equipo iba formado por otros dos miembros de seguridad, poco después se
materializaron en un hermoso valle. A su derecha se extendían unas onduladas
colinas cubiertas por un bosque no muy frondoso, mientras que un río cruzaba
por su derecha. A lo lejos podían ver unas montañas con sus picos nevados y a
su espalda se alzaban unos cerros poco pronunciados. Y encima de sus cabezas
podían ver la gigantesca bola roja del planeta gaseoso. Tanto Data como Crusher
sacaron sus tricorders y empezaron a
rastrear la zona.
–
¿Dónde ha dicho que estaba la mina, Data? – preguntó Riker.
–
Detrás de aquella colina – dijo este señalando a la espalda –. A unos pocos
kilómetros de distancia.
En
ese momento un grito les puso todos en alerta y sus miradas empezaron a
observar nerviosas a su alrededor. Crusher guio su tricorder hacia el bosque y
poco después un gran pájaro salió de entre las copas de los árboles y emprendió
el vuelo.
–
Se parece a un dinosaurio – dijo Daniels.
–
Es un reptil – indicó Crusher –. Pero no es un dinosario…
Entonces
otro equipo de misión apareció a pocos metros de ellos. Estaba formado por dos
humanos, una vulcana y un saurian. El de mayor graduación se acercó.
–
Soy el comandante Lumière, del Gandhi… – dijo acercándose, aunque
se detuvo al reconocer a Riker –. ¿Usted es William, verdad?
–
Así es – replicó Riker, imaginando que la comandante conocía a su duplicado Thomas, creado por un
accidente del transportador en Nervala IV, que había estado destinado en la Gandhi
antes de desertar de la Flota y unirse al Maquis
para luchar contra los cardassianos
hacía varios años –. De la Enterprise.
–
Es un placer conocerle – replicó este esgrimiendo una sonrisa y los dos grupos
se presentaron –. Tenemos órdenes de empezar a construir el campamento.
Enseguida empezarán a transportar los edificios prefabricados y el equipo
pesado.
Terra Nova
La primera colonia extrasolar de la Tierra había sido creada en el
2087, pero el infortunio hizo que los colonos perdieran el contacto con su
metrópolis durante cerca de un siglo, hasta la llegada del capitán Archer en el 2151. En el siglo XXIV la
colonia no estaba muy poblada y la mayoría de los supervivientes de la Conestoga
vivían en Logan City, la capital del planeta, donde también se encontraba el
emplazamiento de la Base Estelar 38.
El Oráculo salió del hiperespacio lo más cerca que pudo del pozo
gravitacional del planeta e inmediatamente después de ponerse en órbita ordenó
su rendición y obediencia al Imperio. Aceptaron. Se había pactado con los
colonos novanos que la base de
abastecimiento de la Flota Estelar no ofrecería resistencia para no provocar la
represión sobre la población civil. Al igual que había sucedido en Gagarin IV el destacamento de stormtrooper se desplegaron en las instalaciones federales y en los edificios
gubernamentales de la colonia, tomando a dirigentes y oficiales como
prisioneros.
Esa misma noche se ejecutaron a los
dirigentes políticos, así como a un centenar de civiles, todos ellos personas
influyentes en Terra Nova. Los oficiales de la Flota serían trasladados a los
campos de prisioneros repartidos por los Nuevos Territorios.
Pocos días después llegó una nave
del Cuerpo de Ingenieros empezó a construir junto a los edificios de la Base
Estelar una guarnición estándar. En
pocas semanas se erigiría una fortaleza digna del mismísimo conde Dracul, con
muros de 10 metros de grosor y torretas turboláser, así como un perímetro rodeado de una valla de alto voltaje y
torres de observación. Cuando estuviera acabada albergaría tres mil hombres,
entre los cuales habría 800 stormtrooper con sus respectivos
andadores y vehículos repulsores.
Pero
aquella fortaleza de opresión no sería la única construcción imperial que se
alzarían en el planeta. Terra Nova había sido escogido minuciosamente debido a
factores ambientales, entre ellos la salinidad del agua o la compatibilidad
genética de la fauna autóctona, muy similares a las que se podían encontrar en Kamino.
Así
a varias millas en el interior del océano se empezaron a alzar los primeros
pilares de una réplica a escala de una ciudadkaminiana, donde se instalaría el complejo de clonación imperial.
