Este artículo puede contener
spoilers
Esta tercera y última
temporada de Picard, me ha producido una subida de adrenalina. Demostrando
que con imaginación, agallas y voluntad (y seguramente un poco de libertad
creativa), se puede hacer un producto ilusionante y entretenido. Se nota que
está realizada por alguien que realmente siente cariño por la franquicia y
especialmente a la serie que hace de continuación. Y sobre todo que respeta a
los espectadores, creando tramas sencillas, pero muy sólidas, sin elementos a
la interpretación, con apariciones de personajes bien definidos (lo cual es
bastante fácil, ya que los más importantes tiene una larga trayectoria en la
saga). Reconozco que adolece de un abuso del fanservice, a veces
demasiado empalagoso. Aunque personalmente me ha gustado disfrutar cada uno de
los huevos de pascua a lo largo de la temporada. Sobre todo, porque necesitaba
que me cuidaran y que me demostraran que me estaban cuidando como fan (al maravilloso
estilo de Lower decks). Algo que realmente era necesario, ya que ahora
se estaban despidiendo, no solo de Jean-Luc Picard, sino de todo y cada uno del
elenco de The Next Generation.
Por eso puedo decir, esta entrega
de Picard me ha reconciliado con la acción real del universo de Star
Trek desde el penúltimo capítulo de Enterprise. Y es que los
reboots cinematográficos de J.J. Abrams no terminan de gustarme (a pesar de que
ST: Beyond es entretenida), y parece que no soy el único, ya que
la cuarta entrega está encallada desde hace tiempo. Discovery,
aunque empezó bien, poco a poco se ha ido estancando en unas historias que tienen
una premisa interesante (primera y segunda temporada) pero de alguna manera no
me gusta su desarrollo, además de ser inverisímiles (la tercera) y
completamente predecibles (la cuarta). Mientras que sus personajes no me
interesan nada: todo parece orbitar alrededor de una Burnham endiosada, a la
que todo le sale bien. Sin apenas desarrollo de los secundarios, que apenas están
allí para ser enfocados en un primer plano (con sonrisa estúpida en sus rostros)
cuando se quiere recalcar la importancia de algún comentario. Strange New
Words me gusta, pero de alguna manera la serie de Pike aún no la he cogido
cariño. Me falta entrar en la dinámica de estos nuevos tripulantes, y en la
mecánica de sus historias autoconclusivas. Obviamente debido a que apenas hay
diez capítulos (como echo de menos las largas series de la época de The Next Generation a Enterprise), por lo que espero que se
consolide en esta próxima segunda temporada.
Con respecto a la primera temporada de Picard, la verdad es que no me parecían Star Trek. Steward
no quería retomar su personaje de TNG y solo lo hizo con la premisa de explorar
la vejez de este. Pero el problema de la primera entrega, con Michael Chabon
como showrunner, es que, aunque tenía ideas muy interesantes, estas son inconexas
o confusas. Con tramas no explicadas, como los motivos por los que Soji y Dahj
Asha estaban en la Tierra y en el Artefacto, respectivamente. Con otras ridículas,
como la jefa de seguridad de la Flota, siendo una agente encubierta romulana. Que
los propios romulanos hubiera desencadenado la destrucción de la flota que
tenía como destino ayudarles en la evacuación de su planeta antes de su destrucción
por la supernova. Que los androides de Coppelius sean, precisamente, los mismos
seres que al antiguo capitán y mentor de Rios se le ha obligado a matar, y por
lo que presumiblemente se suicidó. O el romance en el último segundo
(literalmente) entre Seven y Raffi. Y otros desaprovechados, como el regreso de
Picard a un cubo Borg, sin que se sacara provecho a su pasado como Locutus. El
uso de este elemento tan icónico (y poderoso) como esta nave como mero Macguffin,
sin que se nos explicara nada de lo sucedido en ella. Y un Picard dando vueltas
sobre el argumento final innecesario (por lo menos para mí) de despedirse de
Data. Con personajes poco creíbles y sin sustancia como Agnes Jurati, Raffi o
Elnor. Y un final frustrante con una escena de copia y pega de naves.
La segunda temporada,
exceptuando el primer y último capítulo, me aburrió. Al final, el viaje en el
tiempo resultó ser un repaso introspectivo a la infancia de Picard, para
explicarnos el trauma que tenía con la enfermedad de su madre, y que le había
marcado el resto de su vida para no crear una familia. Una trama que podía
haberse resuelto en un capítulo, y la verdad es que no me importaba mucho y
menos me interesaba a estas alturas. La despedida de Q me pareció entrañable,
pero me falta que me explicaran como un ser omnipotente se está muriendo. Y que
no se desarrolle esa parte de la trama es el mayor fallo de todos. Teniendo como
únicas explicaciones la pereza de los escritores para buscar un motivo; que no
les importe el interés que pudieran generar en los espectadores el final de un
personaje tan icónico como Q. O la peor de todas, que nos tomen por estúpidos (estamos
en una serie de ciencia-ficción, no es algo para no poder explicarlo). Recuperar
a Brent Spiner y la saga de la familia Soong, como preámbulo de lo que vimos en
la cuarta temporada de Enterprise, me gustó. Pero la creación de
un nuevo Colectivo con Jurati convenciendo a una reina Borg que es mejor buscar
la perfección haciendo el bien y no obligando a nadie a ser asimilado, me
pareció simple y llanamente absurda. La inclusión de elementos previos de esta
saga, como los Supervisores, que habían aparecido por primera vez con Gary
Seven en Assignment: Earth (ST, 2.26), normalmente suelen gustarme, pero
aquí me pareció excesivo que Tallinn fuera igual que Laris (obviamente para
forzar un idilio entre esta y Picard). Mientras que su final es realmente
espectacular: al usar los escudos deflectores para evitar un cataclismo
cósmico. Por desgracia (o no tanta, ya que así no tenemos que descubrir cómo se
ha desarrollado este nuevo colectivo de Jurati), la explicación de quien ha
abierto ese agujero transcurvatura no ha tenido continuación.
La nueva trama
Creo que, por lo menos para mí, lo más importante de esta tercera temporada ha sido que era entretenida desde el primer momento. Pasaban cosas emocionantes, que te dejaban toda la semana con ganas ver la siguiente entrega. La intriga sobre para qué querían a Jack Crusher, o quien era Vadic han estado bien dosificadas. Así como la aparición de la antigua oficialidad de la Enterprise-D. Y me ha encantado que la Reina Borg estuviera dañada y deteriorada por los efectos del patógeno neurolítiuco que le había inyectado la almiranta Janeway en Endgame (VOY, 7.25/26). Aunque creo que esta raza es tan potente que no creo que desaparezcan definitivamente, por lo que no me importaría ver de nuevo al Colectivo. Vadic me pareció demasiado histriónica para ser una cambiante, pero lo solventaron bien al explicarnos lo que había sufrido a manos de sus captores y las torturas que le habían infligido. Demostrándonos porque no era tan calculadora y fría como la Gran Unión. Lo bueno del argumento es precisamente lo sencillo y sólido que es: dos grandes villanos como (una facción) del Dominion y el Colectivo Borg (que conocimos en Q who (TNG, 2.16) y que tanto temimos) unidos para destruir a la Federación. Cerrando así el círculo de estos dos enemigos conocidos, así como el de los personajes de TNG.
La parte de Raffi y Worf me
parece algo innecesaria, solo escrita para que estos dos personajes pudieran
encontrarse y luego unirse al resto del elenco. Pero como estaba bien
compensada y relacionada con la principal, no desentona. Tal vez la idea de la
alteración genética para la asimilación en masa me parece un poco rocambolesca,
pero reconozco que está bien desarrollada desde el síndrome irumódico presentado
en All Good things… (TNG, 7.25/26). Siendo una muestra de cómo se
pueden aprovechar diferentes elementos de la saga para tejer parte de nuevos
argumentos. Con estos, el final creo que es un poco exagerado: con la asimilación
de una parte de las tripulaciones de la Flota y el ataque a la Tierra. Pero
entiendo que era necesario un final espectacular para poner un broche
inolvidable a esta tripulación.