Estación Júpiter, sistema Solar
Lepira entró en la sala de
reuniones donde se iba a celebrar una conferencia al más alto nivel con todos
los jefes de los diferentes departamentos del ubictorado que trabajaban en el Operativo Agujero Negro: Análisis, InterCrip, Interrogatorios, Tec, Ops,
DiploSer, ConInt y los diferentes responsables de las redes de espionaje. Era
inusual que todos los oficiales asistieran a una reunión a la vez, pero
imaginaba que Eckener quería celebrar de alguna manera la victoria que sin
ellos hubiera sido imposible de lograr. Les conocía bien a todos, algunos eran
antiguos colaboradores de la oficina de Eriadu,
y el resto se había incorporado poco a poco al operativo, todos cuidadosamente
elegidos por el responsable de este, el general Eckener y por el gran moff
Daran, y no todos los enviados desde Coruscant
habían pasado su selección
Análisis
era el corazón del operativo, por sus manos había pasado todos los datos
recogidos y se habían encargado de establecer informes de las relaciones políticas,
económicas y sociales de los Nuevos Territorios, para diseñar el cómo, cuándo y
dónde, de la invasión. Para ello tenía un grupo de investigadores que habían
redactado los memorándums de actuación, sugiriendo las tácticas más adecuadas,
los puntos débiles y fuertes del enemigo, el personal que debía ser
neutralizado y cualquier otra cosa que tuviera interés para la operación. Luego
estaba InterCrip: Interceptación & Criptografía que se dedicaba a
descodificar las comunicaciones de las diferentes razas y potencias. Para ello
contaba con varias naves especialmente preparadas para captar las transmisiones
subespaciales enemigas, así como numerosos robots sonda situados cerca de
sistemas estratégicos de ambos cuadrantes. Conocido como Tec era el departamento especializado en la evaluación de la
diferente tecnología de aquella galaxia. Tanto en el beneficio que podía
aportar a las fuerzas imperiales, como la forma de adaptarlas y contrarrestar
sus efectos. Adaptando muchos de aquellos nuevos sistemas a las naves propias,
modificando diversas fragatas que en aquellos años se habían dedicado a
capturar diversas naves de los Nuevos Territorios, gracias a las cuales se
habían podido averiguar muchas cosas, además de obtener un buen número de
prisioneros con los que completar los datos. Enseñando al resto de miembros del
ubictorado como utilizar y aplicar esta para poder pasar completamente
desapercibidos.
Otro
gran departamento era Operaciones. Lo primero que hizo fue instalar en un
remoto sistema de la Vía Láctea una base, cabeza de puente de la invasión.
Desde este puesto avanzado se habían realizado numerosas incursiones para
capturar naves y personal indígena a los que estudiar e interrogar. Gracias a
los informes de las diferentes redes, una nave de Operaciones saltaba al
hiperespecio, la interceptaba y regresaba con la captura. De esa manera se
habían estudiado naves federales, klingons, romulanas, cardassianas, gorns y de
decenas de otras razas. La información que contenían sus bancos de datos era
estudiada concienzudamente, sobre todo en lo referido a los mapas estelares y
datos cartográficos, los cuales serían introducidos en las computadoras de
navegación de todas las naves imperiales y así realizar los saltos de
hiperespacio con seguridad. Dentro de Ops había otras subdivisiones, como
Desestabilización, que había participado entre otras acciones en la caída del
gobierno militar cardassiano en el 2371. O Infiltración, que también había
trabajado estrechamente con las diferentes redes extendidas en todos los Nuevos
Territorios. Precisamente dentro de Ops estaban encuadradas las redes de inteligencia para
cada uno de los sectores en los que se habían dividido la Vía Láctea conocida.
Su misión no había acabado, ni mucho menos.
Tras recabar la información necesaria para la victoriosa invasión ahora tenían
la tarea de vigilar cualquier movimiento resistente en los territorios
ocupados. Por eso mismo y exceptuando el caso del legado Broca en Cardassia, casi ninguno de los agentes indígenas había
sido avisado de su verdadero amo.
Otro
departamento era Interrogatorios cuyo trabajo quedaba claro con su nombre.
Además, tenía bajo su control a todos los prisioneros que las fuerzas
imperiales habían capturado. Habían construido diversos campos donde los
cautivos serían interrogados y clasificados por sus conocimientos o para su
utilización posterior como mano de obra esclava y en algunos casos como
rehenes. Tal y como ya habían hecho durante los últimos años y era de estos de
donde se había extraído mucha información. Gracias a las drogas y a las
torturas, oficiales de las diferentes potencias habían acabado dando todo tipo
de revelaciones, en algunos casos ultrasecretas de sus compañeros y gobiernos.
Algunos habían sido reeducados y se habían utilizado para enseñar el funcionamiento
de la tecnología o redactando informes de la situación política o exobiología,
muy interesantes para Análisis.
DiploSer
o el departamento de Servicios Diplomáticos, podía parecer el menos peligroso
de todos, pero era uno de los más importantes para el futuro cercano. Este
aportaba el personal que debía ser incorporado en todas las guarniciones
planetarias y en las misiones comerciales que el Imperio realizara tras la
invasión. Todos ellos habían sido bien adiestrados con el conocimiento cultural,
social, político, tecnológico, exobiológico y todo aquello que habían acumulado
los diferentes departamentos mencionados, para asesorar a los gobernadores
planetarios y a los moffs de los mundos conquistados. Serían los ojos y los
oídos del ubictorado tras la ocupación y debía informar de todas sus acciones,
así como la de sus superiores.
El
último y más oscuro departamento de todos era por supuesto Contraespionaje
Interno, ConInt. Su tarea era simple: buscar a los agentes enemigos infiltrados
en el ubictorado o las fuerzas imperiales. ConInt era en realidad un servicio
de inteligencia en miniatura, con sus propias secciones de Análisis,
Operaciones y Servicio de Inteligencia, cuyos agentes estaban en todos los
departamentos y nadie, ni los jefes de estos, conocían su nombre ni número.
Rodeándoles un halo de siniestro misterio. En los años anteriores habían
obtenido diversos éxitos al descubrir y neutralizar varias penetraciones en las
redes de espías indígenas. Una realizada por la Sección 31 de la Federación
y otra por un cambiante. Y en
ninguno de los dos casos se había puesto la invasión en peligro. El jefe del
ConInt, el coronel Nass jamás hablaba en aquellas reuniones aunque siempre
acudía, tan solo observaba tras su gélida mirada al resto de oficiales sin
relacionarse con ellos. Sus informes eran entregados únicamente a Eckener y a
Daran.
Cuando
todos los jefes estuvieron en la sala, hizo su aparición el general Eckener,
que solo empezó a hablar una vez todos se quedaron en silencio.
–
Primero de todo quiero hacerles partícipes de las felicitaciones que el gran
moff Daran me ha expresado por el buen trabajo realizado durante estos últimos
años. Han sido muchos los esfuerzos, no pocos los problemas y hemos sufrido
algunas pérdidas, pero lo hicimos. Y ahora esta galaxia está bajo nuestros pies
y nada puede detenernos. Pero esto no significa que nos podemos distraer, que
podemos bajar la guardia. Precisamente todo lo contrario. Ahora empieza un
nuevo, largo y laborioso camino. Consolidar nuestra conquista para la gloria
del Imperio y del Emperador Palpatine. Hemos de concentrarnos en la posible
resistencia, tanto en el ámbito local, como organizada – un pequeño murmullo se
alzó en la sala y Eckener detuvo su discurso hasta que esta se disipó –. Sé que
esto puede parecer ridículo ya que nuestras fuerzas han vencido a todas y cada
una de las flotas a las que nos hemos enfrentado. En todos los casos gracias a
nuestra información. Pero aun así, no podemos eliminar esta posibilidad. No
olviden que nuestro enemigo juega en casa.
»
Ahora procedan con sus informes.
La
reunión se alargó varias horas mientras todos los responsables de los
diferentes departamentos informaban de la situación en que se encontraban sus
operaciones. Tecnología indicó que ya se había puesto en marcha un plan para
recabar toda la información que tenía la Flota Estelar con respecto a los borg. Una amenaza que nadie podía
desdeñar y en la que los métodos tradicionales del ubictorado eran
impracticables. También estaba evaluando partes de la tecnología que hasta
entonces no habían tenido acceso.
Interrogatorios
dijo que se habían tomado más prisioneros de la Flota Estelar de lo previsto,
que no dejaban de ser una mano de obra especializada y valiosa, por lo que
pronto sus centros de internamiento estarían al doble de su capacidad. Pidiendo
la colaboración de tecnología para el mantenimiento de tal ingente cantidad de
prisioneros, cuyo número no paraba de subir día tras día.