El otro gran acierto es el desarrollo de los personajes. Todos los veteranos han tenido su
momento para lucirse. Y es que necesitaban hacer una despedida mucho más digna
de lo que fue ST: Nemesis. Película que siempre me ha adolecido
de demasiadas carencias, empezando por una falta de cariño por parte de su
director hacia la franquicia. Y centrándose demasiado en Data, cuando el
personaje realmente importante era Shinzon como clon de Picard. Pero con esta
última cabalgata, se ha hecho justicia al legado de la legendaria tripulación Enterprise-D,
y sobre todo a sus historias. No olvidemos que, aunque la serie original
puso los firmes cimientos a la franquicia de Star Trek, es The Next Generation la primera en llegar a las siete temporadas, y su éxito
televisivo hizo posible la emisión de Deep Space Nine, Voyager
y la precuela de Enterprise. El legado de Kirk, Spock y McCoy es
indeleble, pero sin Picard, Data o Worf no tendríamos Discovery, Lower
Decks, Prodigy, Strange New Worlds, los reboots de
Abrams y lo que queda por llegar.
Pero no todo ha sido bueno. No
me gusta el tono de los diálogos, con numerosa jerga moderna y “metáforas
floridas” que no tienen sentido en el universo de Star Trek. Cuya saga siempre
ha tenido mucho cuidado de utilizar un inglés muy claro y una pronunciación
correcta, sobre todo por la inmensa cantidad de fans que hay fuera de los
países angloparlantes. El diseño de la USS Titan-A tampoco me ha
gustado. El intento de hacer un homenaje a la Enterprise de las
películas nos ha privado de poder tener un diseño más genuino, y propio del
siglo XXV. Sobre todo, teniendo en cuenta que al final se ha convertido en la
USS Enterprise-G. Y es que en todas las series de la saga nos han
presentado conceptos originales: la clase Galaxy tenía el mismo
concepto, pero con líneas más redondeadas que la Constitution. La
Defiant era un cambio de diseño mucho más compacto. La Intrepid
rompía los esquemas con un plato alargado y unas barquillas más pequeñas. Y la NX era la heredera de las líneas aerodinámicas de la clase Akira,
pero que no olvidaba sus orígenes. Incluso la clase Crossfield
tiene su propia personalidad gracias a su sección de ingeniería triangular y el
plato con sus secciones concéntricas separadas por un hueco. Y en menor medida,
los interiores me han parecido demasiado oscuros y metálicos, echando de menos los
de la era de TNG/DS9/VOY, que parecían precisamente más decorados que una nave
real. Aunque reconozco que los actuales parecen más realistas.
Jean-Luc Picard
Realmente hay una pequeña línea recta con el desarrollo de Picard a lo largo de estos tres años. En el primero se despidió de Data, que le había salvado en ST: Nemesis. En el segundo, Q le regalaba el deshacerse del trauma de su madre y su reticencia a tener descendencia, dándole una oportunidad (a los 90 años) de crear una familia. Y en el tercero aparecía el hijo que había tenido con Beverly y crear esa familia que nunca había tenido (y que, por otro lado, tampoco había mostrado que le faltaba, salvo en esta serie). Su relación con Jack es creíble, sobre todo teniendo en cuenta aquel amor imposible (porque no quisieron los productores) con Beverly desde su juventud, cuando esta era la esposa de su mejor amigo Jack. Se nota la edad en Patrick Steward, ya que en muchas escenas está sentado o apoyado. Pero no ha perdido el carisma de aquel diplomático y explorador que conocimos, haciendo lo que cree que es justo por encima de las reglas, cuando estas son injustas.