Luego cada uno de los responsables
de las redes de sector informó de lo acontecido en sus áreas de influencia. El
general Torbert que tenía bajo su responsabilidad el sector donde estaba
ubicada la Base Estelar Earhart indicó el número de fuerzas
que se estaban reuniendo allí. Eran datos precisos aportados por un agente que trabajaba en las Instalaciones de Recreo Bonestell,
donde muchos oficiales intentaban relajarse ante la inminente batalla. También
informó que Shanthi había intentado
que los tholianos enviaran naves y
les apoyaran pero estos se habían negado. Quién sí se había unido a esta habían
sido numerosas naves klingons que procedentes de cardassia que no habían
logrado llegar a su imperio antes de su colapso. La fuerza que defendería la
base estelar podía estar compuesta por trescientas naves.
En el Imperio Romulano la
resistencia parecía haber cedido tras los últimos golpes de fuerza en los
sectores cercanos a Achernar y los remanos,
tras el acuerdo que se había llegado con su líder Shinzon, colaboraban activamente con las tareas de limpieza. Eso
había permitido liberar un nada despreciable número de naves y tropas que
habían sido enviadas a territorio klingon. Estos aun luchaban en numerosos puntos, aunque de manera
desorganizada y sin apenas cooperación, de manera que era fácil concentrar los
recursos en cada uno de los focos de resistencia para eliminarlos uno a uno.
Eckener preguntó sobre las estadísticas de las naves destruidas y como Lepira
hacía muchos años que conocía a su superior, supo al instante que la cuestión
no había sido hecha al azar, lo que le hacía deducir que el jefe del ubictorado
empezaba a temer que se hubieran escapado más naves de las que estaban
previstas y que los klingons empezaban a organizando una resistencia más
coherente.
El resto de potencias que por ahora
no habían sido atacadas permanecían expectantes, aunque listas para la lucha.
El último en hablar fue Lepira quien
informó de los movimientos de Broca en cardassia, el cual se había ocupado de
limpiar diversas zonas donde un resistían fuerzas del jem’hadar. Aun así su posición era precaria y diferentes facciones
se habían empezado a moverse en el interior de la milicia, como los que habían
ocupado varios planetas a lo largo de la Zona Desmilitarizada, así como otros que estaban más allá de esta. Para
consolidar su posición necesitaba más ayuda de la prevista, sobre todo para
luchar contra los restos de la resistencia de Damar, pero Lepira creía que mientras apoyaran a Broca podrían
reducir sus fuerzas en sus fronteras y mantener controlados a los breen. Los
cuales se habían retirado a su territorio y se habían reagrupado alrededor de
los planetas más poblados de su confederación.
– Finalmente la resistencia de la
Flota Estelar se ha desvanecido tras la captura del comandante de la 5ª Flota, el almirante Whatley – continuó informando Lepira –. También se
capturó al sucesor de Min Zife en la
presidencia de la Federación un vulcano llamado Lojal, junto a diversos representantes planetarios. Los dos estaban
a bordo del Valley Forge, que no opuso resistencia ya que en el momento de
nuestra llegada el gobierno de Betazed
declaró el planeta libre y ninguna nave lo defendió para evitar represalias.
Aunque algunas lograron dispersarse antes de que les diéramos caza.
Desgraciadamente parte del gabinete de Lojal pudo escapar. El miembro más
importante es su vicepresidenta, la embajadora betazoide Lwaxana Troi. Tiene fama de excéntrica, pero también de dura
negociadora, y creemos que se dirigen hacia la Base Estelar Earhart. He pedido al almirante Vantorel
naves para que rastreen diversas rutas ya que creo que su captura es de
carácter prioritario, es la última representante legal del gobierno de la
Federación. Si cayera en nuestras manos esta quedaría decapitada legítimamente.
– Le doy la razón Theron – intervino
Eckener –. No podemos permitir que se convierta en otra maldita Mon Mothma.
» Por último quiero pedirles que
hagan una lista lo más completa posible de las naves, sobre todo de la Flota
Estelar, que han sido destruidas y sobre todo de las que no, así de cuál fue su
última posición. Análisis se ocupará de la relación, pero todos han de aportar
los datos lo más rápidamente posible. Junto a ello también quiero todos
aquellos informes de hechos sospechosos de estar relacionados con
deslocalizaciones más organizadas que llevadas por el caos de la derrota.
– ¿Cómo cuál? – preguntó el general Rudor.
Era el responsable del Imperio Klingon,
un oficial tosco en sus modales y falto de imaginación, aunque compensaba con
una memoria de meticulosidad perversa.
–
Como que una veintena de los diques secos de la Base Estelar 134 no
se encontraban en su ubicación cuando se rindió Rigel VI – respondió Eckener.
–
¿Pueden moverse esos bichos? – volvió a preguntar Rudor.
–
Las más modernas instalaciones fueron diseñadas para ello – respondió el
responsable de tecnología con un tono algo ofendido por que alguien de aquella
sala no supiera aquel dato.
» Esto es todo – interrumpió Eckener
cualquier conversación que pudiera surgir en aquel momento –. Espero sus
informes diarios. Buenas tardes.
Mientras recogía Lepira anotó
mentalmente que la creación de la resistencia en el seno de la Flota Estelar
era ya un hecho consumado y que los klingons no habían sido totalmente derrotados
y que muchas de sus naves se habían escapado entre las garras de la Armada Imperial.
USS
Defiant
–
El reactor ya está reactivado y el resto de sistemas no tenían muchos daños –
indicó O’Brien refiriéndose a las reparaciones a bordo del Kogin.
–
La cuestión es saber qué hacer con ellos – dijo Sisko pensativo.
–
No podemos permitir que nos acompañen – intervino Worf con su profunda voz.
– ¿No pensarás dejarles, verdad? – le
interrumpió Ezri ofendida.
–
No están armados ni tienen ningún sistema defensivo, además de que nos harían
vulnerables frente un ataque – explicó este –. Nuestra situación táctica…
–
Estamos hablando de civiles indefensos. Son nuestros conciudadanos, no podemos
dejarles de nuevo a merced de los naussicanos.
Y ni mucho menos del Imperio – insistió Ezri.
–
Detecto tres naves que pasarán cerca del sistema – les interrumpió Nog.
–
¿Están dentro del alcance visual? – preguntó Sisko.
–
No. Tendríamos que acercarnos, señor – indicó el ferengi.
–
Kogin aquí Sisko, la Defiant se alejará un momento – dijo
tras presionar su comunicador –. Les sugiero que se escondan de nuevo en el
anillo, corto.
–
Entendido Defiant, Kogin fuera – replicó
la voz de Johana Nalson.
–
Salga de la órbita, conecten sistemas de ocultación, rumbo de intercepción –
ordenó Sisko y todos volvieron a sus puestos. Segundos después la pequeña nave
estelar empezaba a abandonar el sistema.
–
Alcance visual – indicó Nog poco después.
–
En pantalla – ordenó Sisko y ante sus ojos aparecieron tres naves estelares.
Una era una nave médica de la clase Olympic, un crucero de la clase Charleston
y la última un tipo Curry.
–
La Hippocrates, la Raging Queen y el Charleston – indicó Worf –. Lo último
que sabíamos de ellas era que estaban en Betazed
antes de su captura.
–
Desactiven sistemas de ocultación, abran frecuencias – dijo Sisko e instantes
después la Raging Queen giraba en redondo,
al tiempo que la pantalla cambiaba y aparecía el rostro de un capitán Nugal, un
napean cuya nave había atracado
varias veces en la estación.
–
Es un placer ver a la Defiant y a su
comandante vivo – dijo este –. Pensábamos que habían caído junto a DS9.
–
Todavía no, capitán. Pero estuvimos a punto. ¿Y ustedes?
–
Recibimos órdenes del almirante Whatley
de abandonar Betazed justo antes de la llegada de las fuerzas imperiales. Las
autoridades planetarias no deseaban que la Flota defendiera el planeta para
evitar represalias contra la población civil, así que las naves allí
congregadas se estaban dispersando. Nosotros tuvimos suerte, la nave de Whatley
no tuvo otro remedio que rendirse.
–
¿Hacia dónde se dirigen?
–
Nuestras órdenes era intentar llegar a la Base
Estelar Earhart. Y si no
pudiéramos a cualquier otro puesto de la flota o la Federación donde podemos
ser de utilidad. Sería un honor si nos quieren acompañar, capitán Sisko.
–
No estamos solos. Con nosotros hay un crucero de pasajeros – explicó.
–
Este sector no es seguro, hemos tenido que hacer un rodeo ya que todas las
rutas que llevan a la Base Estelar Earhart
está cubiertas por naves enemigas – respondió el capitán de la Raging Queen.