Creo que, por lo menos para mí, lo más importante de esta tercera temporada ha sido que era entretenida desde el primer momento. Pasaban cosas emocionantes, que te dejaban toda la semana con ganas ver la siguiente entrega. La intriga sobre para qué querían a Jack Crusher, o quien era Vadic han estado bien dosificadas. Así como la aparición de la antigua oficialidad de la Enterprise-D. Y me ha encantado que la Reina Borg estuviera dañada y deteriorada por los efectos del patógeno neurolítiuco que le había inyectado la almiranta Janeway en Endgame (VOY, 7.25/26). Aunque creo que esta raza es tan potente que no creo que desaparezcan definitivamente, por lo que no me importaría ver de nuevo al Colectivo. Vadic me pareció demasiado histriónica para ser una cambiante, pero lo solventaron bien al explicarnos lo que había sufrido a manos de sus captores y las torturas que le habían infligido. Demostrándonos porque no era tan calculadora y fría como la Gran Unión. Lo bueno del argumento es precisamente lo sencillo y sólido que es: dos grandes villanos como (una facción) del Dominion y el Colectivo Borg (que conocimos en Q who (TNG, 2.16) y que tanto temimos) unidos para destruir a la Federación. Cerrando así el círculo de estos dos enemigos conocidos, así como el de los personajes de TNG.
Realmente hay una pequeña línea recta con el desarrollo de Picard a lo largo de estos tres años. En el primero se despidió de Data, que le había salvado en ST: Nemesis. En el segundo, Q le regalaba el deshacerse del trauma de su madre y su reticencia a tener descendencia, dándole una oportunidad (a los 90 años) de crear una familia. Y en el tercero aparecía el hijo que había tenido con Beverly y crear esa familia que nunca había tenido (y que, por otro lado, tampoco había mostrado que le faltaba, salvo en esta serie). Su relación con Jack es creíble, sobre todo teniendo en cuenta aquel amor imposible (porque no quisieron los productores) con Beverly desde su juventud, cuando esta era la esposa de su mejor amigo Jack. Se nota la edad en Patrick Steward, ya que en muchas escenas está sentado o apoyado. Pero no ha perdido el carisma de aquel diplomático y explorador que conocimos, haciendo lo que cree que es justo por encima de las reglas, cuando estas son injustas.
El eterno primer oficial, por fin es capitán (aunque ya le vimos en The best of both worlds (TNG, 4.01) y en sus apariciones al mando de la Tiran en Lower Decks), brillando con luz propia, siendo el compañero de aventuras de su antiguo comandante. Sin perder su sarcasmo pícaro y simpático, también es la voz de la razón ante Picard. Y capaz de tomar el mando e imponerse a su mentor, con la madurez necesaria para pedirle perdón cuando entiende que este tenía razón. Pero lo que más me ha interesado es el desarrollo del luto tras el anuncio de la muerte de su hijo hecho en la primera temporada. Precisamente no me había terminado de gustar su desarrollo entonces, ya que parecía que no se profundizaba en el asunto. Pero aquí su pérdida se nota en sus acciones, guiando a su amigo a no desperdicie la oportunidad que él ya no tiene: ver crecer a su hijo. Solo puedo decir que quiero ver más al capitán Riker.
Parece que no quieren dejar morir al pobre Data. Pero por lo menos ahora han traído Bred Spiner de una manera que no puede quejarse sobre el envejecimiento de su personaje. Y es que, al haber creado un nuevo androide, con los recuerdos de Data, Lore, B4 y el propio Arik Soong, con la imagen de este, ya tenemos la excusa perfecta. Y reconozco que coincidía con las objeciones de Spiner para no regresar como androide positrónico. Pero con esta triquiñuela, que puede parecer pensada de antemano (la aparición del descendiente de Soong en la primera temporada), creo que es una buena muestra de cómo es posible aprovechar los argumentos inconexos previos, y con un buen grado de imaginación, armar una trama para recuperar a Data y hacerlo coherentemente. Siendo un gran mérito lograr que hasta al más escéptico (es decir, yo) le haya gustado. Porque estoy convencido de que nada de esto estaba previsto. Por lo demás, este Data me ha encantado. Y creo que esta hubiera sido la evolución de este androide que anhelaba ser humano, si no se hubiera sacrificado en ST: Nemesis. Por otro lado, el regreso de Lore permite tener un digno final de este hermano malvado, siendo superado por la bondad y humanidad de Data.
No entiendo que se apartara de todos sus amigos para criar a su segundo hijo. Y le doy la razón a Picard al recriminar que le quitó la posibilidad de decidir sobre su vida una vez que Jack fue concebido. Sobre todo, porque a la doctora Crusher la tenía concebida como una profesional, tanto de la medicina, como de la exploración, que nunca se había planteado tener dudas sobre los peligros que tenía su trabajo. Una muestra de ello es llevarse a Wesley a bordo de la Enterprise-D. Y aunque comprendo que no es lo mismo tener cuarenta años, que cincuenta y siete años, y la preocupación tras lo sucedido a primer hijo, no justifica que no se lo dijera a su padre y me parece una decisión muy forzada, únicamente justificada para que Picard desconociera la existencia de su hijo.
Al igual que me ocurre con Crusher, me parece un poco exagerada la sobreprotección de sus hijas. Puedo entender que, como padre, esté preocupado. Pero no olvidemos que Picard y la Titan-A están luchando contra una facción del Dominion muy peligrosa. Que quiera que su hija Sidney se quedara en el Museo de la Flota me parece que es, en realidad, la peor manera de protegerla. ¿Qué ocurre si Picard fracasa y los cambiantes ganan? Tengo la sensación que su reticencia solo estaba para crear metraje en el capítulo The Bounty (PIC, 3.06), ya que después de este se mete de lleno en su papel de ingeniero metódico y eficaz, pero sobre todo demostrando que era el mejor amigo de Data. Y me alegro de que por fin Geordi encontrara su tan anhelada pareja y creara su familia.
Teniendo en cuenta su azarosa vida (la más dramática de todos los protagonistas): perdió a sus padres en la Masacre de Khitomer, y fue educado por humanos lejos de los suyos. Su pareja, K’Ehley, fue asesinada. Por intrigas políticas perdió el honor de su familia y fue considerado un paria entre los suyos. Recuperó el honor involucrándose en la guerra civil klingon. Para volverlo a perder, teniendo que sacrificar la memoria de su hermano, para que este pudiera continuar viviendo entre su gente (perdiéndole para siempre). Y una vez que está felizmente casado, su esposa Jadzia es asesinada por Dukat. Por lo que ahora haya encontrado la calma mediante la meditación, me parece una gran evolución como personaje, y una divertida manera de ver a este no tan viejo guerrero.
La consejera de la nave realmente ha salido poco. Pero su presencia me ha gustado, al apoyar a Riker en la curación de su luto por su hijo mayor. En ella este es más calmado, sobre todo porque es un personaje más sensato y como psicóloga está más preparada, aun así, necesita a la persona a la que ama para poder seguir adelante. Por otro lado, el uso de sus capacidades empáticas permite utilizarla para salvar a sus compañeros de una muerte segura a bordo del cubo Borg. Y es que, aunque parezca un Deus ex machina, la verdad es que es una de las veces que esa capacidad puede ser usada de manera lógica y adecuada para un final espectacular. Tomando los mandos de la nave, para tal vez, redimirse de la última vez que lo hiciera en Veridian III, y guiar la nave hasta sus compañeros.
Con el regreso de la primera bajorana que conocimos obtenemos otro digno final a este gran personaje. Es uno de esos fanservice que agradezco, ya que, con el ingreso de Ro en el Maquis, y la posterior aniquilación de este en Blaze of glory (DS9, 5.23), su destino era más que incierto. Haciéndolo de la mejor manera posible, confrontándola con Picard y expiar los resentimientos de ambos y reconciliarlos. Ya que traicionó a su capitán, pero nunca los principios de ambos. Ofreciéndonos la posibilidad de confirmar que Ro siempre fue una más de nuestros héroes, como demuestra su último acto de sacrificio al inutilizar la USS Intrepid.