USS
Rhode Island
La
nebulosa Arachnid les ocultaba de
cualquier extraño que pasara cerca. Habían detectado puntos de ruptura
dimensional en su ruta y Whatley se había desviado para evitar que fueran
detectados. Su nave era de la clase Nova, diseñada para investigaciones
científicas de corta duración y no estaba equipada para misiones de espacio
profundo. La dotación era de 80 oficiales y tripulantes, sus sistemas
defensivos eran limitados y solo podía alcanzar factor de curvatura ocho. Por
tanto no quería arriesgar, ni la nave, ni sus importantes pasajeros a un
combate contra su enemigo.
–
¿No cree que ya hemos permanecido mucho tiempo aquí? – preguntó Troi.
–
Supongo que sí – replicó Whatley que importó las órdenes correspondientes.
Troi
dejó el puente y se dirigió hacia una pequeña sala de conferencias, donde había
reunido a su equipo así como a los embajadores que le acompañaban. Todos habían
estado de acuerdo en no dirigirse hacia la Base Estelar Earhart e ir al
encuentro de la Enterprise.
Poco
después la pequeña nave científica salió tímidamente de la nube de polvo
interestelar. Rastreó el espacio cercano sin encontrar señales hostiles y se
alejó de su escondite. Una de las pocas cosas que tenía a su favor la Rhode Island eran sus sofisticados sensores, normalmente utilizados para sus
misiones científicas, ahora les permitían conocer casi cualquier movimiento
espacial con relación a la rotación de la galaxia.
Whatley
estaba intranquila, se habían desviado mucho de su ruta y habían pasado cerca
de Capella, un mundo invadido por el
enemigo. Junto a su oficial de navegación habían calculado diversos rumbos para
llegar a su objetivo, pero no le convencía ninguna, ya que todas pasaban por
una zona densamente poblada, con planetas como la colonia Manzar o Risa.
La capitana observó los mapas y esperó que no tuvieran más sorpresas hasta
encontrarse con Picard.
Dique Espacial, la Tierra
Daran observó sus dominios y
comprendió lo que Palpatine sentía al contemplar el vasto Imperio que tenía,
porque él mismo se sentía Señor Todo Poderoso de los Nuevos Territorios. No en
vano su soberano le había concedido poderes extraordinarios durante y después
de la invasión, convirtiéndose en la extensión de la voluntad del mismo
Emperador. Nunca nadie antes había obtenido semejante poder sobre los recursos
de la marina, el ejército y el gobierno imperial. Y si quería conservar lo
conquistado tenía que ser prudente.
Poco
antes se había reunido con los generales Korvin y Kartner, responsables del
personal y la logística de sus ejércitos por petición de estos. Los dos viejos
burócratas de las fuerzas armadas se habían aliado y le pidieron que redujera
el ritmo de las operaciones de conquista. Argumentaban que se estaba abusando del
rendimiento, tanto de los hombres y del material y que si no se ralentizaban
las incursiones, pronto el agotamiento se vería reflejado en los combates.
Korvin indicó que una sola derrota podría conllevar nefastos resultados para la
moral, tanto de sus fuerzas, como las del enemigo. Pero no fueron aquellos
argumentos, que ya los conocía, lo que convenció a Daran. Si no que los dos
generales se había unido. Era bien conocida su rivalidad durante los
preparativos, las luchas entre ambos habían llegado hasta provocar apuestas
entre algunos otros altos oficiales. Pero ahora estaban juntos, hombro con
hombro. Y aunque debía confesar que su enemistad le divertía, sabía que los dos
oficiales eran competentes en su trabajo y que decían la verdad.
Aunque
había ordenado ralentizar las conquistas poco después de ocupar la Tierra, la
lucha aun proseguía en parte del ImperioKlingon y aunque solo fuera en reductos localizados, estaban consumiendo
los limitados recursos que tenían. Temía que esto hubiera proporcionado a la
Flota Estelar tiempo suficiente para organizar algún tipo de resistencia
organizada. Eso a pesar que sobre la mesa tenía la noticia transmitida desde el
Conqueror con la victoria en la Base Estelar Earhart, que marcaba la destrucción de las últimas grandes
fuerzas organizadas del Imperio Romulano, al Klingon, al Dominion y a la
poderosa Federación Unida de Planetas.
Tan solo quedaban algunas potencias menores como los tholianos, los gorn, los
talarianos, los tzenkethi, aquellos sheliaks
y los breen entre otros pocos, que podían ser vencidas en cualquier momento.
Era el momento de pensar con frialdad y no dejarse llevar por el entusiasmo.