Tengo la sensación que no sabían muy bien qué hacer con Seven, ya que es quien más bandazos ha dado a lo largo de esta serie. Al principio la conexión más fuerte que tenía con Picard era su pasado como zángano borg. Pero esa relación se utilizó relativamente poco (en la primera temporada, con demasiadas tramas sobrepuestas y que no estuvieron bien desarrollas). Para el segundo año estuvo dando vueltas por Los Ángeles discutiendo con Raffi, y se desaprovechó su conexión con la Reina Borg, que finalmente se fusionó con Jurati. En esta última entrega la han hecho primer oficial de la una nave estelar (lo que era evidente desde que en Farewell (PIC, 2.10) se sentara en la silla de capitán). Y aunque Seven siempre me ha parecido uno de los mejores personajes de Voyager, que ahora sea primer oficial de la Titan-A me parece forzado. Sobre todo, al presentarlo como un hecho consumado, sin que nos muestren como se ha llegado hasta allí. Por lo demás, brilla con luz propia y si hubieran encaminado su aparición hacia ese momento desde el principio de la serie (no solo un par de comentarios velados sobre sus intentos de ingreso en la Flota), hubiéramos tenido uno de los mejores desarrollos de toda la saga.
No me gustó este personaje. Sus antecedentes de adicta no encajan, para mí, en la utopía que representa Star Trek, y menos como oficial de la Flota. Además, en la primera temporada se centraron precisamente en su adicción, sin profundizar en su carrera como responsable de seguridad, más allá que había servido a las órdenes de Picard y su obsesión por un complot. Su relación con Seven fue uno de esos momentos ridículos por no ser desarrollados previamente. Mientras que, en la segunda temporada, el momento para su evolución, se la pasa discutiendo con su novia, mientras recorre inútilmente Los Ángeles. En esta última entrega ha mejorado notablemente (aunque sigue sin gustarme mucho), viéndola como una auténtica oficial de seguridad, y donde las menciones a su adicción han estado dictadas por la trama, de manera que por lo menos se han aprovechado para que esta pudiera avanzar.
Sin lugar a dudas la mejor incorporación entre los personajes de toda la serie, y creo que ha dejado una huella indeleble en Star Trek. Ya apuntaba maneras en el primer momento, pero su desarrollo (con algún bajón momentáneo, únicamente para demostrar lo inteligentes que eran Picard y Riker) ha ido mejorando capítulo a capítulo. Además, se explica su antipatía hacia Picard, y su reticencia en llamar Seven of Nine a la antigua zángano, a pesar de que admira como es como oficial, al ser un superviviente de la batalla de Lobo 359, más que justificada, por otro lado. Siendo desvelado en una de las escenas más dramáticas de la saga, cuando recuerda como le salvaron la visa a bordo de la Constance. Y esto puede parecer una nimiedad, pero es que estoy cansado de que no se explicaran las cosas de forma tan clara. Lo peor es que mataron este magnífico protagonista, privándonos de su regreso (excepto que venga de otra línea temporal o dimensión paralela. Ya he ocurrido, y puede ocurrir de nuevo).
El único problema que le veo es la edad real de Ed Speleers, que, con 35 años, tiene una apariencia mucho mayor que los 20 que ha de representar. Y es una lástima, ya que Speleers lo hace realmente bien, pero personalmente siempre me ha tirado para atrás cuando un actor no tiene la edad de su personaje. Por lo demás representa a alguien aventurero, algo bribón, y caradura, pero cuyas intenciones son buenas y altruistas. Aunque precisamente esa actitud de sabelotodo de los primeros capítulos y la penúltima escena, no que termina de encajarme con alguien de veinte años (si quedaría mejor en uno de treinta). Sí, en cambio, la lucha interna que tiene entre esos dos momentos, mucho más verosímil. Por lo demás, imagino que le han convalidado muchas asignaturas en la Academia después de solo un año, eso o la Flota necesitaba desesperadamente tripulantes después de la asimilación de cerca de trescientas naves el Día de la Frontera y la destrucción de la Estación Sol. O una buena dosis de nepotismo por parte de sus padres.