Necesitaba tiempo. Y no solo para que sus fuerzas descansaran y reorganizarlas,
sino para que el Emperador aplastara a la flota rebelelde en Endor y completara la
construcción de la segunda Estrella de la Muerte. Con semejante
estación de batalla ningún planeta de las dos galaxias sería capaz de
enfrentarse a ellos. Mientras tanto era la hora de pactar con los que aún no
habían sido atacados y los primeros serían los breen. Estos habían sufrido grandes pérdidas en Cardassia Prime, sabían lo que sus
fuerzas eran capaces, así que serían el ejemplo a seguir. Luego lo haría con el
resto de potencias menores.
Y
mientras Palpatine terminaba su segundo terror tecnológico, con aquellas
batallas se completada la segunda fase de la invasión, debía empezar con la
tercera, la cual no era menos complicada que la conquista: mantener y
consolidar aquellos cientos y cientos de sistemas sometidos a su control.
Debido a la gigantesca envergadura de la invasión, cuando el almirante Vantorel
había empezado a planificarla había sugerido atacar los planetas en vez de
ocuparlos. Destruir las defensas del sistema y neutralizar el puesto avanzado
enemigo para dirigirse a otro inmediatamente y hacer lo mismo así
sucesivamente. Ellos tenían la ventaja, no solo de la sorpresa y el
desconocimiento de su naturaleza, sino la hipervelocidad,
capaz de llevar sus naves de un punto a otro sin que sus sensores subespaciales pudieran detectarles. De
esa manera se debilitaría su capacidad logística, destruyendo sus bases de
abastecimiento y reparaciones, diezmando sus reservas y sobre todo evitaba
tener que dejar tropas de guarnición y naves de protección en cada uno de los
puntos atacados. Una vez las fuerzas de las potencias dominantes de la galaxia hubiera
sido aniquilada, se procedería a la ocupación del terreno.
Este
había sido dividido en seis sectores administrativos, cada uno de los cuales
contaba con un gran moff, que
tendría bajo su control una Flota de Sector encabezada por varias escuadras de
destructores estelares de la clase Imperial, Victory y los vetustos Venator,
además de otras naves de combate.
Durante
los años de preparación parte del Operativo Agujero Negro se había dedicado a
clasificar los planetas por su nivel de importancia estratégica. De esta manera
se habían dividido en tres categorías: A, B y C. El tipo A eran de alta
importancia estratégica y se encontraban planetas como la Tierra, Vulcano, Romulus o Qo’noS. Debía de estar dotados de una tecnología muy sofisticada o
eran lugares origen de una raza dominante en la galaxia, así como otros de
importancia ideológica o sentimental muy importantes para estas razas. Estos
mundos debían de ser ocupados militarmente y cualquier acción represiva tenía
que estar autorizada por él mismo. El número de fuerzas terrestres dependería
de la población y del nivel de hostilidad de esta. Estos planetas tendrían un
gobernador, en su mayor parte el oficial al mando de la guarnición y respondían
directamente a Daran en la Tierra. Los
planetas de tipo B, de importancia estratégica media, eran en su mayor parte
colonias importantes de las razas dominantes como Alfa Centauri o Belak,
así como otros mundos de un desarrollo tecnológico inferior como Bajor, Tiburon o Gornar. Dentro
de esta categoría entraban muchos planetas de la Federación de menor
representatividad en esta. También se consideran de tipo B aquellos que
tuvieran importantes recursos para el Imperio, aunque en realidad pertenezcan
la categoría C. Su presencia en estos planetas no solo sería la de un
gobernador, en la mayoría de casos militares y el número de soldados estaría
basado también en el nivel de hostilidad de la población nativa y de la
importancia de los recursos que aportaban. Aunque si esta resistencia
representaba restar los limitados recursos del ejército, los gobernadores
tenían un poder ilimitado para erradicarla con los métodos expeditivos y si
hiciera falta, definitivo que creyeran oportunos.
El
tipo C de importancia estratégica baja, sería los mundos menos desarrollados,
colonias pequeñas, así como puestos avanzados o bases estelares remotas. Así
como civilizaciones poco desarrolladas tecnológicamente o no afiliadas a
ninguno de los poderes dominantes de la galaxia. Era de suponer que la
ocupación de estos planetas no representaría mucha oposición tras la
aniquilación de la resistencia en las razas dominantes. El Imperio dominaría
sus nuevos territorios sobre todo con la presencia de la Armada Imperial, cualquier resistencia sería sofocada por métodos
expeditivos y radicales, en muy pocos casos sería autorizada la presencia
militar permanente.
Para
ello se habían seleccionado millones de soldados para la ocupación de los
diferentes planetas. En total tenía el equivalente a once Ejércitos de Sector,
lo que sumaba más de un millón de hombres y miles de vehículos y tanques cada
uno. Y si fuera necesario el Emperador Palpatine le había prometido más
Ejércitos de Sector para cuando acabara con la rebelión de una vez para
siempre. A esos millones de soldados tenían que sumarse la marina, los técnicos
para soportar ingente maquinaria y los agentes del Buró de Seguridad Imperial que velarían por el cumplimiento de las
leyes y los administrativos del COMPNOR
para implantar el Nuevo Orden.
El
esfuerzo para transportar todo este contingente de tropas, material y vehículos
iba a absorber la mayor parte de los recursos de la flota en los siguientes
meses. Por eso mismo debía detener las operaciones militares. Aunque también
tenía pensado utilizar todos los transportes civiles que cayeran en manos de
sus fuerzas. Estos, más lentos que los suyos, transportarían los refuerzos tras
las primeras oleadas, así como el material y los vehículos militares no
esenciales para la invasión.
La
tercera fase era consolidar la ocupación de todos los planetas conquistados y
representaba la obtención de riquezas para el Imperio. Motivo por el que se
habían aventurado en la Nuevos Territorios. Esto englobaba tanto la tecnología,
las materias primas y productos manufacturados, como la mano de obra esclava.
En primer lugar llegarían miles y miles de familias de los soldados y
administrativos llevados hasta allí. Estas se convertirían con el tiempo en la
base de la sociedad dominante, llegando con algunas razas humanoides indígenas
a una mestización. Claro que este proceso tenía que ser bien estudiado para
impedir aberraciones. Aunque era un proceso lógico y desgraciadamente natural
ante su presencia en las generaciones posteriores. El único beneficio que veía
era la absorción de esas culturas dentro del Nuevo Orden.
Otra
parte de aquella fase de asentamiento tenía carácter práctico. Ya que la
permanencia prolongada en aquellas estrellas requeriría un esfuerzo material
casi mayor que el de la invasión misma. Para ello ya se habían hecho tratos con
numerosas empresas leales para trasladar o crear factorías en los Nuevos
Territorios. Una de las primeras había sido Sistemas de Flota Sienar
responsables de la fabricación de los cazas TIE, las lanzaderas Lambda y un sin fin de naves y
vehículos utilizados por sus fuerzas armadas. Astilleros de Kuat y su
filial de Impulsores Estelares Rendili también trasladaría numerosos
técnicos para evaluar las posibilidades de construir unos astilleros capaces de
fabricar destructores de la clase Imperial. Pero no solo había grandes industrias que pronto
llegarían con sus fábricas y técnicos, contratistas imperiales de otras ramas
habían firmado convenios: Taim & Bak, responsables de las baterías turbolaser o BlasTech
de las armas personales. O constructores de androides como Arakyd, de vehículos
repulsores o andadores. Junto a grandes
firmas dedicadas a la extracción y refinamiento de materias primas y otras sullustranas e incluso neimoidianas encargadas de trasladar
los productos desde los territorios imperiales hasta aquella galaxia y
viceversa. Incluyendo un pactado con los trandoshanos
para el mercado de esclavos.
Aquellas empresas también
habían aportado una importante cantidad de créditos para sufragar la inversión
necesaria en aquella magna empresa de conquista. Parte de la cual se había
costeado gracias a las patentes tecnologías procedentes de los Nuevos
Territorios y que habían proporcionado grandes sumas de dinero.
Todo ello contribuiría a la
consolidación del Imperio en los Nuevos Territorios. Que a su vez encajaba
perfectamente en una estrategia personal, y si cabía magistral, de Palpatine que mostraba con claridad su genio táctico sin parangón. El
Emperador esperaba erradicar a la Alianza Rebelde en la batalla de Endor que en
aquellos momentos estaría a punto de librarse, si es que ya no se había
producido. Con la rebelión aniquilada de una vez para siempre, el Emperador
utilizaría los ingentes recursos de los Nuevos Territorios, sobre todo en
tecnología, para consolidar todos sus dominios en las dos galaxias.
Convirtiéndose así en el ser más poderoso que jamás hubieran visto las
estrellas. Y él, el Gran Moff Daran sería su mano ejecutora en aquel lugar.
Continuará…
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