Se ha notado que la serie ha dado tres grandes bandazos, quedando claro lo que ocurre cuando no hay una idea clara de que se quiere hacer a lo largo de las (tres) temporadas que se tienen prevista realizar. Pero esta entrega ha solventado las carencias de las dos anteriores (más olvidables que otra cosa). Dando un broche de oro a toda la trayectoria de The Next Generation, sobre todo para los que crecimos con los dramáticos encuentros con el Borg, con la cambiante política klingon, huyendo de Lwaxana, de las inoportunas apariciones de Q, con la presentación de bajoranos y cardassianos, de un Día de la Marmota, de primeros amores, y de naves antecesoras que regresan para cambiar la historia, o precisamente para que esta permanezca como ha de ser.
Ll. C. H.
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Hablas de Seven como primer oficial del Enterprise, cuando en realidad es la capitana, mientras que la primer oficial es Raffi.
ResponderEliminarEn cuanto a la tercera temporada, he de reconocer que los primeros capítulos me engancharon, pero luego fui perdiendo interés y la acabé de ver simplemente porque la había comenzado. En ocasiones tenía la sensación de que los guionistas iban apostándose entre ellos a ver cómo la liaban todavía más.
Por último, no sé si te parece (como a mí) que el personaje de Moriarty está bastante desaprovechado. Pensaba que iba a ser más protagonista en la trama, pero apenas sale unos minutos y me parece que más bien como "seguridad" del laboratorio donde encuentran al nuevo Data sin mayor peso en la trama, ya que no vuelve a aparecer más.
Hola Jordi,
EliminarCuando me refería a Seven como primer oficial era sobre los primeros capítulos de la temporada. Ya que si ya me parecía forzado como segunda de la Titan-A, que sea capitana de la Enterprise-G, pues parece aún peor. No pero no por tener ese cargo, sino como han desarrollado la evolución de este personaje a lo largo de las tres temporadas. Que no deja de ser un reflejo de la nula planificación de la serie, por lo menos eso me refleja. Sobre todo, sabiendo que iban a rodar tres temporadas, que es lo que tenían firmado los actores. Tal vez sea un ingenuo, pero la primero que yo haría como responsable de producción (ya no como showrunner) es planificar sobre el papel que es lo que quiero decir o que ocurra a lo largo de esos tres años. Luego ya vendrán los escritores y desarrollarán los guiones. Pero aquí, no me ha transmitido que hubiera nada planeado a largo plazo. Y es una lástima.
Completamente de acuerdo con la sensación que debían de ir aumentado lo espectacular (o como tu bien dices: liarla todavía más) para llegar a un clímax espectacular. Ya lo comenté: “el final creo que es un poco exagerado” por buscar lo grandilocuente para el final de The Next Generation. Lo único bueno es que no me aburrió.
Los dos capítulos que aparece Moriarty me parecen magníficos, y es uno de mis personajes holográficos proferidos. Ciertamente sale poco tiempo, pero como es parte de la “prueba” que Data le hace pasar a Riker para poder acceder a él, tampoco me quedé con ganas de verle más. Al fin y al cabo, no es un capítulo de Moriarty. Sí me encantó que apareciera. Quien sabe si el cubo donde está ese programa también está guardado en la estación Daystrom en su viaje infinito por la galaxia.
Gracias por leer la reseña.
Un fuerte saludo.
Ll. C. H.
Vale. Con lo de Seven no lo pillé que te referías al rango que tenía al principio de la serie :)
EliminarEn cuanto a Moriarty, pues no digo que sean malos los capítulos en los que sale. Me refería a que, al menos yo, esperaba que saliese algo más, además de que, al menos a mí, me pareció que era una especie de "segurata" de la estación. Pero bueno, es solo una apreciación mía.